Capítulo 23
1294palabras
2022-08-08 10:41
Los eventos relatados por Dina.
—¡¡¡Pregúntaselo!!!
Mi loba estaba furiosa, totalmente deprimida, gruñendo y resoplando como una perra de primera clase. ¡Si la conociera mejor, diría que estaría celosa! Pero de ninguna manera, me iba a complicar con eso, por lo que apreté los dientes y miré por la ventana. El alfa era un hombre libre, podía hacer lo que quisiera. ¡No me molestaba que me hubiera dejado en su casa durante varios días para poder divertirse con sus malditas muñecas!
Sin embargo, la imagen de esa loba en su regazo me oprimió el corazón y sentí que estaba a punto de tener un ataque. Inmediatamente, mi loba se enfureció. Normalmente, era callada, cálida y juguetona, no necesariamente en ese orden, pero rara vez atacaba así. ¡Sentí que tenía que luchar contra ella por el control antes de que saltara sobre la garganta del alfa y le exigiera una explicación.
—Entonces —pregunté, tratando de actuar casual y serena, y de no moverme en el asiento como si estuviera en llamas— ¿Quién... quién estaba en tu oficina?
En tanto, Alfa Stone miró brevemente en mi dirección y una sonrisa rápidamente se extendió por sus labios.
—Su nombre es Laura —respondió, para mi sorpresa, con absoluta sinceridad. En aquel momento, mi loba grabó mentalmente aquel nombre en una lápida.
—Oh —dije, tratando nuevamente de ignorar las quejas constantes de mi loba. Al final, no pude soportar el dolor de cabeza que me causó, y aunque no tuviera nada que ver con mi propia curiosidad, eso me estaba matando lentamente, por lo que me rendí —¿Quién es ella?
Tan solo con una mirada del alfa, me di cuenta de que mi rostro estaba tan rojo como una langosta cocida. De hecho, una enorme sonrisa se había extendido por su rostro y sus ojos azules brillaban con un humor sagaz.
—¿Estás celosa, amor? —se rio entre dientes y me miró. Enseguida, abrí la boca para negarlo todo, pero él me interrumpió—. Tranquila, Dina, ella no tiene nada contra ti.
Sorpresivamente, lo dijo como si yo fuera la única chica en su vida, por lo que mi corazón dio un vuelco y un rubor candente se extendió por mis mejillas. La forma en que mi nombre sonó en sus labios fue tan sensual que escalofríos de puro placer se deslizaron por mi columna, haciendo que mi estómago se revolucionara. De prisa, apreté mis piernas, esperando que no se diera cuenta de lo que me estaba provocando.
—Yo... yo... no... yo no... Yo... yo nunca… —Tartamudeé sintiendo que mi rostro se ponía extremadamente pálido, aunque aquella dispersión terminó con su sonrisa.
—Sí, debes saberlo —dijo, mientras su sonrisa se desvanecía lentamente—. Ella solía venir con frecuencia y a veces teníamos sexo.
Debo decir, que aquella confesión, me confundió y me consoló al mismo tiempo. Me importaba solo una palabra “solía”, como si fuera parte de su pasado.
—¿Te arruiné la diversión? —le pregunté audazmente, ganándome otra risa del alfa.
—No —respondió absolutamente desinteresado y se encogió de hombros. —Honestamente, estoy cansado de encuentros casuales. Yo solo… —Hizo una pausa, para mirarme, antes de prestar atención a la carretera—. Creo, que estoy buscando algo más.
—Entonces, ¿no has...? —Dije, sin saber muy bien cómo terminar de preguntarle lo que realmente quería saber, si se había acostado con ella, pero luego me miró con esa característica ceja levantada y, de repente, recordé a quién estaba tratando de interrogar. Entonces, suspiré. ¡Carajo! ¿Qué estaba haciendo? —¡Quiero decir... yo-yo…! —volví a tartamudear. Mi corazón se había atascado en mi garganta. ¡¡¡Sentí pánico!!! ¡No tenía la más mínima idea de lo que quería decir! ¡Loba estúpida!, ¡Realmente no era de mi incumbencia! —¡Lo... lo siento si lo llevé demasiado lejos! —Exhalé todo en una frase, esperando que no se diera cuenta lo que me estaba pasando.
—Te perdonaré —sonrió, aunque luego, continuó—, realmente debería hacerte trabajar por eso, ¿no?
