Capítulo 46
1572palabras
2022-08-01 20:20
PDV Narrador.
Fernando tomó el teléfono de Mario y habló con Isabel sobre un caso que llevaban en conjunto y del cual tenían que introducir ciertos documentos al juzgado. La cara de desilusión de Luka fue vista por Christine y le preguntó solo moviendo los labios, para que los demás no escucharan.
– ¿Qué pasa?

Luka solo negó con la cara, los cuatro fueron a tomar par de copas de vino con unas tapas madrileñas y luego el dúo de abogados dejó a la pareja en el hotel no sin antes Mario atajara a Luka luego de que la rubia se bajara y le preguntara si Christine era solo su socia y amiga a lo que el alemán le respondió de manera política sin mentir, pero sin querer arruinar su posible plan.
– Es principalmente eso. – ara luego bajarse de la camioneta dejando a un Mario más confundido aún.
Finalmente, Mario y Fernando se dirigieron a su bufete, tenían varias cosas que arreglar con Isabel ante su repentino viaje. A eso de las seis de la tarde Isabel recibió la llamada de su mamá.
– Hola Madre, ¿cómo estás?
– Hija días sin verte, estoy muy bien ¿y tú?
– Bien, si he estado¬– no termino de decir cuando su madre finalizó la frase.

– Ocupada ya lo sé, pero te recuerdo que prometiste acompañarme hoy a las al bingo de la sociedad de damas retiradas a beneficio de la casa hogar.
– Por la virgen, lo olvidé por completo mamá.
– Justo por eso te llamé, así que a menos que seas medico y haya una emergencia hospitalaria, cosa que no eres, lo demás puede esperar y acompañaras a tu madre. Además, tu padre tiene un partido de bolos hoy así que no tengo quien más me acompañe.
Isabel respiró profundo ciertamente se lo había prometido, su madre era muy entregada a esa asociación y ella la había tenido olvidada.

