Capítulo 21
1128palabras
2022-02-23 15:19
Media hora más tarde, Sheryl y Julia llegaron al restaurante de cinco estrellas en el que habían acordado reunirse con Frederick, y, en cuanto entraron en el salón privado, lo vieron sentado muy relajado con los ojos cerrados. Cuando escuchó el alboroto, Frederick abrió despacio los ojos y, al ver a Sheryl, se dio cuenta de que no estaba sola. «¿Por qué vino con esa mujer?».
—Siéntate, ¿deseas comer algo? Pide lo que quieras —dijo un poco incómodo por la presencia de Julia.
—De acuerdo. —Sheryl se sentó con obediencia.
En ese momento, Julia se ruborizó por causa de los nervios, pues no podía evitar que su corazón latiera muy fuerte al ver el bello rostro de Frederick, que parecía haber sido esculpido por el propio Señor. La admiración que se dibujaba en sus ojos era difícil de ocultar: parecía un lobo, un tigre o un leopardo que había encontrado su presa añorada y no podía esperar a ir tras ella. Frederick, que estaba sentado sin moverse, percibió que Julia lo miraba fijo como si estuviera a punto de devorarlo. Sin embargo, aunque se sentía muy incómodo, fingió que no había notado nada. Por otra parte, Sheryl también fingió que no se había dado cuenta de nada, luego tomó el menú y miró a Frederick con delicadeza.
—Frederick, ¿qué te gustaría comer?
—Cualquier cosa —respondió él con indiferencia.
—¿Y tú Julia? ¿Qué quieres comer?
—Cualquier cosa —respondió Julia, que estaba muy cautivada por Frederick y, por tanto, no tenía deseos de comer nada.
«Oh Julia, querida Julia, ¿ni siquiera puedes disimular un poco?», pensó Sheryl mientras sonreía. Después ordenó algunos platos deliciosos y le devolvió el menú al camarero. Luego, fingió estar aburrida y sacó a relucir el tema de lo que había pasado el día anterior:
—Por cierto, Julia, hay algo que aún no te he agradecido —afirmó Sheryl emocionada.
—¿A qué te refieres? —Julia se quedó perpleja.
—¿Ya se te olvidó? Si no hubiera sido por la foto que le enviste a Frederick, que evidenciaba el momento en el que William me estaba molestando ayer en el restaurante, él habría malinterpretado por completo la situación —explicó Sheryl con una sonrisa.
Al escuchar sus palabras, la expresión en el rostro de Julia cambió de forma radical, pues no esperaba que Sheryl mencionara el asunto.
—Oh, no... no tienes nada que agradecer —dijo con tono de culpa mientras se retorcía los dedos.
En ese momento, Fredrick se quedó absorto en sus pensamientos, luego miró a Sheryl sin darse cuenta y permaneció en silencio.
—Sheryl, ¿cómo te enteraste de eso? Pensé que no lo sabías —preguntó Julia con cautela después de esbozar una sonrisa un poco incómoda.
«Ya me has engañado bastante en mi vida y aun así nunca estoy segura de cuándo dices la verdad. ¿Acaso habré caído en tus trampas tantas veces por gusto?», pensó Sheryl mientras sonreía. Sin embargo, en ese momento, solo miró a Frederick con una amplia sonrisa en su rostro.
—¿Cómo no voy a saberlo? Frederick me lo dijo; si no me crees, puedes preguntarle.
Frederick frunció el ceño. «¿Qué clase de juego es este?». Sin embargo, al ver su radiante sonrisa, no quiso desmentirla:
—Sí, tienes razón —afirmó.
Sin embargo, esta vez fue Julia quien se sintió incómoda con la situación. Era verdad que había tomado fotos y luego se había quejado con Frederick por causa de estas, pero no esperaba que Sheryl le agradeciera por lo que había hecho. «¿Qué está sucediendo entre ellos?». Entonces, Sheryl observó a Julia en secreto y se dio cuenta de que en ese momento estaba haciendo varias especulaciones en su cabeza.
—Julia, ¡eres en realidad una gran amiga! Eres la única que podría protegerme en un momento tan complicado —afirmó Sheryl conmovida al verla en tal estado—. Ahora soy la nuera de la familia Lance; si las personas se enteraran de que William me estaba acosando, sin duda alguna hablarían horrores de mí. Además, es posible que me acusaran de tener una vida caótica, como lo hicieron con Nancy, y entonces sí que mi reputación estaría arruinada.
La expresión de Julia cambió al escucharla: alternaba entre rubor y palidez.
—Sheryl, no tienes que agradecerme nada. Eres mi mejor amiga y, por tanto, siempre te ayudaré en lo que pueda —asintió Julia con aire de culpabilidad.
—Gracias Julia, te quiero mucho —Sheryl asintió con una sonrisa y luego le dio un abrazo.
Julia sintió que se quedaba sin aliento mientras Sheryl la abrazaba, así que solo pudo lanzarle una mirada culpable a Frederick, quien permaneció en silencio, sin decir una sola palabra. En ese momento, sirvieron los platos y Sheryl, que estaba muy entusiasmada, tomó algunos y los colocó frente a Julia.
—Julia, come más. Siempre eres muy considerada conmigo y te preocupas mucho por mí —dijo con alegría mientras tomaba el plato de Julia.
Mientras hablaba, Sheryl sirvió más comida en el plato de Julia, quien se sentía cada vez más culpable e incómoda por la desmedida gratitud de su amiga. En ese momento, no sabía qué decir, entonces tomó el plato y le agradeció a su amiga. Luego bajó la cabeza y comió un poco. Después de un rato, se tocó el vientre y luego se marchó con la excusa de que le dolía el estómago.
Cuando Julia se fue, Sheryl dejó escapar un suspiro de alivio. Entonces pensó en cuán difícil resultaba fingir una sonrisa, y luego sintió que el rostro le dolía. Después, masajeó sus labios y siguió comiendo como si nada hubiera pasado. Por otra parte, Frederick la estaba mirando de una forma un poco extraña. Aunque no quiso desmentirla delante de Julia, había estado observándola con mucho cuidado todo el tiempo.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Frederick con severidad.
—Le estás dando mucha importancia al asunto. Es obvio que he hecho todo esto para que no me malinterpretes —afirmó Sheryl, sonriente.
«¿En serio?». Frederick entrecerró los ojos convencido de que aquel asunto no era tan sencillo como parecía. Aunque el tono de Sheryl sonaba muy cordial, pudo notar que había un poco de sarcasmo en sus palabras. Al parecer, aquella tonta mujer había entrado en razón, o quizás finalmente se había dado cuenta de quién era en realidad Julia.
Por otro lado, cuando Julia salió del salón, sintió como si estuviera a punto de desmayarse. Dentro del restaurante, se había sentido avergonzada y asustada al mismo tiempo, pues, aunque Sheryl la había tratado muy bien, pudo sentir que estaba empezando a sospechar de ella. «El plan no está funcionando, ¿cómo puedo lograr que se separen? No puedo quedarme de brazos cruzados y permitir que permanezcan juntos. ¡Imposible!», pensó Julia molesta y con los ojos entrecerrados. No podía perder el control de la situación, ¡debía seguir ganándose la confianza de Sheryl!