Capítulo 10
1087palabras
2022-07-11 20:11
PDV. Isabel.
Tres semanas después.
– Oye Isabel creo que tenemos que replantearnos otras alternativas con respecto a este caso, debido a la bajada repentina de la empresa en la bolsa. – empezó diciendo uno de mis socios al salir de una reunión de conciliación ante la separación de una multinacional a la cual representábamos.

– Estoy de acuerdo, sin embargo, tengo algunos otros pendientes para esta tarde, ¿te parece si nos reunimos a las siete? – propuse.
Esta semana había sido de largas horas de trabajo, por lo que agradecí mentalmente que Leone estuviera en Torino.
Estaba planeado que regresara el miércoles para irnos a Frankfurt, hasta entonces esperaba estar más desocupada. Este fin de semana sería la despedida de solteros tanto de Pilar como de Luis, tiempo que aprovecharía para presentarlos.
Pasada la medianoche llegué a casa extenuada, me quité el traje y el cuerpo me dio solo para darme una ducha con agua caliente y acostarme en la cama solo con un panty puesto. Estaba acostumbrada a tener estos momentos en mi trabajo, nuestra pasión por lo que hacíamos nos diferenciaba de los otros bufés y nos estaba haciendo ganar más casos. Poco tiempo había tenido para tener una charla por teléfono con Leone, apenas algunos mensajes de buenos días y buenas noches.
En estas dos semanas saliendo por alguna razón no habíamos podido tener relaciones y eso no parecía importarle, me gustaba que fuera caballeroso, pero ya mi cuerpo pedía atención.
Para el jueves en la mañana recibí una llamada de mi novio aún no consumado.

– Hola hermosa, ¿cómo estás?
– Muy bien, caballero ¿y tú?, ¿A qué hora es tu vuelo? – le saludé coqueta.
– Te estoy interrumpiendo en tu trabajo para pedirte disculpas, no podré viajar hoy bella, se están retrasando algunos documentos de alquiler de la oficina y requieren de mí, así como algunos casos que aún tengo pendientes.
– Oh, está bien, primero lo primero – dije tratando de disimular mi tono de desilusión.

– De verdad lo siento, quería hacer este viaje contigo y conocer a tus amigos. Discúlpame con ellos.
– Sin problemas. – dije cortante – me está entrando una llamada de un cliente, hablamos luego, buen día.
– Adiós, preciosa.
Le mentí, que fastidio, yo que pensaba que con este viaje nos conoceríamos más y podíamos estar juntos. "Más aburrido imposible, necesito acción, un apasionado orgasmo o varios, mejor aún" – toqué mi frente y cerré los ojos, para conversar con mi inoportuna CP.
" Que tal si volvemos a nuestra relación de antes en la que solo apareces para lo laboral y darme ideas para resolución de los casos mientras medito o hago ejercicios?” – pedí lo más calmada posible.
Será que necesito ir a un psicólogo o solo necesito a mi amiga para conversar, continué pensando.
"Lo que necesitas es sexo y dejar de trabajar tanto"
Intenté buscar apoyo con mi CI, pero al parecer ella también estaba de acuerdo en que necesitaba tener uno o varios orgasmos.
– Ya te estas pareciendo a Pilar.
Dije en mi mente a lo que solté una risa que detuve cuando entro Mario a mi despacho, ojeroso y con aspecto de cansado.
– ¿Cómo haces para verte tan fresca y de paso sexi con estos días que hemos tenido? – dijo negando con la cabeza mientras se dejaba caer en una de las sillas frente a mi escritorio.
– Fácil, hago ejercicio cada día, me alimento bien, no fumo. – dije moviendo mis pestañas largas. – Si tan solo dejaras de fumar en unos años podrías aparentar tu edad – dije haciéndole una mueca.
– Buff – soltó el aire por la boca – Lo que necesito es una mujer que me atienda todas y cuando digo a todas son todas mis necesidades – soltó con frustración.
Me quedé sorprendida ante esta revelación, pues en todos los eventos él y María parecían la pareja perfecta.
– ¿Todo está bien con María? – pregunté para no asumir.
– Nada está bien, Isabel, son solo apariencias, María pasa más tiempo en el gimnasio y en el consultorio de su cirujano que en la casa – dijo pegando la frente de mi escritorio.
Me causó cierta pena verlo así, siempre ha sido el más fuerte de los tres. Me levanté, rodeé mi escritorio para sentarme en la otra silla a su lado para abrazarlo.
– Todo va a estar bien, quizá solo necesiten una luna de miel y conversar lo que está pasando.
– Yo lo que creo es que me equivoqué al casarme con una mujer solo porque era la popular de la universidad cuando estaba enamorado de otra.
– ¿Que? – respondí sorprendida.
– ¿Y de quién estabas enamorado? – quise saber.
Levantó la cara de mi hombro y su expresión la conocía bien, se arrepentía de lo que había dicho. Como buen abogado cambió su expresión rápido para contestar.
– Qué importa ya, yo fui quien eligió a María, luego ella estaba con otro y yo a pesar de que le dije lo que sentía por ella no pude dejar a María y por ende ella tampoco dejó a su novio.
– Oh por Dios y porque hasta ahora me cuentas eso, te hubiese ayudado – dije poniendo mis brazos en jarras.
– No creo, yo era un idiota en ese entonces.
Solo pude alzar mis cejas y una media sonrisa se me escapó. Mario no la paso por alto.
– Y tú cara me dice que también lo pensabas.
– Culpable – Exclamé levantando mis manos – a mi favor también pensaba que eras un estudiante brillante, idiota algunas veces, pero brillante. Ahora creo que eres un abogado excelente, trabajador y además de guapo, aunque tú aspecto de hoy no te acompañe.
– Si tú lo dices, yo te creo. – dijo, abrazándome y moviéndome el cabello.
– Basta, fui a la peluquería esta mañana – dije entre queja y risa.
– Cambiemos el tema a algo mejor. ¿Qué vas hacer este fin de semana? Pregunto.
– Me voy a Frankfurt, Pilar se casa y será su despedida de soltera. – respondí aplaudiendo.
Al escucharme la cara de Mario palideció.
– ¿Se va a casar? – preguntó por lo bajo.
– Sí, ya era hora, ¿verdad? – bromeé.
– Supongo – respondió subiendo los hombros.
– Bueno, basta de charla tenemos aún cosas por hacer para tener el fin de semana libre – dijo levantándose y saliendo de mi despacho de manera cortante.