Capítulo 60
1183palabras
2022-03-25 00:00
«¿Frederick? ¿Por qué iba a venir aquí?». El cuerpo de Sheryl se puso rígido y se levantó con premura.
—Papá, todavía no me siento bien, así que subiré. Tú también deberías descansar.
Después de eso, se dio la vuelta y subió las escaleras. Por alguna razón, no quería ver a Frederick después de la rabieta de hace un rato, así que subió a toda velocidad y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Zelson miró su silueta en retirada y estaba a punto de decir algo, pero ella ya había desaparecido por las escaleras, así que solo pudo suspirar mientras pensaba para sí mismo: «esta niña en verdad...». Entonces, fue a abrirle la puerta a Frederick. Cuando la puerta se abrió, Frederick vio a Zelson y lo saludó con mucha amabilidad:
—Suegro.
—Debe haber sido molesto para ti venir tan tarde en la noche. —Zelson se apresuró a dejarlo entrar.
—No pasa nada. Sheryl se lesionó porque no la cuidé bien. No estaría tranquilo si no hubiera venido —dijo Frederick con calma.
Al oír eso, Zelson asintió con la cabeza. Su impresión hacia Frederick mejoró enormemente. Parecía que él de verdad trataba bien a su hija. De lo contrario, no habría ido a buscarla en medio de la noche.
—Suegro, ¿dónde está Sheryl? —Frederick echó un vistazo a la residencia, pero no la vio.
—Dijo que no se sentía bien, así que subió a descansar —respondió Zelson. Sin embargo, se quedó pensando en la prisa con la que Sheryl subió las escaleras, como si estuviera evitando algo. «¿Podría ser que tuvieron algún tipo de discusión?». Mientras pensaba en eso, Zelson lo miró fijo de repente y le dijo en tono serio—: Frederick, tengo algo que decirte. Ven y toma asiento primero.
Se dirigió al sofá y se sentó. Frederick no se lo pensó mucho y procedió a sentarse en el sofá también. Entonces Zelson suspiró y dijo con seriedad:
—Frederick, yo crie a Sheryl desde que era joven. Es rebelde y descuidada, pero tiene un buen corazón, solo que a veces no sabe expresarse y su forma de hablar también puede ser bastante insensible. Espero que puedas tolerarla y comprenderla si hace o dice algo ofensivo.
Al oír eso, Frederick esbozó una leve sonrisa y contestó:
—Lo haré.
—La razón por la que Sheryl se volvió así fue en gran parte mi culpa, no pude darle el amor maternal que necesitaba cuando era joven, y no pude compensarlo por mucho que lo intentara. Por eso, solo espero que haya una familia con la que pueda establecerse. También ella es lo que más me preocupa en mi vida, pero ahora que te la entrego, es tu deber darle un hogar feliz. No le falles nunca. ¿Me oyes?
Zelson lo miró con expresión seria, como si le hubiera entregado una reliquia familiar. Al oír eso, Frederick dijo sin dudar:
—No te preocupes, suegro. Sheryl es mi mujer y la haré feliz.
—De acuerdo entonces, ahora me siento más tranquilo al ver que eres tan confiable. —Zelson asintió y sintió paz en su corazón.
Le había dicho esas palabras a Frederick no porque le preocupara que su hija fuera maltratada, sino porque le preocupaba que la insensibilidad y rebeldía de Sheryl hiriera los sentimientos de Frederick. Luego, continuó preguntando con curiosidad:
—Entonces, ¿qué pasó esta noche con exactitud? Supe que algo andaba mal en el momento en que ella regresó en medio de la noche. Aunque no dijo nada, supuse a grandes rasgos que la habían acosado. Sin embargo, es como su madre, prefiere ocultar sus verdaderos sentimientos, por lo que no tenía sentido preguntarle. ¿Tienes alguna idea de lo que pasó?
Entonces, Frederick pensó en la pelea que ocurrió fuera del club y le explicó de manera breve:
—Sheryl tuvo una discusión en la puerta del club esta noche. Ambas partes estaban agitadas y terminaron peleando. Lo siento, suegro. Soy responsable de esto y fue mi culpa por no cuidar de ella. —Al decir eso, Frederick inclinó un poco la cabeza en señal de disculpa.
—Ya veo. —Zelson seguía tranquilo después de escuchar eso—. Eso no es sorprendente. Ha sido testaruda desde que era una niña. Además de su carácter revoltoso, también debe ser culpable de este conflicto. Era de esperar que te preocuparas por ello.
Frederick asintió, pero no dijo nada. Solo le preocupaba la herida de Sheryl. Entonces preguntó:
—¿Cómo está su lesión?
—No sé cómo ocurrió, pero tenía muchos rasguños en el cuerpo. Incluso se dislocó el brazo y ahora mismo lleva un vendaje —respondió Zelson con impotencia—, pero está bien. Los jóvenes pueden recuperarse muy rápido, debería estar bien en unos días.
Frederick asintió, sintiéndose mucho más aliviado. En ese momento, Zelson preguntó de repente:
—¿Quieres subir a echar un vistazo? ¿O por qué no te quedas aquí a pasar la noche? Como su padre, hay algunas cosas que no me corresponde decirle. Puedes ayudarme a consolarla.
Tras dudar un rato, Frederick asintió.

En la habitación.
¿Cómo podía dormir Sheryl? Estaba tumbada en la cama con los ojos muy abiertos. En ese momento, oyó unos pasos procedentes del pasillo. «¿Podría ser Frederick?». Entonces cerró los ojos de inmediato y se hizo la dormida. En cuanto Frederick entró en la habitación, vio su cuerpo acurrucado en la cama y, de alguna manera, le pareció divertido. Su posición habitual para dormir era muy relajada, con los miembros estirados, por lo que era obvio que fingía estar dormida. Sin embargo, él no la expuso, sino que se sentó junto a la cama y miró con tranquilidad su rostro dormido.
Sheryl puso los ojos en blanco mientras le temblaban las pestañas. Era muy obvio que estaba fingiendo estar dormida.
—Deja de fingir —le susurró Frederick—: Sé que no estás dormida.
«Demonios, me descubrieron». Sheryl estaba un poco molesta, pero seguía sin querer abrir los ojos para mirarlo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó sin rodeos.
En ese momento, Frederick sintió que estaba hablando con la antigua Sheryl Taylor. No le importaba el amor ni el afecto, su actitud era siempre fría e indiferente. Se sintió un poco incómodo, así que preguntó:
—¿Ya están mejor tus manos?
—¿Acaso te importa? —respondió ella por instinto con otra pregunta.
—Por supuesto que me importa. —La mirada de Frederick se oscureció un poco, pero su tono era tranquilizador.
El corazón de Sheryl se derritió al instante y el descontento en su barriga desapareció por completo cuando él dijo esas palabras. Entonces ella asintió:
—Estoy bien.
—Bien entonces —respondió él con voz apagada y no dijo nada después. Solo susurró—: Entonces deberías dormir.
«¿Qué?». Sheryl se enfadó de repente otra vez. «¿Era eso? Vino aquí en medio de la noche sin preocuparse mucho por mí, ¿y ahora solo me dice que me vaya a dormir? Esto es demasiado, ¡pues bien! Me iré a dormir entonces». Ella estaba muy insatisfecha, por lo que enseguida le dio la espalda y siguió durmiendo. Frederick miró su espalda y no dijo nada. Se limitó a quitarse la ropa y a continuación, procedió a tirar de las sábanas y se acostó junto a ella.