Capítulo 16
2444palabras
2022-08-05 09:56
Los eventos relatados por Dina.
—¡Dina!
Rápidamente, me di la vuelta y vi a Alfa Stone parado en la puerta de su oficina, con una camiseta blanca que se ajustaba perfectamente a su cuerpo y un par de jeans que caían sueltos alrededor de sus caderas. Dios, se veía celestial.
—¿Sí, alfa? —Respondí, tratando de olvidar aquella escena, pero mi lobo siguió alentándome a desvestir a nuestro alfa con la mirada. Se veía tan...
Sin embargo, no me respondió, pero me indicó que lo siguiera a su oficina. Una vez allí, en lugar de sentarse, se paró junto a su escritorio con esa irresistible sonrisa suya y, por un segundo, me pregunté si estaba en algún tipo de problema, o si había cambiado de opinión y había decidido castigarme, pero para mi sorpresa, señaló la obra de arte colgada en su pared que yo había hecho.
—¿Te gusta? —Sonreí, con una felicidad que hacía mucho tiempo que no experimentaba.
—Sí —respondió, con su voz ronca sorprendentemente cerca de mi oído—. Pero no es eso por lo que te llamé.
Entonces, me di la vuelta y me di cuenta de que estaba parado justo detrás de mí, suspiré ante la proximidad, aunque para mi asombro, no me alejé de él. Podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo y su intenso aroma masculino me hizo temblar las rodillas. Repentinamente, sus ojos se dirigieron hacia mis labios y casi sin pensar, los humedecí. Como si fuera la invitación que estaba esperando, se inclinó y engalanó suavemente sus labios con los míos.
De hecho, parecía como si hubieran saltado chispas en todas direcciones. Luego, se apartó con delicadeza, para observar nuevamente mi rostro, y poder percibir si realmente me estaba rindiendo a sus pies.
En ese momento algo dentro de mío dio un vuelco inesperado. No quería que dudara, lo quería, lo había deseado durante tanto tiempo que sentía que sería un castigo no estar con él. Quería su calor, su cuerpo, su toque, su beso…
En verdad, lo deseaba.
En tanto, mis brazos se posaron instintivamente alrededor de su cuello. Finalmente, nuestros labios se unieron en un beso apasionado y acalorado. De pronto, las chispas envolvieron mi cuerpo y se escapó un gemido de mis labios. En efecto, él lo tomó como una invitación y pasó su lengua por mis labios. Con profunda ansiedad accedí a que continuara y sentí como si estuviera explorando cada centímetro de mi cuerpo.
—¡Dios, sí que sabes bien! —murmuró con voz ronca, mientras sus manos callosas recorrían acaloradamente mi cuerpo, hasta llegar al dobladillo de mi camisa y con un ligero movimiento, me la quitó.
Por un momento, sus ojos recorrieron mi cuerpo y disfruté enormemente la sensación de ser el único centro de su atención. Cuando, por fin, pude encontrarme con sus oscuros ojos, sonreí e hice un gesto hacia su cuerpo excesivamente vestido. A continuación, él sonrió y sin quitarme los ojos de encima, se sacó la camisa, dejando al descubierto su torso bien definido, que se encontraba en todo su esplendor.
Él solo hecho de mirarlo, me hizo gemir e inmediatamente, deslicé mis dedos por su torso tonificado y continué por sus brazos moldeados. Un leve gruñido se formó en su pecho, enviando escalofríos por mi espalda, excitándome aún más.
Como si hubiera notado el estado en el que me encontraba, sus manos tomaron firmemente mis caderas y me colocaron sobre el escritorio. En ese preciso instante, un leve grito se escapó de mi boca, mientras sus labios dejaban un rastro de besos por mi cuello y mi pecho. Suavemente, me apoyó sobre la mesa, mientras sus manos se dirigían a mi busto. Con una mano masajeaba suavemente un seno, mientras chupaba y besaba el otro.
