Capítulo 9
2391palabras
2022-08-04 11:27
Perspectiva de Dina
—¡Nos vemos! —escuché decir de repente a la voz de Michael y luego la puerta principal se cerró.
Un segundo después, alfa Stone apareció en la cocina. Debo admitir que estaba un poco nerviosa; es decir, conocía al alfa desde hacía menos de un día, ¡y ya lo estaba arruinando TODO! Tal vez lo mejor era que me mudara...
—¿Hice…? —pregunté, tragando el nudo en mi garganta, mientras él se sentaba de nuevo—. ¿Hice algo mal?
—No —dijo sin más y volvió a agarrar sus cubiertos—. Le conté lo de tu hermano.
—Oh —dije, sin saber qué sentir. Estaba aliviada porque no habría rumores indebidos sobre mí y el alfa, ¡por ahora! Aunque estaba segura de que iban a venir en el futuro. Pero también estaba inmensamente apenada por haberme puesto en esta situación por culpa de Dylan. ¡Y ahora Michael lo sabía!
—¿Muchas personas sabrán sobre Dylan? —pregunté, mirando al alfa.
Sus ojos se encontraron con los míos y mi loba ronroneó ante la belleza que guardaban; esos ojos eran fríos y distantes, pero sí, ¡sin dudas también eran hermosos! La forma en que el verde de su iris cambiaba, en ocasiones y ante cierta luz, a un color similar al musgo era fascinante. Pero la forma en que me miraba ahora, parecían un mar tormentoso, poderoso y lleno de peligro, y aun así, poseía una hermosura y fortaleza singular...
—Solo si es necesario —contestó él para mi alivio. Ni siquiera me di cuenta de lo ansiosa que me ponía Dylan hasta que me senté frente a otro lobo.
—Gracias —suspiré y sentí el estrés abandonando mi cuerpo.
—Oye —dijo el alfa de repente, mirando de nuevo en mi dirección—, no es tu deber protegerlo.
—Lo sé —respondí con sinceridad y me encogí de hombros—. Supongo que los viejos hábito nunca mueren... —En ese momento miré rápidamente a mi alrededor, tratando de encontrar algo más de qué hablar. Ya no quería conversar sobre Dylan—. ¡Es gracioso ver a Michael! No lo he visto en años.
De inmediato, el alfa gruñó algo que no entendí del todo mientras mataba su bistec. Sonreí y le recordé que el animal ya estaba muerto, lo que me valió otro ceño fruncido, por lo que tuve que disculparme.
—Supongo que necesito algo de tiempo para adaptarme a ti —comenté, pero ya estaba lamentando las palabras antes de que salieran de mi boca. De repente se detuvo y me miró con una ceja levantada, parecía confundido. Me apresuré a murmurar otra disculpa, presionando mi labio inferior hacia abajo. No sabía por qué lo hacía, pero mientras otros se muerden los labios, tragan saliva o parpadean cuando se ponen nerviosos, yo hacía pucheros.
—¿La relación terminó mal? —preguntó de repente, devolviéndome al presente. Levanté la vista, a pesar de mis mejillas ruborizadas, y podría haber jurado que había esperanza brillando en sus ojos. ¿Estaba hablando de Michael?
—No —respondí, tratando de recordar qué nos separó, mientras el alfa fruncía el ceño—. Nos conocimos cuando él era estudiante de último año y yo estaba en primero. Fue divertido por un tiempo, pero... —me detuve, sin saber cómo continuar.
En realidad, nadie supo exactamente qué ocurrió. Un día nos levantamos y nos llegó un mensaje telepáticamente que decía que el alfa se había ido. Se suponía que Michael se haría cargo, pero... simplemente no lo hizo. Era un jodido desastre y, sinceramente, ¡muchos de nosotros estábamos preocupados por el futuro de la manada si él se convertía en el alfa! Fue en ese momento cuando dejé de verlo. No pareció demasiado desconsolado por eso. De hecho, encontró otra chica con quien acostarse y otra después de ella. Y luego, básicamente fue un desfile de mujeres. Se divirtió mucho y perdió el tiempo, demasiado tiempo.
