Capítulo 4
2170palabras
2022-08-01 14:43
Perspectiva de Dina
«¡Dios mío!», pensé mientras reproducía la conversación en mi cabeza una y otra vez. ¡Tenía que haber oído mal! ¡De ninguna manera mi hermano aceptaría convertirme en la sirvienta del alfa! ¡¿Verdad?! Pero un instante después, suspiré desilusionada, porque me di cuenta de que se trataba de Dylan... Todo era posible con él…
—¿Pero qué hay de mí? —se quejó Dylan y, con otro suspiro, me reprendí por pensar que él podría estar preocupado por dejarme atrás. Para Dylan, nada era más importante que él mismo—. Te lo dije, yo...
De pronto, dejó de hablar, pues fue interrumpido por un bajo, pero aterrador gruñido. Y aunque yo no era quien se enfrentaba al alfa, la amenaza en ese gruñido fue suficiente para que mi piel se erizara.
Luego, el alfa dijo algo, demasiado bajo para que yo lo escuchara, pero supuse que Dylan estuvo de acuerdo porque al momento siguiente se abrió la puerta de la cocina y los dos hombres se me acercaron.
De hecho, el alfa no se detuvo hasta que estuvo a centímetros de mí. Cuando estiré el cuello para mirarlo a la cara mi ritmo cardíaco se aceleró de inmediato. Mentiría si dijera que no estaba aterrorizada, pero en mi defensa, ¡nunca antes había estado en presencia de un hombre tan enorme!
Aunque, siendo honesta, yo no era muy alta. Medía poco más de un metro sesenta y tenía un cuerpo bastante delgado (¡porque no podía cocinar incluso cuando mi vida dependía de ello!). ¡Pero este tipo se elevaba sobre mí como un maldito Hulk! Y, por otro lado, tenía el cuerpo más increíble que jamás haya visto antes.
No ayudaba en nada a mis ojos vírgenes, que él luciera un torso desnudo, tonificado y candente, junto con unos abdominales que parecían una tabla de lavar. Lo cual, por cierto, me invitaba a seguir esa línea en V que se sumergía detrás del par de pantalones grises, que parecía haberse puesto a toda prisa.
Y por si fuera poco, ¡ni siquiera hablé de esos bíceps! Pese al fresco en la habitación, me sorprendí sudando y tuve que retener mi mano para no abanicarme la cara. ¡Diablos!, incluso mi loba se estaba babeando y luchando contra el impulso de frotarse contra él... ¡Y yo no iba a detenerla!
En ese instante, mis ojos comenzaron a recorrer su cuerpo de arriba a abajo y de izquierda a derecha, mientras me preguntaba dónde tenían el altar para esta divinidad. De pronto, un gruñido grave retumbó en su pecho y me devolvió a la realidad.
Rápidamente me obligué a mirarlo a los ojos y fue entonces cuando me di cuenta de que no eran verdes en absoluto, sino una especie de mezcla entre verde oscuro y azul pálido. Eran extremadamente oscuros, como el océano en medio de una tormenta, y detrás de ellos había una frialdad que hizo que incluso mi loba se metiera la cola entre las patas.
En un intento desesperado por aliviar la tensión, y con suerte para ocultar el rubor de toda mi cara, le di una sonrisa forzada. Pero su rostro permaneció tan estoico como antes, impávido y apenas conteniendo la rabia. Tragué saliva y bajé la mirada al suelo. Bueno, para ser justos, yo también estaría enojada si dos extraños me hubieran despertado en medio de la noche...
Antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando, me había quitado la bolsa de lona de la mano y se dirigía al piso de arriba.
—Por aquí —resonó su voz, su tono indicaba que no esperaba discusión alguna. En ese momento me percaté de que me quedaría en ese lugar... pero para ser una criada. Pobre de mí...
Detrás de él, Dylan subía haciendo pucheros como un niño que no recibió los dulces que quería, pero pisando fuerte los escalones detrás del alfa. Además. sonreía victoriosamente, como si esto fuera algo bueno.
Yo fruncí el ceño. ¡Excelente! Justo lo que necesitaba: un Dylan amargado y enojado. Estuve a punto de abrir la boca y decirle al alfa que me iría con Dylan y que él no debía molestarse... ¡Casi lo hice! Pues estaba segura de que, sin importar cómo terminara esto, ya sea que me quedara aquí o volviera con Dylan, mi hermano no cambiaría.
