Capítulo 67
1949palabras
2022-09-08 11:33
Cuando al fin llegamos a nuestro destino, no pude evitar sorprenderme de ver la hermosura que irradiaba aquel lugar que daba entre lo victoriano y moderno al mismo tiempo, el lugar decía por todos lados “dinero”, ni siquiera podía compararse en lujos con el restaurante en el que trabajaba.
-Buenas noches señores- Nos recibió el Hostess. -Su mesa los espera- Señaló para que lo siguiéramos.
Subimos en un ascensor al que parecía ser el último piso, una vez allí salimos, otra enorme habitación dio con nuestra vista, esta era igual de lujosa a la de primer piso, solo que en ella no había nadie que la llenara, se vislumbró una mesa al final, y justo frente a ella, la pared estaba hecha de cristal por lo que se podía apreciar la despampanante vista que daba la ciudad por la noche.
-Que tengan una feliz velada- Dijo el Hostess saliendo del lugar.
Ambos asentimos en agradecimiento.
Al adentrándonos más, ya la sorpresa y emoción se veían plasmadas en mi rostro, Kiram me ofreció su brazo como todo un caballero, y yo pase mi brazo por el suyo complacida, caminamos más en dirección a la mesa, como si se tratase de la película más romántica que había visto, alrededor de nosotros estaba todo repleto de muchas hermosas rosas rojas y pequeñas luces que me hacían suponer que eran velas encendidas.
-Kiram… Esto es realmente hermoso- Dije con ilusión, en realidad no sabía qué decir exactamente.
-Es grato saber que te haya gustado- Respondió con una sonrisa de complacencia, para acto seguido, abrazarme justo antes de llegar al que suponía sería nuestro lugar para cenar.
Lo abrace con tanta fuerza, casi la misma fuerzo con la que mi corazón palpitaba de emoción; no tenía idea de que me gustaban estas cosas románticas hasta que él las hizo por mí.
-Gracias mi amor- Dije en un hilo de voz. -Al parecer reservaste todo el piso para los dos- Volví a decir viendo de lados con una sonrisita divertida.
-Algo así-
Vi a través de su expresión, y fue ahí cuando caí en cuenta, que claro, tenía a mi lado a un hombre extravagante, que, aunque no pareciera serlo por su forma silenciosa con que hacía las cosas, la realidad era que amaba los lujos.
-Claro, el restaurante es tuyo- Dije con evidencia.
Al descubierto, asintió con una sonrisa en sus labios.
-Vamos a sentarnos- Me jalo de la mano.
En un gesto caballeroso abrió mi silla para que me sentara, así lo hice, luego la ajustó y fue a sentarse a la suya.
-Vaya hombre caballero- Dije coqueta.
-Ese collar se ve realmente hermoso en el cuello de su dueña- Dijo dándose cuenta del detalle en mi cuello, tal parecía alegrarle el hecho de que me lo hubiera puesto.
-¿Me creerías si te digo que hasta hoy abrí la cajita?- Pregunté avergonzada.
-Tratándose de ti, por supuesto que lo creo-
-Gracias por habérmelo dado de vuelta- Agradecí con atisbo de timidez en mi tono.
Mi agradecimiento era sincero, de todas las cosas que él me había dado en esos días, con ese collar había decidido quedarme porque para el momento que me lo dio, sentí que significó más que un simple gesto por hacerme lucir como una lujosa novia delante de ellos, pensé estar equivocada en ese entonces, porque en ese momento se había sentido como si cuando me lo ofreció, eran sus ganas por complacerme y no por aparentar, y ahora que sabía que me quería como yo, quizás no había estado tan equivocada, quizás ese gesto solo había sido el inicio de sus sentimientos por mí, aún sin el darse cuenta, era por eso que el colgante lo sentía de un valor sentimental que no sabía explicar claramente, pero que dentro de toda esa mentira sentí que fue el obsequio más sincero.
Un mesero nos sirvió la comida, mientras comíamos también charlamos con fluidez, me sorprendió como Kiram se había abierto a contarme algunas cosas desde su niñez hasta su adolescencia y un poco más allá, cosas referentes a su padre, algunas ya me las había hecho saber su madre aquella noche en la piscina de su hotel familiar, solo que yo no pensaba confesarle esa parte que había prometido quedaría como un secreto entre la mujer y yo. Antes solía juzgarlo en mi cabeza constantemente, incluso me rompía la misma intentando entender porque la rareza en las actitudes y manera de ser del hombre hacia los demás o de ver la vida, algunas veces pensaba que, si quizás se debía a que pertenecer a un estatus tan alto los convertía inminentemente en seres fríos, pero esa idea se iba cuando veía a su hermana que era totalmente normal, o incluso a Liam, entonces pensaba si solo se debía a que había nacido siendo un bicho irremediablemente raro, pero no fue hasta que el mismo me explico parte de su crianza que pude entender como su padre se había encargado de forjar el carácter de su hijo, y el esfuerzo que puso en él, no había sido precisamente para que fuera el hombre más adorable y abierto del mundo, de hecho, se había encargado de presionar a su hijo al punto de que hiciera de los negocios familiares lo más impórtate de su vida, incluso por encima de lo que realmente importaba, no por el dinero porque ese ya tenían para malgastarlo por unas cien vidas más, era más por el poder, por la avaricia de mantener el apellido tan alto como muy pocas familiar podían permitírselos, esas y algunas cosas más había podido comprender ahora.
