Capítulo 2
1205palabras
2022-07-28 15:15
Perspectiva de Dina
De seguro, Dylan sabía a dónde íbamos, pero yo ya no reconocía nada. Ahora bien, no éramos exactamente una manada tradicional. Nuestro territorio se había fusionado con el tiempo con una ciudad cercana, mezclando hombres lobo y humanos, hasta cierto punto.
Los lobos podrían, si así lo decidieran, vivir en la ciudad y seguir siendo parte de la manada o vivir en los suburbios. Esa es la palabra elegante que usamos para la sociedad que funcionaba paralelamente y que estaba dispersa por todo el territorio.
La tierra de la manada era tan vasta que varios de los asentamientos de hombres lobo tenían su propio código postal e incluso un dialecto diferente. En su mayoría estaban dirigidos por gammas o deltas, quienes a su vez respondían a un alfa y un beta.
Por lo tanto, el alfa gobernaba la manada, aunque el territorio estaba fraccionado en propiedades, lo que nos facilitó mucho la mudanza sin tener que arriesgarnos a exponernos.
Anduvimos alrededor de una hora fuera de la ciudad, entramos a un profundo bosque, que resultó ser propiedad privada, hasta que llegamos a la Casa de la Manada. Era una gran finca en donde se encontraba la casa del alfa y algunas otras casas para los mejores lobos y sus familias.
El lugar una vez sirvió como alojamiento para el alfa y el beta, pero ahora su función principal era hospedar a los enforcers, que lo usaban para comer y hacer sus papeleos. Casi como un edificio de administración para esa manada, por así decirlo...
En cambio, nuestra familia vivía en la ciudad y, sin importar cuánto amé a mis padres, odié cada segundo en esa gran ciudad. Sentía una enorme necesidad de mudarme lejos, pero tuve que aprender a reprimir ese sentimiento.
Lo peor de todo en la ciudad es que rápidamente te vuelves muy paranoico de los humanos; ellos intentan ser amigables, pero no puedes estar seguro de qué quieren.
En ese momento, miré el reloj en el tablero del auto. ¡Eran las 2:18 de la madrugada! No pude evitar gruñir. ¡Era la mitad de la maldita noche! ¡¿Qué diablos teníamos que hacer a esa hora?!
En ese instante recordé con qué tipo de gente se juntaba mi hermano y, de inmediato, sentí que se me formaba un nudo en el estómago. No había manera de que esto terminara bien para mí...
Finalmente, Dylan redujo la velocidad y giró hacia una carretera con otro cartel de «Propiedad privada» al inicio. Fruncí el ceño, sintiendo crecer el nudo en mi estómago, mientras rezaba para que no hubiéramos dejado el territorio de la manada.
No quería cruzarme con rogues, que aunque no eran tan peligrosos como lo habían sido en los viejos tiempos, todavía eran en su mayoría mercenarios que se aprovechaban de la política de la manada, las disputas y los rencores. En otras palabras, no es el tipo de personas con el que te gustaría encontrarte...
De repente, los faros del auto iluminaron una casa y, de inmediato, mi loba se puso inquieta. El aura de poder y supremacía que revestía esta área la inquietó, pero a su vez le dio una extraña sensación de paz y seguridad. Sí, mi loba definitivamente estaba loca...
Dylan estacionó el auto frente a una casa de dos pisos de aspecto sencillo que parecía haber sido construida alrededor del cambio de siglo. En realidad, nada destacaba de ella, excepto que fue la casa donde Dylan me dijo que saliera del auto.
Rápidamente, sacó mi bolsa de lona del coche y casi me tiró cuando me la arrojó. Ahogué el gruñido que mi loba le lanzó. Critícame por no ser la loba más grande, pero no puedes esperar que una chica desarrolle grandes músculos cuando vive a base de pasteles rancios y productos vencidos.
Luego de resoplar, lo seguí hasta la puerta. Cuando tocó el timbre, los nervios me hicieron sentir físicamente mal. Dylan tenía la mala costumbre de elegir a los amigos incorrectos y de meterse en los grupos equivocados. Si este era uno de sus lugares para "pasar el rato", quería estar a un millón de kilómetros de distancia...
En ese momento, para distraerme, miré a mi alrededor y observé el nombre en el buzón. Entrecerré los ojos un poco, segura de que debí haber leído mal, porque podría haber jurado que decía... ¡Levi Stone! Como el alfa de la manada Black Lunar. alfa Stone... ¡NUESTRO ALFA!
¡Diablos! Incluso mi loba palideció de horror. Él era uno de los hombres lobo más poderosos que jamás haya caminado por este continente. ¡Algunos incluso decían que era más poderoso que el mismísimo Rey Hombre Lobo! Era despiadado, feroz e increíblemente fuerte.
Se rumoreaba que había matado a su propio padre y que tuvieron que sacarlo de la escuela porque era poco estable mentalmente y atacaba a todo aquel que se cruzaba en su camino. Los rogues sabían que debían mantenerse alejados de nuestra manada, porque si los atrapaban él los mataría.
¡Algunos decían que una vez le dio una paliza a uno de sus deltas y lo dejó al borde de la muerte solo porque arruinó su café! El tipo era el terror hecho carne... ¡Y por alguna razón, yo estaba aquí!
—¡Dylan! —grité furiosamente en susurros, volviéndome hacia mi hermano, ¡esperando que mi mal de ojo fuera suficiente para matarlo!—. ¿Qué está pasando aquí?
Por supuesto, me ignoró. En su lugar, fijó sus ojos en el timbre, que continuaba tocando. Su silencio solo confirmó lo que ya sabía, ¡esta era la casa de ESE alfa! ¡Nuestro alfa! ¡El hombre del que se rumoreaba que asesinaba por deporte!
—¡Yo me voy de aquí! —Me las arreglé para decir, y aunque tenía toda la intención de salir corriendo de allí, la puerta se abrió de repente y una sombra oscura pareció tragarse todo el porche.
—¡Será mejor que alguien se esté muriendo! —gritó y dio un paso adelante, observando a mi hermano con una mirada que podría derretir diamantes. Tragué saliva, decidida a no mostrar mis miedos, ¡pero era imposible! El hombre medía fácilmente dos metro y era tan ancho que su cuerpo tocaba ambos lados del marco de la puerta.
La mayor parte de él todavía estaba envuelto en la oscuridad, pero aun así pude distinguir su físico de alfa: un cuerpo de nada más que músculos tonificados y perfeccionados para rastrear, capturar y matar. Siendo honesta, nunca había visto a un hombre que con solo estar parado, sin hacer nada más que mostrarse realmente enojado, ¡tuviera tanto poder y autoridad como él!
En ese instante, me sentí afortunada de no haberlo conocido antes. Pero al mismo tiempo, me di cuenta de que Dylan me iba a presentar al alfa de nuestra manada. Tenía el paquete completo perfectamente confeccionado. ¡Mi vida oficialmente estaba jodida!
De pronto, como si sintiera la dirección en la que se habían ido mis pensamientos, el alfa de repente volvió sus ojos hacia mí. Eran sorprendentes, de un verde turbio, pero se arremolinaban con una rabia negra apenas controlada.
El hombre sostuvo mi mirada por alrededor de un segundo, antes de que la loba en mí me hiciera bajar la cabeza ante él en señal de sumisión. Este tipo era totalmente aterrador...