Capítulo 11
1120palabras
2022-07-11 20:13
PDV Isabel.
Finalmente llegó el viernes, trabajé hasta medio día y me fui en el vuelo de las dos a Alemania. En el avión me quedé pensando en quién podría ser la enamorada de Mario, la universidad era muy grande y podía ser cualquiera, por lo que no le di más importancia al tema. Me quedé dormida por las siguientes dos horas debido al cansancio acumulado.
Me desperté cuando avisaron que pronto aterrizaríamos en el Rhein–Main–Flughafen aeropuerto que sirve a la ciudad de Frankfurt. Suspiré profundo ya que en ese momento había soñado con el hombre de los ojos azul eléctrico.
"UMM, ese sí que es un alfa, justo lo que necesito" dijo la consciencia porrista desperezándose. – “¿Ah es que te gustan los patanes?” – le respondí. "No juzgues a un libro por su portada, abogado".
Puse los ojos en blanco para mí misma; tomé mi maleta de mano y salí al encuentro con Pilar que había venido por mí.
– Ahí viene mi abogada preferida – saludó, extendiéndome los brazos.
– ¿Cómo se siente estar próxima a cambiar de estado civil? – pregunté, solo para escuchar su respuesta.
– Mujer, solo tú puedes quitarle la parte romántica a algo y volverlo a lo legal – recriminó poniéndome los ojos en blanco.
Le saqué la lengua y moví mis hombros.
– Qué hay del caballero andante, ¿dónde está? – quiso saber de Leone.
– Oh, olvidé decirte que no podrá venir, aún tiene asuntos pendientes sobre su mudanza.
La sonrisa le llegó hasta las orejas.
– Oh, la virgen escucho mis ruegos – dijo juntando las manos como si estuviera rezando.
– Deja de jugar con eso – reclamé mientras salíamos del aeropuerto – No entiendo cómo es que te cae mal si aún no lo conoces – salí a la defensa de mi intento de novio.
– No es que me caiga mal, pero tú sabes cuáles son mis intenciones para mi despedida de soltera y que él viniera ya lo iba a poner menos divertido, empezando porque no dormirías en mi piso.
– Lo pensaba enviar a la despedida de soltero de Luis.
– ¿Estás loca? Luis se va a Berlín con unos amigos.
– Oh, no sabía eso – dije algo apenada. – bueno, entonces que bueno que no vino – dije convencida.
– ¡Esa es mi chica! – respondió sonreída mientras nos adentrábamos al tráfico.
– ¿A dónde vamos?, esta no es la vía a tu piso.
– A hacernos unos exámenes de sangre – contestó de lo más natural, como si me dijera que nos íbamos hacer la manicure.
– ¿A hacernos? querrás decir a hacerte – dije con cara sarcástica.
– Ambas Isabel, el sitio a dónde vamos es muy exclusivo y tiene unas reglas muy estrictas para acceder.
– ¿Qué se necesita para entrar? – quise saber.
– Primero registrarte en una página con un seudónimo por supuesto, luego indicar que vas a jugar y ahí te lleva a otra página donde debes cargar el código de barra de los resultados de los exámenes de sangre que tengan menos de una semana de vigencia y hechos en un laboratorio que ellos te indican según tu locación.
– Luego te asignan otro código de barra que debemos mostrar cuando ingresemos a esa parte del local.
Abrí mi boca ante tanto tecnicismo de lo que para mí era un local para tener se*o con quién quisieras.
– Sabes que sólo te voy a acompañar y que no tengo pensado estar con nadie, ¿verdad?
– Sí, mi amor, lo sé – respondió con fastidio – ya me lo has dicho N cantidad de veces. Pero como te dije, para entrar a esa parte del complejo, así solo te sientes a esperarme en una mesa o en la barra, debes cumplir con los requisitos y como tú eres la mejor dama de honor del mundo sé que te encantará complacer a la novia – dijo moviendo las pestañas y haciendo un puchero.
– Si serás manipuladora, lo haré solo porque ya dentro de poco me toca hacerme esos exámenes, así que lo tomaré como un adelanto.
– Entonces, ¿es una parte para la gente decente que solo va a comer y otra parte, un bar para los que van a tener se*o? – pregunté para estar clara.
Soltó la risa al escucharme – Si, básicamente eso.
Nos detuvimos ante una luz en roja y Pilar revisó su teléfono el cual había avisado de un mensaje minutos atrás.
Lo leyó y rápidamente colocó el teléfono en el portavasos como si le quemara, su pecho subía y bajaba más rápido, me pregunté qué le había afectado, sin embargo, esperé un tiempo para ver si me decía, seguimos adelante cuando cambió el semáforo y un silencio se apoderó de ella, no era normal.
– ¿Pilar, todo bien?
– Sí, todo bien – respondió por salir del paso.
– ¿Por qué me estás mintiendo? – dije girándome hacía ella y cruzando mis brazos – Ese mensaje te afectó, te conozco. ¿Puedo ayudarte con algo?
– No puedes ayudar en nada, realmente no es nada – dijo subiendo los hombros.
– Pilar, ¿desde cuándo me ocultas las cosas? Si hasta cuando te digo que no quiero saber tus intimidades con Luis, me las dices.
– Ok ok, ganaste, realmente es alguien sin importancia del pasado.
Me quedé mirándola, ¿del pasado? Me pregunté si solo había estado con Luis.
– ¿Recuerdas que a inicios de la universidad casi estuve con alguien? Antes de ser novia de Luis.
Me quedé pensando un poco, estaríamos hablando de más de once años atrás.
– Ya, claro él que te llegó con solo rozarte – reí a carcajadas ante el recuerdo. Sin embargo, ella se ruborizó.
– Sí, él – dijo a secas – bueno me envió un mensaje.
– ¿Y aún tienes contacto con él? – pregunté, aunque era evidente la respuesta.
– Sí, no es algo frecuente de hecho tengo casi un año que no sé de él.
– ¿Y por qué yo no sabía nada? – me quedé mirando su cara buscando respuestas, aunque no me las dijera.
– Porque ya te dije que no era importante.
– ¿Y qué dice el mensaje?
Se quedó un momento pensando, como si se debatiera en decírmelo o no.
– Que se enteró que me caso y que espera que no cometa el mismo error que él, que se casó con la persona equivocada. Y... – se quedó unos segundos sin responder, que me parecieron eternos, así que la apremié.
– ¿Y qué, mujer? – me estaba exasperando su actitud muy contraria a lo que ella es.
– Que quiere verme antes de que me case.