Capítulo 25
1437palabras
2022-08-08 16:20
Los eventos relatados por Levi
Aquel día me reí tanto, en verdad, no recuerdo la última vez que lo había hecho.
Estábamos los tres sentados en el piso de la cocina, que ahora estaba completamente destrozada, en el medio había una parrilla eléctrica con pan blanco y salchichas y habíamos colocado una extensión eléctrica en el piso, porque Mick había cortado accidentalmente la energía cuando derribó una de las paredes.

Mick y yo teníamos una cerveza en la mano, mientras que Dina se había limitado al agua con gas. Estábamos completamente cubiertos de polvo y sudor y se me había levantado la camiseta, aunque no me importaba las miradas ocasionales que recibía de Dina. Sabía que tenía un buen físico (uno de los requisitos para ser el alfa), pero la forma en que me miraba me provocaba un gran deseo, y en el proceso, parecía un idiota. No podía recordar la última vez que me había sentido tan incómodo, pero sus ojos se dirigían a mí como si fuera un supermodelo, aunque finalmente podía disfrutarlo sin culpa.
Definitivamente, Dina no era la chica de Mick, y mi lobo no dudó en aprovecharse de eso. Todos sus pensamientos giraban en torno a ella, incluso cuando ella bromeó sobre mis mechones rojos, él se animó y exigió que le diéramos una paliza. En este punto, cualquier excusa era válida para desnudarla y poseerla. Cuando su excitación, ante la presencia de nuestros cuerpos semidesnudos, golpeó mi nariz, tuve que luchar con todas mis fuerzas para no tomarla justo en frente de mi hermano. Sin embargo, no podía culpar a mi lobo por todo, yo también quería lo mismo, es más, también deseaba que fuera parte de mi vida.
Realmente la quería.
—Deberías haber visto la cara de mi mamá —se rio Mick mientras terminaba la historia sobre una de las tantas veces que nos metimos en problemas con el Alfa y Luna anterior. En aquel momento, mi tía nos había atrapado fumando hierba. Mick tenía 13 años, y yo 16. Tan solo con decir que estábamos en problemas, no nos hubiera alcanzado para describir el lío en que nos habíamos metido.
—Recuerdo eso —me reí, aunque en aquel entonces no se me hubiera escapado una sola sonrisa—. Olimos a ambientador durante una semana, aunque de todos modos, el sabueso percibió el aroma.
—Alfa Stone y Beta Danvers en problemas —ella se rio, su voz, definitivamente, sonaba como música para mis oídos—. Pagaría un buen dinero por ver eso.

—En aquel entonces, éramos más jóvenes —reflexioné, captando su mirada, por lo que ella se sonrojó y tomó otro sorbo de su lata. Maldición, ese rojo le quedaba perfecto.
—Oh, hay algo que no entiendo —preguntó y, esta vez, dirigió intencionalmente su mirada hacia mí— ¿Cómo terminaste siendo tu el alfa, y no Michael?
Entonces, bebí el resto de la cerveza y miré a Mick. Podía verlo mordiéndose el interior de sus mejillas, y aquel comportamiento despreocupado que lo caracterizaba, desapareció por completo, siendo reemplazado por los oscuros recuerdos del pasado. Si él no quería hablar de eso, yo no tenía por qué hacerlo.
—Lo… lo siento —tartamudeó Dina, tratando de retractarse de lo que había dicho—. Yo no… ¡No tienes que…!

