Capítulo 24
1244palabras
2022-08-08 16:03
Los eventos relatados por Dina
—Pensé que vendrías antes —acusó Michael cuando abrí la puerta.
—Habríamos llegado antes —respondí, mientras le abría la puerta al alfa, que llevaba todo el equipo— ¡Si tu hermano no fuera tan atractivo para los ojos de los demás!
—No es mi culpa que esas mujeres se arrojaran sobre mí —se quejó, expresando claramente su desagrado.
—¡Levi! —Michael exclamó sorprendido—. No esperaba verte aquí.
—¿A quién esperabas entonces?, ¿A Papá Noel? —el alfa frunció el ceño.
—Más bien un duende —reflexioné antes de que pudiera detenerlo.
Inevitablemente, Michael se rio, pero al instante amortiguó su risa llevándose ambas manos a la boca y, de pronto, un leve gruñido retumbó detrás mío, advirtiéndome que estaba en problemas.
Enseguida, tragué saliva antes de girarme lentamente para mirarlo. De hecho, sus ojos brillaron completamente negros por un momento antes de volver a la normalidad. Seguramente, mi broma no le había causado ninguna gracia.
—No quise decir eso en voz alta —me excusé, mi voz apenas se oía, casi por encima de un susurro.
—Voy a hacerte pagar por eso —prometió el alfa con su oscura y sombría voz, provocándome escalofríos por mi espalda. ¡Estúpido alfa y su voz sexy!
—Lo siento —murmuré, e hice un puchero con mis labios.
—Mejor así —dijo el alfa, pero por alguna razón, momentos después, apareció una leve sonrisa en su rostro. —Ahora también trabajarás en la planta alta —continuó como si hubiera acabado de imponerme el peor castigo del mundo.
—¡Ese es mi castigo por señalar que eres un pelirrojo! —exclamé sorprendida. ¡Claramente, no me conocía, si pensaba que eso era un castigo! ¡Me encantaba remodelar casas! —¿Qué pasaría si continuo? —Lo desafié, cruzando los brazos frente a mí.
—¿Quieres ver? —me contestó de prisa, con una sonrisa que se extendía por sus labios.
—Lavo tu ropa, Alfa Stone —me burlé, sintiéndome bastante segura. —¿Crees que hay algo que aún no he visto? —Lo volví a desafiar audazmente, tomándolo por sorpresa. "¡Ah! Toma esto, Señor Alfa" "Realmente apestas con los castigos".
Hasta ese momento, ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de que Michael nos miraba boquiabierto, preso de un terrible asombro, mientras sus ojos se dirigían de un lado a otro, sin poder creer lo que estaba viendo y escuchando. Sin embargo, una sonrisa encontró un camino en sus labios, cuando descubrió algo, que ninguno de los dos habíamos notado.
—Bien —sonrió el alfa con determinación en su voz, y cruzó sus enormes brazos sobre su pecho— ¡Contrataré a un chef!
No pude evitar suspirar.
—¡No lo harías!
De inmediato, él entrecerró sus ojos hacia mí.
—¡Mírame!
Definitivamente, tuve que reprimir una sonrisa. Solo dos pueden jugar este juego, pero antes de que pudiéramos continuar, Michael interrumpió la conversación.
—¿Ustedes dos son normales? —Michael detuvo nuestro concurso de miradas, gesticulando entre los dos. Entonces, nos miramos por última vez con el alfa, antes de que ambos comenzáramos a reír. Sin dudas, estábamos seguros de que ninguno de los dos lo era.
—Es un juego que siempre hacemos —le expliqué y le entregué los planos—. Aquí están los planos, y los he hecho a prueba de idiotas, por lo que deberías poder continuar con ellos, incluso si no estoy aquí.
—No estoy incapacitado, sabes —frunció el ceño y los puso sobre la mesa. Por lo cierto, había agregado algunos dibujos más, para que fuera más fácil de visualizarlo y también algunos textos adicionales, para que supiera lo que significaban las líneas.
—¡Dios mío, me encanta esto! —exclamó de repente, con una gran sonrisa en su rostro, una vez que le expliqué todo.
