Capítulo 8
1961palabras
2022-08-03 13:59
—¡¿Q-qué estás haciendo aquí?! —tartamudeó Michael, observándome como si acabara de ver a un fantasma.
—Yo, emm... trabajo aquí —me encogí de hombros, sin saber realmente cómo explicar la situación. Además, la forma en que el alfa lanzaba miradas a Michael y a mí era una presión extra. ¿Acaso dije algo inapropiado?
—Veo que conoces a mi beta —comentó alfa Stone bruscamente. Yo asentí, sin entender realmente por qué estaría enojado por eso. ¿No se suponía que nadie debía saber que yo vivía aquí?

De repente me puse pálida, pues finalmente me di cuenta... ¡Mierda! ¡Por supuesto, se suponía que nadie debía saberlo! El alfa no tenía pareja y yo tampoco... ¡Y yo era su sirvienta! Mierda, eso sin dudas generaría muchos rumores lujuriosos, ya me estaba poniendo roja de solo pensarlo. Carajo, ¡a veces era tan cabeza hueca...!
—Sí —continuó Michael, sin notar o tal vez ignorando las miradas de alfa Stone. Luego mostró su gran sonrisa, la misma que me había enamorado hace tantos años—. Dina y yo éramos novios.
—Era más joven entonces —bromeé, tratando de aliviar la tensión.
Lo nuestro fue hace 4 años. Yo era estudiante de primer año en la escuela secundaria y él estaba en el último año. Fue mi primer novio. Me llevó al cine e hicimos salidas y, mientras nadie miraba, nos besábamos debajo de las gradas. 
Pero además de hacer las cosas típicas de novios de escuela secundaria, nunca lo llevamos más lejos, principalmente porque después de graduarse pasó de ser un gigante considerado y de buen corazón a un matón malvado que siempre estaba drogado...
Al verlo ahora, me di cuenta de que no había cambiado mucho, al menos físicamente. Tal vez sus músculos crecieron un poco, pero estaba fuera de comparación con alfa Stone. 

Aunque era un poco mayor, alfa Stone era una montaña de músculos, mientras que el beta era... ¡una pequeña colina o un árbol muy alto! No sé por qué quise compararlos, pero lo hice: Michael era un poco más alto que el alfa, pero mientras alfa Stone irradiaba autoridad y exigía sumisión sin siquiera decirlo, Michael simplemente no tenía ni un asomo de eso. 
Al contrario, su aura era el de una persona muy relajada y accesible, tenía la apariencia de alguien amable y acogedor. Ser el beta simplemente se adaptaba mejor a mi ex, y por lo que parece, él también estaba feliz con eso.
—Y ahora eres toda una adulta —sonrió Michael, claramente malinterpretando las circunstancias—. ¿Interrumpí algo?
—No —respondió alfa Stone casualmente, sin deslizar un solo indicio de emociones en su declaración. Yo, en cambio, me atraganté con mi propia saliva.

—¡Dios, n-no! —Tosí, escupí y traté de respirar, todo al mismo tiempo mientras negaba con la cabeza—. ¡D-de verdad! ¡Trabajo aquí! ¡Como sirvienta!
Eso no convenció ni un poco a Michael...
—Sirvienta, ¿eh? —repitió él, con una clara expresión de diversión en su rostro y luego, evidenciando ese sentimiento, se volvió hacia alfa Stone, levantando las cejas sugestivamente—. ¿En serio?
En ese instante, cuando mi piel finalmente recuperó su color rosa, ¡nuevamente palidecí ante ese comentario! ¡Mierda! ¡Quería correr y ocultarme hasta que se me pasara la vergüenza!
Sin embargo, para mi sorpresa, alfa Stone dejó sus cubiertos en la mesa y se levantó. Incluso Michael dio un paso atrás cuando se encontró cara a cara con su alfa.
—A mi oficina. ¡Ahora! —gruñó él y antes de que Michael pudiera intervenir, ya había salido por la puerta.
