Capítulo 27
1219palabras
2021-12-13 14:15
Jacobo asintió: "No hay nada que agradecer, director Zhao. Comenzaremos con las sesiones de acupuntura el próximo lunes”.
El empresario asintió y se subió a la ambulancia junto con su secretaria. Antes de entrar, se dio la vuelta para preguntar: “Por cierto, ¿cómo te llamas?”.
"Jacobo Ye".

Andrew Zhao respondió: "Entonces te llamaré hermanito, si no te importa. Le pediré a mi secretaria que haga los arreglos para que mañana mismo puedas ir a Knightdale Property por tu villa".
Haley, la secretaria, anotó rápidamente el número de teléfono de Jacobo antes de que la ambulancia se alejara con un zumbido. Al final, resultó que el señor Zhao ni siquiera necesitaba ser llevado al hospital, pero prefirió hacerlo por precaución.
Una vez que se encontraron a solas Ryan Tao le preguntó a Jacobo: "Su enfermedad cardíaca es congénita; ¿estás seguro de que puedes curarlo?".
El estudiante respondió con calma: "Si digo que lo puedo hacer, es porque así es”.
"Entonces, ¿qué tipo de tratamiento piensas darle?", preguntó el otro chico con curiosidad.
"Acupuntura y medicina tradicional".

Ryan se burló: "Eso es imposible. La acupuntura solo es un paliativo, pero no puede ser usada para tratar enfermedades cardiacas. ¿En serio ese es el tratamiento que piensas darle?”.
"Es muy simple. Usaré Energía Vital para controlar la aguja".
"¿Energía vital?", el cuerpo de Ryan se estremeció y su rostro cambió instantáneamente.
Ya casi era mediodía y Jacobo tenía planes para irse con Carlos Lin y otros amigos.

"Espera, ¿qué quieres decir con eso de controlar la aguja con Energía Vital...?", para cuando Ryan recuperó el sentido, su interlocutor ya había desaparecido de su vista. Ante esto, murmuró: "Técnica de Energía Vital... ¿Eso siquiera existe?”. Luego sacó su teléfono para llamar a su abuelo.

