Capítulo 76
1474palabras
2022-09-18 15:48
PDV Narrador
Esa mañana no habiendo dormido mucho a Christine le costó esperar una hora prudente para poder llamar a la doctora, a las nueve ya llevaba como diez llamadas y varios mensajes y nada de respuesta. Tampoco la iba a encontrar, pues el teléfono de la víctima se había caído debajo del auto cuando recibió el empujón de Adela, luego fue llevada al hospital.
Donde la revisaron y también tuvo que someterse a una revisión de un médico forense pues ahí mismo en el hospital le tomaron la denuncia y la declaración, había dicho lo que había visto, aunque no sirviera de mucho, solo que era una mujer rubia, algo delgada, con suéter con capucha y lentes, que la había atacado desde la espalda.
Los agentes policiales le hicieron varias preguntas, por ejemplo, si tenía algún problema con alguien o si alguna paciente había reaccionado agresivamente alguna vez y pudiera ser una forma de venganza, o si había participado como testigo en algún juicio y a todo ella respondió que no.
Luego recordó que la había lastimado, ella la había aruñado en las manos en su intento de defenderse, por lo que el médico forense le tomó una muestra de sus uñas para hacer una prueba de ADN. De todas maneras, revisarían las cámaras de las calles.
Esa noche la mujer agraviada durmió en el hospital bajo los cuidados de sus padres y las enfermeras. Al día siguiente estaría de alta, sin embargo, se tomaría unos días de desconexión para recuperarse emocionalmente.
Por su parte Christine tomó una decisión si quería saber de su doctora que tanto la había ayudado a recuperar su vida, debía ver a Adela, no se iba a quedar con esa duda, aunque no creyera que la mujer con la que compartió pudiera ser capaz de lastimar a alguien.
Salió vestida encontrándose a Luka en la cocina y le informó.
– Voy a salir – ella espero la reacción de él que no tardó.
– ¿Estas segura de que te sentirás bien? ¿A dónde quieres Ir?, Puedo mandar a traerte lo que necesites
– Me siento bien, y quiero comprar algo para Mario, el pobre lo he tenido encerrado. – intentó estar lo más calmada posible.
Luka sonrió, en eso no podría ayudarla, sin embargo, no la dejaría salir sola y en eso no iba a ceder, sabía que Adela no tardaría en regresar y Christine ya no solo era su mejor amiga también era la madre de su hijo, o hija creyó escuchar la voz de su fierecilla que siempre le respondía eso.
– De acuerdo, pero – Christine levantó una ceja estaba segura de lo que le iba a decir y ella lo iba a aceptar porque tampoco quería a exponerse, sabía que Adela estaba estaría por llegar, sino es que ya estaba en Frankfurt.
– Llevaras guardaespaldas – culminó la oración terminando su taza de café.
– Está bien – acordó ella sin más, él se la quedó mirando como si le hubiese salido otra cabeza.
– Así no más, ¿sin chistar? – le dijo en tono jocoso.
– Así no más, sé que ahora valgo por dos, – Christine le sonrió –los esperaré para salir.
La rubia respiro profundo cuando se sentó en la mesa del café donde acordaron verse, ya le había dicho a los guardaespaldas que eran dos, no se creía lo exagerado que podía ser Luka, que se sentarán en mesas diferentes y mantuvieran la distancia.
Se sentía segura pero muy nerviosa, bajo las manos de la mesa y las poso en su regazo, le hablo a su bebé mentalmente pidiéndole disculpa por mentirle a su papá y porque no entendía el miedo que sentía, esperaba realmente no estar en peligro.
– Nena, que alegría verte – la voz y el abrazo la sacaron de sus pensamientos.
– Que susto, no te sentí llegar – fue la respuesta de Christine apenas tomando los brazos que la rodeaban, no le devolvió el abrazo como Adela esperaba.
Cuando se separaron que se pudieron ver bien Christine abrió y cerró los ojos varias veces mirando a la chica que tomaba asiento frente a ella.
– ¿Que carajo le pasó a tu cabello? – ni siquiera pensó bien como se lo dijo.
La chica paso las manos por su ahora muy corto cabello y le respondió.
– Pensé que te gustaría el cambio.
