Capítulo 41
759palabras
2024-04-28 09:28
LAYLA no le había sacado los ojos de encima a Emma desde el momento en que puso un pie en la cocina. Apoyó la cadera en el borde del lavabo y la observó limpiar los pescados que freiría después.
Incapaz de soportar el silencio entre ambas lanzó un profundo suspiro y le preguntó: "¿Qué te hizo?".
Emma la miró y volvió a poner su atención en lo que estaba haciendo. "No es nada, me informó que lo llamaron de la compañía de internet por una factura y necesitan mi cédula de identidad".
Layla la interrumpió con una carcajada sarcástica, se cruzó de brazos e intentó atraer la mirada de Emma. "¿En serio, Emma? ¿Crees que soy tonta?", preguntó suspicaz.
Emma la miró. "Layla, estás demasiado paranoica. No es más que papeleo".
"Te seguí, a los dos".
Tras la afirmación de Layla, Emma quedó atónita y le empezaron a temblar las manos, por lo que dejó de inmediato la sartén sobre el fuego por miedo a que se le cayera.
Emma fingió una risa. "Tonta, solo hablamos...".
Layla soltó los brazos. " ¿Hablaron? Sí, hablaste, en eso tienes razón. ¿Pero bajo qué circunstancias? Por tus ojos puedo afirmar que lloraste, Emma. Te lo recuerdo por si ya lo olvidaste".
Layla se acercó un poco más a ella, sin dejar de sostenerle la mirada. "Tienes la piel tan clara que con un leve pellizco te quedan rastros. Mírate al espejo, tienes el dedo de Levi marcado en el lado izquierdo de la mandíbula. No me mientas más, puedo notarlo. No quieras engañarme, lo hiciste una vez, pero no te dejaré que vuelvas a...".
Layla no terminó de decir lo que quería, Emma la arrastró al interior del baño y cerró la puerta con llave.
"¿Qué estás haciendo, Emma? ¿Por qué dejas que te lastime...?".
"Me merezco esto, Layla, me lo merezco. Aceptaré todo, soportaré todo, para demostrarle lo entregada que estoy a él... cuánto lo amo...".
"¿Amor? Ya sé que lo amas, Emma. Sí, lo amas". Layla puso énfasis en sus tres últimas palabras. "Pero, Emma, ¡mira adónde te lleva ese maldito amor! Pierdes peso, tienes bolsas en los ojos... estás pálida como un papel. Supe que algo no andaba bien en cuanto te vi por primera vez después de casarte, me di cuenta de que estabas sufriendo por amor, Emma. Y ese absurdo amor hacia él te llevará a la muerte si no me escuchas. Le diré esto a la tía Miriam...".
"No, por favor", suplicó Emma mientras la tomaba del brazo, intentó contener las lágrimas frente a ella, pero no pudo.
Cuando la vio así, Layla entendió su sufrimiento y la contuvo con un abrazo mientras Emma seguía llorando.
"Oye". Le frotó la espalda. "Deja a Levi, ven conmigo a Nueva York. Déjalo, no te sirve, Emma, por favor", la consoló y se apartó para tomarla por los hombros. "Mírame. Cometiste un error, tú mereces ser amada". Layla tomó su rostro y le secó las lágrimas. "Pero Levi no es capaz de darte ese amor".
Emma se alejó de Layla. "Lo amo, llegué hasta aquí para saber que puedo soportar...".
"Emma". La compasión de Layla hacia ella se hizo patente a través de su voz cuando la llamó por su nombre. "Levi te está haciendo daño, Emma. Te está haciendo daño...".
"¡No!", Emma detuvo a Layla de forma tajante. "Hice algo que a él no le gustó y no puedo decírtelo. Nos pusimos de acuerdo para hacer funcionar este matrimonio, Layla. Lo estamos intentando", mintió, se negaba a que su matrimonio fuera un fracaso al final y esperaba encontrar una solución que los uniera.
"Resolveremos esto...".
Es lamentable, pero tú lo sabías, el matrimonio ya estaba terminado antes de que firmaras el compromiso, Emma. ¡Si Levi está dispuesto a darle una oportunidad al matrimonio, no dejará que Gianna se quede en este infierno! Bien, Emma. ¡Bien! Te entiendo. Lo entiendo", concluyó Layla.
"Entiendo que lo amas, entiendo que estás aceptando todo lo que te hace porque lo AMAS. Está bien, Emma, no te impediré hacer lo que TÚ consideras que es MEJOR para ti. No quiero que nos peleemos. Una última vez, te apoyaré, pero no puedo prometer que esta vez seré buena con esa p*ta", afirmó Layla y salió del baño.
Emma casi se desploma, sintió que sus rodillas se debilitaban, así que se aferró al lavabo mientras se miraba al espejo.
Lo único que veía en ese momento era a la desgraciada de Emma; la alegre muchacha a la que todos conocían... hacía tiempo que había desaparecido.