En la lujosa cabina privada, había platos rebosantes de comida y copas de vino. Carlos Lin tomó una copa de vino para llenarla y entregársela a Jacobo mientras exclamaba: "Jacobo Ye, permíteme brindar por ti".
Sin esperar la respuesta, Carlos procedió a abrir la botella y beber el vino directamente de esta.
"P*rrita Lin, ¿qué te pasa? Siento que te sucedió algo malo el día de hoy", preguntó Julian extrañado.
Jacobo también alzó su copa y bebió, apretando la mordida. Soportando la incomodidad en su estómago, rápidamente comió un bocadillo y dijo: "Deja de actuar tan raro, Carlos".
Megan Lan también sintió que la atmósfera había cambiado y miró a Jacobo asombrada, solo para descubrir que estaba tranquilo, como si nada.
Por su parte, Carlos Lin se sentó en el suelo y dijo: "Acabo de tener un accidente automovilístico".
"¿Pero te lastimaste? No te ves mal", Julian Zhou preguntó extrañado.
Carlos respondió: "El asiento del conductor quedó destrozado".
Las pocas personas que estaban presentes se sorprendieron. Si el asiento del conductor había quedado destrozado, ¿cómo era posible que Carlos estuviera bien?
"¿Saltaste por la ventana?", Megan preguntó con curiosidad.
"No, me quedé en el asiento". El hombre guardó silencio por un momento.
Luego de un rato en silencio, Julian se sorprendió y dijo en un ligero tono de broma: "Perr*ta Lin, ¿estás muerto? ¿Acaso estamos hablando con un fantasma ahora?".
Después de este comentario, la habitación volvió a quedar en silencio. Con una sonrisa en el rostro, Carlos prefirió cambiar de tema y, sin dejar de mirar a Jacobo, dijo: "Soy afortunado y bendecido. Tal vez haya sido el amuleto guanyin que Jacobo me dio lo que me protegió".
Julian se quedó atónito y luego recordó en el amuleto que Jacobo Ye había comprado el día anterior. "Ya veo. Fue por ese amuleto que brindaste por Jacobo. Si es tan útil, yo también quiero tener uno".
Jacobo respondió amablemente: "No te preocupes, te daré todos los que quieras".
Carlos dejó de parlotear y, por supuesto, no terminó de explicar lo que le había pasado.
La realidad era que, cuando cruzó un semáforo, un camión perdió el control y se estrelló contra su auto, destruyéndolo de tal forma que el chico quedó atascado y no podía salir.
De igual forma, el conductor del camión salió disparado por el parabrisas y cayó frente al auto de Carlos, dejando todo el piso lleno de sangre.
Sin embargo, cuando lo sacaron a él del asiento de conductor, resultó que no estaba herido en absoluto; solo tenía las manos cortadas por la lámina. Básicamente, era imposible que, después de un accidente como este, el conductor lograra sobrevivir. Sin embargo, Carlos Lin había salido intacto, por lo que todos dijeron que había tenido mucha suerte.
Luego de esto, el hombre estaba realmente asustado. ¿Qué tipo de suerte era esta? Después de completar una serie de exámenes en el hospital y asegurarse de que estaba bien, de repente recordó el amuleto guanyin que Jacobo le había comprado en el puesto. Rápidamente, metió la mano en el bolsillo y corroboró de que había estado allí durante todo este tiempo. Para su sorpresa, el amuleto de jade se había vuelto gris y había perdido todo su brillo; además de estar cubierto de grietas por todas partes, como si se hubiera roto. A pesar de que lo habían colocado sobre tapetes para venderlo, debieron haberlo pulido con mucho cuidado así que, sin importar qué tan mala fuera su fabricación, no había manera de que se pusiera así de la noche a la mañana.
Fue entonces que el hombre recordó que Jacobo había hecho algo extraño antes de darle el amuleto y la manera en la que había jugado con la espada de monedas aquella vez. Ese chico debía ser todo un maestro y, como tal, no querría que expusieran su identidad, por lo que decidió dejar de investigar.

Al ver toda la comida y vino en su mesa luego de todo el dinero que habían ganado ese día, Julian Zhou exclamó con una sonrisa: "¡Mira todo esto! Jacobo, te lo agradezco mucho. Te transferiré el dinero más tarde".
Ahora que el precio de las esmeraldas estaba aumentando, la industria de la joyería ya no era tan rentable como antes y las piedras que habían adquirido el día de hoy le ahorrarían mucho dinero al negocio de Julian.
Jacobo respondió: "No tienes nada que agradecer. Solo tuviste suerte”.
Entonces, Julian Zhou subió a su auto para irse.
"Gracias por tu amabilidad, Carlos. Ahora me iré”, como Jacobo no tenía nada que hacer, se despidió.
A esto, Carlos respondió: "¿A dónde vas con tanta prisa? Todavía tengo un regalo para ti".
"¿Qué regalo?", Jacobo preguntó con curiosidad.
En ese momento, una persona que se veía como un asistente se acercó para entregarle un manojo de llaves a Carlos Lin y luego se fue.
Carlos le entregó las llaves a Jacobo mientras le decía con sinceridad: "No haré más preguntas. Sé que un verdadero maestro como tú no querría que los demás sepan demasiado, pero siempre recordaré lo que has hecho para salvarme la vida. Ahora, quisiera regalarte este auto como agradecimiento”.
Jacobo sabía que su amigo era una persona muy inteligente, por lo que prefirió no negarse: "Te lo agradezco mucho”, respondió.
Tal como lo había deducido Carlos, el amuleto guanyin que Jacobo le había comprado en el puesto había sido bendecido con un hechizo. Desafortunadamente, la energía espiritual en este solo alcanzaba para un uso y, si no hubiera sido por este, Carlos Lin jamás habría sobrevivido a ese accidente.