Capítulo 18
1264palabras
2024-03-29 11:22
Zoey no imaginaba que recibiría una bofetada. Por eso perdió el equilibrio y se cayó.
Preguntó enfadada: "¿Cómo osas tú, una hija ilegítima, darme una bofetada?"
Layla replicó: "¡Lo hice porque te lo mereces! Tú has insultado a mi esposo. Aunque no sea rico, es el dueño absoluto de la familia Walsh. ¿Y qué hay de ti? ¿Quién eres tú? De no ser por su ayuda, la familia Boyer estaría acabada. ¿Cómo es posible que seas tan presumida?"
Después agregó: "Si sigues hablando mal de mi esposo, lo creas o no, ¡te partiré la boca!"
Al oír esto, el hombre que se encontraba detrás de Layla frunció el entrecejo y de pronto su mirada se tornó indescifrable.
Observó a Layla, que estaba furiosa y roja, con una sonrisa cada vez más amplia.
A pesar de que se dejaba intimidar con facilidad y no le importaba que los demás se burlaran de ella, cuando tenía que ver con Camron, se ponía como una fiera. Se negaba a dar su brazo a torcer.
El señor Hickman había decidido ir a salvar a la damisela en apuros, aunque no se esperaba que esta fuera tan agresiva.
Zoey se sintió abochornada. No pudo aguantarlo más y vociferó: "¡Layla, me las vas a pagar!"
El gerente, al ver que todo era un desastre, se apresuró a acercarse. No tardó en reconocer al hombre situado detrás de Layla y enseguida hizo una reverencia. "Señor Harper", lo saludó.
Michael Harper le devolvió el saludo, luego volteó a ver a Zoey y ordenó con frialdad al gerente: "De aquí en adelante, ella y sus acompañantes no podrán entrar a Heavenly World".
Zoey contraatacó descontenta: "¿Quién te crees para prohibirnos la entrada? Hemos pagado por ello".
En un instante, Michael se detuvo y contempló el rostro de Zoey. De pronto, se asustó tanto que palideció y se apresuró a callarse.
El señor Hickman se dio cuenta de que algo iba mal, así que enseguida apartó a Zoey.
Entonces, empezó a explicar las cosas: "Señor Harper, se trata de un malentendido. Como esta mujer no sabía quién era usted, lo ofendió. Pero prohibirnos la entrada a todos por una conejita, no es eso..."
Michael respondió con serenidad: "No cualquiera puede fastidiar a las personas de Heavenly World. No lo olvides".
A medida que hablaba, Michael se alejó con el gerente.
Zoey dedujo que por lo visto había provocado a alguien a quien no debía. Preguntó con prudencia: "Señor Hickman, ¿quién era él?"
"¡Se trata de Michael Harper!", la regañó disgustado. "¿Acaso no tienes neuronas en el cerebro? ¿Cómo se te ocurre meterte con los de Heavenly World? ¡No debes j*derlos en absoluto!"
A continuación, el señor Hickman negó con la cabeza y se marchó.
Zoey murmuró para sí el nombre del hombre: "¿Michael Harper?"
Según recordaba, el motivo por el que la familia Boyer estuvo a punto de ser excluida del círculo fue porque aquel hombre hizo jugarretas entre bastidores.
Hacía menos de un año que Michael había vuelto al país y ya se había apropiado de varias empresas a base de malas mañas. Sin duda, era un genio de los negocios muy competente.
Por suerte, Layla había contraído matrimonio con un miembro de la familia Walsh. De otro modo, la empresa del clan Boyer se habría ido a la ruina esta vez.
Luego de colocarse de nuevo la ropa, Layla se retiró del club nocturno y se quedó parada al borde de la carretera durante casi media hora, sin conseguir un taxi.
¡La panadería iba a cerrar en 40 minutos!
De pronto, se detuvo ante ella un Rolls-Royce negro. La ventanilla bajó poco a poco, revelando el atractivo rostro de Michael.
"¿Quieres que te lleve?", sugirió.
Michael acababa de ayudarla hace poco. Ella esbozó una sonrisa de agradecimiento y contestó: "No, puedo apañármelas".
