Capítulo 11
629palabras
2024-03-29 09:56
La vendedora se quedó mirando con desdén la ropa barata de Layla.
"Estos anillos son los nuevos diseños de la tienda. Además, son muy caros, por lo que, a no ser que esté segura de querer comprarlos, se quedarán en la caja", respondió tajante.
Layla se quedó sonriente. "Jamás he entrado en una joyería que haga pagar a sus clientes antes siquiera de ver lo que compran. ¿Qué pensaría la gente si viera lo complicadas que son las políticas de esta tienda?"

La vendedora se sorprendió. A regañadientes, tomó los anillos y los colocó sobre el mostrador.
Se los probó con gusto, mientras ignoraba a la mujer.
El anillo que llevaba era de una artesanía excepcional, decorado con un diamante de talla hexagonal en uno de sus extremos. En el interior había espacio suficiente para grabar un nombre. Su diseño era discreto y elegante, muy apropiado para Camron.
Estaba segura de que le quedaría bonito ese anillo.
Sería mucho mejor si sus nudillos no estuvieran llenos de cicatrices, pero por desgracia no era así...
Al darse cuenta de lo mucho que le gustaba el anillo a Layla, la vendedora se lo quitó con un gesto de desprecio.

"¿No te has visto? ¿Cómo es posible que pudieras pagar los anillos si no aparentas tener dinero ni para vestirte como es debido?"
Su prepotencia provocó que Layla se diera la vuelta para marcharse del lugar sin decir nada.
Por mucho que le gustaran, no iba a doblegarse ante una mocosa por unos anillos.
Sin embargo, la vendedora sujetó de inmediato la muñeca de Layla, para evitar que se marchara. "¿Dónde está el otro anillo?"

Layla estaba más que harta de las incesantes insinuaciones. "¿No acabas de retirarlo?"
"Entraste aquí a robar, ¿cierto? ¡Alguien que me ayude! ¡Ha robado un anillo de nuestra tienda!"
Al instante, sus palabras llamaron la atención de los otros clientes y vendedores.
"¿De qué me estás hablando? ¡Deja de acusarme!", exclamó Layla.
"¡Para de hacerte la inocente!", la voz de la vendedora se hizo aún más fuerte, como si quisiera que todos la oyeran. "Te acabo de dar los dos anillos, pero ahora no queda más que uno. ¿Dónde está el otro?"
"¡No lo robé!", la cara de Layla se había puesto roja de rabia. "Me acusas de ser una ladrona, ¿dónde están tus pruebas? Así no puedes calumniarme".
Por casualidad, Camron se encontraba pasando por delante de la joyería, en compañía de varios ejecutivos. Al oír la voz de Layla, se detuvo.
"¿Cómo puede ser esto una calumnia?", respondió con arrogancia la vendedora. "Te entregué dos anillos y me devolviste solo uno. Eso quiere decir que me has robado uno. Conozco a los que son como tú, sé cómo trabajas. Más te vale confesar antes de que llame a la policía".
Layla se disponía a protestar cuando alguien la interrumpió.
"¿Cuál es ese anillo del que oigo hablar que es tan valioso que mi esposa lo robaría?", preguntó en voz baja.
Layla se volteó y vio a Camron en la entrada de la tienda, vestido con un elegante traje.
A pesar de que usaba un sombrero y una máscara, su mirada revelaba su identidad.
Al instante, el ambiente de la tienda se calmó.
"¿Cam... Camron?", balbuceó Layla, conmocionada de verlo ahí.
Se sintió emocionada, pues era la primera vez que él la defendía. Además, también era la primera vez que alguien la apoyaba en un momento así.
El director de la joyería estaba nervioso. Se quedó mirando a la vendedora del mostrador.
¿A quién había provocado esta vez?
El chófer personal de Camron caminó desde detrás de su amo para saludar con respeto a Layla: "Buen día, señora".
Al director casi se le doblaron las rodillas del susto. "¿Usted... Usted es la esposa del señor Walsh?"