Capítulo 35
1804palabras
2022-08-14 00:01
Perspectiva de Dina
En cuestión de segundos, Levi me llevó a la cama y me inmovilizó allí con sus besos, que bajaron por mi cuello y hombros. Luego, con suavidad corrió mi blusa hacia abajo, dándole acceso al lugar que más deseaba: mi punto de marcado.
Traté de contener un gemido vergonzoso pero no lo logré. Levi sonrió y sus labios aún estaban contra mi piel; un instante después, pasó su lengua por mi punto sensible. Un charco caliente emergió dentro de mí, haciéndome retorcerme como un gusano debajo de él.
—Te repondré la blusa —dijo de repente y antes de que pudiera registrar lo que dijo, me la arrancó. Jadeé ante el movimiento repentino e instintivamente escondí mis pechos con mis manos. Una risa ahogada retumbó en la parte posterior de su garganta, mientras se inclinaba y besaba mis nudillos. Sus cálidos labios encendían chispas dondequiera que tocaban. Me reí cuando usó su nariz para quitarme las manos; luego, sin detenerse, alternó besos y lamidas en mi suave piel.
Para ese entonces, su lobo había tomado el control, y para seguirle la corriente, dejé que la mía también tuviera el control. Entrelazamos nuestras manos en su cabello, tirando suavemente de él hacia nosotras. Sus ojos marrones se encontraron con los nuestros, de color ámbar, y gruñó satisfecho al reconocer a su compañera.
Al instante, sus labios hambrientos poseyeron los nuestros y sus manos tiraron de nuestro cabello, exponiendo nuestro cuello para él. Mi loba se colmó de su dominio, mientras él ronroneaba de placer ante nuestra sumisión.
Él continuó con su asalto a nuestro cuerpo, besando y lamiendo nuestro cuello expuesto. Nosotras enlazamos nuestras manos alrededor de sus hombros y arqueamos nuestro cuerpo hacia el suyo, queriendo sentir más de él. Cuando su cálida piel se encontró con nuestro cuerpo al descubierto, soltamos gemimos de placer. Las corrientes de electricidad y emoción fueron suficientes para encendernos en llamas...
Finalmente, su embestida se detuvo y se echó hacia atrás, observando nuestro cuerpo semidesnudo. Nos sonrojamos levemente, notando la lujuria y el hambre en su mirada. Mis pechos ahora solo estaban cubiertos por un sostén rosa con lunares negros y sus ojos recorrieron varias veces la piel parcialmente expuesta arriba del sujetador.
De repente, una sonrisa pícara se formó en su boca. Se inclinó, sus manos acariciaron mi mejilla y mi mentón calientes, antes de separar mis labios. De pronto, metió su dedo índice en mi boca y de inmediato gemimos, mientras chupábamos su dedo áspero y calloso. Un gruñido de satisfacción salió del alfa sobre nosotras y retiró su dedo. Un gemido se nos escapó cuando ya no lo sentimos, solo para que sonriera ante nuestra pasividad hacia él.
A continuación, su dedo húmedo se arrastró por nuestro cuello y pecho. De repente, se transformó en una garra afilada y con un solo movimiento cortó el sostén por la mitad. Nos quedamos sin aliento cuando nuestros pechos saltaron fuera de su restricción. Otro rubor fuerte coloreó mis mejillas, mientras que la mirada escrutadora de Levi devoró cada línea y hendidura de nuestro cuerpo.
—Eres hermosa —susurró, al tiempo que sus ojos azul océano se encontraron con los míos. De inmediato, solté un suspiro que no me había dado cuenta que estaba conteniendo. En ese momento, ambos volvimos a tener el control, pero aún así todo se sentía tan apasionado. Y así era perfecto…
De pronto, se inclinó hacia atrás, colocando un beso suave en mis labios, cuello, hombro… Luego, rodeó con su lengua mi pezón, mojándolo, antes de soplarlo. Al instante se endureció, permitiéndole tomarlo con sus labios y chuparlo a gusto.