No pude evitar gemir ante aquella sensación, y arqueé la espalda para acercarme a él. De hecho, mi cuerpo ardía bajo sus dedos y sus besos enviaban corrientes de electricidad que me atravesaban por completo. Fue entonces cuando noté su duro bulto rozando la parte media de mi cuerpo, y sentí que estaba lista para la acción.
—Levi —susurré, mientras disfrutaba la sensación de tenerlo en mi abertura.
—Dilo otra vez —dijo, en voz baja mientras su cálido aliento se arrastraba por mi piel sensible—. ¡Di mi nombre!.
—Levi —lo complací ansiosamente, y en ese momento, mi voz no era más que un susurro. En tanto, un leve suspiro estalló en la parte posterior de su garganta, y antes de que pudiera darme cuenta, sentí que me empujaba. Rápidamente, jadeé por aire, sintiendo mi cuerpo excitado clamar de placer, a medida que él satisfacía el fuego dentro mío.
Realmente, sus embestidas eran profundas y me llenaban por completo, yo era un caos de incesantes gemidos bajo su cuerpo, y no pasó demasiado tiempo antes de que mi orgasmo llegara a su punto máximo.
—¡Levi! —Grité, justo en el momento en el que empujaba dentro de mío por última vez, cayendo extasiada en sus brazos, y me desperté cuando mi orgasmo alcanzó su punto máximo dejándome casi sin aliento.
.
—¡Carajo! —Me desplomé en la almohada. ¡No podía creer lo que acaba de suceder! Es decir, había tenido sueños húmedos antes, pero no con el alfa, el hombre, que me había convertido en su sirvienta.
Y, realmente, se sintió tan bien...
¡Maldición! ¿Qué estaba pasando conmigo?
***
Los eventos relatados por Levi.
Apagué el despertador, aunque me quedé en la cama por alguna razón. Por lo general, mi lobo no era una persona o un lobo mañanero, aunque en "cualquier momento del día", en realidad seguía siendo un lobo. Habitualmente, mis mañanas comenzaban teniendo que luchar contra él para ganar el control porque quería, literalmente, exterminar mi alarma.
Pero aquella mañana fue diferente, él permaneció en silencio, y por primera vez, noté que estaba descansado, e incluso había podido dormir bien. ¡Me sentía increíble! Sin embargo, no podía dejar de preocuparme. ¿Mi lobo estaría planeando algo?
A continuación, respiré hondo y dejé que mi mente divagara.
Por lo cierto, el día anterior había perdido el control de mi lobo, aunque no había cometido una masacre como de costumbre. Él había estado atendiendo sus heridas y conversando con ella. Nuestros lobos podían hacer eso si tomaban el control de nuestro cuerpo humano; algo por lo que tuve que pelear incansablemente con el mío. Aunque, eventualmente, podía llegar a dominarme por completo y se transformaba. En realidad, ese solía ser mi caso. Luego, me sentaba, y observaba a mi lobo matar todo lo que se cruzaba en su camino, despedazando a cualquier ser vivo que tuviera a la vista. Lo contemplaba ser el animal salvaje que era, pero no con ella ¡No!
Frente a ella, se había convertido en un tonto y agradable protector.
Incluso, me devolvía el control, una vez que estaba con ella...
Por alguna razón, mis manos viajaron de regreso a mi mejilla. ¿Habría sentido aquel chisporroteo cuando sus dedos rozaron mi piel?, ¿Habría percibido la misma sensación que tuve yo de que todo era totalmente natural y estimulante? ¿Qué significaba eso?
De inmediato, suspiré y salí de la cama. Ciertamente, era algo en lo que estaba pensando demasiado, probablemente, porque mi lobo se sentía como si fuera su dueño, aunque, en realidad, fuera todo una mie***. Después de todo, ella era nuestra criada, por eso había actuado de esa manera. Sin embargo, no podía evitar la sensación de que mi lobo, definitivamente, había disfrutado de ese momento. Sin duda, ansiaba bajar de prisa para poder verla preparando el desayuno.