De hecho, luego de un poco de tiempo seguramente se daría cuenta de que de alguna manera era culpa mía que alfa Stone me protegiera (aunque era su deber) y que fui yo quien arruinó su plan, al hacer que el alfa se volviera contra él mágicamente... ¡Dylan siempre era la víctima!
De modo que mantuve la boca cerrada y los seguí escaleras arriba. El piso de arriba era más o menos como el de abajo. Había yesos en todas las paredes y noté que la puerta de una de las habitaciones no coincidía con el resto de las puertas del pasillo. En ese momento, recordé que alguien dijo una vez que alfa Stone tenía un temperamento explosivo. Creo que no se equivocaba...
De pronto, mi pie se enganchó en algo, el último escalón, y caí hacia adelante, chocando contra una pared y dejando un ruido sordo. El dolor estalló en mi codo y rápidamente lo tiré hacia atrás, siseando una maldición mientras me enderezaba de nuevo.
Cuando me di la vuelta, vi que ambos hombres me observaban. La mirada de fastidio de Dylan no me molestó tanto, pero la forma en que el alfa había arqueado su ceja perfecta y me miraba como si fuera una niña torpe, hizo que mis mejillas se calentaran de vergüenza. La mujer en mí gruñó.
¡Como si a mi noche no le faltara nada, ahora el alfa probablemente estaba pensando que yo era una adolescente torpe! ¡Absolutamente fantástico!
De inmediato, murmuré una disculpa y rápidamente los alcancé.
—Tu habitación —anunció el alfa, abriendo una puerta de un tirón y haciéndome un gesto para que entrara. Pasé frente a Dylan, negándome a mirarlo, y caminé directamente hacia el alfa.
—Gracias —dije, esperando sonar más segura de lo que me sentía.
Luego, pasé junto al alfa para entrar a la habitación y tuve que esforzarme para no mirar ese cuerpo por segunda vez ni inhalar ese olor que envolvía toda la casa. Era caliente y crudo con solo un toque de...
Me obligué a ignorar su olor y me tomé un segundo para mirar la habitación. Para mi sorpresa, en realidad era bastante agradable. Tenía una cama individual, una cómoda y un armario, y nada de eso estaba roto. Incluso había una pintura colgada en la pared, una luz de noche y... y no había parches en la pared. Debía de ser el dormitorio de invitados...
—Gracias por hacer esto —escuché decir a Dylan en voz baja como si esperara que yo no lo escuchara—. Pero...
Lo que sea que estaba a punto de decir, no lo dijo. Por el rabillo del ojo, noté la mirada que alfa Stone le estaba dando; sí... esa mirada podría silenciar a cualquiera. Había suficiente odio y repugnancia allí para derretir rocas. ¡El alfa odiaba a mi hermano!
Por supuesto, eso no me sorprendía, pero aun así, mi estómago se retorció del miedo. Si el alfa pensara que soy como mi hermano... Ni siquiera terminé ese pensamiento, pues ya me había decidido: a partir de mañana buscaría otro lugar donde quedarme hasta que Dylan volviera.
Estaba segura de que el alfa estaría feliz de deshacerse de mí y dejar atrás esta tontería de que yo fuera su sirvienta. En especial si le explicaba que si no asistía a la universidad, perdería mi beca.
«Sencillo, ¿verdad? Como parece un tipo tan razonable y democrático...» se burló mi loba y puso los ojos en blanco. Odio admitirlo, pero tenía algo de razón. Alfa Stone no negociaba, ¡él hacía las leyes!
—Les daré un momento a ustedes dos —gruñó el alfa y se apartó de la puerta donde se había estado apoyando, dejándonos solos.
Dylan cerró la puerta para que estuviéramos completamente solos y, siendo honesta, de repente me di cuenta de que prefería la presencia del alfa, pues Dylan estaba enojado porque lo que sea que había planeado no había funcionado, y ahora estaba sola con él. ¿Está bien tener miedo de tu propio hermano?
—Volveré tan pronto como pueda —dijo, dando un paso hacia adelante y extendiendo la mano para agarrar la mía. Luché contra el instinto de retroceder y dejé que la tomara—. Serán dos semanas, a lo sumo —afirmó, como si tratara de tranquilizarme, pero en realidad, estaba tratando de sonar como el hermano bueno y cariñoso que no era, porque sabía que el alfa estaba afuera, escuchando.
Al menos el alfa era inteligente y no confiaba en él...
