Capítulo 17
1812palabras
2021-12-13 14:15
El joven sonrió con malicia antes de responder: "¿En verdad no lo sabes? Te pedí que bebieras conmigo, pero te negaste. ¿Acaso estás intentando avergonzarme frente a mis amigos?".
Algunos de los matones a sus espaldas agregaron: "Así es, ¿no has oído hablar de Wyatt Dong? Deberías sentirte honrada de que él se interese en ti”.
"Wyatt, no digas tonterías. Termina ya con esta chica para que nosotros también podamos disfrutar de ella". El grupo de matones se echó a reír.

Entonces, el famoso Wyatt Dong se dio la vuelta y dijo con una sonrisa: "¿Por qué tienen tanta prisa? Es raro ver a una chica tan bella, por lo que sería más interesante jugar con ella un poco primero. No soy como ustedes que no tienen buen gusto y no saben disfrutar del momento”. Después de esto, sujetó a su víctima por el hombro.
"Ja, ja, ciertamente tienes muy buen gusto", dijo uno de sus amigos.
"Por favor, no hagas esto. Todavía soy un estudiante", la chica estaba muy asustada y a punto de llorar. Por más que intentaba liberarse del agarre del hombre, no tenía la fuerza suficiente.
Wyatt soltó una risa lasciva y dijo: "Nada de eso me importa; si algo me gusta, lo obtendré a toda costa".
"Por favor déjame ir, te lo ruego", ella lloró mientras se acurrucaba contra la pared del baño.
"Bebe este vino y te dejaré ir. Si después de eso sigo sin gustarte, no te obligaré a nada”, respondió él, con una copa de vino en la mano.

"No, no voy a beberlo", ella negó con la cabeza desesperadamente.
Conociendo los antecedentes del hombre y sus amigos, sabía que la bebida debía estar alterada.
"Eso no depende de ti", dijo Wyatt mientras señalaba a los matones a sus espaldas. Dos de ellos se acercaron inmediatamente para alzarla del piso. Riendo, el líder vertió el vino en la boca de la chica.
Jacobo Ye tosió suavemente en el baño y, caminando hacia la puerta, dijo: "Lo siento. ¿Podrían hacerme un lugar?".

"¿Hay alguien más aquí”, preguntó uno de ellos.
Otro más gritó: "¿Quién está ahí? No te atrevas a salir, ¿no ves que Wyatt está haciendo algo importante?".
"¿Eres tú, Megan?". Jacobo no solía entrometerse en los asuntos de los demás, pero le sorprendió darse cuenta de que la chica era una de sus compañeras de secundaria, Megan Lan. De hecho, ambos incluso venían de la misma ciudad.
Megan Lan también había venido a estudiar a Oakdale y provenía de una familia de clase media, por lo que seguramente estaba trabajando en la casa club para ganar algo de dinero durante las vacaciones de verano.
"¡Jacobo! ¡Ayúdame!", suplicó Megan en cuanto lo vio, pensando que él podría ser su única salvación. Aferrándose al chico, se escondió detrás de su espalda.
"Amigo, si sabes lo que te conviene, será mejor que te apartes. No te metas en asuntos ajenos”, lo amenazó uno de los matones con una mirada intimidante.
Wyatt Dong tampoco estaba contento: "Hermano, déjame presentarme, soy Wyatt Dong. ¿De dónde eres?". Evidentemente, sabía que cualquiera que estuviera en este club debía tener buenos antecedentes, pues el acceso era muy restringido y no sería muy inteligente meterse en problemas con cualquiera.
Pero Jacobo ignoró a Wyatt y fue directamente a consolar a Megan. Luego se dio la vuelta diciendo: “Soy Jacobo Ye”.
"¿Jacobo Ye? Nunca he escuchado hablar de ti", respondió Wyatt mientras reflexionaba por un momento para asegurarse de no conocer a ninguna familia Ye en la ciudad de Oakdale. Al ver el estado de la ropa del chico, se burló diciendo: "Esta chica es mía por esta noche. Sal de aquí si sabes lo que es bueno para ti".
