Capítulo 61
1126palabras
2022-03-25 00:00
¿Cómo podría Sheryl dormir con él a su lado? En aquella silenciosa habitación, no lograba conciliar el sueño. Por otra parte, Frederick, que estaba en un sueño profundo debido al alcohol que había ingerido, de inmediato comenzó a roncar. Entonces, casi al amanecer y sin darse cuenta, Sheryl se quedó dormida. Luego, cuando apenas había dormido dos horas, de repente alguien tocó la puerta. Ella odiaba que la interrumpieran, sobre todo cuando estaba durmiendo. Además, la noche anterior no había podido descansar. En ese momento, abrió los ojos de inmediato y, antes de montar en cólera, escuchó la voz de Erica en la puerta:
—Despierta, hermana. Es hora de desayunar, y además el día está muy bonito —dijo Erica con dulzura.
En ese momento, Sheryl no pudo evitar sentirse irritada. «Esta chica debe ser bipolar, pues jamás la he visto tan atenta», pensó.
—Tú también cuñado, ¡levántate ya! Vamos a desayunar juntos. Mamá y papá los están esperando.
Frederick, que también se había acostado tarde, se despertó de repente al escuchar la voz de Erica. Como la noche anterior había bebido mucho, y luego había dormido pocas horas, se levantó con dolor de cabeza. Por otro lado, Sheryl, que estaba muy molesta, hizo una mueca con los labios, y luego se levantó de la cama
—¡Aah! —Cuando se estaba cambiando de ropa, dejó escapar un quejido al halarse la venda sin darse cuenta.
De inmediato, Frederick giró la cabeza hacia ella y la vio hacer una mueca de dolor mientras se sujetaba la mano. Luego, no pudo evitar fruncir el ceño cuando se dio cuenta de que apenas había conseguido ponerse la mitad de la ropa.
—Déjame ayudarte.
—No es necesario —se negó Sheryl mientras retrocedía.
—¿Prefieres entonces que la persona que está en la puerta te ayude? —preguntó Frederick con severidad.
La persona que estaba en la puerta era Erica, y era evidente que Sheryl no estaba dispuesta a que esta la ayudara. Solo estaba haciendo un pequeño berrinche, pero, cuando lo pensó mejor, se dio cuenta de que solo él podría asistirla, así que accedió a que lo hiciera. Luego, mientras la ayudaba con paciencia a ponerse la ropa, Frederick la tocó sin darse cuenta, y Sheryl, que en ese momento no pudo evitar sentir cosquillas, se sonrojó de inmediato. Sin embargo, el continuó como si nada hubiera pasado.
—Ya estás lista, puedes bajar —dijo Frederick con indiferencia. Entonces, Sheryl asintió avergonzada y luego bajaron juntos las escaleras.
Una vez abajo, Sheryl se dio cuenta de que su padre, su madrastra y su hermanastra estaban sentados a la mesa junto a un desayuno muy abundante.
—Por fin están aquí, siéntense y coman algo —dijo Zelson con amabilidad.
Sheryl y Frederick se acercaron juntos a la mesa mientras Erica los miraba fijo y con celos. Ella siempre había considerado que Frederick era un hombre con grandes cualidades. Era muy apuesto y tenía una gran personalidad; además, provenía de una importante familia y era muy talentoso; en fin, era el hombre perfecto. Sin embargo, Sheryl era indomable e imprudente, por lo que Erica estaba convencida de que esta no estaba a la altura de Frederick. «¿Por qué mi padre decidió casar a Sheryl con él, y no a mí?», pensó furiosa. Ella era mucho más inteligente y sensata, pero estaba claro que su padre tenía preferencia por su hermanastra. Por fortuna, había escuchado que la relación entre ambos era tensa porque a Sheryl le gustaba William y, por tanto, esta posibilidad la hacía sentirse más tranquila. «Si es verdad que Sheryl se siente atraída por William, quizás aún tenga una oportunidad con Frederick», pensó con esperanza.
—Sheryl, Frederick, siéntense con nosotros —dijo ella de repente con mucho entusiasmo.
Por otro lado, Helena, que conocía muy bien las intenciones de su hija, también era muy amable con Frederick.
—Frederick, ven a desayunar. Le pedí a nuestro chef que prepara este desayuno especialmente para ti. —Helena sonaba muy entusiasmada y trataba a Frederick como si fuera su hijo.
Sheryl, por su parte, ni siquiera se inmutó ante tanta cordialidad, pues pensaba que madre e hijas eran muy falsas. Luego, todos tomaron asiento y empezaron a comer.
—Por cierto, Frederick... —susurró Erica de repente. En ese momento, Frederick y el resto la miraron con desconfianza—. Oh, no es... nada. Solo quería decir que mi hermana es bastante rebelde y le ha causado muchos problemas y preocupaciones a la familia. Así que, Frederick, espero que a partir de ahora tú puedas cuidar de ella —dijo Erica nerviosa al ver que todos la miraban con atención.
Al oír eso, Frederick se quedó pensativo por un momento, pero no dijo nada y solo se limitó a asentir con la cabeza.
—Erica, no digas tonterías. ¿Cuándo le he causado yo problemas a la familia? ¡Ni comiendo dejas de decir tonterías! —exclamó Sheryl con una expresión de pocos amigos.
—Sheryl, ¿cómo puedes decir eso de Erica? No olvides que es tu hermana menor y, además, solo lo dijo por tu bien —intervino Helena, disgustada.
—Así es... —dijo Erica con una mirada lastimera.
—Gracias, pero no necesito su ayuda —respondió Sheryl mientras sonreía.
—¿Qué le pasa a esta niña? ¿Por qué es tan terca? —Helena estaba muy enojada. «Esta niña huérfana de madre no puede tener ningún tipo de modales», pensó.
—¡Silencio! —gritó de repente Zelson, enojado—. ¿Acaso no se cansan de discutir el día entero? Hoy que Frederick está aquí, ¿podemos comer tranquilos?
Al oír eso, se callaron de inmediato, pero, aun así, no estaban dispuestas a ceder.
—Siento mucho todo esto Frederick; espero que no te hayas incomodado —se disculpó Zelson.
—Está bien, no se preocupe —respondió Frederick muy calmado—. Somos una familia, así que no hay problema. Sin embargo, conozco bien a Sheryl, y todos pueden estar tranquilos; ahora que soy su esposo, cuidaré bien de ella. —Sus palabras sensatas y sinceras conmovieron mucho a Sheryl, y la hicieron sentir menos enojada.
—Sheryl tiene mucha suerte de tenerte a su lado —afirmó Zelson en señal de agradecimiento, y Frederick sonrió sin decir una palabra.
—Papá también tiene mucha suerte, pues me tiene a mí, que soy una excelente hija —bromeó de repente Sheryl.
—Eres tan rebelde y sinvergüenza; tendré suerte cuando dejes de meterte en problemas —dijo Zelson después de pellizcarle el rostro.
—¡Aah, me duele...! —exclamó Sheryl.
Sin embargo, Zelson seguía muy contento. No sabía por qué, pero desde que Sheryl había regresado, había notado que era más cariñosa con él. Ya no era tan maldita como antes, y este cambio lo hacía muy feliz. Por otra parte, Helena y Erica estaban muy enojadas por lo que estaba pasando. Ninguna de las dos veía el cambio positivo de Sheryl; solo sabían que Zelson la prefería a ella. «¡Maldita z*rra!», pensaron ambas.