Capítulo 81
1989palabras
2022-09-26 13:31
PDV Narrador.
Cuando menos lo vieron venir, entró una enfermera con la camilla donde se posaba el cuerpo de Isabel conectada a un respirador automático. Aun cuando los hombres fueron mas fuertes se le humedecieron los ojos, la madre de Isabel se tapó la boca para no gritar al ver a su fuerte hija tan débil y pálida.
– Es mejor que esperen afuera mientras que la trasladan y acomodan. Por favor – les informó la enfermera y Ajax tomó la mano de Pilar para sacarla de la habitación. Todos estuvieron en silencio en el pasillo esperando. Ajax entró para asegurarse de que todo estuviera bien y luego llamo al cuarteto que estaba ansioso por pasar.
– Ya pueden pasar a verla – Ajax abrió la puerta y señaló para que entraran.
Por un lado, fueron María y su esposo, tomaron la mano libre de su pequeña hija, Luka se tuvo que tomar todo su control para no abrazarla y pedirle que despertara, pero entendía que sus padres debían y necesitaban estar cerca de ella. Pilar se colocó por el otro lado acariciando la melena color miel de su amiga.
Al pasar el tiempo, Marco se dio cuenta que debían darle espacio a Luka para que se acercara, al pobre le había tocado lo peor.
Tomó el brazo de su mujer y le dijo –vamos a darle un espacio a Luka, vamos por un café lo necesitas – maría asintió y le acercó la mano a Luka para traerlo a su pequeña.
– Gracias –dijo mirándole a los ojos a la mujer que se parecía tanto a su amada.
Luka tomó la mano de Isabel y no le gustó sentir ese tacto frío, cuando su fierecilla siempre parecía echar fuego de la pasión que contenía, la tomó con sus dos manos para darle de su calor. Ajax le hizo una seña a Pilar para que le diera un tiempo a solas y se fueron a alcanzar a los Martin´s.
– Gracias por estar fierecilla, mi amor, por favor despierta, estuve asustado por ti y ya me muero por abrazarte Isa por favor – las lagrimas resbalaban por sus mejillas sin que se diera cuenta, él no recordaba haber llorado tanto ni con la muerte de sus padres o quizá si, pero lo que estaba seguro que el vacío y la tristeza que sentía eran enormes y no se le pasaría hasta ver a su amada despierta.
En el restaurante del hospital Ajax y Pilar se encontraron con María y Marco y ella aprovechó de presentarlos.
– María, Mateo, él es Ajax, el director del hospital, el medico que salvó a Isabel… – se quedó interrumpida por el galeno quien no entendía porque lo más importante lo había dejado de ultimo.
– Y su novio, un placer conocerlos, aunque no son las mejores circunstancias, Pilar me ha hablado mucho de ustedes.
– Siéntate hijo, – le pidió Mateo – un gusto conocerte y te estaremos eternamente agradecido por lo que hiciste por una de nuestras hijas, porque Pilar ahí grandota como la vez, es nuestra niña también.
Pilar que estaba sensible se le humedecieron los ojos, María asentó con la cabeza afianzando las palabras de su esposo.
– Un gusto conocerle doctor – le extendió la mano María.
– Solo Ajax por favor – le pidió con una sonrisa.
– Ajax – repitió la mujer – espero que hagas muy feliz a mi hija y no te comportes como el gallan de Luis – dijo la mujer con disgusto la última frase.
– Mamá –Pilar se sonrojó, aunque Ajax sabía la historia, parecía que era el primer novio que les presentaba y le estaban leyendo la cartilla.
– Puede estar segura de que la quiero mucho y la respetaré siempre María, aunque debo agradecerle a Luis que la haya dejado, así la encontré – le aseguró con una sonrisa el griego que a María le pareció muy coqueta, definitivamente su hija Pilar había cambiado para mejor.
Al rato cuando subieron solo los Martins con Pilar, encontraron a Luka dormido con la cabeza sobre la camilla abrazando a Isabel.
– Hasta que se rindió el pobre, no ha dormido desde ayer – les dijo Pilar en un susurro y todos acordaron dejarle un rato más, se sentaron en el pasillo.
Mario entró de la mano con Christine y se asombró al ver a los padres de Isabel ahí, y se sintió mal por no habérsele ocurrido llamarles.
– ¿Mario? – se medio preguntó y le saludó.
– Don Mateo – le extendió la mano para saludarle – doña María – la saludó con par de besos.
– Ella es Christine mi novia – introdujo a la rubia que estaba a su lado que, aunque se veía demacrada y que había llorado mucho, era una mujer hermosa.
– Bella, ellos son los padres de Isabel.
Christine les mostró la mejor sonrisa que pudo ofrecer a pesar de cómo se sentía, extendió la mano para presentarse y fue sorprendida por María quien la atrajo con un abrazo fuerte y que hablaba de que sentía su dolor.
Mientras tanto, los Albertch estaban paseando por las calles coloridas de Estambul, disfrutando del ambiente y la deliciosa comida turca, cuando la llamada del asistente de Armin lo llamó, este frunció el ceño pues le había dado la instrucción clara de que no lo llamara a menos que fuera por una emergencia, él y su esposa se iban a tomar tres meses para recorrer el mundo y se iban a desconectar.
Solo hablaban con Christine cada dos días y con Luka una vez por semana, justo ayer en la tarde habían hablado con Christine y les había comentado que todo estaba bien que se iba a ir de viaje con Luka y unos amigos, por unos días, ¿Qué podía haber pasado para que le interrumpiera su paseo? Se preguntó y contestó al cuarto repique.
