Capítulo 16
1233palabras
2021-12-13 14:15
El precio que Carlos Lin ofreció parecía más que justo, así que Jacobo asintió con la cabeza: "Veo que eres muy educado y, ahora que somos amigos, no pienso aprovecharme de ti. Puedo darte el cuadro por 800,000 yuanes”.
"800,000...", Julian Zhou sonrió sorprendido. "No seas tan considerado con Carlos; un millón es una suma insignificante para él, así que no deberías sentirte mal por aceptarlo".
"De acuerdo, entonces", sonrió Jacobo.

"Bien, bien...", Carlos Lin anotó la cifra en un cheque y se lo entregó. En solo un instante, Jacobo se volvió millonario, y estaba tan emocionado que su mano comenzó a temblar y su rostro se puso rojo.
"Vamos, solo es un millón, ¿por qué te pones así?”, preguntó Carlos con una sonrisa.
Jacobo guardó el cheque y comentó con calma: “Es que yo no soy tan rico como ustedes. Ni vendiendo mi riñón juntaría un millón de yuanes normalmente”.
"Ja, ja", rio Carlos, feliz de haber conseguido una pintura original de Ben Gu. Luego agregó: “Ahora que hicimos el trato, siento que la suerte está de mi lado”.
Antes de que terminara de hablar, una fuerte ráfaga de viento sopló, obligando a Carlos a sujetar la pintura apresuradamente. A pesar de que el cuadro estaba a salvo, un objeto rosa voló repentinamente por el aire y quedó colgando de la cabeza del hombre. Cuando intentó quitarse lo que había llegado hasta él, se sorprendió al darse cuenta de que era una prenda hecha de encaje. ¡Se trataba de unos calzoncillos de mujer!
"¡Mi*rda!”, exclamó mientras los arrojaba a un lado.

Naturalmente, la escena provocó que Jacobo y Julian se rieran hasta quedarse sin aliento.
"¿El hecho de que haya ropa interior de mujer volando significa que se acerca un maldito desastre?”, preguntó el afectado con tristeza.
Nervioso, Jacobo miró la frente de Carlos discretamente y descubrió un aura ominosa mezclada con sangre, presagiando que un desastre se avecinaba. Jacobo tenía una buena impresión del chico, quien no le pareció un típico donjuán, así que dijo con seriedad: "Seguramente has pasado un mal rato últimamente”.
Atónito, Carlos respondió con tristeza: “Ni lo menciones. Tengo muy mala suerte estos días; he perdido inversiones, se me poncharon las llantas mientras conducía, caí en una zanja…”. Señalando su mano derecha, continuó: "De hecho, me quitaron el yeso de esta mano hace poco y, ¿sabes por qué? Porque una familia de patos decidió atravesarse en mi camino cuando iba por la carretera. Al girar el volante para esquivarlos, terminé cayendo directamente en una zanja".

Jacobo respondió con una sonrisa: "¡Qué mala suerte! Tal vez sea por el feng shui; ¿has intentado buscar a un experto en el tema?”.
Carlos Lin hizo un gesto con la mano: "Mi padre es muy escéptico y no cree en nada de eso”.
Jacobo lo pensó por un momento y vio que en un puesto al otro lado de la calle vendían un colgante de jade de guan yin, por lo que salió corriendo a comprarlo. Una vez que lo tuvo en su mano, le lanzó un hechizo protector en secreto, con movimientos tan sutiles que nadie pudo verlo.
De regreso con Carlos, le entregó la estatuilla diciendo: "Veo que has tenido problemas últimamente, así que te regalo esto que te ayudará a ahuyentar a los espíritus malignos. Trátala como un amuleto de la buena suerte".
Sorprendido, Carlos se guardó el colgante en el bolsillo y respondió: "Por supuesto. Muchas gracias, hermano". Luego de esto, su teléfono comenzó a sonar, por lo que se disculpó: "Lo siento, chicos, pero tengo cosas que hacer, así que debo irme ya. Los invito al Club Gloria esta noche; nos vemos a las 8 en punto”.
Julian Zhou asintió: "Claro, nos vemos en la noche”.
Sin más demora, Carlos se dio la media vuelta para subir a un Bentley y alejarse con un fuerte rugido.
Después de charlar por un rato más con Julian y concertar una cita para llegar juntos al evento de esa noche, Jacobo se fue directamente a un banco para cambiar el cheque que acababa de recibir y depositarlo en su cuenta.
Sosteniendo la tarjeta de débito que ahora tenía más de un millón de yuanes, el chico sintió que estaba soñando. Si bien no era una suma exorbitante con la que pudiera vivir cómodamente en una ciudad tan cara como Oakdale por el resto de su vida, para él significaba mucho pues siempre había sido pobre.

A las ocho de la noche, frente al Club Gloria.
El lugar era muy popular en Oakdale. Se trataba de una gran casa club con todo tipo de servicios que incluían alojamiento, comida, entretenimiento, fitness y spa.
Tan pronto como Jacobo llegó ahí, se encontró con Carlos y Julian, y después de charlar por un rato, los tres entraron juntos a la casa club. Normalmente, nadie tenía acceso sin una tarjeta de membresía, por lo que a Jacobo le sorprendió ver que el guardia de seguridad en la puerta no se molestó en detenerlos. En cambio, fueron recibidos con una reverencia de respeto.
Como si acabara de leer su mente, Julian comentó: "El padre de la p*rrita Lin es el dueño del club".
Con esto, Jacobo se dio cuenta de que, efectivamente, Carlos provenía de una familia extremadamente rica. No era de extrañar que un millón de yuanes significaran tan poco para él.
Al entrar en una cabina privada, Carlos Lin comentó: "Será mejor que comamos primero, pues más tarde habrá una subasta de antigüedades en el sexto piso. Además, el señor Wang llevará a cabo una exhibición de artesanías de jade mañana a las 10 en punto. Después de cenar, iremos para allá".
Al escuchar sobre piedras de jade, los ojos de Julian se iluminaron: "Mi padre necesita un lote de materias primas justamente, así que mañana probaré suerte".
Su padre estaba en el negocio de la joyería; sus cadenas de tiendas se extendían por todo el país, y por lo general vendían joyas hechas de jade.
Cabe mencionar que la comida en el Club Gloria era extraordinaria y el chef era tan hábil que podía convertir hasta el ingrediente más común en un delicioso platillo.
Tanto a Carlos como a Julian les gustaba beber y, a pesar de que habían nacido siendo ricos, no les gustaba ser ostentosos. Siempre preferían un vino de arroz barato a alguna botella de vino tinto extranjero con un valor elevado.
Jacobo no quiso beber mucho en un principio, pero sus amigos terminaron obligándolo y terminó tomando más de media botella de vino de arroz. El alcohol era muy fuerte, por lo que el chico terminó borracho y mareado en poco tiempo. De pronto, sintió el estómago revuelto y salió corriendo al baño. Una vez dentro, pasó el haoran chi a través de su cuerpo un par de veces para suprimir la sensación de vómitos, obligando al alcohol a abandonar su organismo en forma de sudor frío. En cuanto terminó, exhaló un suspiro de alivio y abrió el grifo de agua para lavarse la cara.
Tenía pensado volver a la cabina, pero la puerta del baño se abrió de golpe inesperadamente. Con un grito, una chica vestida de camarera fue empujada dentro. Luego de esto, un joven con una sonrisa juguetona entró acompañado por un grupo de matones, bloqueándole la salida a la chica,
"¿Qué… qué me vas a hacer?", preguntó ella con una mirada de terror.