Ante esto, Jacobo respondió con valentía: "¿Y si me niego a hacerlo?".
La expresión en el rostro de Wyatt se oscureció y dijo sin piedad: "Dejaré que mis amigos te enseñen un par de lecciones, para que te quede claro por qué no deberías meterte conmigo".
Luego de esto, agitó la mano y dos rufianes se acercaron de inmediato para intentar torcer las manos de Jacobo. Sin embargo, él reaccionó rápidamente y estiró los brazos para sujetar a ambos por el cuello. Con un fuerte empujón, las cabezas de los dos hombres chocaron contra la pared e inmediatamente cayeron al suelo.
Las extraordinarias habilidades del chico enfurecieron a Wyatt, quien envió al resto de sus hombres al ataque sin pensarlo. Jacobo tomó al que venía directo hacia él y lo arrojó a un lado con todas su fuerzas. Un extraño grito atravesó el aire mientras que los demás matones, incluyendo a Wyatt Gong, salieron expulsados del baño, dejando a su compañero inconsciente atrás.
"Mi*rda, ¿cómo te atreves a golpearme? Te voy a matar", amenazó el hombre con enojo. Nunca lo habían golpeado de esta manera.
Mientras tanto, el jefe del equipo de seguridad del lugar se acercó con varias guardias para ayudarlo a levantarse.
"Señor Dong, ¿se encuentra bien? ¿Quién puede atreverse a lastimarlo? ¿Acaso quiere morir?”, preguntó el guardia mientras sacaba un garrote de su cinturón.
En ese momento, Jacobo Ye salió del baño, seguido por Megan Lan, en completo estado de shock.
"Fui yo", pronunció el chico, mientras señalaba a sus víctimas en el piso: “Esos patanes intentaron abusar de mi amiga. ¿Hay algún problema si les doy una paliza?".
"¡Maldita sea! ¿Y eso qué? Capitán Liu, dele una lección a este tipo y no le muestre ningún tipo de misericordia. Yo me haré responsable de las consecuencias”, ordenó Wyatt Dong.
"Por supuesto, señor Dong, no se preocupe. Yo me encargo”, respondió el encargado sin dejar de mirar a Jacobo mientras instruía a sus hombres: "Terminemos con él".
En seguida, varios guardias detrás de él sacaron sus garrotes y rodearon a Jacobo y Megan,
"¿Piensas golpear a la gente sin siquiera averiguar qué fue lo que pasó?”, preguntó el chico enojado.
"Cualquiera que se atreva a meterse con el señor Dong está firmando su propia sentencia de muerte”, declaró el capitán Liu, antes de alzar su garrote y agitarlo sobre la cabeza de Jacobo. En respuesta, el chico lo agarró de las manos y lo pateó con tanta fuerza, que el hombre solo pudo lanzar un grito mientras salía volando para aterrizar sobre sus subordinados.
"Jefe, ¿está bien?", el resto de su equipo salió corriendo a ayudarlo.
Lleno de dolor y vergüenza, el capitán Liu gritó: "¡Quiero que lo maten ahora mismo!".
"A la orden”, varios guardias de seguridad inmediatamente se aferraron a sus garrotes y corrieron hacia Jacobo Ye.
"¿Qué diablos están haciendo? ¡Este chico es mi amigo! ¿Cómo se atreven?", se escuchó la voz de Carlos Lin de repente. Tanto él como Julian habían estado esperando a Jacobo durante un largo rato y, al ver que no regresaba, decidieron ir a buscarlo solo para encontrarse con esta escena.
Al verlo, los guardias de seguridad se sorprendieron y dejaron caer sus armas mientras saludaban respetuosamente: "Señor Lin".
"Oh... Señor", saludó el Capitán Liu mientras su rostro se ponía pálido. Había querido darle una paliza a Jacobo para quedar bien con Wyatt Dong, pero nunca esperó que este chico conociera al hijo de su jefe. Definitivamente, estaba metido en serios problemas.
"Liu, maldita sea, ¿acaso quieres que te mate? ¿Cómo te atreves a poner un dedo sobre mi amigo? ¡Mi*rda!", maldijo Carlos furioso.
