Capítulo 18
1635palabras
2021-12-13 14:15
Jacobo se recriminó a sí mismo de inmediato, diciendo: "¡Eres un médico! ¿Cómo puedes hacer esto?".
Una vez que recuperó el control, revisó el pulso de Megan y notó que estaba muy acelerado. Seguramente, la droga que Wyatt Dong le había dado era muy potente e hizo que su presión aumentara.
De pronto, la chica se levantó y se colocó encima de él, murmurando palabras sin sentido mientras intentaba besarlo. Luego, lo envolvió con fuerza entre sus piernas, como si fuera un pulpo.

El chico pudo sentir que su cuerpo estaba ardiendo, y esto lo llenó de ansiedad.
"Megan, despierta. No puedes hacer esto", le dijo.
Al ver los ojos confundidos de la chica, no pudo evitar maldecirse a sí mismo por dentro, consciente de que no podía seguir sus impulsos naturales. Con un movimiento rápido, se la quitó de encima y la acostó sobre la cama, antes de presionar suavemente uno de sus puntos de acupuntura.
Los ojos de la chica recuperaron un poco de claridad y poco a poco fue recobrando la consciencia.
Retorciéndose con incomodidad, suplicó: "Jacobo, ayúdame por favor, te lo ruego, no sé qué me pasa”.
Él respondió: " Tienes que ser fuerte. Te curaré de inmediato y pronto te sentirás mejor”.

Megan negó con la cabeza desesperadamente: "No, no quiero que me cures. Te deseo... Jacobo, me gustas desde que estábamos en la escuela secundaria...".
Estas palabras sorprendieron al chico y no pudo evitar sonreír con amargura. Durante tres años, se habían sentado juntos en las clases y tenían cierto tipo de conexión pero, como él tenía novia, terminaron por perder el contacto eventualmente. Con esto en mente, Jacobo sacudió la cabeza y presionó el cuello de la chica, provocando que se quedara dormida.
Lanzando un suspiro de alivio, comentó: "Megan, no puedo ayudarte si estás tan inquieta. No soy el tipo de persona que se aprovecha de los demás”.
Luego de esto, sacó su bolsa de agujas para clavarlas en varios puntos sobre la cabeza de la paciente.

Después de un rato, Julian Zhou llamó para informarle a su amigo que la subasta estaba a punto de comenzar y le pidió que se reuniera con ellos en el centro de subastas localizado en el sexto piso.
Jacobo obedeció y llegó al punto de encuentro. Como los guardias ya habían recibido instrucciones por parte de Julian y Carlos para dejarlo pasar, de inmediato fue llevado hacia una cabina privada.
Dentro, ya había algunas personas sentadas y, además de Carlos Lin y Julian Zhou, Wyatt Dong también estaba presente.
El rufián no estaba feliz de ver entrar a Jacobo Ye y lanzó un resoplido de molestia al aire. Si no fuera porque este evento era muy importante para él, se le habría echado encima sin pensarlo.
Por su parte, a Jacobo le sorprendió ver a un anciano con cabello gris en la habitación, pues este le resultaba muy conocido. Creyó haberlo visto antes en algún programa de subastas en la televisión. ¿Tal vez el hombre participaría en el evento como evaluador?

