Capítulo 50
1271palabras
2022-02-23 15:22
Luego, caminaron juntos de la mano hacia la gran mansión. Por el camino, los sirvientes inclinaron la cabeza al verlos.
—Señor, señorita.
Frederick asintió ligeramente en respuesta. Los dos ancianos de la familia Lance, junto con el señor y la señora Lance, los esperaban en el recibidor. Frederick entró con Sheryl e inclinó la cabeza con amabilidad para saludarlos.
—Abuelo, abuela, papá, mamá. Aquí estoy con Sheryl.
Hubo un cambio en el ambiente en cuanto la familia vio a la pareja. En especial, los dos ancianos se sintieron reconfortados al verlos tomados de la mano de forma tan tierna.
—Vaya, por fin puedo verlos juntos. Vengan para que la abuela los vea.
La anciana se acercó a ellos con entusiasmo mientras los examinaba de arriba abajo con detenimiento y, al final, dijo:
—No están nada mal, de veras. Ustedes dos son una pareja perfecta. Por fin tenemos en casa a la nuera de nuestra familia.
El anciano se alegró al oír eso y mostró una sonrisa amistosa en su rostro. Por el contrario, los señores Lance parecían bastante indiferentes. Héctor no dijo nada, mientras que Mandy se sintió inquieta desde que puso sus ojos en Sheryl. No sabía de dónde provenía su incomodidad, pero no lograba controlarse. En ese instante, Sheryl saludó de forma educada:
—Abuelo, abuela, me alegro de verlos.
—¡Oh, querida! ¡Nuestra Sheryl es una buena chica! —exclamó la anciana, que se alegró mucho al escucharla—. Para ser sincera, hace tiempo que quería pedirle a Frederick que te trajera a cenar, pero teniendo en cuenta que todavía están recién casados y que necesitan pasar tiempo juntos, me contuve. —Entonces, bajó de repente el tono para preguntar—: Por cierto, Sheryl, dime la verdad. ¿Frederick te ha intimidado alguna vez?
—Por supuesto que no. Él me quiere mucho. ¿Cómo podría intimidarme? —Sheryl negó con la cabeza, sonriente, pero luego dijo con sentimiento de culpa—: En cambio, yo sí le he dado muchos problemas.
Entonces, la anciana se rio y preguntó:
—¿Y eso qué tiene de malo? Eres su esposa y no viene mal que le causes algunos problemas.
Sheryl también se rio. Al verlas conversar tan alegres, Frederick no se quedó de brazos cruzados y tomó los regalos que traía preparados de las manos de Zayne para entregárselos a sus abuelos.
—Abuelo, abuela, este es un regalo que Sheryl eligió personalmente para los dos —dijo con suavidad.
Sheryl se sorprendió. «Solo me dijo que viniera a cenar a último momento. ¿Cómo podía tener tiempo para elegir los regalos? Así que...». Ella se rio en su interior, pues parecía que él seguía siendo considerado con ella, aunque estuviera enfadado y, si ese era el caso, ella también se dejaría llevar.
—Abuelo, abuela, sé que no les falta de nada en su vida diaria, por eso les compré algunos remedios. Deseo que siempre gocen de buena salud y que vivan mucho tiempo —dijo Sheryl con cariño.
Los ancianos se mostraron más que encantados al oír esas palabras, que sirvieron para aprobar aún más a su nieta política. Después, Frederick sacó otros presentes y se los entregó a sus padres.
—Mamá, papá, Sheryl también preparó estos regalos para ustedes.
Sheryl se dio cuenta de lo que él pretendía, así que dio el paso al frente y dijo:
—Héctor, supe que le gusta coleccionar cuadros como pasatiempo y por eso conseguí para usted algunos especiales. Puede que no sean muy valiosos, pero espero que los acepte como muestra de mi sinceridad.
—¿Ah sí? —Héctor se veía un poco indiferente al escucharla y desenvolvió uno de los cuadros con apatía. Sin embargo, al segundo siguiente, sus ojos se abrieron de par en par y su rostro reflejaba total incredulidad—. ¡Esto es una obra auténtica de Picasso! ¿De dónde lo sacaste?