Con respecto al matrimonio de sus padres, él había nacido en un núcleo tan falta de ese amor ágape entre ellos, que a medida que iba creciendo no creyó necesario tal amor romántico en su vida, después, cuando sus padres se separaron por las razones que él se encargó de descubrir por sus propios medios, su decepción frente a la situación fue tal que, aunque no creyera en el amor puro, si se había acostumbrado al menos a tener a sus dos padres para él y su hermana, pero la suma de todas esas experiencias lo hicieron sentir que no valía la pena experimentar por él mismo, nada referente al supuesto amor ágape del que había oído por ahí, con eso en mente, estaba más que convencido de que, para que tener una mujer a su lado que sintiera tal vacío que veía en los ojos de su madre a diario estando junto a su padre, y para qué tener hijos que de seguro iban a crecer sintiéndose como él lo había hecho, nada de eso tenía sentido para él. Y si tenía razón respecto a sus pensamientos, al menos si los basaba en sus vivencias; pero esa no eran la verdad absoluta, porque claro que existía el amor verdadero, y claro que se podía construir un núcleo familiar sano donde el amor fuera la principal meta y no la avaricia, para eso solo él debía abrir los ojos y ver más allá, de esa forma rompiendo patrones pasados, y para mi fortuna sus ojos ya estaban siendo abiertos, ya él comenzaba a ver todos los panoramas existentes, y desde allí es que se había abierto a la posibilidad de amor sin miedos.
Hacía un rato habíamos terminado nuestra cena, pero debido a que nos habíamos mantenido muy conversadores es que nos habíamos distraído aún luego de comer.
-Y entonces llegaste tu para cambiar en mi cabeza todo lo que creía que estaba bien- Confesó tomando mis manos entre las suyas.
Si pudiera salir de mi cuerpo y ver desde afuera la escena que estaba viviendo en ese justo instante, quizás me avergonzaría de mí misma por la actitud de tonta enamorada y sumisa con la que estaba viendo a ese hombre a los ojos justo en ese momento.
-Quizás sea muy pronto, pero desde que te tengo en mi vida, deseo experimentar despertar en compañía por las mañanas, desayunar para después dar y recibir un beso de despedida para posteriormente ir al trabajo, deseo experimentar qué se siente que durante el día te pregunten como estas, y que por las noches, sentir que te reciban con una sonrisa y un beso de bienvenida a casa; Bella, todo esas cosas jamás las había deseado antes, porque solo fue después de ti con quien quise, vivir una vida, una boda, incluso me ha llegado a ilusionar la posibilidad de tener una pequeña niña igual a ti... Ahora mi deseo más ferviente es envejecer a tu lado Isabella Jonhson- Finalizó mirándome con esa mirada que sostenía tan intensamente, sus palabras habían logrado calar en lo más profundo de mi corazón.
Las palabras estaban atoradas en mi garganta, mis ojos estaban ya cristalizados, y cuando por fin iba a decir algo en respuesta, él me interrumpió antes.
-Se que eres consciente de que no te había pedido esto oficialmente, y esa es la principal razón una de esta velada-
Saco una cajita de terciopelo color azul de su bolsillo, después, la extendió ofreciéndomela, yo estire la mano en un acto más robotizado debido a que pensamientos de lo que podía estar pasando comenzaban a llegar a mí, él depósito la cajita en mi mano.
-Ábrela- Indicó.
Hice lo que dijo algo temerosa, al abrirla con lentitud , pude ver que dentro se encontraba un anillo, uno muy hermoso, sencillo, un modelo que en definitiva yo usaría, tenía un diseño delicado con pequeños diamante alrededor, y justo en medio se encontraba incrustado un corazón azul celeste que era mi color favorito; desde el primer momento en que vi el anillo mis ojos no repararon en abrirse de par en par y a medida que pasaban los segundos el nerviosismo se hacía más presente que nunca en mi cuerpo.
-Puedes estar tranquila, no es de matrimonio, aún no- Me tranquilizó. -Aunque si quieres que lo sea, podría serlo- Dijo entre broma y serio.
Mi expresión se calmó un poco.
-Es hermoso mi amor, pero no tenías que darme nada- Dije agradecida.
El tomó el anillo y lo puso en mi dedo anular, me quedó perfecto.
-Con este anillo, quiero pregúntate oficialmente si ¿quieres ser mi novia? -
El miedecillo que había estado sintiendo se evaporó por completo, en cambio, una gran emoción se apoderó de mí.
“Después de todo, si pensaba pedirlo” Pensé con emoción.
-POR SUPUESTO QUE SÍ- Respondí levantándome de mi silla para casi tirarme encima de sus piernas, quedando sentada, mejor dicho, casi recostada encima de él.
Lo abracé con anhelo y lo comencé a besar por todo su rostro para terminar con un beso suave y dulce en sus labios.
-Eres oficialmente mi novia- Repitió con una sonrisa maravillosa en sus labios.
-¿Tenía más opciones?- Hice una mueca en broma.
-La verdad es que no- Ladeo su cabeza arrugando su nariz.
-Lo sabía- Solté una carcajada. -Te amo con todo mi ser- Dije pegando mi frente a la suya. -En realidad para ti tampoco había más posibilidades- Acepte posesiva. -Digo, luego de que me confesaras quererme, definitivamente iba a pegarme a ti como lapa- Bromee.
-También te amo mi pequeña fierecilla indomable- Susurró cerca de mi oído.
Hice mi cabeza hacia atrás y levanté mi mano para volver a apreciar el anillo en ella.
-Conoces bien mis gustos- Mencioné gustosa.
-Me ha dado algo de tiempo para aprender una que otra cosa de ti- Sonrió. -De una debo aclarar, que espero algún día cambiar ese anillo de noviazgo por uno de matrimonio- Informó para luego besar el lóbulo de mi oreja.
-Eso ya lo veremos- Dije enrollándome un poco por las cosquillas me causo su toque.