Capítulo 15
1177palabras
2021-12-13 14:15
‘Mientas que ese tipo decida quedarse en Oakdale, me aseguraré de que se arrepienta por haberse metido conmigo’, pensando en el cuadro original de Ben Gu, el señor Tang no pudo evitar sentirse emocionado. A pesar de que las pinturas del artista eran populares, la mayoría que uno podía encontrar en el mercado eran falsificaciones. Pero ese cuadro no, y si lograba llevarlo a una casa de subastas, podría al menos duplicar su valor original. Estos últimos años, su negocio apenas había logrado mantenerse a flote y no solía encontrar tratos tan buenos como este.
Mientras el hombre pensaba en esto, sonó su teléfono y el nombre que apareció en la pantalla lo hizo reír. "Hola hermano, ¿qué puedo hacer por ti?”.
Una voz enojada y deliberadamente tranquila se escuchó al otro lado de la línea: "¿Qué rayos hiciste hoy?".
El señor Tang se sorprendió y contestó: "Nada, ¿por qué?".
El otro hombre respondió con enojo: "Tu subordinado fue enviado aquí junto con dos criminales. ¿Cómo te atreves a decir que no has hecho nada?".
"¡¿Qué?!", el comerciante se levantó de un salto. "¿Qué les pasó?".
"Esos dos rufianes son criminales peligrosos, ¿no lo sabías?".
"¡Por supuesto que lo sé! Todos en el rubro están conscientes de que a veces necesitamos aliarnos con alguno que otro personaje despiadado".
"¿Qué diablos dices? Terminarás por meterme en problemas tarde o temprano. ¿No puedes hacer tus negocios por la vía legal? ¿Por qué siempre tienes que hacer estas cosas tan inapropiadas? J*der... Déjate de tonterías o me afectarás a mí también. Será mejor que ahora vayas a otro lugar a esconderte”.
"¿Qué?", el señor Tang se quedó boquiabierto. Nervioso, contestó: “¿Tan grave es? Tú eres el subdirector de la Secretaría de Seguridad Pública…".
"¿Acaso eres idiota? Además, ¿con quién te metiste? Tu subordinado fue el único que resultó ileso; los otros dos criminales quedaron prácticamente discapacitados...".
"¿Cómo es posible? Solo estaban tratando con un estudiante universitario".
"Mi*rda, pues a juzgar por la forma tan despiadada en que los golpearon, debe haber sido un maestro en artes marciales. Dudo mucho que sea una persona común. Me temo que provocaste al chico equivocado, así que mejor huye".
Acto seguido, la llamada terminó y el señor Tang colgó el teléfono confundido, sin poder aclarar su mente por un rato. Generalmente, podía hacer lo que quisiera en su tienda de antigüedades porque contaba con el apoyo de su hermano mayor que trabajaba en la Secretaría de Seguridad Pública. Pero ahora, las palabras que acababa de escuchar lo hicieron sentir sumamente decepcionado.
Después de mucho tiempo, finalmente recobró el sentido y entró a una habitación detrás del mostrador.
Ahora que Jacobo Ye no tenía nada más que hacer en la calle de antigüedades, pensó en irse de allí. Pero de repente, escuchó una voz detrás de él: "Jacobo, ¿eres tú?".
Al darse la vuelta, le sorprendió encontrar a Julian Zhou. Él era un amigo con el que había compartido el dormitorio en la universidad. A pesar de que su familia era muy rica, siempre había preferido mantener un perfil bajo.
Con una sonrisa, Jacobo respondió: "Julian, qué coincidencia. Vine hoy aquí para echar un vistazo".
"Permíteme presentarte a mi amigo: él es Carlos Lin. Carlos, este es Jacobo, mi compañero de cuarto", dijo Julian.
"Hola", Jacobo extendió la mano para saludar a Carlos, quien asintió y estrechó la mano que le ofrecía.
