Capítulo 31
940palabras
2024-04-22 10:53
Entonces, Emma salió de su habitación y se dirigió al ala este de la mansión. Allí esperó a que Levi llegara y abriera la puerta. El ambiente que se sentía alrededor de ellos era cada vez más intenso y la joven sabía que era debido a un nuevo juego que experimentaría con él. Sin embargo, no sabía hasta dónde este juego de las mordidas le haría perder la cordura.
Cuando él se giró a verla y sus ojos se encontraron, Emma soltó un jadeo. Levi dejó de mirar sus ojos y comenzó a examinarla de pies a cabeza. Ella se sintió incómoda y dio un vistazo a su ropa: unos pantaloncillos de algodón y una camiseta sin mangas. Bueno, desde hacía mucho que solía usar ropa cómoda y sencilla.
También lo vio tragar saliva cuando sus ojos se posaron en los dos grandes montículos que ella poseía. Entonces, ella fingió toser para hacer desaparecer la sensación de incomodidad.

“Des…”
“Entendido”, respondió haciendo que Levi frunciera su ceño. Ella dio un paso atrás para protegerse en caso de que la abofeteara de nuevo, pero él ingresó a la habitación y se sentó en la cama. Ella suspiró aliviada mientras comenzaba a desnudarse.
“Quédate con los pantaloncillos puestos, ya que estás con tu período”, mencionó él haciendo que ella se diera la vuelta y lo mirara, luciendo unas mejillas muy sonrojadas. La forma en cómo lo dijo... fue como si nada, como si aquello fuera algo normal, pero para ella fue algo embarazoso, ya que era la primera vez que compartía su ciclo menstrual con un hombre.
“¿Qué?”, enarcó la ceja mientras se recostaba y sus manos se apoyaban en la cama. “Pareces incómoda. ¿Qué te está ocurriendo?”, preguntó él con amabilidad, lo cual se le hizo extraño, otra vez.
Ella asintió y se acercó a él cuando por fin se quitó su prenda superior.
Los ojos de Levi casi se salen de su lugar al ver cómo los p*chos de la joven bailaban mientras se acercaba a él.

“¿Cuál es el juego de esta noche, Emma?”, preguntó él mirándola.
Ella se puso algunos mechones de cabello detrás de las orejas y respondió: “El juego de las mordidas”.
“Sabes lo que eso significa, ¿verdad?”.
Emma asintió mordiéndose los labios, algo que agradó la vista de su esposo.

Él reconoció que quiso detenerse para no seguir comportándose de forma dominante con ella y simplemente f*llarla cuanto quisiera. No obstante, cuando se dio cuenta de que Emma disfrutaba de cualquier cosa que le hacía, simplemente mezcló todo: ya no solo jugaba con ella, ahora la foll*ba y DURO. Levi siempre se aseguraría de f*llarla de la misma manera: haría que la int*midad de Emma se pusiera roja y sangrara. Así que definitivamente lo haría la próxima vez.
“Ven y siéntate en mi regazo”, exigió y ella obedeció. Él pensó que Emma era una buena mascota.
Ella se sentó y se sostuvo del hombro de su esposo para sostenerse. También se mordió el labio inferior cuando el bulto debajo de los pantalones de él tocó su centro íntimo. Como estaba usando tampones, podía sentirlo todo de manera natural.
Las manos del chico estaban en la cintura de ella, luego la miró a los ojos y preguntó: “¿Qué tan fuerte quieres la mordida?”.
“No lo sé. No tengo idea alguna de cómo se juega...”
“Bueno, entonces hagamos que sea un juego divertido. Te haré mordidas con diferentes niveles de intensidad, para saber qué podría funcionar y qué no”.
Ella iba a responder que ‘sí’, pero él continuó hablando: “Hoy te mostraré un poco de misericordia, pero también tendremos una condición, si te escucho soltar un solo gemido, no podrás elegir la intensidad que yo podría usar en la mordida. Si sueltas un gemido, te morderé como yo quiera. ¿Está todo claro?”.
Ella asintió.
“Entonces, nada de gemidos. Si escucho algún sonido proveniente de ti, perderás y tendré el control total de todo el juego”, añadió.
“Espera, ¿cómo voy a decirte qué nivel me hace sentir bien si no quieres escuchar ningún sonido de parte mía?”.
Levi frunció el ceño, sabía que ella tiene razón. No obstante, él fue lo suficientemente inteligente como para establecer una regla más. “No necesitas hablar. Solo levanta el dedo índice cuando estés de acuerdo y levanta el dedo meñique cuando no lo estés”.
Emma maldijo para sus adentros. ¿Podría lograrlo? ¿Podría contener sus gemidos? También estaba nerviosa, puesto que sentía cólicos menstruales durante su primer y segundo día de período. Asimismo, parecía que le estaba dando una oportunidad, pues se había olvidado de su regla de oro de ‘puedo tocarte, pero tú no puedes tocarme, a menos que...’
Cierto, él podía desobedecer las reglas cuando quisiera.
“¿Qué ocurre? ¿No estás preparada para ello?”
Emma vio cómo la mandíbula de Levi se contraía y sintió cómo el agarre en su cintura se hacía más fuerte. Temiendo que le volviera a hacer algún daño, ella respondió: “Claro que siempre estoy lista”.
Su esposo sonrió de manera real. Incluso si ella también quisiera sonreír, no podía hacerlo porque a él no le gustaba, así que solo mordió su labio inferior.
“Comencemos”, dijo él mientras acercaba sus labios y ladeaba su cabeza para comenzar por su cuello.
“Espera, yo…solo deja que exhale un profundo suspiro”, hizo que él frunciera su ceño, pero al final la dejó hacerlo.
Ella soltó un profundo suspiro para dejar ir sus miedos. “Ya estoy lista”, dijo aun sintiéndose un poco incómoda con su posición: seguía sentada en su regazo. Además, su abdomen inferior quemaba por los cólicos que tenía que ignorar. Así como debía ignorar los mordiscos si quería ganar.