Capítulo 64
777palabras
2022-03-26 00:00
Las clases terminaron por la noche, y Sheryl recogió sus materiales. «Frederick debe estar al llegar», pensó mientras caminaba apurada. Entonces, cuando salía de la escuela, sintió una voz que la llamaba a sus espaldas:
—¡Sheryl!
De inmediato se dio la vuelta, y vio a Julia corriendo hacia ella.
—Sheryl, te he estado llamando, ¿por qué no contestas? —preguntó Julia.
—¿En serio? ¿Para qué me estabas llamando? —Sheryl la miró con impaciencia. «¿Acaso no le dejé claro que no la perdonaría? ¿Qué está haciendo aquí entonces?», pensó. Sin embargo, en ese momento, Julia sacó una caja con una pomada de su bolsillo.
—Sheryl, supe que te habían hecho daño, así que fui a la farmacia a comprarte una pomada para aliviar la hinchazón y los moratones. Tómala; quizás te ayude a sanar más rápido —sugirió Julia con aparente sinceridad mientras le entregaba la pomada a Sheryl.
De repente, Sheryl hizo una mueca mientras miraba la pomada. Las personas que no conocían a Julia podían pensar que su preocupación era genuina, sin embrago, solo Dios sabía lo que aquella mente malvada estaba orquestando. Por tanto, Sheryl sonrió y rechazó su oferta.
—Gracias por tu amabilidad, pero no tienes que preocuparte. Los especialistas que me están atendiendo ya me han indicado los medicamentos que debo tomar.
—Pero... ¡estoy muy preocupada por ti! —dijo Julia lastimosamente—. Sheryl, solo quiero ayudarte, sin embargo, tú insistes en rechazar mi pequeño gesto de amabilidad.
«¿Preocupada por mí? Debe estar bromeando. Sería una lástima que no ganara un Oscar por semejante actuación», pensó Sheryl.
—No necesito esta medicina. Si crees que una pomada hará que te perdone, estás muy equivocada. Me tengo que ir; hay alguien esperando por mí —respondió Sheryl con indiferencia, y luego se marchó.
El Maserati negro de Frederick estaba estacionado en un cruce, no muy lejos de la escuela. En ese momento, Sheryl abrió la puerta y se subió al auto. Luego, se alejaron a toda velocidad tras detenerse unos segundos. Al contemplar esa escena, Julia apretó los dientes y su mirada se tornó sombría. «Frederick debe estar dentro de ese auto. ¡Maldita Sheryl, cada día te vuelves más popular! Antes, por muy interesado que estuviera Frederick en mí, jamás hubiera venido a la escuela a recogerme. Sin embargo, a Sheryl sí vino a buscarla en su lujoso Maserati. Seguro ella misma se lo pidió. ¡Maldita z*rra!», pensó Julia con rabia. Entonces, de repente, apareció William, quien había observado todo lo ocurrido.
—Eres tan patética, Julia —dijo después de aplaudir en señal de burla—. Es obvio que te gusta mucho Frederick, pero no puedes acercarte a él. Además, tienes que ver como tu mejor amiga pasa tiempo a su lado todos los días. ¡Das lástima!
Al oír sus crueles palabras, Julia se dio la vuelta y lo miró con rabia.
—¡No digas tonterías! ¿A quién llamas mejor amiga? Además, eres la última persona que puede hablarme de esto, pues tú tampoco has podido conquistar a Sheryl. Al final, ambos estamos en la misma situación —replicó Julia con desdén.
—Tú quisieras que estuviéramos en la misma situación, pero no es así. La verdad es que no tienes oportunidad alguna con Frederick, pues incluso si Sheryl no estuviera con él, hay un montón de chicas de familias poderosas esperando para conquistarlo. Podrías esperar por Frederick toda tu vida, y aun así correrías el riesgo de que nunca se fijara en ti —afirmó con seguridad William y luego añadió—: Sin embargo, mi caso es diferente. Todo el mundo sabe que Sheryl se siente muy atraída por mí y, tarde o temprano, idearé un plan para hacerla mía.
—William, eres un idiota romántico. Tal y como están las cosas, Sheryl está mucho más unida a Frederick que a ti. ¿Cómo estás tan seguro de que podrás hacerla tuya? —preguntó Julia con tono de burla.
—¡Tú no entiendes nada! ¿Acaso sabes por qué tiene el brazo vendado? —replicó William de inmediato.
—¿Por qué?
—Anoche, en el club, tuvo una pelea con unas mujeres por mi causa. Entonces, ¿le gusto o no? —dijo William, quien estaba convencido de que Sheryl estaba muy enamorada de él.
—¿Eso es cierto? —Julia se dio cuenta de repente de que la herida en el brazo de Sheryl no había sido causada por una caída, sino por una pelea. «¿En realidad habrá peleado con esas mujeres por causa de William? ¿Acaso habrá tenido otro motivo?», pensó—. William, ya que estás tan seguro de que Sheryl está interesada en ti, ¡date prisa y haz algo al respecto! ¡No pierdas más tiempo! Si Sheryl se enamora de Frederick, ambos estaremos perdidos.
—Dalo por hecho. Solo espera y verás —afirmó William con gran determinación.