Capítulo 55
1022palabras
2022-03-23 00:00
«Alguien se niega a recibirme». Al escuchar esas palabras, sintió como si se le clavara una espina en su corazón, y no pudo evitar lanzar una carcajada de amargura. «Así que Frederick ni siquiera quiere verme». Pero, al pensarlo mejor, decidió consolarse. ¡Eran los obstáculos que debía enfrentar! En vez de seguir insistiendo en entrar, se alejó de la discoteca caminando, se recostó a un poste de metal y se puso en cuclillas.
«Está bien. Si no quiere verme, lo esperaré aquí. ¡Tarde o temprano, tendrá que salir!». Pero no contó con que la espera sería de varias horas.
Richard se estaba divirtiendo tanto que había perdido la cabeza, y había olvidado a Sheryl por completo. Por su parte, Frederick continuaba sentado bebiendo en una esquina, observando callado y aburrido cómo los demás se comportaban como locos. El tiempo pasó volando, y de repente ya eran las dos de la mañana.
Sheryl continuaba en la calle, y las piernas se le habían entumecido de estar parada o en cuclillas. Al final, solo soportaba recostarse débilmente al poste. De vez en cuando, salían de la discoteca un par de personas por completo ebrias. Ella las observaba, pero ninguna era la que ella esperaba. Las calles se volvieron cada vez más silenciosas y las luces comenzaron a apagarse. Casi todas las tiendas estaban cerradas, excepto la tienda de veinticuatro horas y un KFC. La brisa nocturna calaba hasta los huesos y, por algún motivo, se sentía muy decepcionada.
El gerente se asomó y suspiró al ver que ella seguía esperando, no obstante, fingió no verla y volvió a entrar. En ese instante, un gran grupo de personas salió de la discoteca. Al parecer, eran todos hombres y mujeres jóvenes, y aparentaban haberlo pasado muy bien, ya que reían felices y sus rostros estaban ruborizados.
Analizó la multitud con curiosidad, esperando ver la silueta de Frederick, pero no solo no lo identificó, sino que reconoció a alguien que parecía estar en extremo molesto. «¡William!». Su rostro se ensombreció al verlo, y no pudo evitar maldecir. «¡Vaya mala suerte la mía de ver a ese idiota otra vez!». Por instinto, intentó esconderse, pero no se esperaba que los ojos del hombre la atraparan en el acto.
—¡Sheryl! —exclamó él y avanzó hacia ella. Luego la agarró por la muñeca y la increpó con una expresión egoísta en el rostro—. Pensé que eras muy reservada, pero no resististe a venir a buscarme enseguida, ¿no es así? —Pensaba que ya ella no estaba interesada en él, sin embargo, aquí estaba. «¡Vaya mujer! ¡Es despreciable!».
—Muy narcisista de tu parte, pero lo lamento, no vine por ti. —Ella se soltó con agresividad de su agarre y sonrió con ironía.
—Entonces, ¿por quién viniste? —«¿No vino por mí? ¿Cómo es posible?». Ya estaba algo ebrio, y esas palabras lo molestaron al momento.
—No es asunto tuyo. Y no vine por ti —respondió, pues no quería seguir hablando con él, pero no esperaba que esas palabras le causarían tanta furia a William.
Lo que menos él soportaba de ella era que se hiciera la difícil. «¿Por qué sigue actuando como si no fuera obvio que intenta llamar mi atención?».
—¡Deja ya de fingir! Haces lo imposible por llamar mi atención, y solo quieres que me acueste contigo, ¿no es así? ¿Por qué actúas como si fueras reservada? ¡Si es lo que quieres, te complaceré esta noche! —le dijo él en un tono lujurioso.
Ella sintió náuseas al escucharlo. «¿Quién quiere acostarse contigo?». Antes de que pudiera reaccionar, alguien la abofeteó con fuerza y comenzó a maldecirla.
—¡Eres una desvergonzada! ¿Cómo te atreves a venir a este lugar a seducir otros hombres siendo la prometida de mi primo? ¿Tan siquiera tienes un ápice de humildad?
Todos, incluida Sheryl, estaban totalmente sorprendidos por la bofetada. En ese instante, descubrió que la agresora había sido Natalie, la prima de Frederick. La había visto interactuado con William a la salida de la discoteca y se encolerizó. El grupo de personas que ya se disponía a partir decidió quedarse a observar el espectáculo, y William estaba entre ellos.
«Natalie no tiene compasión, y Sheryl tendrá que pedirme ayuda. Pero todo el mundo sabe que ella es famosa por ser desafiante, y la acaban de abofetear. ¿Eso en qué ayuda? Es posible que en breve comiencen a pelear».
Durante un instante, todos quedaron a la expectativa del contrataque de Sheryl, pero no lo hizo. En el pasado, ella hubiera contratacado de inmediato luego de ser golpeada; sin embargo, esta vez, se contuvo, a pesar de haber recibido tal humillación. En primer lugar, porque Natalie había malinterpretado la situación; y, en segundo lugar, no quería causar un espectáculo, así que se tragó su malestar e intentó explicar con paciencia.
—No has comprendido lo que ocurre. No estoy aquí por William, vine por Frederick.
—¿Crees que voy a creer en tus mentiras porque no respondes a mi ataque? ¡Sé muy bien que tu corazón nunca ha estado en paz! —contestó Natalie con desdén, pues no creía en sus palabras, y continuó, llena de ira—: Es una lástima que mi familia me haya contado que estás en verdad arrepentida. Al final, sigues siendo la misma de antes. Siempre he querido hacerte una pregunta: ¿No sientes timidez al coquetear con otros hombres en público? ¿No te da lástima mi primo? Es muy bueno contigo, ¿por qué lo tratas así? Si esta es tu forma de arrepentirte… ¡Es ridícula! De veras no comprendo cómo una mujer tan sucia merece a mi primo.
Hasta ese momento, Sheryl había soportado todo lo que le decía, pero esa última oración fue demasiado. Era cierto que años atrás había sentido atracción por William, pero él jamás la había notado. Las cosas entre ellos eran puras, y nunca se habían tocado. Además, había inventado su fama de chica de fiestas para alejar a Frederick. Dios era testigo que, de comienzo a fin, en su vida solo había un hombre, y era él. ¡Jamás aceptaría la acusación de ser sucia! La expresión de su rostro se tornó gélida antes de replicar a Natalie:
—¿A quién estás llamando sucia?