Capítulo 70
829palabras
2022-09-12 15:44
PDV Isabel.
Salí de la habitación y me dirigía a buscar mi cartera y mi teléfono que habían quedado en la mesa, sentía mi cuerpo agotado, no creía que tardaría mucho tiempo mas antes de irme. Al llegar a planta baja, cambie de parecer, la barra me llamaba, me senté y pedí una margarita, la tome y me dio curiosidad saber si Paolo estaba en nuestra mesa, caminé unos cuantos metros para asomarme y en efecto lo vi de lejos, estaba sentado hablando con Mario y Christine, su altura, espalda ancha y descubierta me hicieron recordar lo que me había hecho sentir hacía muy poco.
El muy gallan se había quitado el casco, hasta que por fin se cansó, pensé. Un suspiro salió de mi y volví a tomar asiento en la barra, ahora que me esperara él por haberme dejado botada en la habitación, me era sorprendente como en este tiempo la actitud de impulsividad y algo de inmadurez del Paolo que conocí habían dado un giro de ciento sesenta grados, ahora podía ser un dominante.

Y la verdad sea dicha, me encantaba esa faceta, hacía tiempo que no tenía orgasmos así de profundos, cerré los ojos un instante y negué con la cabeza, cuando aparecieron en mi mente un par de ojos azules eléctrico, no, no iría por ahí, me lo reproché. Paolo no se merecía que yo recordara si quiera a otro cuando se había portado tan bien en la cama.
Cavilaba en mis pensamientos, había descubierto algo nuevo en mí esa noche, jamás me imagine que unas nalgadas me iban a poner tan caliente, que el poder ceder el poder te podía volver poderosa, pero no se trataba se ceder por ceder, sino del indicado de un hombre con la suficiente testosterona para sentirse y comportarse solo entre cuatro paredes como un amo. Bien por ti Isabel, algo nuevo que puedo seguir repitiendo.
Quizá esta era mi oportunidad para el amor, era guapo, me gustaba un cuerpo que se veía bien, pero ahora que lo había probado quería una y otra vez y lo más importante si estaba disponible para mí, me quedé repasando el lugar, aún seguía prendido, el abrir de las puertas del ascensor me llamó la atención y de ahí para mi sorpresa y alegría salieron mi mejor amiga tomada de la mano del guapo doctor griego, todo parecía haberse alineado.
Se veía radiante, no me cabía duda que había tenido uno o varios orgasmos, pero sobre todo sonreída, se veían tan bien juntos que mi corazón se alegró por ellos, les sonreí de vuelta cuando me vieron, los abracé.
–Hola Pili – salude a mi amiga.
–Hola tú, ¿Qué haces aquí sola?

–Brindando por las segundas oportunidades.
–Entonces brindemos – se emocionó Ajax y pidió una bebida para ellos. – ¿Como estas mujer maravilla?
–Muy bien flecha verde, que bueno que los aires te trajeron por mi tierra.
–Si, ha sido muy bueno – me respondió guiñándome en ojo pícaro.

Aunque pude notar que buscaba por los lados y parecía que se estaba haciendo preguntas el mismo. Una vez nos tomamos las bebidas les comenté.
–No se ustedes, pero, yo como que me voy ya, iré a buscar mis cosas.
–Te acompañamos – dijo Pilar y nos encaminamos hacia nuestra mesa.
Al acercarnos a nuestra mesa iba a tomar por los hombros a Paolo para sorprenderlo, pero una voz conocida me llamo a mi espalda.
–Isabel – el sonido de la música no me hizo reconocerlo en seguida, pero al girar me quedé de piedra.
–¿Paolo?
–Si claro, tengo horas buscándote, pensé que te habías ido ya.
¿Horas buscándome? Que carajo le pasaba.
–¿Cómo que horas buscándome? – le pregunté, si definitivamente debía ser una de sus bromas, pero en que momento se puso la parte de arriba, si el estaba sin camisa y porque llevaba una mascara encima de la cabeza.
Me decidí a voltear a la mesa, cuando sentí que un cuerpo grande me tapo la luz, sn embargo la actitud de Paolo me detuvo, se encuadro y levantó una ceja con cara de pocos amigos.
–Pensé que los trajes no se repetían – respondió una voz profunda con un inglés con acento alemán y yo me quise morir ahí mismo.
Terminé de girarme para validar lo que mis oídos habían identificado, mis piernas flaquearon y sentí que podía desmayarme.
–Supongo que el dueño puede tomarse las libertades que quiera – le respondió subiéndole los hombros sin darle importancia.
Yo pestañaba viendo uno al otro a la mesa, donde estaba posado el casco del iron man impostor, busque la mirada de Pilar quien estaba atónita como yo, mientras que Ajax estaba serio pero sus ojos sonreían.
Había sido una trampa, fui engañada por este canalla, pero que carajo le pasaba, quería gritarle, pero ¿cómo lo hacía? Me iba a poner yo misma en evidencia. Me faltó el aire, escuché algunas voces que no entendí y la oscuridad me atrapó.