Capítulo 41
896palabras
2022-08-17 00:01
El punto de vista de Dina.
"¿Es demasiado tarde para correr?", pregunté nerviosa y Rita tuvo que apartar nuevamente mis manos de mis dientes. Acababa de terminar de arreglarme las uñas, pero yo todavía quería morderlas.
"¡Sí!", exclamó sacándome de la silla y llevándome hacia su armario. "¡Vamos!".
Iba a unirme a la infame cenar familiar. Según Levi, era nuestra primera cita oficial. Yo estaba realmente en contra porque me parecía demasiado rápido. Y, como siempre, Levi acomodó todo lo que yo dije y accedió a llevarme a una cita "real" el sábado primero. De todos modos, terminamos pasando casi toda la mañana del sábado, el día y la noche en la cama extasiándonos mutuamente. Luego, nos preparamos para ver una película y para comer una pizza horrible congelada y quemada (aparentemente, también puedo quemar eso).
Y ahora era un manojo de nervios.
Estaba con Rita alistándome; más que nada porque no tenía mucha ropa y el maquillaje era un concepto extraño para mí. Y aquí estaba ella asegurándose de que no fuera a ir vestida como un payaso.
"Toma", Rita me sonrió mientras me daba un par de zapatos negros de tacón alto. "¡Ponte estos y te verás perfecta!".
"¡Oh por dios!", murmuré espantada mientras miraba los tacones altos como la Torre Eiffel. "Si me quieres ver muerta, ¡hay modos más eficientes de logarlo!".
"Pero quedan tan bien con el vestido", exclamó y, como yo sospechaba, no dijo nada sobre mi posible y prematura muerte. Confirmaba que esto era definitivamente una venganza por haber arruinado su labial (¡Fue un accidente! ¡Lo juro! No puedo evitar ser torpe).
"Las zapatillas son negras", dije señalando a mi cómodo par negro y Rita me miró horrorizada.
"¡NO te pondrás zapatillas con ese vestido!".
Había usado zapatillas con ese vestido. Podría ser muchas cosas, pero no iba a poner en riesgo mi salud por estar a la moda. Rita no estuvo del todo de acuerdo pero admitió a regañadientes que lo hacía funcionar.
Respiré profundo y volví a mirarme en el espejo por al menos la vez número mil esa noche. Por ahora, me había puesto corrector cosmético para esconder la marca de Levi. Hasta ahora, nadie sabía, ni siquiera Michael y Rita. Al menos pretendíamos estar haciendo las cosas en el orden correcto...
"¡Rita!", llamó Michael desde abajo. "¿Estás lista?".
"Ya bajo", respondió antes de volverse hacia mí. "¿Estás bien?".
"Claro", asentí mientras me ponía los aros. "Tú ve, enseguida voy".
Irradió una sonrisa; el color del amor hacía que su sonrisa brillara aún más y que fuera más adorable que nunca. Sonreí entonces al ver a mi amiga bajar corriendo las escaleras.
Ay, el amor...
"Hola cariño", la escuché saludar a su compañero antes de que su tono de voz se volviera rígido y nervioso. "¡Alfa!".
"Rita", respondió él del mismo modo. Traté de aguantarme la risa; sonaba más como una formalidad que un saludo. Aparentemente, estar cerca del alfa la ponía más nerviosa de lo que quería demostrar.
"¡Dina!", gritó Rita justo cuando me miraba por última vez al espejo. "¡Hay un alfa gruñón aquí! ¿Por casualidad te interesa?".
"¡Voy... ay!", respondí justo cuando me tropezaba con la alfombra y me golpeaba el hombro. Maldije mientras me revisaba el corrector. Por suerte, la marca seguía oculta y bajé rápido las escaleras.
"¡Estoy aquí!", grité y prácticamente me choqué con Levi. Sus brazos fuertes enseguida rodearon mi cintura y me atrajeron hacia él. Su aroma me tranquilizaba y hacía que hasta mi loba se sintiera feliz.
"¡Hola!", respiré con el corazón palpitando fuerte.
"¿Te conozco?", me regaló una enorme sonrisa y sus ojos, de color azul frío, se volvieron una cálida tormenta de verano. Antes de volver a mirarme a los ojos, me recorrió el cuerpo con su mirada y apreció todo lo que mostraba (y lo que no mostraba). Una sonrisita segura y satisfecha apareció en su hermoso rostro. Mi corazón parecía detenerse cada dos latidos frente a sus ojos repletos de nada más que deseo y amor. Maldición, ¡debería ser ilegal ser tan sexy!
Sonreí con vergüenza y, sin querer, hice trompita con mis labios, hasta que de pronto me di cuenta...
"¡Oh, por dios!", exclamé horrorizada cubriéndome mis mejillas acaloradas. "¿Tengo algo en la cara?".
"Sí", reflexionó Levi mientras me acariciaba el labio inferior con su pulgar. "Una sonrisa muy hermosa".
Si me había sonrojado antes, luego de ese comentario, me puse colorada como una langosta. Mi corazón se sobresaltó y mi estómago hizo unas acrobacias que no sabía que era capaz de hacer.
Mi loba aulló con dulzura, lista para cancelar la cita y extasiarlo ya mismo. No me parecía una mala idea...
"Oh, mierda", Rita se quedó sin aliento de pronto y nos sacó a ambos de nuestra burbuja romántica. "¡¿También es romántico?!".
"No me mires a mí", se defendió Michael enseguida; tenía sus ojos bien abiertos de la sorpresa y una sonrisa en los labios. "¡Estoy tan sorprendido como tú!".
Mi rostro estaba prácticamente en llamas y, como un último recurso, escondí mi rostro en el hombro de Levi. Normalmente no era tímida, pero tampoco me gustaba ser el centro de atención; especialmente cuando me miraban como lo estaba haciendo Rita en ese momento. Sabía perfectamente que había más que contar de lo que nosotros mostrábamos...
"¿Terminaron?", murmuró Levi justo antes de que los dos Betas estallaran en risas. "Entonces, vamos".