Entonces, me pregunté, ¿si quizás los dos deseábamos lo mismo?
Aléjate de ella, Levi, me repetía a mi mismo. Por Dios, ¡volvió con Mick!, o al menos sospechaba eso, ya que mi hermano caminaba con una permanente sonrisa en su estúpido rostro y su olor estaba impregnado en su cuerpo...
—Buenos días, Alfa —saludó, aunque rápidamente me di cuenta de que algo andaba mal. Ni siquiera me miró a los ojos y sus mejillas se sonrojaron apenas entré en la cocina. Por lo general, me respondía antes de que sucediera eso.
Aunque, de pronto mi lobo me lo advirtió.
—Hmm —sonreí, inmediatamente después que el olor de su excitación golpeó mi nariz—. Maldita sea, alguien tuvo un buen sueño —Instantáneamente se sonrojó intensamente y todo su cuerpo se puso rígido y tieso. ¡UPS! ¿Entonces eso la hizo sentir incómoda? ¿Debería decir algo para animarla?—. No te preocupes por eso, así es como me despierto todas las mañanas.
Efectivamente, se dio la vuelta tan rápido que incluso hasta el aire a su alrededor se sintió como un latigazo. Su rostro estaba rojo como el infierno y su mirada podría matar a cualquier hombre. Luego tragué saliva —Ok, ¿entonces no fue ese un buen comentario?
—Sabes que es de mala educación señalarlo, ¿verdad? —ella gruñó, entrecerrando los ojos hacia mí.
—Estaba tratando de animarte —confesé, sin sentirme demasiado alfa. ¿Y todo por culpa de una loba?, ¿Y no hay comentarios de mi lobo? Además de aquella enorme sonrisa en su rostro, deseaba que ella hubiera estado soñando con nosotros.
¿Qué le pasaba a ese perro últimamente?
—Decirle a una chica, que tienes una erección matutina después de que ella tuvo un sueño húmedo, no la anima —se burló Dina, apuntándome con su espátula—. Solo la estás humillando.
—Lo siento —dije, con mis manos en alto, en fingida rendición. Jamás supe nada sobre las mujeres, es decir, sabía cómo tener sexo (quedarme quieto y lucir sexy), pero no era exactamente lo que implicaba una relación de novios. Nunca había salido seriamente con alguien, así que todo esto, fuera lo que fuera, era bastante nuevo para mí.
—Bien —contestó antes de volver a sus panqueques, en su mayoría quemados, y ofrecerme mi pila habitual— ¡Toma come!
Enseguida, los revisé, notando que la mayoría de ellos, esta vez, no estaban quemados, incluso se podía saborear algunas partes. Seguidamente, miré a Dina, que todavía permanecía sentada incómoda y sonrojada del otro lado. Se veía, algo linda, aunque sus mejillas estaban rojas y parecía enojada, mientras sus ojos se dirigían en todas direcciones menos en la mía.
¿Por qué no me miraba? Y por lo general, ella siempre hablaba. ¿Por qué no decía nada?
Entonces, pregunté, solo para decir algo y poder escuchar su voz nuevamente —¿Qué quieres que diga?
—¡Nada! —contestó con absoluta prisa—. Los sueños son personales, ya sean húmedos o secos. Es como leer el diario de alguien. ¡Algo prohibido!
Aquella mañana, sinceramente, me sorprendió su comportamiento agresivo, y esa no era su época del mes, entonces, ¿qué carajo la había poseído? Y de repente me di cuenta...
—Soñaste conmigo, ¿no?
En efecto, estaba seguro de que la sonrisa en mi rostro era inapropiadamente grande, aunque no pude evitarlo. No solo fue divertido, sino que algo en mi interior se regocijó al descubrir que yo era parte de sus sueños. Inevitablemente, mi lobo se sentía feliz, aullando de deseo por ella.
—¡Qué acabo de decirte! — ella se burló, aunque su cara roja y brillante lo decía todo.
