Capítulo 15
1248palabras
2022-05-10 10:41
Skye
Parker y yo estábamos sentados en un banco junto al agua, bebiendo café y comiendo perritos calientes. Me alegraba que ya no estuviera actuando tan raro como lo había hecho en el último par de días. Sin embargo, lo comprendía, pues era extraño para él. También lo fue para mí, pero continué actuando de manera normal porque lo veía nada más que como dos adultos que habían compartido una noche de pasión. No era gran cosa. Lo único que estaba afectándome era lo mucho que deseaba hacerlo de nuevo. Mis sueños habían sido extremadamente sucios el último par de noches. Tal vez fue algo bueno el que no se hubiera metido a escondidas en mi cama.
Más de una vez me había despertado completamente ardiente y ansiosa.

“Gracias por ayudarme a salir de eso”, dijo Parker.
“De nada”, sonreí. “Gracias a ti por el perrito caliente. De hecho, creo que se me antoja otro”, agruegué.
“También a mí. Solo que esta vez te toca a ti comprarlos”, dijo, dándome un suave codazo en el costado.
“Me parece justo”, reí.
“Solo bromeaba, dulzura”, sonrió. “Yo iré por ellos.”
¿Por qué insistía en llamarme dulzura? Me gustaba tanto que lo hiciera, tal vez más de lo que debería.

“No, yo lo haré”, insistí.
Parker levantó las manos, asintiendo. Sonreí en señal de victoria y regresé al puesto de perritos calientes para comprar otros dos. Cuando regresé, Parker hablaba por teléfono y no parecía muy feliz.
“¿Puedes dejarme en paz, Heidi? Hiciste tu elección”, dijo Parker con tristeza.
Permaneció en silencio. Supuse que porque ella estaba hablando.

