Capítulo 3
2009palabras
2022-07-28 15:48
Perspectiva de Dina
—Pensé que lo había dejado claro, Dylan —gruñó el alfa por lo bajo, y la amenaza en su voz provocó escalofríos en mi espalda—. Cuando dije que no quería volver a verte, quise decir que ¡no quería volver a verte NUNCA MÁS!
En ese instante, no pude evitar mirar a mi hermano. Él también había bajado la cabeza, pero eso ni siquiera inmutó a alfa Stone, que era como una torre frente a Dylan. ¡Diablos!, parecía que apenas estaba reprimiendo las ganas de arrancarle un trozo del cuello a Dylan. 

Para controlarse, sus dedos se flexionaron y agarraron el marco de la puerta con tanta fuerza que lo hizo crujir, y el sonido quebró el silencio de la tranquila noche. Al instante, mi corazón comenzó a latir a mil mientras escaneaba rápidamente el área. El bosque no parecía tan lejano, pero... Nadie superaba a un alfa...
—Por favor, alfa —rogó Dylan con la voz más irritante y quejumbrosa que tenía, la que siempre me ponía de los nervios. 
Había escuchado a Dylan usar ese tono un millón de veces antes, delante de trabajadores sociales, de los usureros y... ¡diablos! ¡Incluso lo usó conmigo! Era su tono de "pobre de mí, yo soy la víctima aquí". Y lo peor de todo es que ¡siempre le funcionó! 
Era como un maldito encanto, y por si fuera poco, sabía cómo forzar una lágrima, que acompañaba con una mirada suplicante de cachorrito pateado. A mí me tomó algún tiempo, pero finalmente me volví inmune a su actuación, y es gracioso porque luego él comenzó a ser violento conmigo...
¡Y ahora estaba usando el mismo tono en nuestro alfa! ¡Quise burlarme en voz alta de la repulsión que me daba! De hecho, lo hice, pero bajo para que mi hermano no me oyera. 
Sin embargo, el alfa sí lo hizo, y aunque no emitió comentario alguno, pareció darse cuenta de la irritación y la repugnancia que sentía hacia mi hermano en ese momento.

—Por favor, solo dos minutos, eso es todo lo que pido —Dylan continuó y por una fracción de segundo, casi deseé que el alfa nos rechazara. Al menos así podría fingir que esto no había pasado y salir con mi dignidad intacta. Pero no tuve tanta suerte…
El alfa dejó escapar un pequeño gruñido molesto, mientras se frotaba el borde de la nariz con la mano.
—¡Muy buen, sé rápido! —gruñó y se hizo a un lado para que entráramos. Dylan aceptó instantáneamente la invitación, pero yo vacilé.
No tenía idea de lo que estaba haciendo Dylan y, sinceramente, no quería involucrarme. Además, si nuestro alfa estaba metido en esto, ¡DEFINITIVAMENTE no quería tener nada que ver con el asunto! Sin embargo, ni bien separé los labios para hablar, los ojos verdes del alfa me dejaron atónita y en silencio. 

Yo nunca le había prestado atención a los chismes sobre él, pero las chicas de la manada corrían y se tropezaban para entrar en su radar. Aparentemente, era algo así como un Don Juan, y con un cuerpo así, no me sorprendía.
Pero esos ojos... Parecían los ojos de alguien que tuvo que crecer demasiado rápido. Quien, detrás de la ira que hervía en él, escondía una enorme cantidad de dolor y sufrimiento. Alguien que estaba cargando con demasiada responsabilidad y que a su vez no quería cargar a nadie más, porque... ¡No se sentía suficiente!
De pronto, el alfa me sacó de mis pensamientos cuando me indicó que entrara. No quise enojarlo, así que me metí de inmediato, tratando de evitar el contacto visual. En su lugar, miré la habitación frente a mí. No había luz, lo que me pareció extraño, pero no tan extraño como la sala de estar sencilla y escasamente amueblada. 
El sofá parecía la mitad de un conjunto más grande. No había mesa, y al colgador de TV en la pared le faltaba un televisor. No había cuadros ni adornos decorativos en ninguna parte, ¡pero las manchas grises en todas las paredes mantenían las cosas interesantes! 