—¿Fue bueno, verdad? —le dije rápidamente tratando de interrogarla. ¿Qué? Era una pregunta justa. Quería saber…
—¡Oh, no tienes remedio! —exclamó enojada y se levantó. Después, tomó el cesto de la ropa y trató de salir con gracia, pero, por supuesto, el cesto chocó la puerta y le dio un golpe en el estómago.
—¿Así que fue tan bueno? —continúe, sabiendo que aquella salida apresurada tenía algo que ver con el sueño. Luego, ella me miró antes de echar la cabeza hacia atrás y bufar.
—No voy a dignificar eso con una respuesta —dijo enojada y desapareció por la puerta. En ese momento no pudo evitar sonreírme, ya que su reacción confirmó lo que pensaba, el sueño, seguramente, había sido conmigo. Naturalmente, me preguntaba qué habíamos hecho que la ponía tan nerviosa. ¿Quizás había usado un disfraz de sirvienta, o lo habíamos hecho en mi oficina? Hmm, siempre había tenido esa fantasía.
Finalmente, terminé mi plato, mientras me preguntaba si alguna vez se me acercaría de esa manera. ¡Seguro que no me importaría! Maldición, ya ni siquiera necesitaba cerrar los ojos para imaginar cómo sería tenerla sin aliento debajo de mi cuerpo, con aquellos suaves y aterciopelados senos, mientras deslizaba mi lengua sobre sus pezones endurecidos y sentía sus húmedos pliegues adherirse a mí a miembro duro como una piedra.
Y antes de que regresara, subí a darme una ducha fría.
Cuando volví a bajar, escuché una maldición que provenía del cuarto de lavado y supuse que Dina, otra vez, se había golpeado la cabeza o algo parecido. Maldita sea, para ser un hombre lobo, esa chica era lo suficientemente torpe como para convertirse en un payaso. De prisa, sonreí y seguí el sonido de aquellos insultos. Se veía tan linda cuando maldecía.
—Me rindo —dije cuando me di cuenta de que de alguna manera se las había arreglado para sacar la puerta de su marco. Hmm, impresionante, pero… Rápidamente, la examiné y no había heridas graves, por lo que mi lobo suspiró aliviado.
Ella, enseguida, se dio cuenta de que estaba allí, antes de regresar a la puerta.
—Tengo escuela hasta las 4, pero después estoy libre —se dirigió a mí, mientras usaba su mano como un martillo para volver a colocar la puerta en su lugar, lográndolo con éxito en su primer intento. Maldita sea, esa chica era demasiado fuerte, pensé, pero no presté demasiada atención a eso. Después de todo, era la hija de dos extraordinarios guerreros.
Una vez que quedó satisfecha con la puerta, volvió a mirarme —¿Hay algo en particular que te gustaría hacer?
Oh, eso parecía demasiado fácil...
—¿No debería yo estar haciéndote esa pregunta? —Bromeé y disfruté del rubor que subía por sus mejillas. Lucía absolutamente furiosa y estaba completamente seguro, que si yo hubiera sido un hombre común, esa mirada me habría aniquilado. Sin embargo, no pude evitar sonreír.
En tanto, a modo de advertencia, puso su dedo justo debajo de mi nariz y de inmediato levanté mis manos en fingida rendición.
—¿Por favor, puedes ventilar las habitaciones y hacer de cenar algo que no esté quemado? —le pregunté antes de retirarme hacia la puerta principal. Ella se burló y, como de costumbre, hizo un puchero. ¡De hecho, me intrigaba averiguar dónde había visto esa cara antes!
—Esta vez, no todos estaban quemados —murmuró y cruzó los brazos frente a su pecho. Sin pensar, eché la cabeza hacia atrás y me reí.
—Si tú lo dices, amor —sonreí y salí de la casa. Maldición, no había estado de tan buen humor en años. Incluso hasta mi lobo lo estaba disfrutando.
Aunque, en verdad, no podía evitar preguntarme por qué...