Capítulo 46
1504palabras
2022-08-20 00:01
El punto de vista de Levi.
"¿Alfa?".
Me desperté sobresaltado; por primera vez en muchos años, me sentía desorientado y confundido. Desde que me había convertido en alfa, había entrado en un estado mental de constante alerta sobre lo que sucedía a mi alrededor. Incluso dormido siempre estaba listo para atacar o para una emergencia.
Pero parece que haber estado sentado al lado de mi compañera enferma y haber llorado desconsoladamente me habían cansado más de lo que pensaba. Era como si un dique se hubiera roto y me hubiera ahogado de sentimientos oprimidos por años y me hubiera destruido por dentro. Incluso limpiado. Y ahora estaba completamente vacío, sin embargo, no se sentía malo ni solitario porque... debajo de todo, estaba Dina. ¡Ella era la primera piedra de mis nuevos cimientos!
Pero en este momento, todo era confuso, incluso mi lobo seguía dormido en sus cuatro patas. Me di vuelta y me encontré cara a cara con Mick... ¡demasiado cerca de mi cara!
"¡Mick!", exclamé mientras intentaba alejarlo de mí. Pero enseguida me di cuenta de que había estado preocupado y por eso estaba tan cerca mío. Probablemente porque la última vez que había dormido así fue cuando me drogaba con sangre de vampiro.
"¿Qué hora es?", gruñí y me obligué a despertarme.
"Alrededor de medianoche", respondió. ¡Mierda! ¿Dormí todo el día? Quizás si no hubiera estado tan distraído con todo lo que sentía, hubiera notado su tono de voz frío y nervioso. Ese tono que usa cuando tiene que dar malas noticias...
Entonces, rápidamente chequeé a mi compañera... Ya no sentía dolor, ¡gracias a dios! Pero sus ojos seguían bien cerrados, como si estuviera durmiendo, solo que las máquinas conectadas a ella decían lo contrario...
"¿Alguna señal de quién dejó el paquete?", pregunté volviendo a mi rol de alfa.
"Estaba tratando de escaparse, pero la agarramos", respondió Mick y esta vez sí noté su tono de voz y entendí por qué lo usaba.
"¿Ella?", repetí mirándolo. Tenía el ceño fruncido y sus ojos tenían una frialdad inusual, muy poco característica en mi hermano.
"Levi", suspiró y apretó la mandíbula. "Fue Angela Winters".
"¿Angela?", repetí y enseguida reconocí el nombre de mi acosadora. De hecho, mucha gente estaba al tanto de su obsesión por mí; si era yo o la posición de Luna que la tenían tan enamorada de mí, no lo sé, y nunca me tomé el trabajo de averiguarlo. Especialmente porque la había decepcionado... ¡de verdad! No me interesaba mantener una relación infantil.
¿De verdad lo había llevado al siguiente nivel? Y entonces me acordé del encuentro que tuvo Dina con la mencionada acosadora. La ira comenzó a hervir en mis venas y la rabia me nubló la mente.
“Esa hija de...”.
"¡Levi! ¡Hay más...", gritó Mick, pero yo no escuché nada de eso. Ya había salido de la habitación y me había metido en el bosque. Nuestra prisión estaba enterrada bien bajo la tierra y lejos de miradas entrometidas. La alcancé en tiempo récord...
"¡Alfa!".
El guardia dio un salto al costado y me dejó ingresar. Para ese momento, probablemente ya me veía más como una bestia que como un hombre. Mi piel se oscurecía mientras mi lobo peleaba por tener el control. Mis caninos se alargaron y mis dedos se habían convertido en garras afiladísimas. ¿Y mis ojos? Estaban peligrosamente cerca de volverse del rojo que siempre temía, pero que por primera vez en mi vida, ¡quería recibirlo!
Abrí la puerta de un empujón y la arranqué de las bisagras. La plata me quemaba la piel pero casi ni la registraba. Rugí fuerte cuando mis ojos encontraron lo que buscaba; allí estaba, enroscada en la esquina de la celda. Se quejaba, lloraba e intentaba hacerse lo más pequeña que podía.
¡Eso no la iba a salvar!
Me acerqué hacia ella. Tenía los ojos abiertos del miedo...
"¡¡¡ME OBLIGARON!!!".
Sus gritos rebotaban en las paredes de la celda y casi ni alcanzaban mis oídos. La agarré de la garganta y embestí su cuerpo contra la pared. El impacto la dejó sin aire y lágrimas salían a borbotones de sus ojos. ¡Mi lobo estaba listo para arrancarle el corazón...!
Pero sus palabras volvieron a resonar en nuestra mente... ¿Sabía algo?
Dejé que mi mano se deslizara desde su pecho hasta su barbilla. Se encogió del miedo cuando mis uñas cortaron su piel y una camino de sangre caliente se formó en mis dedos; la estaba forzando a que me mirara. Empalideció cuando vio la oscuridad en mis ojos.
"¿Quién?".
