Capítulo 15
2463palabras
2022-08-05 09:56
Los eventos relatados por Dina.
No entiendo el motivo, pero mi loba decidió que ese era el momento perfecto para recordarme todas las visiones eróticas que surgían de la situación que Rita me había metido en la cabeza. Tragué saliva, pero mi boca aún permanecía terriblemente seca. Tenía la sensación como si mi corazón estuviera a punto de romper mis costillas, y en aquel momento, un escalofrío se deslizó por mi columna vertebral, aunque en verdad, aquel estremecimiento no era exactamente malo.
—Si me castigas —logré susurrarle—. La cena se retrasará.

En cuestión de segundos, su traviesa expresión se tornó algo confusa, y por un momento me observó desconcertado, con sus ojos completamente abiertos, y sus cejas levantadas. Seguramente, él jamás se imaginó que yo reaccionaría de esa manera, y para ser honesta, definitivamente, aquella excusa fue bastante mala.
—Ah, entonces, ¿qué hago? —respondió sarcásticamente— ¿Cenar o castigarte?
Inmediatamente, me encogí de hombros, esperando su venganza, aunque él solo suspiró y sacudió su cabeza, para luego dirigirse a mí. De pronto, sus oscuros ojos recorrieron cada centímetro de mi cuerpo, pero en lugar de sentirme hostigada, experimenté una extraña sensación de seguridad bajo su mirada.
—¿Estás bien? —preguntó, deteniéndose a solo un pie de distancia, con sus ojos todavía fijos en mi cuerpo intentando encontrar alguna herida.
—Yo, yo... —tartamudeé, mientras me tomaba del brazo y me observaba aún más de cerca—. Él no me hizo daño.
En tanto,mi corazón latía terriblemente acelerado al tenerlo tan cerca mío, su aroma me envolvía por completo y el poder que irradiaba, dejó a mi loba totalmente apaciguada. "¿Qué me estaba pasando?"

—Entonces, ¿qué es esto? —remató, despertando mi conciencia de aquel letargo mental. Rápidamente, seguí la dirección de su mirada y me di cuenta de que se estaba formando un gran moretón alrededor de mi muñeca.
—Yo dando pelea —expresé, no pudiendo evitar que se me escapara una sonrisa. Jamás había sido la clase de mujer que simplemente abandona todo y se da por vencida. Incluso, aunque Dylan ya me había derrotado, nunca me rendí y dejé que todo terminara, en cambio, continué luchando incansablemente, hasta que me quedé inmóvil. Ciertamente, eso era algo de lo que siempre había estado muy orgullosa y en ese momento sonreí, hasta que volví a encontrarme con la mirada asesina de aquel alfa, y no tuve más opción que tragar saliva.
—Lo siento —murmuré de prisa, mientras trataba de relajarme— ¡Estoy bien, de verdad! He pasado por cosas peores.
De hecho, Alfa Stone no respondió, ni tampoco permitió que me fuera, y antes de que pudiera reaccionar, comenzó a empujarme por del pasillo hasta la cocina. Luego, tomó mi pequeña cintura como un niño, a medida que me sentaba sobre la mesa. Inevitablemente, suspiré ante aquel contacto tan gentil para un hombre de su tamaño y sus manos, en verdad, se sentían realmente cálidas sobre mi piel.

"¿Quién diría que aquel alfa de corazón frío, tendría manos tan cálidas?"
—¿Quién? —preguntó de repente, justo cuando regresaba del congelador, con una toalla en la mano y antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba por hacer, colocó una bolsa de cubitos de hielo alrededor de mi muñeca hinchada.
—¿Quién, qué? —me dirigí a él, confundida, y nerviosa ante aquella inesperada situación, ya que Alfa Stone estaba parado entre mis piernas, atendiendo mis moretones, mientras la parte superior de su cuerpo estaba perfectamente alineada con la mía. Sus brazos se extendían a cada lado de mi cuerpo, atrapándome debajo de él. Hasta ese momento, todavía permanecía sobre mí, con sus anchos hombros y su amplio pecho rodeándome como una fortaleza.