*
Perspectiva de Levi
Mi lobo estaba vívido y quería arrancarle la cabeza a Mick de un mordisco. Aquí estábamos, cenando tranquilamente y divirtiéndonos, ¡y él tenía que entrar de golpe! Para ser justos, era domingo y la tía Sally, la madre de Michael, que después de la muerte de mi madre cumplió ese rol, siempre reunía a todos sus hijos los domingos para cenar. Era el único día de la semana donde los rangos, los trabajos e incluso la escuela ocupaban un lugar secundario.
¡¿Pero en serio?! ¿Cuáles eran las probabilidades de que mi beta y mi sirvienta fueran pareja en el pasado? En ese momento no podía decidir si estaba más furioso por eso, o por la falta de respeto de Mick.
—Entonces —dijo Mick, arrastrando la "o" y sugiriendo descaradamente que había algo más entre mi sirvienta y yo de lo que cualquiera de nosotros dejaba entrever—. ¿Vas a decirme qué está pasando realmente?
De inmediato, solté un quejido para mis adentros. Pensé que si esa fue la reacción de mi hermano, no podía esperar a ver lo que todos los demás iban a decir... No es que me importara en lo más mínimo mi situación de soltero, pero estaba empezando a pensar que tal vez esta no era la mejor idea todavía. 
Había lobas hambrientas de poder en cada manada y varias de ellas se habían metido en mi cama —¡EY! ¡No me juzguen! ¡Eran fáciles y, en ocasiones, un hombre solo necesita un polvo!— y si se enteraran de la posición de Dina en mi casa... Bueno, eso no solo podría ponerla en peligro, sino que también la convertiría en objeto de mucha atención innecesaria.
En ese momento me pregunté por qué había accedido a todo esto. Es decir, la idea de que fuera mi sirvienta se me ocurrió de la nada en el segundo en que supe que iba a ayudarla, pero... ¿por qué? No le debía nada y no la conocía. ¡Ciertamente no le debía nada a su hermano! Entonces ¿por qué…?
Admito que ella era agradable a la vista. Me retracto... ¡Es hermosa! ¡Una de las criaturas más bellas que he visto en mi vida! Demonios, incluso mi lobo se quedó boquiabierto cuando la vio por primera vez. 
Sus curvas bonitas y proporcionadas, sus ojos enormes y reveladores, y el balanceo natural de su alegre trasero cuando caminaba... ¡Mierda! Incluso la forma en que hizo pucheros cuando se disculpó fue sensual y sexy. ¡Y la mejor parte fue que ella no tenía ni idea de eso! 
Demonios, apuesto a que cuando se miraba al espejo, todo lo que veía era una chica promedio, mientras que cualquier hombre (¡lobo o no!) veían a una mujer con una figura digna de estrella porno...
Ahora que cavilaba al respecto, tal vez estaba pensando con la entrepierna cuando decidí dejarla quedarse. Y cuanto más me hundía en ese razonamiento, más sentido le encontraba, mucho más que el discurso de mierda que le di en la oficina. Es decir... ¡La estaba dejando vivir en mi casa privada! Demonios, si hubiera sido otro miembro de la manada, ¡la habría dejado en la Casa de la Manada! ¡Carajo!
—¿Recuerdas a Dylan? —pregunté, recostándome en mi silla mientras Mick dejaba caer su cuerpo alto en el sofá.
—¿Dylan Ridley? ¿Cómo podría olvidarlo? —se burló él, haciendo girar sus ojos ante el recuerdo. Al instante, suspiré. Sí, no fue uno de mis mejores momentos, pero antes de que pudiera decir algo más, Mick de repente me espetó—: ¿No me digas que vol...?
—Esa es su hermana —lo interrumpí antes de que tuviera alguna idea brillante. 
Dylan Ridley fue un capítulo oscuro en mi vida. Él era más joven, así que yo debería haber sido el sabio en la relación. Sin embargo, si por algo era conocido Dylan era por su locuacidad. En ese entonces, en un club de una ciudad humana, me convenció de probar y beber sangre... de vampiro.
La sangre de vampiro era como una droga para los hombres lobo, aunque pocos admitían haberla consumido. Los hombres lobo y los vampiros eran, después de todo, enemigos naturales. Beber su sangre no solo estaba mal visto, sino que era ilegal. Sin mencionar que tomarla puede provocar adicción... Y eso es lo que me pasó a mí.