– Esta bien mamá, pasaré por ti.
– Recuerda que es de gala, te espero cariño.
Se despidieron y media hora más tarde la abogada salía de su oficina a acicalarse para el evento.
No tenia tiempo de ir a la peluquería por lo que opto por hacerse una clineja suelta de lado. Conociendo a su madre que siempre destacaba por vestir bien y que le había inculcado a ella lo mismo, tomo un vestido elegante con corte corazón con pequeñas mangas que caían en sus hombros, de color plata con brillantes, ajustado a su cintura luego color vino que se extendía hasta las rodillas y finalizaba en color plata hasta los pies.
Usó unas sandalias color vino y un micro bolso de mano donde no le entraba ni el teléfono del mismo color, colocó perfume en las zonas estratégicas, solo por costumbre pues no esperaba encontrar a nadie especial en esa reunión.
“Será hoy, porque ese era tu lugar de pescar al abogado perfecto”
– Era tu lo has dicho, además hoy a sido un día largo así que compórtate como si fueras mi consciencia no mi enemiga.
Le respondió dándose una ultima mirada en el espejo a su maquillaje ligero y saliendo a buscar a su mamá a quien no encontró lista por primera vez, ya que siempre era muy puntual.
– ¿Mamá como es posible que no estes lista?
– Disculpa hija estuvimos ocupado – le respondió su padre sonriente con el uniforme de bolos medio arrugado. Le dio un beso en la mejilla y se marchó.
– Tu papá me ocupó – dijo la agraviada subiendo los hombros e Isabel lo entendió.
Tal parecía que hasta sus padres tenían más se** que ella. Ayudó a su mama a terminar de alistarse con un vestido rojo manga larga que se ceñía a su cuerpo aun esbelto y ambas mujeres salieron animadas.
El evento estaba lleno desde que pisaron la entrada iban de saludo en saludo hasta llegar a su mesa, se dio el primer juego para ellas, pero en realidad era el quinto para los que habían llegado a la hora y les sirvieron una copa de champagne, como lo habían hecho en cada termino de cartón. Ella la recibieron a gusto sin darse cuenta que a unos metros alejada estaba una madre junto a su hijo que asistían pro primera vez a ese evento.
La señora Bianchi estaba muy feliz, ella había ganado la segunda ronda y por eso había tomado más, para el quinto descanso su hijo le pidió que se fueran al verla hablar con la lengua enredada. Cuando por fin la convenció e iban camino a la salida, la señora vio a un camarero y tomo la última copa.
– Mamá – le reclamó su hijo Leone suavemente, porque el siempre complacía a su madre.
– Es la última hijito – tomó un sorbo cuando se percató de que una mala mujer estaba muy risueña en una mesa cercana.
Le apuró el paso a su hijo, pues ella no se iba a quedar con esa ofensa, su hijo era demasiado bueno para reclamar, pero ella no, ella era una leona si era necesario para defender a su hijito. Leone no se había percatado aun, que su ex novia estaba ahí hasta que escuchó el grito de su madre.
– Tu golfa me vas a escuchar.
Isabel levantó la cara al escuchar el grito sin siquiera darse por enterada que era con ella, cuando vio a la que podía haber sido su suegra, María la madre de Isabel también la vio mientras se acercaba amenazante a su hija.
– ¿A quién llamas golfa mujer?
Trataba de mantenerse en calma pues ella tenia un estatus alto dentro de la sociedad, pero de ninguna manera iba a permitir que le ofendieran a su hija, ya Isabel le había contado que Leone la había cortado, pero no le dio detalles, al final su mamá le dijo que parecía un niño muy mimado y que no parecía seguirle el ritmo. Ante esas palabras Isabel se sintió apoyada por su progenitora.
– A tu hija a la que parece no le enseñaste como ser fiel. Se atrevió a engañar a mi hijo.
Isabel abrió los ojos como platos, la señora María apretó los puños agarrando la mesa y muchos otros se estaban empezando a acercar tras oír los gritos. Obviamente esto no ayudaba a Leone quien quería abrirse paso con su nuevo bufete y ahí se encontraban la crema y nata de la familia de abogados de Madrid, ya suficiente había tenido con irse temprano debido a que su mamá se había pasado de tragos.
– Mamá por favor vamos – rogó su hijo empezando a apenarse por llamar la atención de mala manera.
Isabel no quería ni pararse para no darle importancia a una vieja borracha, por el contrario, la miraba con altivez.
– No, tú tienes quien te defienda, y tu con tu cara de yo no fui no vas a engañar ni avergonzar a mi hijito – levantó la mano hacia la cara de Isabel, esta última se levantó y la tomó fuerte por la muñeca antes de que llegara a ella y por el otro lado se escuchó un “plash”
– ¿Como pudiste? Tú eras mi amiga – se quejó haciéndose la ofendida la madre de Leone ante la cachetada que recibió de doña María.
– Tú lo acabas de decir, era, y que sea la primera y última vez que le levantas la mano a mi hija.
– Lo siento doña María, disculpe de verdad, es solo que mi madre está un poco descompuesta.
Mario estaba rojo de vergüenza, Isabel lo miraba queriéndolo desaparecer con la mirada y negando con la cara. Todos los presentes empezaron a murmurar.
– No es a mí a quien le tienes que pedir disculpas Leones y ahora mismo me le dices a tu mamá que no es indispuesta lo que esta es piriri. Si tu descubriste a mi hija engañándote.
Mario abrió los ojos de par en par, lo que menos imagino era que lo pusieran en una situación tan comprometedora, él era quien había buscado la forma de ir a ese evento para darse a conocer, ya había investigado y sabía que los padres de Isabel eran reconocidos y apreciados en el entorno, lo que no se esperó era que Isabel estuviera ahí, ya que no era asidua de acompañar a sus padres.
– Ciertamente no doña María, no tengo ninguna prueba de que Isabel me haya engañado, es solo una confusión de mi madre, mis disculpas nuevamente en su nombre.
– Me lo imaginaba, asegúrate de que no pise este recinto nuevamente.
La actual directora que era amiga de los Martin, se acercó con un oficial de seguridad.
– Por favor retírense en este preciso momento, escóltenlo a la salida. – dijo con un tono que no esperaba ninguna respuesta.
Al irse los atacantes, Isabel siguió tomando de su champagne como si nada y la próxima ronda de bingo se inició, pronto le dieron ganas de ir al tocador, se excusó y fue hasta ahí, cuando salió un hombre al que ella conocía muy bien estaba con el pie en la pared de frente al baño esperándola.
–A mí me pareció que también le rompiste el corazón, aunque parece un mal polvo.
Ella sonrió y lo saludó solemnemente.
– Paolo, tanto tiempo.
– El suficiente para sanar mi corazón partido por ti y volver para reconquistarte.