Sheryl se quedó boquiabierta, pues solo sabía que era un cuadro y no tenía ni idea de a quién pertenecía. Entonces, miró a Frederick y mintió con culpabilidad:
—Un amigo me lo consiguió.
Era evidente que a Héctor le gustaba mucho el cuadro y estaba muy satisfecho con él. Luego, Frederick abrió otra caja de regalo que contenía una pulsera de esmeraldas de exquisita calidad. Acto seguido, Sheryl miró en dirección a Mandy. A primera vista, era obvio que la señora no era fácil de tratar, ya que siempre mantenía la barbilla en alto y su aspecto era bastante arrogante. Por tanto, ella podía intuir que sería la más desafiante de todos. Sin embargo, tuvo que hacer de tripas corazón y se dirigió a ella con una dulce sonrisa:
—Mandy, esta es una pulsera de esmeraldas que escogí para usted con esmero. Como tiene la piel clara, el tono verde puro de las gemas acentuará aún más su noble elegancia.
En ese momento, los abuelos se sintieron agradecidos al ver cómo su nieta política había cambiado para bien, pues ya no era soberbia como antes. Sin embargo, era obvio que Mandy no creía en su repentina amabilidad. Todavía podía recordar cómo esta misma señorita Taylor solía discutir con ella de forma imprudente. Después de todo, para ella no era más que una chiquilla escandalosa y, por tanto, todo esto debía ser solo puro teatro para congraciarse con ella. Entonces, dijo con indiferencia:
—De acuerdo. Déjala en la mesa. —Era evidente que estaba siendo antipática con su nuera. ¿Cómo Sheryl no se daba cuenta de eso?
No obstante, esta no quiso desperdiciar la buena oportunidad, así que sacó el brazalete de esmeraldas de su caja y le dijo a su suegra con sinceridad:
—Mandy, quiero disculparme. Reconozco que no me comporté de forma sensata en el pasado y discutí con usted innumerables veces, pero ahora estoy casada y por fin me doy cuenta del valor de tener una familia y del esfuerzo que ha hecho Frederick. Por lo tanto, me gustaría ofrecerle mis más sinceras disculpas. Espero que me perdone y me deje ponerle el brazalete, por favor.
La actitud de Sheryl parecía más que sincera, pero por un instante, Mandy dudó un poco de ella. «¿Estará siendo honesta de verdad o solo estará fingiendo?». Entonces, se volteó dudosa para mirar a Frederick y descubrió que sus cejas también estaban fruncidas, mientras observaba a Sheryl con gran estupefacción. En ese momento, la anciana se adelantó para distender la situación:
—Mandy, mira, la chica se disculpó contigo en persona. Tú eres mayor que ella, tal vez no deberías ser tan exigente al respecto.
—Mandy, tampoco es fácil para ella. Ya te pidió perdón, creo que es hora de dejar atrás el pasado —añadió el anciano.
Como los dos ancianos ya habían expresado su opinión, Mandy no tuvo más remedio que ceder, así que extendió la mano para que Sheryl le pusiera el brazalete, y esta no pudo evitar elogiarla después de ponérselo:
—Es precioso y le queda perfecto. Es como si estuviese hecho especialmente para usted.
El brazalete era fabuloso en verdad y eso hizo que Mandy se sintiera muy contenta, pero seguía sin entender el cambio repentino de Sheryl. «¿Será verdad que cambió?».
—Es tal como dije. Las chicas cambian cuando tienen una familia —comentó la anciana mientras miraba en dirección a Sheryl, cada vez más encantada, y la joven le sonrió con timidez.
En ese momento, llegó el criado y anunció:
—Señora, la cena está servida.
Entonces, los presentes se dirigieron a la mesa del comedor y comenzaron a cenar. Sheryl se comportó muy amable durante la cena y sirvió a sus suegros y abuelos políticos; todavía recordaba sus platos favoritos. Incluso peló unos camarones para Frederick y él la miró extrañado, pues en el pasado siempre había sido él quien pelaba los camarones para ella.