A mi familia le tomó meses lograr hacerme ver la verdadera naturaleza de lo que me estaba pasando. En ese entonces, corté lazos inmediatamente con Dylan y ese ambiente.  
Poco a poco fui mejorando, pero aún podía sentir el hambre dentro de mí. La necesidad de... ¡sentir algo! Algo más que el odio que arde en mi interior. Todo lo que había en mí era esa rabia y la sed de sangre...
Si bien pasaron años desde entonces, sabía que cada vez que dejaba la manada la tía Sally se preocupaba de que tuviera una recaída. Después de todo, la euforia que venía con el subidón podía hacerme olvidar fácilmente mi pasado y darme esa sensación de felicidad. Aunque fuera solo por un rato...
—¿Dina es la hermana de Dylan? —exclamó Mick con los ojos tan abiertos que me preguntaba si sus globos oculares se saldrían de sus órbitas. Pero rápidamente volvió la cabeza, como solía hacer cuando estaba pensando, y estúpidamente comentó—: ¡Oh! ¡Eso explica que tengan el mismo apellido!
Al escucharlo, negué con la cabeza, frustrado.
—Para alguien que fue un estudiante sobresaliente —dije, mirando a mi beta—, ¡eres la persona más tonta que conozco! ¿Saliste con ella y no sabías que tenía un hermano?
—¡Y tú no sabías que él tenía una hermana! —replicó, tratando de devolver el golpe.
—No salí con él, carajo —continué, ganándome el ceño fruncido de Mick. A mi lobo no le gustó particularmente eso y quería arremeter, exigir respeto. Rechiné los dientes para controlar sus impulsos... ¡Bestia estúpida!
—Además, no viene al caso —cambié rápidamente de tema—. Vino aquí anoche y la dejó. Afirmó que tenía problemas y que volvería a buscarla en dos semanas.
—Él siempre está en problemas —se burló Mick y si no lo interrumpía, apuesto a que con gusto me recordaría cómo me convertí en la fuente de dinero de Dylan en ese tiempo…
—Lo sé —ladré, molesto porque no podíamos ir al grano para poder volver abajo y cenar con Dina—. La dejé quedarse como mi sirvienta, para evitar cualquier vergüenza para ella. Pero sinceramente también me preocupa en qué se metió Dylan esta vez y que indirectamente la involucra a ella.
—¿Quieres que lo investigue? —preguntó Mick, pero sacó su celular antes de que yo le contestara.
—Discretamente —dije, observando mientras él tecleaba la pantalla. No entiendo por qué alguien con sangre alfa y que había sido beta durante toda su vida adulta, todavía necesitaba órdenes explícitas... 
—Dijo que tuvo problemas con unos vampiros —proseguí, ignorando la escasa materia gris de Mick. Debo reconocer que él hacía su trabajo y lo hacía bien, aunque cómo lo llevaba a cabo no me concernía—. Si esto no tiene nada que ver con la manada, entonces, por lo que a mí respecta, el tipo puede arder en el infierno; pero no dejaré que arrastre a nadie con él.
—Entiendo —terminó Mick y miró hacia arriba—. ¿Pero qué diablos le digo a mamá?
Hasta ese entonces no había pensado en eso. Más vale que se me ocurriera una muy buena excusa o me quitará el pellejo. Alfa o no, ¡no puedes perderte la cena familiar de la tía Sally! Si lo haces, te hará pelar papas por el resto de tu vida. Tal vez era mejor si yo sólo...
¡No! Pensé al recordar el estado casi de pánico de Dina cuando chocó contra la puerta principal e intentó salvarse el pellejo. Además, me gustaba su compañía, ya que no coqueteaba constantemente conmigo ni trataba de meterse en mis pantalones para así obtener la posición de Luna. Y eso, extrañamente, considerando lo buena que estaba, no me molestó...
¿Podría ser que finalmente me había saciado de mujeres y me había vuelto gay? Me pregunté, casi sintiendo a mi lobo rodar sus ojos hacia mí. Bueno... estoy bastante seguro de que así no es cómo uno se vuelve gay.
—Dile que voy a cenar con mi sirvienta —me encogí de hombros y me levanté para reunirme con ella abajo.