Por supuesto, estaban allí para cubrir lo que solo podía suponer que eran agujeros de un origen desconocido (esa es mi historia y me apegaré a ella porque la alternativa prácticamente me hacía cagarme en los pantalones). Sin mencionar que faltaba la mitad de la barandilla de la escalera... ¡Nop! ¡No iba a pensar en cómo sucedió eso!
Ni bien entré, Dylan me indicó que me quedara en la sala mientras él y alfa Stone desaparecieron en la cocina. ¡Cerraron la puerta como si yo fuera una niña que debían mantener fuera de la conversación de los adultos! 
Ante esa actitud, puse los ojos en blanco y estuve a punto de sentarme en el desgastado sofá, pero noté que la puerta de la cocina no se había cerrado por completo, por lo que me acerqué de puntillas y, aunque hablaban en voz baja, logré captar su conversación.
—Por favor, Levi —suplicó Dylan, haciendo que mi loba quisiera gruñir ante su intento de dar lástima para ganarse la simpatía del alfa—. ¡Esto es demasiado para mí solo!
«¿Qué tal si te aguantas y te haces cargo de tus errores?» pensé para mis adentros, deseando que Dylan no fuera mi hermano en absoluto porque poco a poco estaba llegando a la conclusión de que nunca iba a cambiar. Había sido un adolescente problemático cuando mis padres aún vivían, pero siempre pudieron controlarlo. 
Ahora, sin ellos aquí, estaba fuera de control. Nunca había aprendido a asumir la responsabilidad de nada, y mucho menos de sus propias acciones. 
Además, tenía miedo de que algún día tendría que elegir entre él y mi propia salud mental, porque en serio, escuchar a mi hermano rogar frente al alfa hizo que se me retorciera el estómago y sentí que me invadía una oleada de vergüenza. 
Esto hizo que mi loba gruñera de ira, ella sentía lo mismo que yo, pero mantuvo a raya sus sentimientos por la simple razón de que él era nuestro hermano...
—Ya te lo dije hace 5 años —respondió el alfa, sin inmutarse—. ¡Ese ya no es mi problema!
Sé que no debería haberme sentido encantada de que alguien le estuviera diciendo a mi hermano que se fuera a la mierda. ¡Pero lo estaba! Le haría muy bien aprender algo de humildad. Al menos tenía en frente a alguien a quien no podía golpear ni manipular. O eso creía yo...
—Solo necesito un lugar para esconderme. No será por mucho tiempo —prosiguió, su petición captó mi interés. Él necesitaba ¡¿QUÉ COSA?! ¿Quería que nos quedáramos aquí?—. Por favor —continuó rápidamente, yo solo podía adivinar la expresión del alfa, que debía ser exactamente igual a la mía: ¡absoluta sorpresa e incredulidad!—. De alguna manera lo arreglaré, lo prometo.
Conociendo a mi hermano, había que preocuparse si decía "de alguna manera".
—¿Y se supone que debo confiar en tu palabra? —se burló el alfa; el humor en su voz sonaba casi mortal—. ¡Dylan! Tú mismo te hiciste la cama, ahora, ¡acuéstate en ella!
Yo no podía estar más de acuerdo con esas palabras. Mi loba se rio entre dientes y no negaré que yo también tenía una sonrisa en el rostro. Pero si no me quedaba aquí, ¿en dónde lo haría? Estaría mintiendo si dijera que pensar en eso no me aterrorizó un poco.
—Pero mi hermana... —comenzó Dylan, pero fue interrumpido por un fuerte gruñido que lo hizo callar al instante.
—NO uses a tu hermana en mi contra —gruñó alfa Stone entre dientes, recordando solo en el último segundo que debía mantener la voz baja. Nuevamente, ¡gracias, alfa Stone! Sabía que mi hermano no me apreciaba, pero ¿usarme como una herramienta de negociación? ¿En serio?
—¿Prefieres que vayamos a otro lugar? —continuó Dylan de todos modos, y la forma en que dijo "otro" me dio un mal presentimiento. Un escalofrío se arrastró por mi columna vertebral—. Los únicos lugares que conozco son...
—¡Vete a la mierda, Dylan! —rugió el alfa, olvidando por completo de que se trataba de una conversación privada—. ¿Vas a amenazar con llevar a tu hermana a un clan de vampiros si no acepto que se queden? ¿Así me convencerás?
