Capítulo 13
1061palabras
2022-07-12 20:31
PDV Relator.
El no creía en las casualidades, por lo tanto, debía actuar, ésta era su única o última oportunidad de buscar a su viejo y verdadero amor, que justo había decidido casarse cuando él por fin le había pedido el divorcio a quien no debió convertir en su esposa.
Dio gracias al cielo porque María ella no quiso tener hijos en todos esos ocho años que compartieron porque iban a engordarla y ya no tendría tiempo para ella.

Ya tenía un plan, había decidido romper el silencio y enviarle un mensaje a su amada, quizá fue un poco rudo teniendo en cuenta que hacía mucho tiempo que no le escribía, pero el enterarse de su casamiento había removido todo lo que se había encargado de enterrar por años.
Pilar era la chica que además de inteligente y guapa le había robado el corazón apenas entraron a estudiar el primer año de derecho, siempre le hizo saber que ella le gustaba, pero tenía pena de acercarse, pues, aunque no era formal ya sus padres y los de María daban por sentado que tenían una relación y está ya lo empezaba a abordar.
No fue hasta la fiesta por haber pasado el primer año en la universidad que él se atrevió a besarla y le pidió que lo acompañará a dar una vuelta; cuando estuvieron en un lugar seguro empezaron a besarse apasionadamente.
Esa hubiese sido su primera vez sin embargo los nervios, el temor y la desesperación lo llevaron a eyacular con solo hacer movimientos sobre ella con toda la ropa puesta.
En el trayecto Madrid a Frankfurt se le vinieron todos esos recuerdos, de la vergüenza que sintió, dejo de buscarla y empezó a evadirla, adicional a ello cuando le contó a su madre que se había enamorado de Pilar, ella le pidió que se alejara.
Según su madre, él con su apellido no podía estar con una chica huérfana y a quien sus amigos le habían dado una beca para estudiar, él debía de estar con María, quien para ella sí estaba a su altura.

Se tapó la cara en el asiento A2 de primera clase, que ocupaba en el viaje relámpago que decidió hacer. Aún con tantos años le daba rencor haberse dejado manipular por su familia y haber dejado a su verdadero amor irse con otro con el cual pronto se va a casar.
Él estaba decidido, no iba a dejarla llegar al altar sin declararle que aun la amaba, en el fondo sabía que ella lo había amado por mucho tiempo más, así que tendría esperanza de que quizá aún quedara algo de eso.
Pidió otro whisky a la aeromoza, mientras pensaba que ya era un hombre hecho y derecho se había hecho un nombre y una pequeña fortuna por lo que no dependía de sus padres ni de su futura herencia. Ya había pagado por años su error al estar con una mujer vanidosa que solo se quería así misma y que él solo fue un trofeo.
Al llegar a la ciudad financiera de Alemania se fue al departamento de ella, si bien le había escrito que la quería ver antes de que se casara, ella no se imaginaba que iba a ser ese mismo día, ya no tenía tiempo que perder.

Su reloj marcaba diez minutos para las ocho de la noche cuando estacionó el carro alquilado al frente del edificio de Pilar, cuando tuvo el suficiente valor para bajarse, aunque eso significase que se expusiera ante su amiga y socia que de seguro estaba con ella.
Mario, se dio cuenta que el carro de su amor de la juventud estaba saliendo del estacionamiento del edificio con ambas damas, por lo cual volvió a entrar al auto y se dispuso a seguirlas.
Vio cuando llegaron a un elegante restaurant y cual Stalker, ahí se bajó y decidió entrar, las buscó con la mirada, sin embargo, no las encontró así que pidió un trago en la barra, pasaron algunos minutos se escuchó a lo lejos risas y gritos de mujeres por lo que caminó hacia el baño de caballeros para escuchar más de cerca, y oyó el nombre de ella por el micrófono.
La piel se le erizó y se puso tenso, debía repasar lo que le iba a decir nuevamente, parecía un chiquillo y no un abogado exitoso que había ganado decenas de casos ante la corte.
Tomó una mesa y pidió una botella de vino y cena, a media noche decidió salir y esperar en el auto, no quería terminar ebrio. Finalmente, antes de la una de la mañana las vio salir y las siguió nuevamente, esta vez a un restaurant aún más grande, al parecer la fiesta seguía.
Cuando creyó que era el tiempo oportuno decidió entrar él también, pero para su sorpresa, había dos locales ellas entraron al de la izquierda y a ese se dirigió, pero cuando le pidieron el código del brazalete se quedó atónito.
Ofreció pagar lo que fuese para que lo dejaran entrar, pero nada convenció al hombre que parecía que media más de dos metros, más bien éste cordialmente lo invitó al local del lado que al parecer sí podía entrar.
Sintiéndose derrotado Mario de las Casas, entró al restaurante y pidió un whisky en las rocas. Esto no lo vio venir, pero aun así no quería darse por vencido. Pensó y pensó a quien podía llamar que pudiera ayudarle a entrar, no se le venía nadie a la mente, más que clientes, peor algo le decía que no llegara a ese extremo.
Sacó su laptop pues aún no había hecho el check in en el hotel y se dispuso a investigar que era el bar del lado y a qué se debía su exclusividad. No encontró más que algunas fotos y que tenía poco tiempo de haberse inaugurado.
– ¿Mario? ¿Mario de las Casas?
Escuchó su nombre y se sorprendió al levantar la cara y encontrarse con un viejo amigo de fiestas.
– Por Dios, Luka, cuanto tiempo.
Se levantó y se abrazaron.
– Por favor siéntate – le pidió Mario.
– Claro, que bueno verte por acá – le respondió el amigo mientras observaba al sentarse, lo que estaba buscando Mario.
– ¿Qué quieres saber de D' Noir? – preguntó Luka sin más.
– Cómo entrar – respondió Mario tras soltar el aire sonoramente.