Capítulo 32
1266palabras
2022-05-18 09:40
Parker
Skye y yo nos encontrábamos preparando la cena para esa noche, con el fin de tener listo todo para solo cocinarlo más tarde. Esa sería la noche en la que íbamos a contarle a Amy sobre nosotros. Habíamos decidido cenar en casa y le habíamos sugerido a Amy que trajera a Lewis también, así, si todo se iba al diablo, por lo menos Amy tendría a alguien que estuviera allí para ella. Yo no tenía idea de cómo irían las cosas. Lo que sí sabía es que existía la posibilidad de perder mi relación con Skye, ya que, como lo había dicho antes, si tenía que elegir entre Amy y yo, ella elegiría a Amy, y eso era algo que yo respetaba. Lo único que yo esperaba es que esa no fuera la forma en que las cosas habrían de salir.
No me importaba el que Amy me gritara, que se enfadara y dejara de hablarme por un par de días hasta que se acostumbrara a la situación. Lo que no quería era que me odiara por estar con Skye. Tampoco yo estaba dispuesto a perder a Amy por esto, sin importar lo fuertes que fueran mis sentimientos por Skye.
Volví mi atención hacia Skye, quien se encontraba preparando una tarta casera de queso para todos nosotros. Sonreí mientras la observaba, con su lengua ligeramente fuera de su boca, concentrada en lo que hacía. Era lindo. Me acerqué a ella y, apoyando mis manos en sus caderas, besé sus hombros.
Skye dejó escapar un suave gemido y recostó la parte posterior de su cuerpo contra mí.
“¿Cómo te va, hermosa?”, le pregunté.
“Ya casi termino”, dijo efusivamente, mirándome por encima de su hombro.
La hice darse la vuelta para quedar frente a mí y presioné mis labios con suavidad contra los suyos. Skye sonrió en mis labios, haciendo serpentear sus brazos alrededor de mi cuello mientras devolvía mis besos. Luego de un momento, nos separamos.
“Me estoy volviendo loca por lo de esta noche”, suspiró.
“También yo. Solo esperemos que todo salga bien y no mal”, le dije, acariciando su cabello. “Porque no estoy listo para dejarte ir, para dejarnos ir.”
“Tampoco yo”, dijo ella con tristeza.
Acerqué su cabeza a mi pecho y, abrazándola con fuerza, besé la parte superior de su cabeza.
“Con suerte, no llegaremos a eso”, susurré.
Skye asintió y se aferró a mí con mayor fuerza. La sostuve contra mí durante algunos minutos antes de que al fin nos separáramos.
“Deberíamos terminar de prepararnos y luego busquemos algo para distraer nuestras mentes”, sugirió ella.
“Buena idea. ¿Qué te parece si salimos a tomar un café y luego almorzamos?”, le sugerí.
“Está bien, pero que sea un almuerzo ligero. Necesitamos guardar espacio para la cena”, dijo riendo.
Habíamos dejado todo listo para una cena de tres platos. Preparamos sopa de lentejas para comenzar, guiso de pollo con patatas y verduras como plato principal y, por último, la tarta de queso para el postre.
“Tienes razón; de lo contrario, ya no cenaremos”, dije, riendo entre dientes.
Le robé un último beso y terminamos.
“¿Una ducha?”, sugerí.
“Sí”, sonrió ella.
Nos limpiamos y le ofrecí mi mano para que fuéramos a ducharnos. Cerré la puerta y, apenas me di la vuelta, me encontré a Skye desnuda y sonriente frente a mí. Abrió la ducha y entró y, tras un gemido, me desvestí para unirme a ella. En el momento en que estuve a su alcance, me atrajo hacia ella y me besó con brusquedad. Mientras gemía con sus besos la levanté, presionando su espalda contra la pared de la ducha, sin que nuestros labios se separaran ni una vez. Solo tomó unos momentos de besos para que me excitara.
“Necesito que me tomes ahora”, me dijo, exhalando aceleradamente.
“Hmm… Es lo que planeo hacer…”, le respondí.