Christine la observó se había cortado el cabello como un hombre y el color rubio platinado lo cambio por un color café, la siguió mirando sin disimulo ese corte le parecía familiar, ¿acaso se había cortado el cabello como Luka? Y era su mismo tono de color.
Un atisbo de rabia pasó por los ojos de Adela ante la cara de su interlocutora de juicio y hasta de asco, no, no podía ser.
– Si no te gusta ya crecerá nena, es solo cabello, cuéntame cómo has estado, te he extrañado tanto.
– He estado bien Adela, por favor ¿dime qué quisiste decir con eso de la doctora?
Adela miró para los lados, la noticia ya estaba en los periódicos, al parecer Chris no había leído.
– ¿Qué te parece si vamos a mi departamento y hablamos más cómodas?
– No pienso ir a ningún lado hasta que no me digas, esos no son juegos Adela y me parece de muy mal gusto que lo hayas hecho.
Adela sentía que la estaba perdiendo nunca antes le había hablado así, ni cuando era su jefa, estaba cambiada, lo veía en su mirada.
– Fue una broma, como podría saber yo donde estaba la psicóloga, ni que supiera en que apartamento vives.
Apartamento, pensó Christine, como sabía, cuando ella se fue ellos aún vivían en la casa de sus padres, pero no sé lo iba a confirmar. Ella soltó el aire por la nariz, creyéndole.
– Me alegra que hayas terminado el diplomado eso te abrirá muchas puertas – cambio drásticamente el tema – Adela, no he cambiado mi decisión solo vine a decírtelo cara a cara. – no nos volveremos a ver más.
– No me vas a dejar Christine, tu solo estás confundida nena, vamos a casa y te recordaré porque me quieres. –la tomó fuertemente por el antebrazo.
Christine intentó zafarse.
– Me estás haciendo daño.
– Entonces no te resista, párate y vamos.
En ese momento llegó una mesonera.
– Buen día ¿Que les apetece?
– Un café doble para mí y un cappuccino con crema y sirope de nueces. Para llevar.
Christine la escuchó, estaba pidiendo por las dos, ese era su café favorito, pero ni se molestó en preguntar si eso era lo que quería.
– No quiero café, gracias – le dijo a Adela quien le devolvió la mirada extrañaba Christine amaba ese café.
– Entonces cancela la orden, no vamos – informó a la chica. Quien se retiró de inmediato.
Christine aprovechó de levantarse.
– No tenemos nada más de que hablar Adela, se feliz.
La última se paró rápidamente y la volvió a tomar con fuerza.
– No me vas a dejar te dije, te vienes conmigo –dijo entre dientes para no llamar la atención, pero dos gorilas se le acercaron.
– Suelte a la señora inmediatamente.
Adela miró a Christine con asombro y rabia, la había venido a ver con guardaespaldas.
– Diles a tus guaruras que somos amigas que solo te vienes a mi casa Un rato.
– Que suelte a la señora ahora mismo, sino quiere que llamemos a la policía – le informó el otro.
Adela tuvo que ceder.
– Nos volveremos a ver Christine,– más que un saludo parecía una amenaza.
A Chris le cedieron las piernas al ver que Adela se iba el rubio guardaespaldas la agarró pidió un agua y la regresó a su departamento.
En el Camino recibió una llamada de Luka.
– ¿Donde estás?
– Camino a casa.
– Nos vemos allá, tenemos que hablar, no te quedes sola en ningún momento.
– Que está pasando Luka, no me asustes.
– Hablamos en casa.
Al llegar Luka mando a preparar un té de manzanilla no sabía cómo iba a reaccionar Christine ante la noticia que le iba a dar.
– Tengo una noticia impactante que darte, pero necesitas saberlo, ¿estarás fuerte y atenta?
Christine abrió los ojos de par en par y sintió un escalofrío.
– Dímelo.
– La doctora sufrió un intento de homicidio al salir de aquí.
– ¿Cómo?, ¿Qué? – no le terminaban de salir las preguntas.
– Por suerte está viva, pudo activar el botón de pánico de su auto y varias personas se acercaron, la atacante huyó, nadie la vio o dio mayores rasgos más que era una mujer.
Christine sintió como si la sangre le abandona el cuerpo y se puso más blanca debió que era.
– Fue ella – susurró.