—Seguro —murmuré irónica; no estaba de humor para sus falsas promesas. Luego, con cuidado, saqué mi mano de su agarre—. Mientras tanto, yo me esconderé aquí y me arriesgaré a que me echen de la universidad.
—Estoy seguro de que lo entenderán —bufó con su habitual sonrisa arrogante, como si nada en este mundo importara a menos que él lo dijera.
—¡Es una beca, Dy! —ladré en respuesta—. ¡Dudo mucho que lo entiendan!
Sabía que pelear con Dylan no tenía sentido, por dos razones. Primero porque simplemente me daría una paliza si no le obedecía. Y segundo, Dylan nunca veía sus errores. Así que discutir con él era una pérdida de tiempo...
—Será una semana, dos como máximo —dijo Dylan en su tono frío habitual, enojado porque sus encantos no funcionaron esta vez. Cuando notó que no le creía añadió uno de sus famosos—: ¡Lo prometo!
—Y apuesto a que esta promesa vale tanto como cualquier otra que hayas hecho hasta ahora —murmuré en voz baja, y al instante me arrepentí. Hacer enojar a un Dylan ya enfadado normalmente significaba un nuevo moretón, por lo que me tensé preparándome para el golpe. Sin embargo, nada ocurrió.
Dylan no dijo nada, pero continuó mirándome como si fuera un bicho fastidioso. Luego, ignorando mis palabras o tal vez al darse cuenta de que no podía golpearme mientras el alfa estaba afuera, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Al verlo irse, la tensión abandonó mi cuerpo con un suspiro…
Sin embargo, una ansiedad repugnante se hizo presente e hizo que mi estómago se apretara y se retorciera por una razón completamente diferente. Él era mi hermano y se dirigía a un clan de vampiros. ¿Y si nunca lo volviera a ver? ¿Y si esta vez no regresaría?
De repente, mi loba aulló, mientras la peor pesadilla para cualquier lobo se arremolinaba en mi mente: el miedo a estar solo...
—Cuídate —susurré y mi voz apenas fue audible, pero Dylan me entendió perfectamente. Se detuvo y se dio la vuelta, dándome esa habitual sonrisa suya llena de confianza.
—Tú también, hermana —dijo, como si todo estuviera bien. Suspiré para mis adentros. Él nunca iba a cambiar…—. Te amo.
Era mentira, él no me amaba, solo lo dijo para su propio beneficio. Y la verdad de eso me dolió muchísimo más de lo que debería, considerando que hace tiempo que sabía la verdad...
—Yo también —respondí de todos modos y lo vi abrir la puerta. Afuera, el alfa estaba esperando y Dylan asintió rápidamente antes de desaparecer por el pasillo, sin mirar atrás…
Sin perder tiempo, me acerqué para cerrar la puerta, pero al instante noté que cada movimiento que hacía estaba siendo cuidadosamente observado por el alfa.
Para ser honesta, eso me asustó muchísimo. El hombre podía dominarme solo con su dedo meñique y con una mirada podría hacer que mi loba se sometiera a él, por lo que cualquier intento de resistirme no sería más que un espectáculo para él.
Es más, se decía que mató a varios miembros de su manada solo por gritar en voz alta; sin dudas, mi hermano estaba corriendo un gran riesgo al molestarlo...
De repente, sentí que cada paso hacia él era como hundir los pies en un pantano, cada vez era más difícil y pesado. Finalmente llegué a la puerta, ansiosa por poner algo firme entre el hombre del pasillo y yo. Sin embargo, el alfa se movió y llenó el portal con su enorme cuerpo.
De inmediato, mi corazón dio un vuelco y mi loba gimió. Miles de escenarios de terror pasaron por mi mente y cuando me di cuenta de que nadie me escucharía gritar, estaba casi lista para seguir a Dylan al nido de vampiros...
—Duerme un poco —dijo el alfa de repente y me entregó un juego de sábanas limpias—. Hablaremos por la mañana.
Sorprendida, las tomé y… Bueno, no sé qué esperaba, ¡pero definitivamente esto no! Y sin dudas, no esperaba que él simplemente se diera la vuelta y se fuera, desapareciendo en una de las habitaciones al final del pasillo.
Estuve durante un minuto y medio allí parada, mirando boquiabierta por donde había desaparecido aquel gigante. Mi loba estaba igual de desconcertada que yo. ¡¿De qué se trataba todo esto?!