En ese instante, mi corazón dio un vuelco e incluso mi loba gimió un poco ante la mera mención de los vampiros. Los vampiros eran nuestro enemigo natural y, probablemente, los únicos seres sobrenaturales que podían herir de gravedad o incluso matar a un hombre lobo. 
Afortunadamente, ya no estábamos en guerra como en los viejos tiempos; los tiempos modernos habían llegado y, junto a ellos, una nueva forma de guerra: ¡dinero! Tanto los vampiros como los hombres lobo usaban negocios humanos para mantener sus respectivos manadas y clanes. 
Ahora bien, en el mundo de lo sobrenatural, no podías llamar a la policía si desaparecía un compañero o un ser querido. Eso era un asunto sucio, complicado y sangriento, razón por la cual cada manada y cada clan quería que los más fuertes lideraran, de modo que sus familias y seres queridos estuvieran protegidos. 
En nuestro caso, desde que alfa Stone se hizo cargo de la manada hace unos 4 o 5 años, no hubo un solo vampiro que haya secuestrado a un miembro de Black Lunar...
—Te advertí —se quejó Dylan, haciendo todo lo posible para que el alfa simpatizara con nosotros y yo, por primera vez, esperaba que funcionara. No me entusiasmaba la situación, pero si los próximos a los que Dylan iba a acudir eran vampiros, ¡prefería quedarme mil veces con el tipo grande! 
No es que los vampiros fueran malas personas... ¡Pero para conocerlos tenías que ser cualquier cosa menos un hombre lobo! ¡Diablos! ¡Algunos rumores decían que el Rey Vampiro tenía la desagradable costumbre de experimentar y torturar a los hombres lobo hasta el punto de ser consumidos por la locura! 
—Levi, toqué fondo y me preocupa ella —prosiguió Dylan, haciendo hincapié en mí, pues el alfa mostró cierta empatía por mi futuro con los vampiros—. Puede que no sea más que un montón de porquerías, pero me preocupo por mi hermana.
Luego de esa declaración, el silencio cayó y reinó en el lugar. Dylan no se preocupaba por mí, si lo hiciera, no estaría haciendo esto. De pronto, mi loba gimió, pues sabía que era verdad, pero no había nada que pudiera hacer al respecto, salvo esperar que lo que fuera que Dylan había hecho esta vez, fuera al menos algo redimible... 
Sin embargo, ahora todo dependía del alfa...
—Bien —exclamó finalmente el alfa con un tono quejoso; pero antes de que Dylan comenzara a bailar por la victoria, continuó—: ¡Pero solo ella! ¡Sea cual sea la mierda en la que te has metido, estás solo!
—¡¿Qué?! —Dylan se quedó boquiabierto, prácticamente sacándome las palabras de la boca, porque...—: ¡Pero tú no tienes pareja!
Exactamente eso estaba pensando. Aunque un alfa tenía permitido salir y acostarse con quien quisiera, NUNCA llevaba a sus mujeres a casa. ¡Diablos! Desde que él era alfa, no recuerdo haber oído que tuviera algo serio con una sola loba. ¡Y mucho menos tener una mujer viviendo en su casa!
En ese momento quise protestar porque quedarme con él no solo generaría muchos rumores interesantes, sino que... ¡maldita sea! ¡Estoy hecha de carne y hueso, y el maldito alfa era súper sexy! 
Pero por otro lado, realmente no sabía qué sentir. Supongo que me sentí aliviada de no vivir con vampiros, pero ¿quedarme aquí? ¿Y sin Dylan? 
Siendo honesta, no sabía si tranquilizarme porque no tendría que tratar con mi hermano idiota o preocuparme por lo que podría depararme el futuro con un alfa como Levi Stone. Sin embargo, lo que sí sabía era que Rita definitivamente iba a tener su chance...
—La contrataré como mi sirvienta.
Al escuchar eso, por un segundo el mundo pareció dejar de girar. Incluso mi loba parecía confundida, mientras repasaba las palabras de alfa una y otra vez, tratando de entender su significado.
—¿Sirvienta? —murmuré para mí misma, probando la palabra en mis labios antes de finalmente darme cuenta. Espera... ¡¿QUÉ?!