La manada no tardó en desmoronarse. Eso es lo que ocurre cuando no se tiene un líder. Los rogues atacaron; asesinaron, secuestraron y le dieron una paliza a varios miembros de la manada. Y nadie hizo nada al respecto...
Hasta que, de la nada, apareció Levi Stone y se convirtió en el alfa. Todos sabíamos que había sido adoptado por la familia alfa, pero nadie sabía mucho sobre él... ¡excepto que era peligroso! Él nos salvó, salvó a la manada, ¡tomó la iniciativa y nos hizo fuertes de nuevo!
Con él al mando, Michael se convirtió en beta y, aunque a muchos no les gustó, alfa Stone los silenció rápidamente. Era joven, pero hizo lo necesario para el bien de la manada. No podíamos pedirle más...
—¿Perdió su atractivo cuando dejó de ser el alfa? —inquirió alfa Stone, el veneno goteaba de cada una de sus palabras. Al instante, me burlé, ¡típico de hombres...! Le ladré mentalmente y esperé que la mirada que le estaba dando lo pusiera 3 metros bajo tierra.
—Iba a decir que cambió —intervine, haciendo caso omiso a lo que insinuaba: que solo salía con Michael por su estatus—. El tipo perdió a su padre y se convirtió en un desastre. Yo ya estaba lidiando con eso en mi propia casa y no quería salir con alguien que solo me recordara a mi hermano.
—Oh —exclamó el alfa con un brillo de arrepentimiento en sus ojos, al tiempo que un agradable tono rojizo se deslizaba por sus mejillas. Claramente estaba avergonzado por lo que dijo y yo tuve que reprimir mi sonrisa... ¡Se lo merecía por juzgarme!
—Para ser honesta —proseguí—, no sé qué le hiciste, pero parece que fuiste mejor influencia que yo.
—Soy su alfa —se encogió de hombros de repente, había cierta timidez en sus acciones—. Le ordené que se comportara o lo echaría de la manada.
—Las órdenes son más fuertes que el amor —bromeé y sonreí mientras tomaba otro bocado de mi pizza; él sacudió la cabeza mientras miraba la fruta en mi cena. Tragué rápidamente, pues otra pregunta surgió en mi mente—: ¿Por qué vino a buscarte?
En ese instante, supongo que olvidé que estaba hablando con alfa Stone. Es decir, no lo olvidé, pero el ambiente que nos rodeaba era tan relajado y tranquilo que, por un segundo, sentí que simplemente estaba hablando con un nuevo amigo.
—Es domingo —respondió sin levantar la vista de sus fideos recocidos—, su mamá cocina para toda la familia los domingos.
—¿Me estás diciendo que...? —balbuceé sorprendida y finalmente captando su atención—. ¿Podrías estar en otro lado, con un plato de comida casera real, pero en lugar de eso estás aquí comiendo un bistec seco?
—Supongo que así es. —Se encogió de hombros y volvió su mirada al plato, dejándome llena de dudas.
—¡¿Por qué?! —pregunté antes de poder contenerme. ¿Estaba buscando una intoxicación alimentaria o algo así? ¿Tenía algún examen de alfa a la vuelta de la esquina y necesitaba una excusa para no asistir?
—No lo sé —contestó, todavía sin mirar hacia arriba, y se movió en su asiento, como si se estuviera sintiendo incómodo. Luego, levantó la vista de repente y sus ojos oscuros se encontraron con los míos—. ¿Quieres que me vaya?
—¡Llévame contigo! —exclamé y dramáticamente me incliné sobre la mesa, extendiendo la mano hacia él.
