Capítulo 33
1170palabras
2022-07-24 15:09
PDV Narrador.
– Brindemos por su tercer mes, tenemos estas botellas de champagne que trajimos de Paris, para esta ocasión – dijo Aida casi dando brincos en el yate.
– Salud – respondieron todos al ser servidos por el camarero.
Se sentaron a comer el brunch que habían preparado los Albertch donde sobresalía la comida del mar, calamares, camarones, ceviche de pulpo, pasta a la marinera, mejillones, ostras y demás.
Fueron degustados por las dos parejas, Aida llamaba continuamente al camarero por más y más bebida burbujeante y no aceptaba un no por respuesta, mucho menos de su hija y yerno.
Tomaron fotos, le pidieron más de un beso a la pareja de recién casados que cada vez se veían más alegres y con las mejillas coloradas. Actitud que no pasaba desapercibida por la madre de Christine, como resultado de que su plan estaba marchando bien, ninguno se percató que era ella quien siempre distribuía las copas, tres botellas después…
Una Christine con risas a toda voz se levantó y se tambaleó un poco, aunque se dijo que era por las olas del mar. Se disculpó para ir al tocador.
– Luka, hijo creo que deberías acompañar a Christine, le pidió al joven que también se le notaba que estaba como acalorado.
– Si justo lo hago – respondió se fue a alcanzar a su esposa.
Al bajar las escaleras se detuvo, un calor y una erección en su entrepierna lo sorprendió.
– ¿Que está pasando? Se preguntó en un susurro, su cuerpo estaba respondiendo extraño.
Se dio cuenta que algo no andaba bien, empezó a respirar más rápido y una necesidad de ser tocado se le disparó. Toco la puerta del primer baño que encontró y al no escuchar nada abrió. Al ver que no estaba Christine se lavó la cara, le hacía falta agua fría para bajar ese calor.
Respiró profundo y entró a la recamara para buscar a su amiga/esposa, se acercó a la puerta del tocador y escuchó unos jadeos. Sin pensar bien abrió la puerta y para su sorpresa la encontró semi recostada del inodoro con el vestido por las caderas los pantys a un lado y tocándose su parte intima.
Ella se sorprendió, pero no podía parar.
– Oh Luka– dijo en un susurro casi alcanzando un orgasmo, intentó bajarse el vestido, pero las ganas de ser tocada y el calor de su cuerpo eran mas grande que la pena que pudiera sentir.
– Chris, algo está pasando – alcanzó decir quien sintió su entrepierna vibrar y querer salir al encuentro de quien tenía al frente, cerró los ojos quería recordar que era como su prima, su amiga y tomando todo el auto control que podía la cargó para darle alivio.
–Te voy a meter a la ducha fría, creo que será lo único que pueda calmarnos – cargó a una Christine que sentía escalofríos y su centro sentía espasmos. A penas fue cargada por Luka, empezó a retozar sobre el necesitaba ser tocada.
– Tengo tanto calor – jadeaba mientras sus caderas se movían solas
– Chris por favor, no, no lo hagas estoy igual que tú.
Dijo él antes de que la rubia lo besara con fiereza y su autocontrol se fue al desagüe ante todo era un hombre que, aunque estuviera drogado o no disfrutaba del se** y sabía que eso era lo que justo iba a pasar. Antes de salir del baño vio una bata de baño y la tomó. Dentro de sí sabía que esto iba a cruzar una línea muy fina y que habría un antes y después en su relación con Christine.
Christine quería debatir, pero no podía estaba siendo irremediablemente arrastrada por una baja pasión que les pedía a gritos que tomara al hombre que estaba cerca, para su suerte o no era su mejor amigo, ella quería pensar en Adela, pero ella no estaba para apagar su fuego.
Luka la poso delicadamente en la cama y le susurro.
– Te pondré esto, piensa lo que quieras seré gentil– dicho eso, le vendó los ojos con la cinta de la bata de baño y le volvió alzar el vestido.
Suavemente deslizo su ropa íntima húmeda por sus jugos pasionales, la olió y fue su perdición.
– Autocontrol auto control – se repetía porque no sabía si quiera si su amiga había estado alguna vez con un hombre y a él lo que le provocaba era rasgarle la ropa y meterse en ella duro y rápido.
Pero él había visto muchas veces como se trataban las mujeres en la cama, más de una vez lo hicieron delante de él para satisfacer su morbo, con él y por él. Así, que sabía de buena fuente como tratarla.
Con suavidad le acarició las piernas, desde los tobillos hasta su centro que palpitaba, posó su boca y su lengua hizo el trabajo, Christine jadeaba, arrugaba las sábanas y le halaba el cabello, presionándolo más contra ella.
Arqueo la espalda por la introducción de un largo dedo, luego de dos y casi perdió la consciencia de placer cuando empezaron un vaivén dentro de ella.
En la proa una madre se sentía orgullosa de lo que había hecho, porque una madre siempre hace lo que tiene que hacer por el bien de sus hijos, sabía que su hija estaba siendo deliberadamente desviada de su camino normal.
Que lo inició no supo porque temía preguntarle a su hija como fue que había perdido el interés por los hombres, incluso por mucho tiempo no permitía que ni su padre la abrazara.
Si bien pudiera haber otros buenos partidos para su única hija, iba a ser más difícil pues ella solo confiaba en Luka, así que mejor que darle un empujoncito para que le dieran nietos rápidos, aunque al ver los chupones y mordiscos en el cuello de su yerno le hizo saber que quizá no lo necesitaban, pero que más daba el plan ya estaba hecho. pensó una Aida quien le pidió a su esposo.
– Querido, creo que es momento de dejar a los chicos solos.
– Pero que dices, como nos vamos a ir sin ellos, vamos a llamarles – respondió un desconcertado Armin ante la solicitud de su esposa.
– Se lo que te digo, acaso no recuerdas como éramos cuando nos recién casamos, buscábamos cualquier lugar – le guiño el ojo pícaramente y le pidió al capitán que les habilitara la mini lancha para llevarlos a tierra firme.
En el camarote, dos cuerpos jadeantes, sudados, pero sobre todo satisfechos eran la prueba de que el matrimonio había sido consumado.
Antes de caer en un profundo sueño, Christine pensó en dos cosas una, en que no se había imaginado a Adela mientras era poseída por Luka y que este último no se equivocó cuando le había asegurado esa mañana que podía llegar a volverla loca en la cama, lo que jamás pasó por su mente era que eso podía ser posible ¿de verdad había disfrutado con un hombre de forma sexual?