Un grito de éxtasis recorrió mi cuerpo y gemí, inclinándome más hacia él; mis dedos se clavaron en su cabello, rogándole más. Era como si todo cobrara vida ante sus roces. De repente, con su otra mano acarició mi cuerpo y desabrochó mis jeans. Jadeé cuando sentí sus dedos apartar la tela de mis bragas y hundirse en mis húmedos pliegues.
—Mierda, Dina —gruñó, mordiendo y besando suavemente mis pechos—. Estás tan mojada que quiero saborearte.
No pude responder. Mi cuerpo ya temblaba por sus dedos juguetones que acariciaban y frotaban mi sensible perla. Por supuesto, Levi tomó mi silencio como una invitación, así que volvió a levantarse y ansiosamente me quitó los jeans. Sonreí tímidamente ante su impaciencia, mientras mi cuerpo esperaba con tranquilidad su regreso.
No defraudó. Ronroneó cuando mis piernas se abrieron para él, casi a pedido. Sus ojos brillaron con satisfacción y lujuria, mientras observaba mi sexo húmedo. Grité de placer cuando se hundió con vehemencia y enterré mis dedos en el colchón; su lengua se posó sobre mi capullo rosado, llevándome más y más cerca del momento cúlmine.
Luego, con cuidado, insertó un dedo... dos dedos dentro de mí y comenzó a bombear dentro y fuera. Y con eso, me vine. Llegué al clímax con un subidón estremecedor y grité su nombre.
—Podría acostumbrarme a eso —murmuró Levi mientras colocaba un suave beso en mis labios, dejándome probarme a mí misma. Sin embargo, yo quería más. Había desatado una bestia dentro de mí, y ella aún no estaba satisfecha. Quería más…
—Levi —susurré, todavía tratando de recuperar el aliento—. Quiero sentirte.
—Yo también quiero sentirte —confesó, besándome de nuevo—. Pero no tengo un condón aquí.
—Estoy tomando la píldora —le informé muy feliz. Empecé a tomarla cuando comencé a salir con chicos y pensé que sería práctico para combatir el SOP. Ahora mismo, me estaba dando palmaditas en los hombros por esa decisión.
—Gracias a Dios —suspiró Levi, y sus labios hambrientos devoraron los míos de nuevo. Pero, súbitamente, se separó de mí de nuevo. Me quejé, quería que volviera y me preguntaba si había hecho algo mal.
—Tú-tú no eres —tartamudeó Levi, mirándome con ojos negros y curiosos—. ¿Eres virgen?
—No —confesé tratando de tener confianza al respecto. No era virgen, pero eso no significaba que tuviera mucha experiencia. Es decir, tengo 18 años, no me acosté con cada hombre con el que me crucé. Sin embargo, gracias a nuestro creciente vínculo de pareja, mi loba pudo informarme qué fue lo que hizo que su cola de lobo se torciera. De inmediato sonreí, antes de agregar—: Y no, no fue Michael.
—Bien —gruñó él—. Mi hermano vive un día más. —Sus labios capturaron los míos otra vez y justo cuando las cosas se calentaron nuevamente, Levi perdió otra pelea con su lobo—. ¡Mierda! ¿Quién fue? —Frunció el ceño, sus celos ardían como carbón en sus ojos oscuros.
No pude evitar gruñir, frustrada y molesta. Pero en lugar de comenzar una pelea por algo que había pasado hace mucho tiempo, decidí intentar un enfoque diferente. No tenía idea de dónde vino el repentino aumento de confianza, supongo que del hombre que estaba encima de mí, que me amaba y me hacía sentir como su mundo entero.
En ese instante, entrelacé mis manos en su cabello suave, jugando con sus mechones rojos.