Sus ojos se entrecerraron con cierta sospecha, mirando en dirección a mi mano; luego volvió a verme a los ojos. No pude evitar reírme cuando noté su expresión, parecía sufrir de un caso grave de estreñimiento.
—¡Estoy bromeando! Relájate. —Sonreí y me volví a sentar, tratando de quitarme de la cabeza la imagen del estreñimiento—. Pero en serio, no tienes que quedarte si prefieres estar con tu familia.
Para ser honesta, estaba tratando de darle una salida. Él no tenía que estar aquí, sin importar si se sentía obligado o si algún tipo de honor lo mantuvo en casa. Yo estaba acostumbrada a estar y comer sola, lo he hecho durante varios meses seguidos. Además, esta era su casa, yo estaba invadiendo, no debería cambiar sus hábitos por mi culpa...
—Prefiero estar aquí —respondió para mi sorpresa y volvió su atención a su plato.
—¿Por qué? —volví a preguntar antes de pensar.
—¿Siempre cuestionas a tu alfa? —ladró de repente, claramente molesto.
—Aparentemente sí —contesté, sin siquiera darme cuenta de lo que estaba diciendo. Cuando lo hice, solté un pequeño grito ahogado y añadí—: ¡Lo siento, me detendré ahora mismo!
Él gruñó algo sobre las mujeres, pero no quise escucharlo así que lo bloqueé mentalmente. Luego, despacio, fruncí los labios y tomé otro trozo de la pizza, segura de que aún no había terminado de arruinar esta noche...
—Entonces —murmuró el alfa de repente, mirándome por un segundo antes de volver la vista al plato—. ¿Por qué elegiste arquitectura?
Su pregunta me sorprendió un poco, no porque no supiera la respuesta, sino porque la gente nunca preguntaba por curiosidad. Era solo una forma de iniciar una conversación y cada vez que contestaba esa pregunta con sinceridad, la conversación moría en el momento en que dejaba de hablar. Así que, si el alfa quería hablar, lo mejor sería que me invente alguna tontería que pueda dar vida a la conversación...
—Supongo que yo… —tartamudeé, con la boca abierta como un pez y sintiéndome incómoda por tener que inventar algo—. Sabes... ¿si pagan bien?
Sin dudas, eso no fue como esperaba. Comencé con una idea y luego la cambié mientras aún estaba hablando, quizás por eso finalicé con una pregunta tonta. Por supuesto, como predije, el alfa sabía que estaba inventando cosas.
—¿Te importaría decirme la verdad? —dijo, poco impresionado por mi fallido intento de mentir.
—Es que... —Lancé un quejido y me encontré nuevamente haciendo pucheros. En ese instante, miré al alfa, esperando que lo dejara pasar, pero en cambio, sus fríos ojos parecían exigir una respuesta—. A la mayoría de la gente le resulta estúpido.
—Entonces estás a punto de descubrir si soy como la mayoría de la gente o no —comentó sin más. Ante su insistencia, no pude evitar suspirar.
—Me gustan las líneas —confesé, y como sospechaba, la expresión del alfa cambió de inmediato.
—¿Líneas? —repitió, tratando de no sonar tan perplejo como se veía—. ¿Como… líneas rectas?
—Te dije que era estúpido —gruñí mientras agarraba un trozo de piña y la metía en mi boca. Mis mejillas eran una caldera, ni siquiera podía imaginar cuán estúpida debía estar pensando el alfa que era.
—¿Por qué? —inquirió como ya sabía que haría. En ese momento, respiré hondo y lo miré. «Y esta es la parte donde se da cuenta que soy un bicho raro», hice una nota mental mientras me preguntaba si su casa tendría un sótano, porque de seguro me encerraría allí y llamaría a algún manicomio para que me fuera a buscar.
—Porque me gusta la sencillez que hay en ellas —confesé, pese a mi inseguridad.