Entré en ella con rapidez, y ella se aferró a mí, mientras los dos clamábamos de placer. Creo que ambos queríamos aprovechar al máximo aquel momento juntos, porque ninguno de los dos sabía lo que habría de pasar al final de la noche.
“¡Joder!”, gritaba ella, y gimiendo, me suplicaba: “¡Más fuerte…!”
Y le di lo que pedía. Pero, después de eso, tuve que llevarla a la cama para tomarme mi tiempo con ella. Seguir duchándonos no tenía sentido ya que, en todo caso, tendríamos que hacerlo de nuevo, pero nada de eso importaba, nada más que la increíble sensación de estar dentro de ella.
***
Skye y yo terminamos acurrucados en la cama, luego de un par de horas de diversión y, me atrevo a decirlo, de hacer el amor. La última vez se sintió completamente diferente a todas las veces que hubiéramos compartido anteriormente. Logramos conectarnos a un nivel tan diferente que aquello me asustó un poco por dos razones. Primero, porque no llevábamos demasiado tiempo juntos y, segundo, porque podría ser la última vez que hiciéramos aquello juntos.
Ella había colocado su cabeza en mi pecho, dibujando círculos con su dedo en mi estómago. Yo estrechaba su brazo, con nuestros cuerpos envueltos el uno en el otro.
“Ojalá pudiéramos quedarnos aquí todo el día”, susurró ella, acariciando mi cuello.
“Podemos hacerlo, si quieres… Bueno, al menos durante algunas cuantas horas más”, le dije, mirándola.
Sí… Habíamos planeado salir, pero yo también hubiera podido quedarme así, felizmente, durante las próximas horas.
“¿Podemos? ¿De verdad?”, preguntó ella, mirándome.
“Claro, si eso es lo que quieres, hermosa”, sonreí, besándola. “Podemos prepararnos un sándwich o algo para almorzar.”
Skye asintió con una amplia sonrisa. Tampoco yo me sentía listo para moverme. Me gustaba estar junto a ella. Era suficiente para hacerme feliz.
“Si todo se fuera al infierno… Lo que más voy a extrañar es el acurrucarme en la cama contigo, disfrutando de tus besos”, susurró ella, con tristeza.
Acaricié su espalda, suspirando.
“No podemos pensar de esa manera, Skye. Lo vamos a solucionar", le dije para tranquilizarla.
No sabía si eso era cierto, pero me habría gustado que así fuera. Y, si pensaba al respecto, incluso si Amy se volvía loca y decía que no podíamos estar juntos, no sabía si sería capaz de alejarme de Skye. Para ser honesto, creo que eso me rompería el corazón y no sentía que fuera capaz de manejar el que me rompieran de nuevo el corazón, no tan pronto.
“Lo sé, y lo siento. Me estoy preparando para lo peor”, dijo ella.
“Lo entiendo, pero todo saldrá como se supone que debe salir.”
Skye se acurrucó, acercándose más a mí, abrazándome con fuerza y dejando escapar un leve sollozo.
“Escucha, nena, eso no es necesario”, la tranquilicé en voz baja.
“Lo siento” dijo ella, negándose a mirarme. “Estoy siendo necesitada y patética.”
Reposé mi dedo en su barbilla, inclinándolo para hacer que ella me mirara. Ella había comenzado a llorar y limpié sus lágrimas con mis dedos.
“No, no lo eres”, le dije. “E incluso, en el caso de que Amy no esté de acuerdo con nada de esto, todavía podemos estar juntos, aunque de nuevo tendría que ser en secreto. No me gustan los secretos, pero prefiero tenerlos que no estar contigo.”
“No sé si yo podría. ¿Cómo funcionaría eso?”, preguntó ella.
“Conseguiré mi propio lugar y podrás venir a visitarme y quedarte allí, conmigo”, le sugerí.
“Supongo…”, respondió ella, con una media sonrisa.
“Lo resolveremos, Skye; te lo prometo”, la tranquilicé.
Skye me besó suavemente antes de volver a abrazarme. Sin importar lo que pasara, haría lo necesario para cumplir con mi palabra. Comencé a temer la llegada de la noche, pero, cuanto antes terminara aquello, sería mejor.