“He terminado”, dijo, y colgó.
Ella lo había contactado a través del chat de video de Facebook. Me senté a su lado y le entregué un perrito caliente.
"¿Estás bien, Parker?", le pregunté con suavidad.
“No, pero no quiero hablar de eso”, dijo, negándose a mirarme.
Deseaba tanto que ella lo dejara en paz. Por Dios, ella había seguido adelante. De hecho, había seguido adelante mientras todavía estaban juntos. Y ahora, ella necesitaba dejarlo en paz para que también él pudiera seguir adelante.
“Entonces, ¿qué quieres hacer?”, le pregunté.
“Honestamente, ya no estoy de humor para hacer nada”, dijo, y agregó, suspirando: “Lo único que quiero ahora es regresar”.
Tiró su café y su perrito caliente en el basurero, antes de levantarse y alejarse. Me levanté para ir tras él hasta alcanzarlo, pero el camino de regreso al apartamento fue silencioso. Hubiera deseado decirle algo que pudiera hacerle sentir mejor, pero no se me ocurría nada.
“Me voy a mi habitación”, dijo en cuanto estuvimos de regreso.
Dejé que se fuera. Sabía que necesitaba estar solo y respeté su decisión. Cuando menos por un rato; luego iría a ver cómo se encontraba. Me tiré en el sofá, encendí el televisor y al fin encontré alguna porquería para ver. Aunque era más bien como sonido de fondo, pues me encontraba jugando con mi teléfono. Estaba revisando las redes sociales y, sintiendo curiosidad, se me ocurrió la idea de buscar a Heidi y al fin la encontré.
Entré a su página y en la foto de su perfil aparecía ella con su nuevo hombre, que no podía compararse con Parker, quien me parecía que era mucho más guapo. Recorrí la página, donde había fotos de ambos, sonriendo y luciendo felices. Uno pensaría que por lo menos tendría la decencia de no restregárselo en la cara. ¡Qué perra!
Salí de Facebook y arrojé mi teléfono a un lado. Le había dado lo que me pareció tiempo suficiente, así que me levanté y me dirigí a su habitación. Lo encontré acostado en la cama, mirando al techo. Me arrastré hasta su cama y me acosté a su lado.
"Hola", dije al azar.
"Hola", respondió con una sonrisa, mirándome.
“He decidido que no vas a estar solo y triste”, le dije. “Puedes estar triste, pero no solo”, agregué.
"Sí, señorita mandona", sonrió.
“Así está mejor”, le dije. “Prefiero verte sonreír que estar triste”, agregué.
“Es difícil no sonreír cuando estás cerca”, dijo.
Le ofrecí una amplia sonrisa cuando lo dijo. Él rio, sacudiendo su cabeza y colocó su brazo alrededor de mí, por lo que me di media vuelta para estar frente a él.
“¿Cómo te encuentras?”, le pregunté con suavidad.
“No tan bien”, suspiró. “Quiero intentarlo y seguir adelante, pero ella no me lo está facilitando”, agregó.
“Lo sé… Tal vez deberías decirle que estás saliendo con alguien y eso la haga apartarse”, le sugerí. “No entiendo por qué no puede dejarte en paz.”
“Tal vez eso podría funcionar”, me respondió.
"Siempre puedes intentarlo", le dije.
Parker asintió y, tras quitar su brazo, se dio media vuelta para estar frente a frente conmigo. Me habría gustado ofrecerme y fingir ser ese alguien, pero sabía que no funcionaría puesto que Heidi me conocía.
"Gracias", me dijo.
"¿Gracias por qué?", le pregunté.
“Por ser tú e ignorar mi obstinado trasero”, dijo Parker, acomodándome el cabello detrás de la oreja.
"De nada", le dije, pinchando su nariz.
“Eres un bicho raro, ¿lo sabías?”, me preguntó.
“Sí, lo sé. Un bicho raro que está orgulloso de serlo”, dije, ofreciéndole mi sonrisa más tonta.
"Nunca cambies, Skye", dijo, bajando la voz.
“Trataré de no hacerlo”, respondí.
Tras estas palabras, se hizo un silencio entre nosotros y el me miró, con una mirada extraña en sus ojos. Era la misma mirada que me había dirigido la otra noche, antes de que las cosas se calentaran. Tragué saliva con dificultad, con sus ojos puestos en mí. Tenía que moverme, sabía que debería hacerlo, pero no quería. Parker colocó su mano en mi mejilla y se deslizó para acercarse aún más a mí.
Esperé a que hiciera su próximo movimiento, porque la última vez que habíamos estado tan cerca nada había sucedido. Y su respuesta a mi pregunta vino cuando presionó sus labios contra los míos. Dejé escapar un gemido mientras mis manos se aferraban a su camiseta. Parker dejó caer su mano sobre mi cadera, agarrándola con fuerza, mientras gemía en voz alta. Deslicé la mano que tenía libre en su cabello y me apreté contra su cuerpo.
Parker se apartó, respirando pesadamente.
"Lo siento, no debería haber hecho eso", se excusó, exhalando con agitación.
"No me importa", dije, mordiéndome el labio.
“¿No se suponía que era cosa de solo una noche?”, preguntó él.
“Si eso es todo lo que quieres que sea, por mí está bien”, sonreí.
“Ya no sé lo que quiero, Skye”, dijo. “Pero tampoco quiero que sientas que te estoy usando para sentirme mejor, porque no soy esa clase de persona”, agregó.
"Sé que no eres ese tipo de persona", le dije.
 “Si esto vuelve a suceder, ¿qué sacarías tú de ello, Skye?”, me preguntó.
"Sexo ardiente y sin ataduras", sonreí. “Eso es algo que creo que ambos necesitamos", agregué.
“Siempre vas directo al grano, ¿verdad?”, rio él.
"¡Sip!", le respondí, riendo, y agregué: "Así que tú eliges, Parker."
Parker lo pensó un segundo antes de que sus labios se posaran nuevamente sobre los míos. Mmm, sí… Muy buena elección. Gemí mientras me acostaba de espaldas en la cama para que él trepara sobre mí.
“Creo que vas a convertirte en un problema para mí”, murmuró en mis labios.
“Oh, lo sé; y vas a amar cada segundo de ello”, le respondí.
Lo haría con él tantas veces como él lo quisiera. Follaríamos tan bien juntos… Lo había deseado tanto, durante tantos años, que habría de funcionar para los dos.