—¿Quién te ha lastimado? —me preguntó nuevamente, mientras sus ojos se encontraban con los míos. En efecto, no pude evitar suspirar, al notar que sus ojos eran de un color marrón dorado. En aquel momento su lobo había tomado el control...
Seguramente, en ese momento debería haber estado atemorizada, en verdad terriblemente asustada, pero también era consciente de que aquel alfa jamás me haría daño, aunque no pensaba lo mismo de su lobo. Nuestros lobos eran extensiones de nosotros mismos, pero eso no significaba que siempre estuviéramos de acuerdo en todo. Y por las historias que había escuchado, su lobo era más que extraordinario, era una bestia...
Sin embargo, en ese momento no sentí miedo, no de él, lo que realmente me atemorizaba era que si llegaba a hablarle de mi hermano, él saldría y lo mataría. Definitivamente, no podía permitir que eso sucediera.
—No importa… —Traté de calmarlo, sin darle mucha importancia, como si eso ayudaría con un lobo tan sobreprotector...
—Yo decidiré qué hacer —dijo enojado, mientras su cuerpo comenzaba a temblar. De pronto mi corazón dio un vuelco. "¡No puede ser!" Estaba a punto de transformarse.
Casi sin darme cuenta, mi loba se despertó y, de repente, supe lo que debía hacer. Sin dudarlo, coloqué ambas manos a cada lado de su rostro. Por lo cierto, aquella conexión envió una oleada de chispas por mis brazos, que en cualquier otra circunstancia, seguramente hubieran provocado que me detuviera para disfrutar la sensación que producía su barba rozando mis palmas. No solo era agradable, también resultaba placentero. De hecho, ansiaba terriblemente poder sentirlo ...
No obstante por el momento, reprimí mi deseo y me concentré en lo que debía hacer. A continuación, levanté lentamente su cabeza y sus ojos se encontraron con los míos.
—¡Por favor, no lo hagas! —le supliqué, llamando su atención. De pronto, él dejó de temblar y murmurar, y en ese preciso instante sus ojos se fijaron en los míos —¡Por favor! —le supliqué nuevamente—. Él es mi hermano, un hermano de mie***, pero... ¡Por favor, no me hagas decirlo!
Inevitablemente, pude notar que su mandíbula estaba apretada y sus puños cerrados, aunque después de unas cuantas respiraciones profundas, sus ojos volvieron a la normalidad.
—Bien —murmuró, pese a que no estaba de acuerdo con eso.
—Gracias, Alfa —suspiré aliviada y sonreí, e inmediatamente él asintió y me devolvió aquel gesto con una sutil sonrisa. Durante un tiempo, permanecimos contemplándonos el uno al otro. Ciertamente, parecía como si el tiempo se hubiera detenido y el mundo que nos rodeaba se hubiera desvanecido por completo. Solo éramos nosotros dos, y maldición, realmente se sentía ¡estupendo!
Sin embargo, los ojos de Alfa Stone se nublaron de repente, y recién en ese momento me di cuenta en la posición en la que estábamos, por lo que bajé las manos de prisa, mientras mis mejillas se sonrojaban intensamente.
—Lo siento —susurré como si tuviera una conexión mental con el alfa y él me estaría escuchando.
—Hiciste lo correcto —respondió y me sonrió, mientras sus ojos volvían a la normalidad—. Si me hubiera movido en la cocina, no habrías tenido lugar para destruir nuestra cena.
—¡Oye! —le contesté, mientras golpeaba su hombro con picardía. Y aunque estuviera diciendo la verdad, no tenía por qué mencionarlo de una forma tan directa.
—Veo que la muñeca no está dañada permanentemente —sonrió y luego, quitó el hielo, observando la herida que ya casi había desaparecido. Esa era una de las ventajas de tener una loba fuerte, me curé rápido...
Enseguida, él tomó nuevamente mi mano con delicadeza y examinó la herida. Definitivamente, lo dejé por dos razones. 1: no quería arriesgarme a despertar a su lobo (no porque no le tuviera miedo, sino porque me preocupaba que fuera tras Josh y lo matara) y 2: Me gustaba. ¡Lo sé! Soy rara, pero honestamente disfruté ser su único objeto de atención. Aunque es mi alfa y mi empleador, no pude evitar sentirme segura cuando estaba cerca mío. Y por cursi y anticuado que parezca, literalmente se sintió como si su contacto hubiera eliminado totalmente mi dolor.
