Capítulo 27
1547palabras
2024-04-22 10:52
Emma intentó liberar su mano del apretón de Levi, pero la locura que crecía en él fortalecía su agarre.
“Levi, no hice nada malo...”
“¡Cállate la boca!”, gritó Levi y la empujó dentro de la sala de juegos. Solo después de cerrar la puerta, la liberó.
“Me estás confundiendo, Levi. Muchísimo”, dijo sacudiendo la cabeza. “No te comprendo. Parece como si hiciera todo mal…”
“Es que no haces nada bien”, gritó mientras la miraba. “Nunca lo hiciste bien, Emma. ¡Nunca! Y odio lo que vi”, añadió.
Ella sacudió la cabeza mientras se secaba las lágrimas que corrían por sus mejillas. “Ya no sé qué pensar, Levi. ¿Por qué no intentas que este matrimonio funcione? ¿Por qué no me das una oportunidad? ¿Por qué no me dejas amarte...?”
“Es porque te ODIO, Emma. Te desprecio. Te aborrezco. No mereces una oportunidad. No me gusta verte feliz ni que le sonrías a otra persona. No quiero verte como si no estuvieras sufriendo conmigo. ¡Odio cuando de repente te ves feliz, mientras yo soy el que sufre por este maldito matrimonio en primer lugar!”, gritó él, mostrando una evidente rabia en sus ojos. Por la forma en que la miraba, parecía como si ella pudiera ahogarse en la profundidad de sus ojos, haciendo imposible que alguna vez se escapara de ahí.
“Si pudieras darle una oportunidad a este matrimonio…”
“No puedo darte ninguna oportunidad, Emma. Pero estoy dispuesto a darte la oportunidad de que seas mi amiga si me dejas libre”.
Ella se rio sarcásticamente. Sus lágrimas aún corrían por sus mejillas, pero se las secó de inmediato.
“¿Cómo que aún no tienes libertad, Levi? Te permito estar con Gianna. Aunque no quiera, te lo permito. Puedes hacer lo que quieras. Conmigo, con ella, con tu p*ta vida. Pero yo”, se señaló, “yo”, se volvió a señalar y estuvo a punto de ahogarse por la pesadumbre que albergaba su pecho, “yo siempre he sido la que no es libre. Cuando te pedí matrimonio, ya había perdido mi libertad porque ya estaba atada a ti, algo de lo que nunca me arrepentiré ni siquiera por el resto de mi vida. Después de todo, ¿sientes que no te di libertad? ¿Estás bromeando, Levi?”
Él se quedó en silencio por unos segundos.
“Quiero ser libre de ti, Emma. Todo lo que quiero es que me des el divorcio. Si lo haces, te perdonaré”.
Emma negó con la cabeza mientras se secaba las lágrimas otra vez. “Sabes que no puedo”.
“Entonces, sufre”, dijo Levi —como si fuera más bien una maldición inquebrantable.
Ahora entendía por qué su esposo se había enojado en ese momento. Es porque la había visto sonreír como si nada. A ella no le importaba sufrir mientras fuera tolerable. Se quería asegurar de enamorarlo, por lo que obedecería cualquier orden que le diera.
“Desnúdate”, ordenó él después de un momento de silencio entre ellos. Ella esquivó su mirada y la dirigió hacia otro lado.
Y, cuando volvió a mirarlo, vio que ya se estaba quitando el abrigo.
Ella era su esposa, pero resultaba que se había convertido en su mascota. “No sé por qué tienes que ser así, Levi”. Sus ojos se abrieron de par en par cuando de repente dijo en voz alta lo que llevaba guardado en su mente.
Él la miró antes de responder: “Tú me hiciste así…”
“No. Tú elegiste esto. Fue tu elección. Simplemente llegué a tu vida y pensaste que la arruiné, cuando en realidad…” Emma hizo una pausa y solo lo miró a los ojos. “Cuando en realidad te estoy salvando”, pensó esto último sin decirlo.
“¿Qué? Cuando en realidad qué”, preguntó confundido, mientras lucía su frente surcada.
Ella sacudió su cabeza.
Levi entonces dejó escapar un gemido de disgusto. Luego se acercó más a ella. “Arrodíllate”, ordenó él mientras se desabrochaba los pantalones y se los bajaba.
Los ojos de Emma se abrieron de par en par cuando estaba a solo unos centímetros del f*lo de su esposo, oculto debajo de su calzoncillo de marca. La parte más sensual del cuerpo de aquel hombre estaba totalmente limpia: sin vello púbico. Igual que la de ella, que siempre la mantenía depilada.
Levi tomó su cabello, lo jaló hacia abajo y le levantó la cara. “Sácalo”, exigió él. La joven frunció el ceño confundida, pero al final entendió lo que quiso decir.
Le bajó el calzoncillo y retrocedió sorprendida cuando su f*lo salió erecto y llegó de golpe a la punta de su respingada nariz.
“Mójalo”, ordenó él.
