Capítulo 23
1240palabras
2022-02-23 15:19
Al salir del aula, Rainie estaba aún muy furiosa. No podía dejar de pensar en lo mucho que odiaba a Sheryl, que era como una espina que tenía clavada en el pecho. Rainie había nacido en el seno de una familia muy bien educada, en la cual todos sus miembros, que eran personas muy exitosas, estaban relacionados con el arte y la cultura. Por tanto, muchos admiraban y envidiaban su historia familiar. Rainie, por su parte, desde pequeña se dedicó a leer muchos libros, lo que propició que se convirtiera en una mujer muy reconocida por su talento. Aunque sabía que su aspecto físico era bastante común, también era consciente de que no había muchas mujeres como ella en el mundo, capaces de convertirse en profesora del Departamento de Finanzas de una famosa universidad a tan temprana edad. Por tal razón, Rainie siempre se había sentido superior a los demás y tenía gustos muy exquisitos, por lo que ningún hombre le parecía suficientemente bueno. Sin embargo, todo cambió cuando conoció a Samuel.
Samuel era el jefe del Departamento de Literatura, y también el profesor más joven de la universidad. Era un hombre alto, esbelto, de apariencia excepcional y excelentes modales, lo que hacía que las profesoras y alumnas de la universidad lo vieran como un verdadero príncipe azul y se sintieran fascinadas por él. En este caso, Rainie no era la excepción, y había decidido dejar de cohibirse y arriesgarse a conquistar a Samuel, sin importar las consecuencias que esto podría tener para su reputación. Sin embargo, no podía olvidar que el día que le confesó sus sentimientos, Samuel la rechazó e incluso le pidió un gran favor:
—Profesora Raee, usted pertenece al Departamento de Finanzas, ¿verdad? —Rainie asintió y percibió que Samuel parecía estar disfrutando de la brisa primaveral mientras sonreía—: Me gustaría pedirle un favor. Hay una chica llamada Sheryl en su clase que solía ser mi novia de la infancia, y hoy día es como una hermana menor para mí. Sheryl puede ser un poco indisciplinada en algunas ocasiones, por lo que le agradecería que velara por ella en la medida de lo posible.
Por primera vez en su vida, Samuel le había hablado con delicadeza, y lo había hecho solo para pedirle que cuidara de Sheryl. A partir de ese momento, Rainie comenzó a sentir odio por ella y siempre trataba de perjudicarla cada vez que tenía una oportunidad, pues no pensaba hacerle la vida fácil a la protegida de Samuel. Así, mientras caminaba y reflexionaba, Rainie regresó a la oficina. Entonces, en el momento en que cruzó la puerta, se encontró con Samuel y de inmediato se arregló, muy nerviosa.
—Profesor Frank, ¿qué está haciendo aquí? —preguntó.
—Vine a recoger unos documentos —explicó Samuel mientras sonreía, y luego añadió—: Por cierto, ¿cómo le va a Sheryl en las clases?
«¡Sheryl otra vez! ¡Ella otra vez! ¿Acaso es la única mujer que existe en el mundo para Samuel?», pensó con mucho resentimiento.
—Profesor Frank, no pretendo inmiscuirme en asuntos que no me conciernen, pero Sheryl es en realidad una estudiante muy indisciplinada. De hecho, hoy descubrí que contrató a alguien en internet para que le escribiera una tesis. Además, cuando la confronté por lo que había hecho, me respondió con mucha osadía delante de sus compañeros. En realidad, no entiendo por qué la protege tanto —dijo Rainie con escepticismo.
—¿En serio? —Al escuchar esto, Samuel frunció un poco el ceño.
Rainie asintió con ahínco, luego de haber incluido a Sheryl en una lista de buenos para nada.
—He estado pendiente de ella desde que usted me lo pidió, pero Sheryl no tiene remedio, y menos ahora después de haber hecho algo tan terrible.
Cuando Samuel escuchó el tono de Rainie, se sintió un poco contrariado.