Se sentaron en un restaurant con mesas hacia la calle y colocó el teléfono en alta voz para que su esposa escuchara que debía ser importante y él no estaba rompiendo su promesa de seguir en control de todo lo que pasaba en la empresa.
– Espero que sea urgente para que me llames – le respondió sin ninguna ceremonia.
– Don Armin, lo siento, pero su hija y yerno sufrieron un ataque anoche en el edificio de apartamento donde viven.
– Que… – ¿Qué estas diciendo? –dijo la pareja al unísono. – Armin le hizo una seña a su esposa, si hablaban los dos no iban a entender.
– ¿Anoche y hasta ahora me estas llamando? ¿Como esta mi hija?
– Lo siento señor, su hija está bien, sin ningún rasguño, me he enterado por las noticias esta mañana y quise investigar un poco para tenerle toda la información, debido a que, la señora Christine esta bien, solo el señor Quant tiene un rasguño por el roce de la bala.
– Oh por Dios – Aida se tapó la boca al escuchar.
– ¿Dónde están ahora?
– En el hospital central señor, un de sus amigas está gravemente herida.
– ¿Quién carajo los atacó? Espero que ya lo sepas. – le gritó el hombre.
– Fue Adela Kraff señor.
A Armin casi se le cae el teléfono de la mano, Aida dejó de respirar cuando escucho el nombre de la mujer que creía estaba desviando a su hija.
– Tenme un avión listo en una hora para regresar – colgó la llamada, ya lo que tenía que saber lo sabía.
Aida se tapo la cara con angustia aun cuando su hija estaba bien una persona estaba herida, esa mujer debía de pagar, se había acercado a ellos a lastimarlos. Armin como si estuviera leyendo los pensamientos de su mujer le dijo.
– La haré que se funda en una cárcel y no pueda ver ni la luz del dia – sin saber que el cuerpo de Adela ese día sería enterrado sin ningún tipo de ceremonia, debido a que nadie había reclamado su cuerpo.
En el hospital central.
Todos estaban dentro de la habitación de Isabel, primero porque era la VIP del hospital y contaba con 50 metros cuadrados y otra porque el dueño del hospital era su amigo y había autorizado estar esa cantidad de personas en una habitación.
Ya había dado signos de recuperación, de hecho, apretar la mano de Luka era lo que le había hecho despertar, sin embargo, no terminaba de ser consciente, todos se acercaron a ella dándole ánimos y palabras de cariño, Adela lloró y le pidió perdón decenas de veces.
Hasta que María se levantó y se acercó.
– Isabel, es hora de que te despiertes ya – todos se sorprendieron al escuchar el tono fuerte con que le habló, no era un grito era voz de autoridad – tienes a todos aquí preocupados, acaso ¿eso está bien? Tu papá y yo tenemos horas esperándote, mas de las que nos tomó llegar aquí, tu eres mi hija y eres fuerte – le tomó la mano a su hija – necesitas despertar ya y demostrar de que estas hecha…
Además, esa bata de hospital no luce con tu tono de piel, debes cambiártela, Luka no puede seguir viéndote así, te quiero maquillar para que estes bella como siempre, pero esa mascarilla no me deja – ya en este momento la voz se le estaba cortando – puedes pararte y quitártela por favor hija.
El silencio fue sepulcral, nadie quería ni respirar, por eso fue que se escuchó.
– Si mamá – su estaba apagada por la garganta seca y lastimada por el tubo que tenia en la boca, pero todos escucharon y las lagrimas rodaron hasta por el rostro de Mario que había sido el más distante de todos.
Luka con par de zancadas estuvo al lado de ella, por lo que presenció de primera plana el abrir de los ojos que lo volvían loco. Isabel pestañaba para adecuarse a la claridad y Pilar voló a presionar el botón de llamada a las enfermeras y con su teléfono llamar a Ajax.
Isabel no necesitó preguntar porque todos estaban ahí, en su oscuridad se le repetían una y otra vez las escenas de esa noche en lo que ultimo que miró fueron los hermosos ojos azul eléctrico de su amor completamente aterrado y las palabras en alemán “ojala se muera” de la mujer que nunca había visto, pero que sabía quién era.
Ahora volvía a mirar esos ojos que la cautivaron desde el primer momento, aunque estaba rojos tenia una luz de esperanza.
– ¿Te parezco fea? – fue lo primero que le preguntó.
– Por su puesto que no, eres la mujer mas bella del mundo para mí.
– Viste mamá – María solo pudo sonreír y luego reír de alegría su hija estaba de vuelta.
El respirador se lo quitaron un rato, bebió agua, pero se cansaba al hablar, así que Ajax le dijo que se lo debía dejar por un día más, pero cada dos horas se lo quitarían por quince minutos, el aire de la habitación había cambiado, estaban alegres, pero no debían alterar mucho a la paciente que acababa de despertar.
Eso fue hasta que como una tromba entraron los Albertch a la habitación, Armin hizo un escaneo de las personas de las cuales solo reconoció a tres, Christine se levantó como un resorte.
– ¿Papá, mamá?
Aida corrió hacia su hija para tocarla y ver por sus propios ojos que estaba bien, sin embargo Armin miró con rabia a Luka.
– Como es posible que me haya enterado por otro que los atacaron, eres mi yerno, y tu mi hija, como no tienen consideración.
– ¿Cómo esta el bebé? ¿Está bien? – preguntó Aida tomando el vientre de su hija.
– ¿Yerno? – preguntó Mateo mientras veía a los recién llegados y al que se suponía iba a ser su yerno.