Jacobo sonrió en general y tomó asiento junto a Julian Zhou mientras Carlos Lin le pedía consejo a un anciano sobre la pintura que le había comprado a Jacobo. El hombre, al que todos llamaban señor Wong, miró la pintura mientras asentía con la cabeza: "Efectivamente, esta es una obra del difunto Ben Gu, lo cual la vuelve realmente preciosa y rara. No es necesario que la subastes; mejor dámela a mí".
El chico respondió con una sonrisa: "Oh, señor Wong, no tengo la intención de vender este cuadro. Pienso guardarlo para mí".
El anciano se sorprendió y luego lo regañó riendo: "¿Estás intentando darme envidia?”.
Durante el transcurso del evento, varias personas más llevaron sus antigüedades con el señor Wong para que les diera su opinión, pues sabían que era un gran experto en la materia. Sus argumentos solían ser razonables y resolvía las dudas de la gente con solo pocas palabras.
Entonces, Wyatt Dong también sacó un jarrón de la dinastía Song y dijo: "Kyle Shen evaluó esta pieza y dijo que era falsa, pero yo insisto en que es auténtico. Me gustaría que el señor Wong me ayudara a despejar mis dudas".
El señor Wong respondió cortésmente: "Kyle Shen es también un experto muy reconocido en el mundo de las antigüedades. Si él dijo que esto es falso, es porque así debe serlo".
"¿Kyle Shen?", murmuró Jacobo al recordar al hombre de mediana edad que había visto en la calle de antigüedades.
Señalando una de las marcas en la parte superior del jarrón, Wyatt agregó: "Pero él solo vio este defecto de aquí. Por favor, eche un vistazo y vea si pueda encontrar más en otras partes".
El señor Wong asintió y tomó el jarrón. Luego de mirarlo detenidamente declaró: "Ciertamente, esta cerámica es una imitación del oficio de la dinastía Song. Aunque debo decir que es muy buena; el único defecto es el que usted acaba de señalar y, si no fuera por este, podría confundirse con una pieza auténtica".
Después continuó: "Este jarrón es una imitación de alto grado; si bien no tiene mucho valor, puede servir para instruir a las generaciones futuras".
Wyatt Dong asintió con la cabeza y dijo: "Lo compré por 300,000 yuanes en un lugar para coleccionistas de antigüedades. Pensé que tenía buen ojo para esto, pero creo que no es así… Ja, ja… ¡tomaré esto como una lección!". A pesar de que por fuera se mostraba simpático y de buen humor, por dentro quería estrellar el jarrón contra el suelo.
Estas personas eran demasiado ricas para preocuparse por perder 300,000 yuanes y, de hecho, les daba risa cuando una situación así se presentaba.
"¡Espera! ¿Puedo echarle un vistazo a ese jarrón?", preguntó Jacobo Ye de repente, evitando que Wyatt lo destrozara.
Sorprendido, el chico se burló en respuesta: "¿Desde cuándo los pobres se interesan por las antigüedades?".
"Las antigüedades son obras de arte; no se pueden juzgar en función de su valor monetario", corrigió el señor Wong con una sonrisa.
"Tiene razón, señor Wong", respondió Wyatt, consciente de que todos en esta sala tenían cierto estatus y, si se le ocurría hacerse el rudo con Jacobo, terminaría haciendo el ridículo.
Entonces, Jacobo tomó el jarrón para estudiarlo, sintiéndose confundido. Ahora que tenía la herencia espiritual del sacerdote, podía percibir cosas que la gente común no podía ver. Con la pintura de Ben Gu, se dio cuenta de que cada antigüedad poseía una especie de alma; ya fuera de la época moderna o antigua, siempre que se tratara de una obra de arte, podría sentirla. Según lo veía él, estas almas representaban las maravillas del país. Con esto en mente, examinó el jarrón durante algún tiempo, pero seguía sin poder comprobar que se tratara de una antigüedad, por más que sintiera el alma en él.
Sabiendo que no podría hallar ningún indicador en ese momento, le preguntó a Wyatt Dong si le podría vender el jarrón.
En respuesta, el chico se burló: "Es una imitación de alto grado y no vale nada de dinero. Te la regalo si quieres, ya que no puedes pagarla".
Había averiguado los antecedentes de Jacobo, así que ya sabía que era pobre y sin estatus.
“Has gastado dinero para conseguir este jarrón, por lo que sería injusto no pagarte. Dame un precio”, dijo Jacobo.
Wyatt Dong frunció el ceño, enojado por escucharlo mencionar que había gastado dinero en una imitación. Si bien 300,000 yuanes no eran un gran problema para él, su compra fallida demostraba lo malo que era valuando antigüedades. En tono de burla, contestó: "Ya que lo compré por 300,000 yuanes, te lo venderé por el mismo precio".
El chico ofreció ese precio pensando que Jacobo no podía pagarlo pero, inesperadamente, este último asintió: "Está bien, te transferiré el dinero".
Sorprendido, Wyatt le dio su número de cuenta antes de agregar: "Solo una persona pobre trataría a una imitación barata como si fuera un tesoro. Probablemente te llevará la mitad de tu vida ganar 300,000 yuanes".
Estas palabras provocaron que Jacobo frunciera el ceño, pero no respondió nada.
Por su parte, Julian Zhou sabía que su amigo no era rico y que no habría podido pagar esa cantidad de no ser por la pintura antigua que acababa de vender en un millón de yuanes. Entonces, le preguntó en voz baja: "Dime, ¿sentiste algo en este jarrón?".
Jacobo asintió: "Sí, sentí algo, pero no sabría explicar qué es".
El señor Wong, que se encontraba a su lado, se sintió un poco disgustado por lo que acababa de decir Jacobo. Tanto Kyle Shen como él habían declarado que este jarrón era una imitación y el hecho de que este chico siguiera pensando que valía la pena comprarlo significaba una afronta directa a su prestigio. "Chico, si tienes alguna opinión, puedes decírmela", dijo.
“Sentí algo extraño en este objeto, pero todavía no puedo descifrar qué es”, respondió Jacobo respetuosamente.
El señor Wong resopló y dijo con sarcasmo: “Los jóvenes de hoy en día son demasiado ambiciosos y sueñan con hacer una fortuna de la noche a la mañana. No saben que para eso se requiere mucho esfuerzo y dedicación”.
Este comentario molestó a Jacobo, pues no creyó que su opinión fuera a ofender al experto en antigüedades. Acto seguido, giró el jarrón y descubrió que había un caucho tan fino como un cabello en el fondo de este. Fue entonces que comprendió todo.
"¿Encontraste algo?", preguntó Carlos Lin al ver el cambio en su expresión.
Jacobo respondió: "Sí. ¿Tienes un abrecartas?".
Una vez que Carlos le entregó un cuchillo delgado, Jacobo lo tomó y cortó suavemente el jarrón a lo largo del caucho, con un movimiento extremadamente lento. Después de rascar un poco, tomó con cuidado la punta del cuchillo para quitar con precaución el caucho.