Capítulo 67
1184palabras
2022-09-07 13:48
– Viniste – le dijo él.
– Me invitaste – respondió ella chula.
Ambos se acercaron a solo un pie de distancia, ella admiró su altura, lo varonil y sexi que se veía, él aprovechó de oler su aroma.
– ¿Por qué no te quitas el casco y por qué estás hablando en inglés?
Preguntó ella, de buenas a primeras como venía hablando con Christine no se había percatado, se le hizo natural seguir hablando en ingles pero, era como ilógico que entre ellos se hablarán en otro idioma que no fuera español.
Como tenía el casco puesto ella no se dio cuenta que él se había quedado de piedra, no había pensado en eso, pensó rápido y le respondió.
– Estamos en un role party mantengamos el papel.
Ella sonrió, si, ella podría jugar eso. Pero lo siguiente la intrigó más.
– Isabel, quiero jugar contigo, quiero enseñarte lo que me gusta y lo que sé vas a disfrutar. Pero necesitas confiar y rendirte a mí.
El vio la duda y la emoción en los ojos miel de ella, mientras a Isabel su C.P le mostraba escenas de nalgadas y latigazos por placer. Pasaron unos segundos y ella seguía sin reaccionar. Él la tomó por el mentón y alzó su cara.
– ¿Que dices?
– Acepto – asentó con la cabeza reafirmando su decisión, ella quería cambiar, quería llenarse de nuevas sensaciones, dejarse llevar y por primera vez ceder el control.
Esa sola palabra al hombre le supo a gloria, estuvo a punto de levantar el puño y saltar, pero mejor se mantenía en su papel.
– Entonces quiero que te quites la tanga – aun cuando era una voz computarizada se sintió el cambio, era una voz de mando.
Isabel estaba como hipnotizada, ¿cómo era que Paolo podía adquirir esa personalidad tan de macho alfa? de verdad que había cambiado en estos dos años, pensó y se dispuso a bajarse las bragas lo más sexi que podía y se la extendió al Iron Man que tenía al frente.
Él se las llevó a la nariz y decidió que ese sería su trofeo de hoy. Buscó la silla rodante y la trajo frente a ella.
– Siéntate aquí.
– ¿De verdad me vas a estar dando órdenes toda la noche?
– Si, además quiero que me llames amo de ahora en adelante. Aceptaste, así que apégate a las reglas.
– A cuáles si no las conozco.
El negó con la cabeza, al final era abogada y por el momento no tenía madera para ser sumisa, pero él iba a probarla.
– Te las iré diciendo mujer maravilla, solo déjate llevar.
Isabel apretó los labios, le iba a costar, pero haría lo posible por cederle el control, pese a que ella pensará que aún él era un chiquillo, aunque con esa actitud que estaba teniendo hoy podía cambiar de parecer. Se sentó y él tomó el tobillo de ella.
– Te ves condenadamente sexi con estas botas, pero prefiero ver tus lindos pies. – le sacó cada una de las botas dejándole un beso en cada tobillo.
A ella le recordó algo no muy lejano, pero lo desechó de su mente se iba a concentrar en el chico que tenía en frente, no en ningún hombre de ojos azul espectacular.
– Ábrete para mi mujer maravilla.
La consciencia intelectual de Isabel se sonrojó completa y bajó la cara, mientras que la porrista levantó la pierna hasta dejar su pantorrilla detrás del cuello. Finalmente, Isabel se abrió de piernas.
Se acercó hasta el escritorio y tomó algo, le alzó el pie y empezó a colocársela.
– Es un panty vibrador – explicó el hombre mientras le agarraba el trasero para colocársela, como no podía por ahora quitarse el casco la panty haría el trabajo por él, además de que él tendría el control.
– Dime un número.
– Cinco respondió ella.
– Muy bien, serán cinco minutos en los cuales no te puedes correr.
– ¿Que carajo estás diciendo? – eso no lo iba a poder cumplir, si cuando ella usaba un vibrador podía hasta llegar en dos minutos y ya estaba bastante caliente.
– Cinco nalgadas por contestarme así – le advirtió él.
– Trátame con respeto y no cuestiones mis órdenes mujer maravilla, entrégate a mí que seré tu amo.
Ella respiró profundo ¿de verdad la iría a nalguear? Así que decidió meterse en el papel.
– Si amo
– Así me gusta.
Sin perder más tiempo el amo encendió el panty en nivel dos e Isabel dio un respingo e inhaló como un ahogo, su respiración se aceleró y apretó las manos a la silla. Él tomó el banco redondo y se sentó frente a ella para admirar esa faceta.
– Mira el reloj serán cinco minutos, no te corras antes o te castigare.
– ¿Cuál será el castigo amo?
– Te vendaré los ojos y te pondré unas pinzas aquí – le puso las manos en cada seno y empezó a acariciarle sobre el corsé en los pez***s.
Isabel se mordió los labios y él aprovechó para subir un nivel a la vibración, ella dio un grito ahogado, quería cerrar las piernas para poder aguantar más, pero al estar así abierta y ahora con sus manos sobre ella le iba a costar mucho más.
– Apenas te faltan cuatro minutos, – le informó mientras le pasaba el pulgar por los labios y ella empezó a chuparlo, verla así hizo que su parte ya hinchada se moviera más y ella captó como el pantalón de cuero iba creciendo.
– Para – le pidió él casi como un jadeo.
– No – respondió ella y le dio un mordisco en el dedo– él la levantó de la silla, subió la vibración a nivel cinco y le dio dos nalgadas.
– Ahh– gritó ella no porque le doliera mucho era que casi se veía cuando sintió la palma de él sobre su piel.
– Quedan dos minutos mujer maravilla, te vas a correr cuando yo te diga, ¿Te gusta el control? Entonces controla tu cuerpo y no te corras antes de tiempo.
Eso le hirió un poco su ego, y lo miró con rabia, quería atravesar el bendito casco. Pero no perdería ella era también competitiva, iba a aguantar, aunque todo su cuerpo estaba temblando y sudando.
Aprovechó que estaba parada y le quitó el corsé, para su suerte no llevaba brasier así que la sentó nuevamente y le tomo los pez**** que por su puesto estaban duros, los acariciaba, los apretaba en Isabel casi deja las uñas clavadas en los posa manos de la silla de tanto que apretaba para controlarse. Pasado el tiempo el amo le apretó los botones y le dijo.
– Ahora sí, córrete para mí.
Los gritos de la madrileña se mezclaron con la canción S&M de Rihanna que se escuchaba de fondo en toda la habitación, éste había sido el orgasmo más intenso de toda su vida, nunca había tenido que controlarlo, ni retrasarlo, pero había valido la pena fue tan arrasador que casi sintió que se desmayaba.