—¿Qué?
Seguramente, se aprovecharía de su estatura, por lo que sería imposible decirle que no, y me atraparía en sus brazos musculosos.
En ese preciso instante, las palabras de Rita resonaron en mi cabeza y al instante me enfurecí ¿Por qué tenía amigos tan pervertidos? ¿Y por qué eso sonaba cada vez más como un castigo que no me importaba en lo más mínimo?
—Bueno, creo que la sala de estar estaría necesitando una remodelación para las noches de cine —expresó el alfa y miró en mi dirección. Inevitablemente, me abofeteé mentalmente. ¡Por supuesto, eso era lo que había querido decir! ¡Estúpida Rita por poner esos pensamientos en mi cabeza! Lo único que podía hacer ahora era rezar para que no notara mi vergüenza.
—¡Hmm, Dina tienes una mente sucia! —reflexionó de repente. ¡Claro que se había dado cuenta!
—¡Cállate! —Ladré nuevamente, con mis mejillas que se sentían como si estuvieran en llamas. —¡Todo es tu culpa! ¡Pareces un maldito dios del sexo!
—Dios del sexo, ¿eh? —repitió en un tono travieso.
—¡Por supuesto, eso es lo que escuchaste! —Le revoleé los ojos justo cuando estaba estacionando el auto—. Solo asegúrate de no seducir a nadie mientras estemos aquí, de lo contrario, las mujeres nunca nos dejaran ir.
—Cualquier cosa por ti, amor —sonrió y, por alguna razón, hizo que mi corazón se acelerara. Traté de ignorarlo, pero en poco tiempo, me encontré riendo a su lado, por algo estúpido que había dicho y lo golpeé en el brazo como solía hacerlo.
Definitivamente, no entiendo, que fue lo que, de repente, me hizo ser tan valiente frente al alfa. En verdad, cuando nos conocimos, él me causaba un gran temor, pero ahora podía abofetearlo, golpearlo y básicamente insultarlo en la cara, casi sin pensarlo. Entonces, me di cuenta de que desafiarlo era divertido (aunque generalmente era una sentencia de muerte instantánea desafiar a un alfa) porque me gustaba la forma en que lograba salir de su carácter alfa y simplemente ser humano, por así decirlo. Me gustaba su terrible humor, y la forma en que me hacía reír y sentir que realmente le importaba.
Una vez que llegamos a la tienda, fuimos prácticamente acechados por todas las trabajadoras del lugar, por lo que suspiré mentalmente y me excusé con una sonrisa, antes de marcharme.
¡Mujeres estúpidas y molestas! Murmuré para mí mismo, revisando la lista de suministros que se suponía que debía recoger. De vez en cuando miraba a Alfa Stone y sus secuaces rubias. Verdaderamente, no sé qué me pasaba, pero estaba tan enojada con ellas y odiaba la forma en que continuaban inventando excusas para tocarlo y sonreírle y... y...¡y sacudirse el cabello!. ¡Prácticamente, se estaban arrojando sobre él, como si no tuvieran vergüenza!
¡Estúpido alfa y su hermoso cuerpo! Lo maldije mentalmente. Y lo peor, el alfa fue un absoluto caballero al respecto, respondiendo, sonriendo y preguntando con su habitual voz oscura y aterciopelada.
Inmediatamente, fruncí el ceño y traté de concentrarme en lo que necesitaba llevarme.
—Me gustan estos —dijo de repente, una voz sombría a mi lado, por lo que salté y me encontré cara a cara con Alfa Stone. A continuación, él sonrió y sostuvo una paleta de colores grises frente a mí. Confundida, primero lo miré a él, luego a los colores, antes de finalmente notar las malignas miradas que estaba recibiendo de sus secuaces. ¿Los habría echado?
—Erm, ¿Te... te gusta el gris? —Tartamudeé, tratando de ignorar la sensación de mariposas y absoluta felicidad que brotaba en mi estómago.
—Combinaría con los diseños —me guiñó un ojo y sonreí. Lo ayudé con las paletas y cuando llegamos a la caja registradora, también pidió algunos cubos de pintura.
¡Y lo observé mientras llevaba todo al auto!
Tan solo una palabra podría describirlo: ¡Excitante!
Ciertamente, pecaría aquella noche, me advertía mi loba, aunque esta vez, ni siquiera iba a negarlo...