Capítulo 26
1584palabras
2022-07-20 15:18
PDV Narrador.
Ella lo vio absorta de su magnífico cuerpo parecía un guerrero troyano y también se fijó que le había marcado las uñas en la espalda y su gran trasero. Se quedó dormida sonrojada ante su propia actitud con este hombre que acababa de conocer, ojalá viviera en España, pensó antes de caer rendida en un sueño con unos ojos azul eléctrico.
El repique de un teléfono la despertó y se levantó apenas con un ojo abierto en búsqueda de su teléfono. Quizá Pilar la estaba llamando o peor aún, Leone.
Alcanzó el teléfono y cuando iba a contestar vio la imagen de una rubia cabello corto sonreída con la palabra "esposa" llamando.
De pronto como si le hubiesen echado agua fría en la cara, despertó y enfocó bien, no era su teléfono, era el de Luka y lo estaba llamando su esposa.
La rabia se apoderó de ella, su CI y CP se vieron a la cara sin entender y ella buscó su ropa con la poca luz que entraba del amanecer, las lágrimas se asomaron en sus ojos miel y con ella la recriminación de la consciencia intelectual.
" Viste no debiste hacerle caso a ésta, ahora resulta que es casado, que vergüenza, ¿qué has hecho?"
Tomó su falda, la blusa y mientras se entrelazaba las sandalias el teléfono volvió a sonar, ella solo quería salir de ahí, tomar su vuelo, regresar y no verlo nunca más.
Pero al volver la foto de su esposa quien llamaba, y darse cuenta de lo hermosa que era no le pareció justo que ese canalla las estuviera engañando a ambas.
Ella no era de armar dramas, pero joder se lo había preguntado y él había dicho que no. Tomó el teléfono, dispuesta a darle la cara cuando él salió del baño aun mojado y con una toalla envuelta en su cintura, literal cayó sentada en la cama mientras se levantaba al ver lo glorioso que se veía, la boca se le secó, pero enseguida recuperó la compostura.
– Si serás gilipollas – habló entre dientes.
Luka la miraba como tenía los ojos rojos de rabia y no entendía, la había dejado unos minutos atrás sonriendo.
– ¿Qué está mal? – preguntó desconcertado.
– ¿Que qué está mal? – alzó la voz un poco más – te pregunté directamente si eras casado, y me escuchaste, ¿cierto?
– Sí te escuché – respondió cauteloso.
Aun cuando sabía que le había mentido no podía asociar como se había enterado.
– Eres casado joder, quita esa cara de que no sabes de qué te estoy hablando. Me engañaste para que me acostara contigo.
– ¿Pero cómo? – Luka no salía de su asombro cuando el teléfono repicó nuevamente, ella le mostró su propio teléfono y vio la imagen sonreída de Christine.
– No es lo que piensas, déjame explicarte. – fue lo primero que le salió a un Luka que nunca se había visto en una situación como esa, como le explicaba que solo se trataba de un favor a una amiga.
– ¿Es tu esposa o no es tu esposa?
Habló la española más que molesta, aunque ella ya estaba segura, en el fondo no quería creerlo, no podía creer que ese hombre que la había hecho sentir tan bien la había engañado como a una adolescente.
– Sí lo es, María, pero…
No pudo decir más, ella lanzó el teléfono en la cama y salió corriendo de la habitación, él fue tras ella, pero estaba semi desnudo, llegó hasta el pasillo llamándola, corrió a ponerse la ropa, pero ya no había rastros de ella.
PDV Isabel.
Recogí mi bolso del piso juntando algunas cosas que se habían salido, las guardé y salí de esa habitación sintiéndome terrible, había roto una regla importante para mi “No acostarme con hombre casado” por suerte al salir había taxis disponibles en una zona destinada para ellos en el estacionamiento.
Entré al primero que vi, le di la dirección del piso de Pilar, y salió del establecimiento. Al sentirme lejos de ahí las lagrimas empezaron a rodar por mis mejillas terminando de arruinar el escaso maquillaje que me quedaba.
Llegué directo a darme una ducha para quitarme su olor, su recuerdo; esto me pasaba por salirme de mis reglas. Me acosté en posición fetal y otras lágrimas se me salieron, no porque sea yo una santa o porque me haya arrebatado la virginidad, eran lágrimas de rencor, somos adultos, qué necesidad tenía de mentir, pronto el cansancio fue tan grande que me dormí solo con la toalla puesta.
– ¿Isa? Escuchaba a lo lejos una voz suave que me llamaba.
– Despierta – las manos de Pilar me movían muy a mi pesar.
– Déjame dormir – me quejé.
– Te dejaría con gusto, pero perderías el vuelo.