Emma tragó saliva mientras levantaba sus manos temblorosas y se lo sujetaba. Ella lo maldijo dentro de su cabeza cuando sintió su cálido f*lo. No tenía idea de cómo hacerlo, pero, como pudo investigar acerca de eso durante los últimos días, pensó que sería capaz de hacerlo.
Comenzó a frotar su firme y rosado mi*mbro y sintió una cálida sensación con la fricción que le daba cuando lo frotaba hacia adentro y hacia afuera. Levi apretaba su cabello cada vez más fuerte.
“Saca tu lengua, endurécela y muévela rápido en el pequeño agujero de la punta", dijo.
Entonces, Emma hizo lo que le pidió. Su lengua azotó el agujero de la punta. Luego, ella puso su f*lo dentro de su boca, lo que hizo que él gimiera. Levi no quería s*xo suave, pero le gustaba los juegos previos.
Y hace un mes que Gianna no le hacía una f*lación. Y ahora quería probarlo de su esposa.
La boca de Emma le comenzó a frotar suavemente el falo de un lado a otro mientras él le sostenía con más suavidad el cabello. La mano izquierda de Levi descendió hasta el hombro de Emma hasta llegar a su pecho derecho, lo que la hizo gemir en ese momento. La forma en que ella lo frotaba se hacía cada vez más rápida, hasta el punto de sentir arcadas cada vez que topaba su garganta, pero no detuvo el juego.
Ella intentaba un nuevo ritmo en el que sorbía y chupaba su f*lo, lo que lo hacía estremecerse mientras dejaba escapar un gemido de su boca. “¡Maldición! Se siente tan bien”, pensó él.
Ella seguía chupando su f*lo mientras su mano seguía su boca cuando lo frotaba. El f*lo de su esposo era tan grande que no cabía por completo dentro de su boca.
Levi seguía masajeando sus pechos mientras ella seguía chupándolo. Luego, él la levantó con todas sus fuerzas y recostó la parte superior de su cuerpo sobre la cama, se agachó e inmediatamente empujó la lengua en el núcleo de su entrada. Ella se aferró a la sábana cuando sintió las cosquillas y la forma en que sorbió sus fluidos le provocó escalofríos por todo el cuerpo. Gimió en voz alta mientras su lengua seguía azotando sin detenerse, tanto dentro como fuera de su entrada, mientras sostenía sus piernas separándolas.
“Le-Levi”, gimió su nombre. Y, sin que ella pudiera advertirlo, de pronto sintió cómo penetró su interior con su mi*mbro. Sus gritos resonaron en los cuatro rincones de la habitación en cuanto sentía que algo se desgarraba en su interior.
A Levi no le importó su reacción mientras la embestía, pero, cuando la vio tratando de escapar de él, le dijo: “Mientras más lento entre, más te va a doler”.
Emma entonces dejó de moverse y simplemente se dejó llevar. De hecho, él tenía razón, pues el dolor que ella sentía se estaba transformando lentamente en un hormigueo de placer: algo empujaba en sus entrañas, como si algo estuviera a punto de explotar; la forma en que su mi*mbro golpeaba los interiores de su cuerpo la estaban haciendo alcanzar el éxtasis.
Levi separó ampliamente las piernas de su esposa y las levantó mientras seguía metiéndoselo a un ritmo más rápido. Sus ojos brillaban al ver cómo sus p*chos se sacudían por la forma en que él la embestía.
Cuando sintió que estaba por correrse, le dio la vuelta boca abajo para metérselo de espaldas. Para sentirse más cómodo, dejó que los pies de su esposa llegaran al suelo mientras seguía penetrándola.
Los gemidos de Emma seguían excitándolo. Luego, la levantó mientras sostenía sus grandes pechos. “Sujétate en el armazón de la cama”, dijo Levi mientras guiaba sus manos hacia el armazón de la cama y la penetraba estando de espaldas.. La jaló un poco hacia atrás para arquear su cuerpo.
Él sostenía sus p*chos mientras la penetraba más y más. Parecía que la estaba montando, pues inclinaba su cuerpo contra su espalda hasta masajear sus pezones. Cuando estaba casi cerca, se movió más lento mientras tomaba su p*zón izquierdo para chupárselo estando de espaldas; como sus pech*s eran mucho más grandes que los de Gianna, tuvo la oportunidad de experimentar lo que era “chupar la punta de los p*zones estando de espaldas”.
Emma gimió de nuevo y se estremeció cuando llegó a su clímax. Luego, de repente, se lanzó hacia adelante cuando Levi le mordió el p*zón, lo que la hizo gemir de dolor. Pero él simplemente se reía mientras la penetraba de nuevo hasta correrse.
Cuando el joven la soltó, ella se volvió hacia él y sus miradas se cruzaron. Levi esbozó una sonrisa maliciosa en sus labios. “Esta noche jugaremos a las mordidas. A las once en punto”, ordenó mientras caminaba hacia el baño, dejándola estupefacta.