Casi ni podía reconocer mi propia voz; era como si un animal estuviera hablando a través mío. Era diferente a cuando mi lobo simplemente tomaba el control; era como si mi sed de sangre saliera por mis labios y se enfureciera ante nuestra negativa.
"Vam-vampiros", logró decir entre lágrimas. "E-ellos dijeron que... que si no lo hacía, e-ellos me matarían".
Para el final de la oración, estaba llorando.
"¿Por qué?", gruñí pero solo recibí su hipo como respuesta. La ira se expandió por mi cuerpo y presioné mis uñas aún más contra su cuello, presión que la hizo gritar de dolor. "¿Por qué quieren ver a mi compañera muerta?", rugí, haciéndole saber que, en ese momento, ella era insignificante para mí.
"No la quieren muerta", gritó y sus ojos hinchados finalmente se encontraron con los míos. "¡Era...era para ti!". Pude ver sentimientos de remordimiento, dolor y vergüenza reflejados en sus ojos. ¡¿El veneno era para mí?! ¿Siempre había sido yo el objetivo? ¿Estuve siempre viendo todo esto de forma errónea?
"Querían matarte; a ella la necesitan viva".
"¿POR QUÉ?".
La pregunta salió de mis labios antes de que siquiera pudiera pensar.
"¡No lo sé!", chilló y me di cuenta del dolor que debía estar sintiendo. Entonces, aflojé un poco mi agarre para darle más aire pero no le solté la garganta. "Yo ni siquiera sabía que ella era tu compañera hasta que aparecieron...". Jadeó mientras buscaba desesperadamente más información en su cerebro con la esperanza de que algo le salvara la vida. "¡Estaban enojados, decían... que no podían llegar a ella y que yo los iba a ayudar...!". Lloraba; su cuerpo se quedó sin energía y quedó sin vida en mis brazos. "¡No quise hacerlo! ¡Lo juro...!".
Mi lobo me devolvió el control y ahí fue cuando finalmente me di cuenta de qué había detectado mi lobo.
¡Sexo!
Cerré mis ojos mientras la vergüenza y el remordimiento se expandían por mi cuerpo. La habían violado... ¡Los vampiros!
Respiré profundo para intentar calmarme. No solté a la chica que temblaba; sabía que si lo hacía, caería al suelo.
"Llévala al médico, pero mantenla detenida", dije en voz baja y uno de los guardias se la llevó. Esperé hasta que estuvieran fuera de la prisión antes de girarme hacia Mick quien, como siempre, había mágicamente aparecido a mi lado. "¡Ve a su apartamento y lleva algunos rastreadores contigo! Dos vampiros estuvieron ahí y la violaron. Fíjate si dejaron algo que podamos usar para rastrearlos".
Sabía que estaban usando unos químicos para esconder su olor, pero el sexo era diferente. Dejaba una huella en la piel que era difícil de sacar. O al menos así era con los lobos; esperaba que fuera igual con los vampiros.
"Sí, alfa", dijo Mick y me dejó reflexionando sobre mis acciones. ¡Dios, era tan imbécil! ¡Debería haberlo manejado...! Gruñí de irritación. De hecho, ¡no lo debería haber manejado! Debería haberlo sabido... ¡Debería haber dejado que Mick se ocupara! ¡Mierda! ¡Esa pobre chica! Seguramente estaba aterrada después de haber vivido uno de los miedos más grandes de una mujer, y yo...
Hice una nota mental: ¡asegurarme de que recibiera atención médica y una humilde y apropiada disculpa! Gruñí y me froté la punta de la nariz.
Bueno, al menos me confirmaron que Dina era de hecho el objetivo, pero de todos modos no me sentía más sabio. Suspiré para poder tomarme una cosa a la vez. Con mi mente asigné a dos de mis mejores guerreros para que cuidaran a Dina que, por lo que escuché, ella ya se había hecho amiga de ellos en la escuela.
Ahora todo lo que podía hacer era esperar a que los rastreadores me informaran...
De pronto, un sentimiento desconocido fluyó hacia mí desde mi lobo. No lo comprendí en un principio y me tomó un tiempo largo darme cuenta: ¡era arrepentimiento! ¡Mi lobo se estaba disculpando! Como si sintiera mi confusión, repitió la ira que habíamos sentido unos segundos antes cuando casi matamos a Angela. Si la hubiéramos matado, nuestra compañera seguiría en peligro y nosotros todavía ignorantes.
Respiré profundo; no sabía realmente qué pensar. ¿Mi lobo estaba...aprendiendo? ¿Se habría dado cuenta de que tener una compañera quería decir buscar una nueva forma de protegerla y no simplemente matar lo que sea que se cruce en el camino? ¿Estaba madurando?
Un mejor alfa.
Un mejor compañero.
Esas fueron las palabras que aparecieron en mi mente. Y yo asentí. Estábamos en la misma página, mi bestia y yo. La protegeríamos; aprenderíamos a hacerlo. Juntos...