– ¡Mierda! – exclamé levantándome de golpe y se me cayó la toalla.
– Guao, si que te divertiste anoche, pero mírate, eso estuvo intenso, cuéntamelo todo – me miró sonreída.
Me observé en el espejo de cuerpo completo abriendo mi toalla y para mi tortura el muy bastardo me había dejado chupones en mi pecho, piernas y hasta en una de mis pantorrillas.
– Ese hijo de la gran … – me frené la palabrota, quizá su mamá no tenía la culpa de cómo él era.
Eran las diez de la mañana y mi vuelo era a la una, debíamos salir de prisa al aeropuerto. En el camino le conté a Pilar todo con lujo y detalles.
– Oh por la virgen santísima pero que canalla, OK puedo entender que te tenía ganas, pero pudo ser sincero y dejar que fueras tú quien decidiera.
– Exacto – solo alcancé a decir asintiendo.
– Lo siento, Isa, todo por hacerte venir hasta acá con esta idea de la despedida de soltera. – dijo mi amiga arrugando la cara.
– No seas tonta, no tienes que disculparte nada, me divertí en tu fiesta de despedida de soltera, además fui yo quien decidió irse a la cama con él.
– Dime que se cumplieron tus expectativas y con eso me sentiré realizada como madrina. – le dije a Pilar.
– La pasé genial, fue la mejor fiesta de soltera de mi vida, gracias – expresó abrazándome.
– Por cierto, ¿qué hiciste ayer? Te conté todo yo y no te he dejado hablar.
– Bueno es un cuento largo, primero quiero… Pilar Fue interrumpida por el anuncio de mi vuelo.
– Salvada por la campana esta vez – dije señalándola con mi dedo índice. – pero te llamaré para que me lo cuentes.
– No espero menos de ti – nos abrazamos y yo respiré profundo.
– Tranquila Isa, olvídalo. Lo bueno es que no sabe ni tu nombre ni dónde vives, no te atormentes por eso, quizá no lo veas más, te quiero – me dijo abrazándome mientras nos despedíamos.
Las horas de vuelo me la pasé dormida hasta que arribamos a mi Madrid natal. Tomé mi pequeña maleta y al salir me encontré con un sonreído Leone esperando. “Oh no, había olvidado que sabía mi itinerario, se suponía que él iría conmigo” pensé.
Puse mi mejor sonrisa para darle un abrazo de saludo.
– Hola, hermosa – dijo dándome un casto beso en los labios.
– Que sorpresa, no te esperaba aquí.
– Intenté llamarte para avisarte, pero me salió la contestadora, así que vine de igual forma para sorprenderte.
“¿Ves? Este sí es un caballero” – dijo mi consciencia intelectual – “no como el otro mentiroso”.
“Mentiroso, pero se mueve como el mismo…”– la interrumpió mi cheerleader mordiéndose los labios, seguro recordando lo que yo quería olvidar.
– ¿Quieres ir a cenar? En el hotel donde me estoy quedando hacen unas ensaladas deliciosas.
– No gracias, lo siento Leone, estoy muy cansada solo quiero ir a dormir.
– Está bien, entonces te llevaré a tu departamento.
La verdad era que tenía un hambre descomunal, por lo tarde que me desperté no comí en casa de Pilar y debido a que estuve dormida en el vuelo tampoco comí en el avión, pero ni loca me iba a un hotel a cenar con mi novio, quizá ya quería consolidar en la cama nuestra relación y yo estaba llena de moretones que me hizo otro.
Me sentí muy mal a ver la cara de desilusión del caballero a mi lado, lo que me hizo confirmar mis sospechas de sus intenciones luego de la cena. Rumbo a mi piso me preguntaba cómo evitarlo mientras me duren los chupetones que tenía en mi cuerpo, y más aún, cómo olvidaba este fin de semana.
Al llegar al apartamento apenas me hice una merengada de proteínas y me dormí nuevamente, necesitaba recargar mis baterías para la semana que se venía, para mi sorpresa me desperté a las cuatro de la mañana del lunes, y fue cuando encendí mi teléfono que me encontré con muchas llamadas perdidas de mi madre, Pilar, y las que Leone me había comentado sumado a mensajes de que me extrañaba y quería verme.
Mientras hacía mi rutina de ejercicios diarios me vino la brillante idea de hacerme masajes linfáticos y tenía el sitio perfecto para eso, había pasado por ahí en todas mis operaciones para que me bajaran la inflamación rápido y con ello los moretones que me quedaban, así que de seguro me ayudarán a disminuir los días de estos chupetones aún rojos en mi piel, mientras le diría a Leone que tengo el período.