Fue entonces cuando noté que sus nudillos estaban magullados. Si la memoria no me fallaba, no había golpeado a Josh, por lo que seguramente se los había lastimado antes de rescatarme.
—¿Necesitas un poco de hielo para eso? —le ofrecí mientras me preguntaba qué habría pasado.
—Ya se curará —gruñó, observando rápidamente sus manos y después volvió a colocar la bolsa de hielo alrededor de mi muñeca, con cuidado de no ejercer demasiada presión sobre ella.
—¿Qué sucedió?
—Intrusos.
En ese momento, mis ojos se abrieron completamente sorprendidos.
—¿Pícaros?, ¿Aquí? —exclamé, casi segura de que estaba bromeando. Los pícaros se habían vuelto tan raros en este lugar como los malditos unicornios, gracias a la presencia de Alfa Stone. Antes de convertirse en nuestro líder, casi se habían apoderado por completo de la manada. Miembros y guerreros eran asesinados diariamente y vivíamos en constante miedo, hasta que Alfa Stone intervino y nos salvó. Y se podría decir que arregló el problema de la mejor manera posible, matando todo lo que se interpusiera en su camino. Desde entonces, ellos comenzaron a alejarse y se rumoreaba que incluso el territorio del Rey tenía más pícaros que el nuestro.
Sin lugar a dudas, la idea de que hubieran regresado resultaba bastante aterradora, más aún, luego de que él asintió, dejándome absolutamente sorprendida.
—¿Por qué? —Pregunté, segura de que mi mandíbula todavía permanecía por el piso.
—Así es el negocio de la manada —dijo, sin ofrecerme ningún tipo de consuelo. A continuación, respiró hondo y dejó el hielo antes de continuar con un tono más severo—. Aunque teniendo en cuenta que traes a todos los animales perdidos del vecindario, también sería bueno que coloque un cartel. 
—¿Perdidos? —repetí confundida. En ese momento me encontré con sus ojos, que brillaban con gran intensidad.
—¿Quién estuvo en mi habitación? —me preguntó, sin evidenciar emoción alguna en el tono de su voz.
—¿En tu habitación? —Repetí, lista para defender mi honor de doncella, hasta que de repente recordé…—¡Oh, lo olvidé!, Angela Danvers estuvo aquí. Creo que ella quería hablar contigo —aunque, rápidamente guardé silencio cuando noté que la ira se apoderaba nuevamente de los ojos de Alfa Stone.
—Una bella rubia, de ojos azules y una personalidad desagradable —resumió de inmediato.
—¿Déjame adivinar? —pregunté nerviosa, con la sensación de que tenía un nudo en el estómago— ¿No es Angela Danvers?
—Angela Danvers no existe —respondió, con su rostro y su voz, aún desprovistos de cualquier tipo de emoción.
—Oh —murmuré, sintiéndome casi una pulgada más alta sobre la mesa de la cocina.
—¿La llevaste a mi habitación? —continuó interrogándome.
—¿Qué?, ¡No! —exclamé, pero antes de que pudiera darle una explicación, fui interrumpida por un alfa enojado.
—Entonces, ¿por qué sentí su olor dentro de mi habitación? —gruñó como si hubiera acabado de atraparme en una mentira.
—Ella me siguió —le contesté rápidamente, tomándolo por sorpresa. Enseguida, aproveché la oportunidad para contarle lo que había sucedido—. Estaba allí guardando la ropa y ella abrió la puerta. No sabía que ella…—Repentinamente, me quedé en silencio, sin saber qué decir. Aunque no estaba del todo segura por qué motivo, pero su presencia me había generado un mal presentimiento. Sin embargo, lo ignoré y la dejé entrar a la casa. Entonces, en cierto modo, supongo que yo también era culpable...
—Lo siento —susurré mientras jugaba con el dobladillo de mi camiseta. En ese preciso instante, mi labio inferior encontró automáticamente su camino hacia mi barbilla. En realidad, detestaba mi reacción instintiva de hacer puchero cuando me sentía avergonzada, pero no podía evitarlo. Mi madre solía hacerlo y de alguna manera lo heredé de ella.