"Pero, señor Lin, yo... yo no sabía que era su amigo. De lo contrario, jamás me hubiera atrevido a tocarlo. Le suplico que me perdone por esta vez”, rogó el hombre.
Pero Carlos no se conmovió y, con un terrible gesto de arrogancia, gritó: "¡Fuera de aquí! ¡Ve al departamento de finanzas para que te den tu último salario! ¡Y no quiero volver a verte en Oakdale nunca más!”.
Bajo esta amenaza, el capitán Liu terminó por irse, con el rostro pálido.
"Oye, ¿no es este el señor Dong? ¿Qué pasó aquí?", se burló Carlos Lin, mirando al hombre herido con sorpresa. Luego, vio a Megan Lan escondida detrás de Jacobo y supo de inmediato lo que había pasado.
"¿Este chico es tu amigo? Vaya, señor Lin, debes estar loco. ¿Cómo puedes convivir con gente de una clase tan inferior?”, preguntó Wyatt con frialdad.
"Vete a la mi*rda. No tengo que pedir tu autorización para decidir quiénes son mis amigos. Wyatt, te advertí que está bien divertirse, pero las camareras de aquí no son tus juguetes. Si quieres encontrar otro tipo de mujeres, puedes irte al tercer piso. No te perdonaré si creas problemas en este lugar…”, advirtió Carlos.
Ambos hombres tenían un largo historial de rencillas y por lo general Wyatt evitaría venir al negocio de Carlos, pero el día de hoy necesitaba asistir a la subasta de piedras.
"Tu amigo golpeó a mis hombres, ¿no crees que me debes una explicación?", dijo Wyatt con una expresión siniestra.
"Wyatt Dong, ¿verdad? Verás, creo que te pudo haber ido peor si te hubiera golpeado con todas mis fuerzas”, comentó Jacobo de repente.
"¿Quién diablos piensas que eres? ¡Es increíble lo arrogante que eres!”, gritó Wyatt furioso.
"Él también es mi amigo. ¿Necesitas algo?”, intervino Julian Zhou.
Wyatt se quedó atónito al darse cuenta de que Julian estaba de su lado. Estos dos chicos tenían antecedentes familiares similares a los suyos, por lo que al parecer tendría que tragarse su ira por ahora.
Asintiendo con la cabeza, simplemente respondió: "Bueno, muchacho, no discutiré contigo hoy. Solo espera y verás", amenazó, antes de hacerle una señal a sus hombres para que lo siguieran fuera del lugar.
"¿Estás bien?", preguntó Julian.
Jacobo sacudió la cabeza y dijo: "Sí, estoy bien".
"Será mejor que volvamos ahora", dijo Carlos Lin.
Megan Lan, que seguía detrás de Jacobo, sintió un repentino mareo y, soltando un grito, estuvo a punto de caer al suelo.
"¿Qué pasa?", preguntó Jacobo mientras la sostenía.
"Yo...", murmuró la chica, sintiendo una profunda incomodidad y un calor asfixiante que la hacían querer quitarse la ropa.
Entonces, Jacobo recordó que Wyatt la había obligado a beber un vino que seguramente estaba mezclado con algún tipo de droga. Estirando la mano para tomarle el pulso, sonrió amargamente hacia Carlos para decirle: "Disculpa, ¿podrías conseguirme una habitación?".
"Seguro, no hay problema, je, je...", respondió Carlos, volteando a ver a Julian con una sonrisa, dando a entender que sabían cuáles eran las intenciones de Jacobo.
En poco tiempo, la habitación estuvo lista y Jacobo ayudó a Megan a entrar, para después colocarla sobre la cama. El calor tan insoportable había hecho que se le nublara la vista a la chica, quien se quitó la ropa murmurando: "Hace calor... Estoy tan caliente... Jacobo, estoy muy caliente...".
El vestido rojo que llevaba puesto resultaba bastante revelador, y el chico no pudo evitar mirar su piel desnuda. A pesar de que la herencia del sacerdote taoísta lo había hecho más resistente, era muy difícil contener su deseo.