—Esto es bueno —Alfa Stone asintió con absoluta aprobación, y de alguna manera hizo que mi corazón se inflara tanto en mi pecho del orgullo, que incluso hasta mi loba sentía lo mismo. Dios, ¿qué estaba mal conmigo?
—Suenas sorprendido —le expresé, fingiendo estar ofendida—. Te recuerdo, que obtuve una beca.
En efecto, ambos se veían impresionados, con exactamente la misma expresión, por lo que no pude evitar reírme. Aparentemente, no era necesario que estuvieran relacionados por sangre para seguir siendo hermanos...
A continuación, saqué mi teléfono y tomé algunas fotos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Alfa Stone, señalando a la cámara.
—Es para mi página web —le expliqué antes de voltearme para tomarle una foto. ¿Para qué? No tenía ni idea, solo quería molestarlo un poco. Sin embargo, él solo levantó su ceja característica hacia mí, e inmediatamente supe que quería una explicación. —Hago pequeños proyectos y coloco las fotos del antes y él después —le expliqué—, y con eso, pago la mayoría de mis elementos.
—Pensé que te había pagado —frunció el ceño, y mentalmente me maldije por aquel desliz ¡Carajo! Por supuesto, él no sabía que la cuenta que Dylan le había dado no era mía. Aunque era consciente de que no era justo, él seguía siendo mi hermano y al menos de esa manera, por lo menos sabía que no estaba abandonado a su propia suerte.
—¿Dina...? —preguntó el alfa, pero lo interrumpí, fingiendo que no lo había escuchado.
—Vamos a trabajar —exclamé, guardando mi teléfono—. Lo primero que tendríamos que hacer es hacer desaparecer esa alfombra.
—¿Algo que pueda hacer? —preguntó Alfa Stone y se volvió hacia mí. En ese preciso instante, mi corazón dio un vuelco y estallaron mariposas en mi estómago. Quería gritar ¡sí! Lo había extrañado tanto durante últimos días, echaba de menos nuestras estúpidas conversaciones, e incluso hasta nuestras discusiones y... y ¡Lo extrañaba tanto! Quería que se quedara, pero también era consciente de que tenía deberes como alfa y otras tonterías que hacer, por lo tanto, rápidamente me preparé para una inminente decepción. Él, seguramente, lo había preguntado, por cortesía, ¿verdad? Ya había perdido bastante tiempo llevándome a la tienda, él…
—¿Quieres ayudar? —Michael preguntó sorprendido.
—Jamás he usado un clavo y un martillo en mi vida —confesó el alfa con una sonrisa—. Pero sí sé cómo destrozar las cosas.
No pude contener una sonrisa. ¡Realmente no sabía eso!
Por un segundo nuestros ojos se encontraron y nuevamente, sentí como si algo dentro mío hiciera clic, como si una pieza faltante se hubiera acomodado en su lugar. Rápidamente, tragué saliva y tuve que luchar contra el impulso de acercarme y respirar su aroma, una mezcla de madera y hierba, y su colonia favorita. El solo hecho de pensarlo me provocaba escalofríos por la espalda, nunca me había dado cuenta de cuánto había llegado a depender de él. Me conformaba, tan solo, con estar ahí, en la mañana, en la cena, con un “Hola” y “Buenas Noches”, lo único que importaba era que él estuviera allí.
De inmediato, traté de quitar esos pensamientos de mi cabeza e intenté concentrarme en lo que tenía que hacer.
—Muéstrame lo que puedes hacer —dije y le entregué un mazo. Pero él, solo sacudió su cabeza, y con una sonrisa en su rostro, derribó la primera pared con sus propias manos.
—Esta es una buena forma de descargar las frustraciones —sonrió Michael, arrancando la alfombra. Maldita sea, estos lobos alfa eran demasiado fuertes.
—Bueno, ahora podría ir y destrozar los dibujos lineales de casas que has hecho ¿verdad? —respondió y me guiñó un ojo.
—¿Te gustan? —Sonreí, experimentando que una sensación de calor me invadía por completo. Él asintió.
—Hacen que todo se vea más interesante —dijo antes de arrancar una viga.
No pude evitar sonreír. Maldita sea, este tipo provocaba, que incluso hasta una demolición, fuera algo agradable.