—Conozco a Sheryl muy bien, y aunque soy consciente de que a veces puede ser un poco indisciplinada, no creo que sea capaz de hacer algo así. Sin embargo, si lo que me dice es verdad, entonces está metida en un gran problema —dijo con serenidad y luego añadió—: No se preocupe, profesora Raee, voy a buscar a Sheryl y le preguntaré sobre lo sucedido. Si en realidad hizo algo tan reprochable, me encargaré de enseñarle una lección. Ahora me marcho, pues ya tengo los documentos.
En ese momento, Samuel se dio la vuelta y se fue. Rainie miró su espalda con renuencia y dejó escapar un suspiro. «¿Qué tengo que hacer para ganarme tu amor?», pensó.
Por otra parte, cuando las clases terminaron, Sheryl recibió un mensaje de texto de Samuel: «Almorcemos juntos más tarde». En ese momento, recordó que hacía mucho tiempo que no veía a Samuel, a quien quería como a un hermano mayor porque siempre había cuidado de ella, por lo que enseguida aceptó su invitación. Entonces, cuando estaba recogiendo, Julia se acercó a ella de nuevo.
—Sheryl, ¿te gustaría comer algo más tarde y luego ir de compras? Hace tiempo que no me compro ropa nueva.
«Quieres que vuelva a ser tu cajero automático, ¿verdad?», pensó Sheryl con sarcasmo. Siempre que salían juntas, Julia compraba de todo y luego hacía que ella pagara. Sin embargo, por desgracia para Julia, Sheryl no caería en su trampa de nuevo.
—Lo siento, tengo una cita hoy, pero podemos vernos otro día. —Sheryl rechazó la invitación con una sonrisa.
«¿Va a encontrase con Frederick otra vez? ¡Esto es demasiado!», pensó Julia.
—Sheryl, en realidad no te entiendo —afirmó Julia con descontento.
—¿Qué sucede? —preguntó Sheryl con inocencia.
—¿Cómo pudiste hacer algo así? Recuerdo que solías estar muy interesada en William, incluso yo misma intenté acercarte a él en algunas ocasiones —dijo Julia mientras fingía estar enojada—. Sin embargo, de repente has cambiado de parecer. Estás cada vez más enojada con William, y, por otro lado, estás dirigiendo toda tu atención hacia Frederick. Tú... me haces sentir como si yo fuera la mala de la historia.
Julia se sentía muy agraviada mientras hablaba y tenía los ojos llenos de lágrimas. Al verla así, Sheryl no pudo evitar sentir desprecio por ella. Su artimaña era perfeta, y, si no la consolaba, tendría entonces que disculparse. Por lo tanto, decidió tratarla con amabilidad.
—Julia, sé que te preocupas por mí.
—Me alegro de que lo sepas, pero ¿por qué sigues haciéndome daño todo el tiempo? —preguntó Julia.
—En realidad, no odio a William ni tampoco estoy tratando de conquistar a Frederick. El problema es que no puedo ignorar la presión de mi familia —explicó Sheryl con impotencia y luego añadió—: Julia, tú estás al tanto de la situación que tenemos en casa, ¿verdad? Mi padre está muy enfermo y, por tanto, no puedo ignorar sus emociones, pues considero que esto podría perjudicar su salud. Además, mi madrastra y mi hermanastra están interesadas en las propiedades de la familia Taylor, y desean tomar el control de estas en cuanto mi padre muera. Sin embargo, no puedo permitir que eso suceda, pues esas propiedades han pertenecido a nuestra familia por varias generaciones. —Entonces, Sheryl miró a Julia muy preocupada—. Julia, tienes que entenderme, no tengo elección. A todo el mundo le gusta pasar tiempo con la persona que le gusta, pero, en mi caso, tengo que ocuparme primero de mi familia. —En ese momento, Sheryl no se dio cuenta de que los ojos de Julia brillaron de envidia al escuchar las palabras «propiedad familiar», y el corazón de esta se impregnó de un veneno mortal.