—Está bien —respondió Mick, para mi sorpresa, luego respiró hondo y le dedicó una triste sonrisa—. Levi en realidad me hizo un favor, dando un paso al frente en aquel momento —Inmediatamente, bajé la mirada, ya que todavía me preguntaba si alguna vez él se había arrepentido de su decisión. ¿Si en el fondo realmente me odiaba? ¿Quizás hasta incluso me culpaba por lo que había sucedido? —Mi papá no había fallecido, solo había encontrado otra compañera —continuó Mick. Un pequeño suspiro escapó de sus labios—. Dejó a sus hijos y esposa por otra loba, de la mitad de su edad.
Por lo cierto, aquel recuerdo permanecía vivo en mi memoria. Desde que tenía 8 años, Alfa Danvers había sido como un padre para mí, en realidad, el padre que nunca había tenido, aunque cuando se fue y nos abandonó se sintió peor que el día que perdí a mi madre. De hecho, lo adoraba y lo admiraba profundamente. Incluso hasta ese día, me había enseñado algunas de las lecciones más valiosas que un niño podría aprender en la vida. Además, hasta podría decir que me enseñó a ser un alfa. En efecto, él solía decirme que solo había una forma verdadera de liderar: tripa, corazón y cabeza. No importaba cuán duro nos hubiera traicionado, todavía me guiaba por sus palabras. O tal vez simplemente me aferré desesperadamente a ellas, porque de lo contrario, no tendría idea sobre lo que debería hacer.
En aquel entonces, Mick y yo habíamos encontrado accidentalmente a la tía Sally, tirada en el suelo de la cocina. Al principio, no entendíamos bien lo que estaba pasando. Luego, después de horas de llanto y gritos histéricos, finalmente nos confesó que su pareja había estado con otra mujer, y ella lo había sentido, a través de la conexión que los unía. Lo que para él significaba placer, se había convertido en una tortura para ella.
Yo fui quien lo echó, y le advertí que si alguna vez regresaba, lo mataría. Conociendo a mi lobo, sabía que lo decía en serio y desapareció en la noche. Jamás lo volvimos a ver. La tía Sally estaba devastada, después de haber estado juntos por 20 años, él la había rechazado. En verdad estaba destruida y casi murió por su culpa. Jamás podría perdonarlo por lo que le había hecho a mi familia.
¿Aunque, ellos podrían perdonarme a mí?
Todos quedaron bastante mal después de lo que había sucedido, supongo que de alguna manera, me las arreglé para mantenerme sereno en todo ese caos y tomé las riendas. Sinceramente, no me di cuenta de qué eventualmente tendría que hacerme cargo de todo.
—Lo siento mucho —respiró Dina. Entonces, levanté la vista y la vi colocando suavemente su brazo sobre el de Mick y aunque eso no le gusto para nada a mi lobo, de todos modos, logré reprimir un gruñido que quería atravesarme—. Pensé ...
—Eso es lo que le decíamos todos —respondió rápidamente Mick interrumpiéndola—. Que era por el bien de mi mamá. Ella había sido rechazada y tenía un dolor tremendo. Ella era un desastre, en realidad todos lo éramos. En tanto, él solo le dio unas palmaditas en la mano y se separaron —Y solté un suspiro, al darme cuenta de que había contenido todo eso durante todo este tiempo. Maldición, eso realmente estaba empezando a afectarme...
—Pasé por una mala racha después de eso y, aunque era el hijo del alfa, simplemente no ...  —Mick se encogió de hombros. —Había un contrincante. Levi tomó mi lugar y al permitirle hacer eso, me sometí a él —Luego, me hizo un gesto—. Se convirtió en el alfa.
—N...no lo sabía —dijo Dina, finalmente, mirando en mi dirección. Por un segundo, sus ojos contenían tantas emociones, dolor, tristeza, ira, miedo… Aunque a pesar de todo, podría haber jurado que vi admiración. En ese momento, mi lobo hinchó el pecho con orgullo.
¡Maldito loco!
—Sí, estaba muerto de miedo —confesó Mick, mientras se rascaba absolutamente nervioso el cuello. —Era un forastero y era enorme. Estaba seguro de que me mataría…—De repente se detuvo y me miró. —¿No estabas asustado?
Por un segundo, no supe qué decir. ¿Habría sentido miedo en aquel momento? Realmente nunca había pensado en eso. Lo único que recuerdo es lo desesperada que estaba la manada mientras observaba a Mick, que estaba terriblemente asustado y los ojos temerosos de la tía Sally. Sus hermanos menores trataban de apartarse de aquel enorme lobo, mientras él los mordía. Fue entonces cuando mi lobo reaccionó, y no le di muchas opciones a Mick, solo lo ataqué.
—Me había enfrentado a matones más grandes —murmuré y me encogí de hombros. Tampoco había sido una gran pelea. Simplemente, le di el control a mi lobo y lo dejé hacer lo suyo. Estaba gravemente herido, pero no se detuvo hasta que el forastero ya no se movió. Supongo que nunca había apreciado a mi lobo de esa manera. Jamás se rindió en una pelea, él siempre nos protegió. Y aunque era difícil de controlar, había una razón para eso. Me había acostumbrado tanto a tener que pelear siempre con él, que había olvidado apreciar su verdadera razón para pelear...
Después de la pelea, se volvió hacia Mick, exigiéndole sumisión. Se había enfrentado al enemigo. ¡Era su derecho! Mick bajó los ojos y expuso su cuello, y pronto la manada siguió.
¡Yo era el alfa!