Capítulo 17
673palabras
2024-03-29 11:20
De repente, Layla, que se encontraba sirviendo una bandeja de vino, fue arrastrada por alguien. Por poco se le cayeron las copas.
En cuanto se dio la vuelta, vio a Zoey.
También era evidente que Zoey la reconoció. Le preguntó: "¿Qué haces aquí?"
Layla no se imaginaba que iba a encontrarse aquí con alguien que conocía. Agrandó los ojos impresionada y exclamó: "¿Hermana?"
"¡No me llames así!", declaró Zoey al ver que el señor Hickman y los demás se acercaban, por lo que no tardó en callar a Layla. Y agregó: "Eres la esposa de Camron, ¿por qué te vistes de este modo en el club nocturno? ¿Acaso estabas buscando un hombre con quien acostarte? ¡Eres muy descarada!"
"No se trata de eso", contestó Layla. Jaló a Zoey con nerviosismo y le aclaró en voz baja: "En realidad las cosas no son como tú crees".
"¿A qué le tienes miedo? ¿Temes que revele que estás casada?", preguntó Zoey mientras la observaba con una expresión burlona. Y luego agregó: "¡No tenía ni idea de que fueras tan desatada!"
A medida que hablaba, Zoey apartó su mano con disgusto.
Layla perdió la estabilidad y se tambaleó varios pasos hacia atrás. Sin querer, se topó con un cálido abrazo.
Se giró sobresaltada y se cruzó por casualidad con un par de ojos profundos. Su corazón se aceleró.
Por algún motivo, aquella mirada le pareció muy familiar.
Pero jamás se había topado con ese hombre.
"¿Te encuentras bien?", preguntó. El hombre tenía una voz muy melodiosa.
Era esbelto, con facciones pronunciadas y distinguidas. Sobre todo los ojos, que parecían mágicos.
A simple vista cualquiera se enamoraría de él.
En el momento de su aparición, fue el centro de atención de los asistentes.
Hasta a Zoey, que ya había visto a todo tipo de hombres simpáticos, la cautivó.
Layla le pidió perdón aterrada: "Lo lamento mucho..."
Quiso zafarse de los brazos del hombre, pero se dio cuenta de que su ropa estaba adherida a su cuerpo...
Cuando el hombre bajó la vista, se dio cuenta de que el encaje de las caderas de Layla estaba sujeto a su cinturón. Al tratar de zafarse, se frotó contra su zona sensible.
¡No hacía más que crear problemas!
Tomó a Layla en brazos y le exclamó con frialdad: "¡Deja de moverte!"
El corazón de Layla latía con fuerza. Se sintió tan avergonzada que sus orejas se pusieron rojas. No sabía qué hacer, así que cooperó con él.
Por su parte, Zoey observaba al hombre que tenía delante con una mirada llena de celos. Después miró a su hermanastra, que estaba actuando. Tenía mucha rabia.
En verdad era una hija ilegítima. Sabía seducir a los hombres, como su madre.
Layla se encontraba inmersa en el aliento de un hombre extraño. Se puso tan nerviosa que quiso quitarse el encaje ceñido.
El hombre tenía un tono de voz meloso cuando añadió: "Pórtate bien y no toques nada".
Cuando oyó esto, Layla se puso aún más nerviosa. Le entraron ganas de buscar un agujero para esconderse. "¡No te portes como un br*bón!", exclamó.
Esbozó una sonrisa cómplice, agachó la cabeza y desató con cuidado el dobladillo de la falda que estaba enganchado al cinturón. Después, le puso la chaqueta por encima.
Ese gesto provocó que Zoey se pusiera celosa, y se enfureció por ello.
Por lo que, declaró: "Señor, que su inocente apariencia no lo engañe. Está casada. Como se sentía sola, salió a seducir hombres".
Layla sujetó de forma inconsciente el traje del hombre y contestó con indiferencia: "Gracias".
Zoey alzó la cabeza de manera altiva y le dedicó una mirada de desdén. Se dirigió a Layla: "Entiendo por qué has venido aquí a buscar un hombre. Al fin y al cabo, acá los hombres son ricos o aristócratas, mejor que ese engendro feo y quemado. Por culpa suya murieron sus padres, pero él sigue con su vida pusilánime. Ni siquiera estoy segura de que aún pueda hacerlo..."
Tras oír esto, Layla se enfadó muchísimo. Le propinó una fuerte bofetada a su hermanastra.