Capítulo 66
875palabras
2024-05-27 13:50
Al día siguiente, Levi madrugó para ir a la empresa y dejó a Gianna en casa. Mientras se encaminaba a su oficina, se topó con su tío David, el padre de Emma.
"¡Levi, hijo!", saludó el hombre y se detuvo a unos pasos de distancia. "¿Cómo está mi hija?".
Levi no contestó de inmediato, solo le echó una mirada aburrida al anciano.

"Ella ni me llama y aquí te veo. Como ustedes dos comparten techo, pensé en preguntarte, ¿no?".
Levi percibió el sarcasmo en la voz de su suegro. Suspiró profundamente y se metió las manos en los bolsillos.
"Ella se encuentra bien, señor", respondió, provocando la risa del anciano.
"¿Estás maltratando a mi hija, Levi?".
La frente de Levi se frunció al escuchar las palabras del anciano. "¿Maltratarla? ¿Por qué iba a hacerle daño?".
El padre de Emma sonrió y encogió los hombros. "Ya sabes, de tal palo, tal astilla".

"Sí, de tal palo, tal hija", soltó Levi con los puños apretados, clavando su mirada en el señor Hollis. "Dejaste que Emma destrozara la vida de alguien solo por su propia felicidad".
"¡Si te encuentro haciéndole daño a mi hija, te denuncio y te dejo sin un centavo! ¡Empezando por esta empresa, Levi! ¡Así que ni se te ocurra!", bramó el anciano con voz firme mientras se alejaba con paso decidido.
Levi, con una sonrisa irónica en el rostro, observó la espalda del anciano. "Para empezar, la culpa fue tuya", murmuró para sí mismo antes de continuar su camino hacia la oficina.
Ahora, se preguntaba qué represalias tomaría el señor Hollis. Era posible que ordenara una auditoría financiera, tanto personal como de la empresa, ya que este formaba parte de la junta directiva. La situación se tornaba cada vez más complicada.

Eran las 7:30 de la mañana y Emma aún seguía frente al espejo en el baño. Se miraba fijamente y notó un nuevo moratón en su mejilla. ¡Otra vez! Parecía que los moretones nunca acabarían.
Por más que quería pedir el divorcio, nunca encontraba el momento adecuado. Su corazón se resistía a rendirse, siempre creyendo en una segunda oportunidad.
Después de lavarse la cara, bajó las escaleras para prepararse el desayuno. Estaba a punto de empezar a cocinar los huevos que había sacado del refrigerador cuando apareció Gianna.
Emma rodó los ojos. ¿Qué hacía esa mujer aquí? Seguro venía con Levi.
“Oye, hazme algo de desayunar también. Quiero un poco de jamón y huevos”, dijo Gianna, lo que hizo que Emma frunciera el ceño.
¿De verdad?
"¿Qué has dicho?", preguntó, casi sin poder creer lo que había escuchado.
Gianna se cruzó de brazos con aire desafiante y se apoyó contra la pared. "Que quiero jamón y huevos ¿No me has oído?".
Emma no pudo evitar soltar una risita. "Pues entonces ponte manos a la obra y cocínalos tú misma", respondió con ironía. "Hay jamón y huevos en el frigorífico, por si no lo habías notado".
"¿En serio? ¿Harás que cocine? ¡Cielos!", exclamó Gianna, llevándose la mano a la frente. Emma soltó una carcajada. "Si Levi se entera de esto, estás acabada", amenazó Gianna con un tono serio, lo que solo provocó que Emma se riera aún más.
"Me da igual".
Gianna dio un pisotón enérgico. "¡Voy a llamar a Levi y le voy a contar todo!", advirtió, clavando la mirada en Emma.
"Uf, qué miedo", bromeó Emma, fingiendo temblar como si estuviera aterrada.
Gianna dejó escapar una sonrisa. "Vamos a ver". Marcó el número de Levi en su teléfono.
"Okey, llama a mi MARIDO", enfatizó Emma, haciendo hincapié en la palabra "marido". "¡Bah, me da igual!".
No importaba lo que hiciera, Levi siempre le creería a Gianna y seguiría lastimándola, sin importar lo que pasara. Entonces, ¿para qué se molestaba?
"Levi...", escuchó Emma cómo Gianna pronunciaba su nombre con su tono coqueto. Emma simplemente rodó los ojos y siguió preparando su comida.
"Ella se niega a hacerme el desayuno, cariño...".
Emma simplemente la imitó moviendo la cabeza hacia atrás y adelante, diciendo "bla, bla, bla". Y cuando sus ojos se encontraron con los de Gianna, esta última le devolvió la sonrisa.
"Está bien, se lo diré, cariño", fue lo único que dijo antes de colgar.
"Ves. Serás castigada si no me obedeces", comenzó Gianna, provocando una sonrisa en Emma.
"Ja, incluso si no te obedezco, él igualmente me castigará. ¿Entonces, para qué molestarse?", respondió Emma, enderezándose y cruzando los brazos mientras sostenía la mirada de Gianna.
Ahora podía ver cómo Gianna perdía los estribos y se acercaba a ella. Siendo Emma más alta que Gianna, la mujer levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
"Cómo te atreves...".
Entonces, Emma la abofeteó, haciendo que su cabeza se girara hacia la izquierda. Y cuando Gianna regresó a ella, también levantó la mano, lista para devolver el golpe, pero Emma la detuvo y la empujó hacia atrás.
"Eres una cobarde cuando estás sola, ¿eh?", gruñó Emma, apretando los dientes.
Gianna la miró antes de soltar un grito y marcharse de la cocina.
¡Vaya!, Emma se agarró al respaldo de la silla de madera y dejó escapar un profundo suspiro. «¡Maldita sea!», pensó para sí misma, porque sabía que Gianna le contaría a Levi todo lo ocurrido y él la castigaría... de nuevo. Eso era seguro.