Inesperadamente, los ojos del alfa se suavizaron, mientras asentía con su habitual sonrisa asomando de sus labios, para luego respirar hondo.
—Ya veo —dijo, rascándose la nuca y flexionando sus magníficos bíceps. Mi loba babeaba y de repente me sentí agradecida de que mis mejillas ya hubieran estado sonrojadas. 
Él lucía deslumbrante.
—¿Ella te amenazó? —preguntó con el ceño fruncido, a medida que sus ojos se encontraban con los míos. En aquel momento, me sonrojé aún más y mi corazón dio un vuelco. ¿Me había atrapado devorándolo con mis ojos?
—No —expresé rápidamente, mientras tragaba saliva y trataba de encubrir mi error—. Y si lo hubiera hecho, puedo enfrentarme perfectamente a un adolescente. —"Son ustedes, machos inútiles, los que no pude desafiar porque nunca he recibido el entrenamiento", quise agregar, pero decidí no tentar mi suerte.
—Estoy seguro de que puedes —sonrió, con aquellos ojos azules que irradiaban placer. ¡Oh, Dios mío, me atrapó por completo! Entonces, desesperada traté de pensar en una forma de salvar mi dignidad, pero no se me ocurrió nada brillante, excepto distraerlo.
—De todos modos, ¿quién es ella? —Pregunté, pensando que era la distracción perfecta y además sentía curiosidad por saber por qué mi loba quería arrancarle la garganta.
—Mi cazadora —respondió Alfa Stone con demasiada calma. De repente sentí que mi mandíbula se volvía a caer. —¿Qué? —¿Por qué se sentía tan tranquilo? ¡Ellos eran demasiado peligrosos! Pero él solo se encogió de hombros y sonrió —Puedo enfrentarme a un adolescente.
—¿Estás seguro de eso? —contesté con escepticismo—. Los adolescentes son más peligrosos que los leones hambrientos y no puedes volverte alfa sobre su trasero…
Inmediatamente, se rio de aquella escena dramática que había montado, para luego dar un paso hacia atrás, en dirección hacia donde yo estaba, colocó su dedo debajo de mi barbilla, y levantó mi cabeza, para que mis ojos pudieran encontrarse con los suyos.
—No quiero que te pongas en peligro —dijo suavemente. Por lo cierto, si mis mejillas, antes no se habían tornado tan rojas como el infierno, seguramente ahora sí lo estarían. 
—Sí, alfa —tragué saliva, mientras sentía que casi no podía respirar. Estaba tan cerca de él, su poder me envolvía por completo y su olor era como una droga que me apaciguaba. Lo único que deseaba, en ese momento, era acurrucarme en su pecho y permanecer allí...
—Bien —respondió y me soltó— ¿Qué hay para cenar?
—¿Cena? —¡Oh sí!, ¡Cena! Eso es lo que sueles hacer cuando te conviertes en la sirvienta.
—Iba a hacer chili con carne —respondí, mientras me bajaba de la mesa y tomaba la receta que había separado— ¿Quieres que te ayude?
Como era de esperar, me quedé totalmente desconcertada —Por favor, ¿dime que no acabas de preguntarme eso? —Para mi sorpresa, Alfa Stone solo se encogió de hombros.
—Claro —respondió, mientras se acercaba— ¿Qué tengo que hacer?
¿Iba a ayudarme?, sonreí. Él había hecho todo lo posible para asegurarse de que los miembros de su manada estuvieran bien y debí haberle dicho que no necesitaba hacerlo ¡Que realmente yo podía con eso! Además, probablemente tenía mejores cosas que hacer que preparar su propia cena.
Sin embargo, le permití que hiciera lo que él realmente deseaba.
—Si yo corto la cebolla y el chili, ¿crees que podrías ayudarme con la carne? —Pregunté sacando los ingredientes que necesitábamos.
—Soy un lobo —sonrió—. Siempre podré manejarme con la carne.
De hecho, no pude evitar reírme ante aquel gracioso comentario.