"No voy a preguntártelo por segunda vez", comentó Michael con indiferencia, mientras esperaba paciente a que Layla tomara la iniciativa de subir al auto.
Ella estaba un poco temerosa del hombre que tenía delante y, desde luego, tenía la necesidad de ir a la pastelería. Tras pensárselo detenidamente, subió al vehículo.
Le contestó: "Te lo agradezco. Por favor, llévame a Beautiful Bakery en Rowan Road".
Entonces, Michael asintió levemente con la cabeza y arrancó el auto.
Al poco tiempo, el auto se estacionó delante de la panadería.
Cuando echó un vistazo a su reloj, se percató de que la pastelería estaba a punto de cerrar en cinco minutos. Se desabrochó con rapidez el cinturón de seguridad y declaró: "Gracias. Si la próxima vez nos volvemos a cruzar en Heavenly World, te invitaré a dos botellas de vino".
En cuanto dejó de hablar, Michael se aproximó a ella de repente. Detuvo la puerta del auto con la palma de la mano y la estrechó entre sus brazos.
Layla se sobresaltó y lanzó una mirada cautelosa al hombre que tenía delante.
"¿Por qué estás vendiendo vino en Heavenly World? ¿Te hace falta dinero?", en cuanto Michael habló, su cálido aliento se posó en su rostro. En este estrecho espacio daban un aspecto muy ambiguo.
Tras una pausa, agregó: "¿Por qué no pasas la noche conmigo? Podría darte todo el dinero que desees".
Ella se puso furiosa al ver que Michael le acariciaba la cara sin el menor pudor y exclamó: "Estoy casada. Tengo un esposo. Deja de tocarme".
Él contestó: "¿No comentó tu hermana que tu esposo tenía quemaduras? No está en condiciones de cuidar de sí mismo. Jamás te ha dejado experimentar... La dicha de ser mujer, ¿cierto?", mientras más hablaba Michael, más entrecortada se volvía su respiración.
Tomó la mano de Layla por adelantado para evitar que se resistiera.
Ambos se encontraban tan cerca que Layla alcanzó a ver con claridad los pequeños bellos de su cara.
"Hazme compañía. Te aseguro que en el futuro tendrás lo que quieras", añadió.
Michael le rozó suavemente los labios con las yemas de los dedos, lo que hizo que se le pusiera la piel de gallina.
Layla frunció los labios y se esforzó por permanecer alejada de él. Se negaba a tener nada que ver con él.
"¡Aunque mi esposo esté herido, siempre será mil veces mejor que tú!", espetó.
Michael se aproximó a ella aún con más fiereza. Se mostró tan agresivo como una bestia. Le contestó: "¿Por qué proteges a ese bueno para nada de Camron? ¿Qué ha hecho por ti? ¿Qué? ¿Es dinero o pretendes que te dé una buena vida?"
Al tiempo que hablaba, le desabrochó con la mano el botón de la blusa y le dijo muy confiado: "Lo que desees, puedo complacerte".
"¿Lo que yo deseo? ¡No podrás dármelo en toda tu vida!", contestó ella mientras forcejeaba. Sus palabras no la impresionaron para nada. "¡Déjame!", gritó.
No se hacía la difícil y tampoco deseaba relacionarse con él.
Michael se percató de ello con solo mirarla. Al bajar la cabeza y acercarse a ella, tocó sin querer la nariz de Layla.
Layla descubrió que el hombre que tenía delante iba a darle un beso. Entonces buscó con desesperación el spray de pimienta en su bolso.
Lo apuntó al rostro de Michael. En el momento en que ella iba a presionarlo, él de repente la agarró de la muñeca, y el spray cayó enseguida al suelo.
A Layla le cayeron algunas partículas de pimienta en los ojos. Se puso tan incómoda que empezó a llorar.
Su visión era borrosa y no veía nada, lo que le causó un gran temor. Se resistió con ferocidad y gritó: "B*stia, suéltame. Si llegas a tocarme de nuevo, nos mataré a los dos".