De inmediato, sonreí al recordar la primera vez que mi madre me había dibujado mi primera casa. Yo tenía 5 o 6 años y quería hacer una casa de muñecas. Recuerdo con qué gracia se añadieron las líneas al papel; cómo una línea agregaba profundidad y dimensión, mientras que otra añadía carácter y calidez. Eran solo líneas, pero de alguna manera, para mi yo de 5 años, parecía que estaba haciendo magia.
—Si tienes una línea —sonreí, recordando todas las horas que pasé con mi madre dibujando todo lo que mi corazón deseaba. Solo las líneas podían recrear la magia de mi mamá—, sí, es limpia y ordinaria, pero si agregas otra, puede convertirse en algo increíble. Algo único y extraordinario, como nosotros.
El hombre levantó la mirada y, para mi sorpresa, estaba llena de curiosidad.
—¿Como nosotros? —preguntó como si hubiera escuchado todo lo que acababa de decir. Tal vez... él no era como el resto...
—Estamos hechos de átomos simples, que en sí mismos no son tan extraordinarios —expliqué, sintiéndome aún más tímida ahora que sabía que me escuchaba. La mayoría de la gente simplemente se distraía, asentía y luego se iba. Nunca habían profundizado en mi pensamiento, ¿por qué él sí lo hizo?—, pero cuando se juntan, conforman a cada uno de nosotros de maneras extraordinarias. Nos conecta con algo fuera de nosotros mismos. —Volví a mirarlo, encogiéndome de hombros con timidez—. La simplicidad es hermosa para mí.
En ese momento, por una fracción de segundo, pude ver una sonrisa en sus labios. Al instante, mi corazón dio un salto en mi pecho. Él ya tenía ese aura oscura y misteriosa a su favor que lo hacían sensual.... ¡Pero en el momento en que la sonrisa apareció en sus labios, se volvió irresistible! Se veía tan normal, amable y gentil. ¡Se veía completamente diferente! Parecía más joven y despreocupado. ¡Parecía... un hombre!
—Eres hermosa —susurró. Las palabras fueron apenas audibles.
—¿Qué? —exclamé, volviendo a la realidad. ¿Q-qué acababa de decir?—. N-no entendí bien eso…
—Nada —se corrigió rápidamente y sus ojos dejaron de mirar a los míos. Bueno... eso fue un poco extraño, pero si él no quería repetirlo, yo no iba a presionarlo. Creo que ya lo presioné suficiente por un día. Me retracto... ¡Probablemente lo presioné suficiente por toda la vida!
—Me-mejor voy a asegurarme de que mi tía no haya matado a mi beta —tartamudeó, mientras se levantaba y dejaba el plato sobre la mesa.
—Está bien —consentí y saludé con la mano por alguna tonta razón. Afortunadamente, me di cuenta y logré detenerme, pero no antes de que el alfa me viera y volviera a deslizar esa sonrisa por su rostro. No pude evitar sonrojarme. Dios, a veces era tan tonta...—. B-buenas noches, alfa Stone, y...
De inmediato, se detuvo en la puerta y se volvió hacia mí.
—Gracias —añadí con un suspiro, con la esperanza de que pudiera sentir el sincero agradecimiento que sentía. No estoy segura de qué estaba pasando, pero él no pareció rechazar mis palabras.
—Buenas noches, Srta. Ridley —dijo suavemente, casi saboreando mi nombre en sus labios.
—Por favor, ¿puedes llamarme Dina? —pregunté porque sentí mis mejillas sonrojarse al escuchar el título formal—. Srta. Ridley me hace sonar como una solterona...
—Muy bien, Dina, entonces. —Se rió y se fue. No pude evitar sonreír; luego agarré otra rebanada de pizza. «Hmm, él no es tan malo», pensé. «Quizás incluso podríamos ser amigos». Ese pensamiento fue producto de mi loba.
En ese momento me reí. ¿Yo y el alfa? ¿Amigos? Sería un maldito milagro si no me mataba antes del fin de semana.