Fuera de Jacobo, todos los chicos con los que Julian solía llevarse eran ricos o nobles, por lo que este Carlos Lin seguramente era un funcionario de alto nivel en Oakdale. Eso sin mencionar que su educación y temperamento resultaban diferentes a los de la gente común. Dándose cuenta de lo obvio que resultaba que Jacobo era de una clase social distinta, el hombre le estrechó la mano por pura cortesía.
Esto no pareció importarle mucho a Julian Zhou pues, en su opinión, todos sus amigos eran automáticamente amigos de Jacobo y, dándole una palmada en el hombro dijo: "¿No has comido nada todavía? Vamos por algo".
Jacobo negó con la cabeza y respondió: "No, tengo cosas que hacer. No los molestaré".
"No seas tímido; todos somos amigos aquí", dijo Carlos con un tono rotundo. Era obvio que solo estaba tratando de ser educado. Sin embargo, justo cuando Jacobo estaba por negarse de nuevo, Carlos vio el paquete bajo su brazo e inmediatamente sintió curiosidad.
"Oye, esa es una pintura de caligrafía, ¿verdad?”, preguntó con incertidumbre.
Jacobo contestó amablemente: "Sí, la acabo de encontrar en una tienda. No sé mucho de arte, así que solo la compré por diversión”.
"Qué elegante…”, bromeó Julian.
Carlos, que era un gran aficionado de la caligrafía y la pintura, de inmediato le pidió echar un vistazo, ante lo cual Jacobo accedió y le mostró la pintura que tenía en la mano. Al mirarla, la expresión del chico cambió en un segundo, provocando que Julian le preguntara: “¿Qué sucede, p*rrita Lin? ¿Hay algo malo en esa pintura?”.
Como eran muy buenos amigos, Julian solía llamarlo p*rrita Lin en tono de broma. Sin decir nada, las manos de Carlos comenzaron a temblar de la emoción y, extendiendo la pintura sobre una mesa cercana, la examinó con atención.
Jacobo no esperaba que el chico fuera un experto pero, a juzgar por su expresión, ya había detectado que se trataba de una obra extraordinaria. Por su parte, Julian se sintió confundido ante la emoción de su amigo y prefirió no molestarlo.
Después de analizar el cuadro durante más de diez minutos, Carlos Lin dejó la lupa que tenía en la mano y murmuró: “¡Este es el trabajo auténtico de Ben Gu!".
"¿Ben Gu? ¿En serio?”. A pesar de que Julian no sabía mucho de pintura, por supuesto que conocía al famoso artista. Dándose una palmada en el muslo, agregó: "Eso significa que es una antigüedad muy costosa. P*rrita Lin, ¿cuánto crees que pueda valer?".
Carlos Lin se sonrojó de la emoción y, sujetando a Jacobo, exclamó con euforia: “¡Amigo! ¿Puedes vendérmelo? ¿Cuánto quieres por él?”.
"Pues...", Jacobo vaciló. En realidad, no conocía el precio exacto de este original de Ben Gu, pero sabía que era de más de 500,000 yuanes y le daba vergüenza preguntar.
Al percatarse de la vacilación del chico, Carlos Lin miró a su amigo, pidiéndole ayuda con un gesto. Siempre le habían gustado las pinturas de Ben Gu, y ahora que acababa de encontrar un original, no podía dejarlo escapar tan fácilmente.
Julian Zhou entendió la indirecta y de inmediato le dio una palmada en el hombro a Jacobo: “Mira, si no quieres venderlo, está bien. Pero si sí es lo que quieres, puedo asegurarte que la p*rrita Lin te dará un precio justo".
Jacobo confiaba ciegamente en la palabra de Julian, por lo que no tardó en contestar: "Bueno, solo porque somos amigos. ¿Cuánto ofreces, Carlos?”.
"Eres fácil de convencer”, bromeó el chico en respuesta. “¿Qué te parece esto? Calculo que esta pintura vale alrededor de 500,000 yuanes. Por supuesto, si la subastas podrías conseguir un precio más alto, de casi 800,000. Puedo darte un millón”.