—Levi —dije serenamente, viendo sus ojos oscuros soltar destellos azules, dorados y negros—. ¿Quieres que te diga el nombre de mi ex novio...? —Deslicé mis manos hacia detrás de su cuello y lo acerqué más. Luego, mordí suavemente el lóbulo de su oreja y disfruté los escalofríos y gemidos que salieron de él—. ¿O quieres oírme gemir el tuyo?
—¡EL MÍO! —gruñó desde el fondo de su garganta. De inmediato, sus manos agarraron mi cintura y presionó su erección, dura como una roca, contra mi sexo.
—Eso es lo que pensé —sonreí, mientras Levi exploraba mi cuerpo con nuevo vigor. Lo que no esperaba era que funcionara tan bien... Lo último que recuerdo es la sensación de sus dientes hundiéndose en mi piel, antes de sumergirme en una neblina de euforia y éxtasis.
***
Perspectiva de Levi
Me desperté junto a mi compañera de sueño; sonreí y la acerqué más. Podría acostumbrarme a esto... Suspiré felizmente e inhalé su dulce aroma, ahora un poco mezclado con el mío, y eso lo hacía aún mejor. Dios, ¿qué había hecho yo para merecer a alguien tan increíble como ella?
En ese momento, recordé la noche anterior y sonreí. No podía creer que se convirtió en una zorra e inició el acto agachada y usando hábilmente su boca. ¡No esperaba eso! Y, sin embargo, esa era solo una de las muchas cosas que amaba de ella. Era impredecible y decía lo que pensaba. Además, a pesar de su apariencia inocente, no me tenía miedo, vio a mi bestia y aun así no se asustó. Por otro lado, cuando le confesé mi amor, ella supo de inmediato que era la verdad.
Nuevamente la miré. Mi marca se veía perfecta en ella, incluso mi lobo aulló como un cachorro al verla en su cuerpo. Ahora, ella nos pertenecía. ¡ERA MÍA! Considerando lo que dijo anoche, no sé si se pondrá contenta o se enfadará porque la marqué. Supongo que cruzaré ese puente cuando llegué a él...
De pronto empezó a moverse y me di cuenta de que se estaba despertando. Supongo que es hora de averiguarlo.
—Buenos días, hermosa —le susurré al oído, absorbiendo un poco más de su aroma.
—Buenos días —suspiró y se acurrucó más cerca. Gruñí mientras ella se frotaba contra mi erección matutina. Mierda, no quería nada más que repetir lo de anoche, pero… ¡Mierda!
—Es un juego muy peligroso el que estás jugando —le advertí, tratando de mantenerla quieta.
—Estoy en la cama con una de las criaturas más peligrosas del planeta —replicó, con una sonrisa traviesa asomándose por la comisura de sus labios, mientras frotaba su cuerpo desnudo por todo mi cuerpo—. Tiré toda precaución por la ventana cuando me enamoré de ti.
Un estruendo bajo vibró en mi pecho y sentí que todo mi autocontrol se desvanecía lentamente, mientras mi lobo empujaba hacia adelante para tomar el control. Dios, iba a volverse imposible de controlar después de esto.
—Con que así será... —murmuré, acercándome y presionando mi erección contra su trasero, cubriéndome de sus fluidos. Sonreí cuando ella gimió ante aquella sensación y lo tomé como una invitación. Dejé que mi manos trabajaran a lo largo de sus piernas, antes de separarlas.
Se le cortó la respiración por la sorpresa, y antes de que pudiera escaparse de mí, envolví mi brazo alrededor de ella, logrando así acariciar sus pechos. Ella gimió y se acomodó en mis brazos, mientras yo la penetraba lentamente.
—Te amo, Levi —susurró dulcemente. Yo respondí presionando mis labios contra mi marca y de inmediato se convirtió en una mujer llena de lujuria. Su respiración era corta y superficial, y ya podía sentirla llegando a su clímax. Traté de ser gentil mientras la embestía, pero una vez que volvió a gemir mi nombre, perdí todo control que tenía sobre mí.
De modo que simplemente cerré los ojos y disfruté del viaje.