Capítulo 54
1250palabras
2024-03-02 00:02
Poco antes de la medianoche, Raelynn se encontraba tendida en su habitación, llorando y lamentando el haberse excedido tanto en sus deseos carnales. De pronto escuchó un ligero golpe en la puerta.
Rodrigo se dio cuenta de que se había dejado llevar demasiado pronto sin haberle contado todo acerca de él, un craso error. De hecho, ni siquiera estaba seguro de que ella le acogería de todo corazón en caso de que le contara toda la verdad de él y su vida.
Como vio a Raelynn vestida con su camisa cuando estaba fuera de la ciudad, supuso que ella se había puesto a fisgonear en los archivos médicos y demás cosas privadas de su habitación.

"Raelynn, ¿estás despierta?"
Ella dejó de llorar automáticamente, adoptando un silencio tenaz para ignorar su presencia.
"Raelynn, por favor... Sé que todavía estás despierta. Abre la puerta, ¿quieres? Sé que la he c*gado, pero quiero enmendarlo."
Después de esperar un minuto más sin respuesta, volvió a llamarla por su nombre.
"Lo siento muchísimo, Raelynn, de verdad. He sido un estúpido, pero deja que al menos entre para explicarte."
Silencio, una vez más.

"Cariño..."
'¿Cariño? ¡Qué cara más dura!', se indignó ella sin abrir la boca, antes de arrojar una de sus almohadas contra la puerta cerrada.
Justo en ese momento, le llegó a la chica un mensaje grupal por parte del padre de Rodrigo, quien le enviaba una foto de una escultura en el aeropuertos de Hawaii, donde acababa de aterrizar.
Raelynn recordó entonces que Álvaro se había marchado a Hawaii por un tiempo, y luego le tocaba Tailandia. Esa misma mañana, mientras ella estaba en un restaurante tailandés, fue cuando él se fue. Como la chica no se acordó de despedirse de él apropiadamente, le mandó un mensaje grupal de disculpa, cuyo otro destinatario era Rodrigo.

'Volveré antes de que te des cuenta, querida. Ya os echo de menos a los dos, chicos. Portaos bien, y cuidaos.', decía su mensaje.
'Tu querida Raelynn ha mostrado sus verdaderos colores en cuanto se fuiste. ¿Sabes lo que ha hecho? Irse a un dormitorio separado.', le dijo Rodrigo.
'No creo que haya sido cosa suya sin más. Deja de molestarla.'
Rodrigo le pasó entonces una foto de sí mismo parado con cara de pena frente a la puerta del dormitorio de Raelynn. 'Aquí estoy, desterrado y marginado.'
Raelynn intervino: 'Suegro, lo que no te está diciendo es que ha estado pensando en Amelia cada vez que estaba conmigo, y por eso me alejó, porque todavía siente cosas por ella."
'¡Que no tiene nada que ver con Amelia, por Dios! Papá, dile que me deje entrar.'
'Sois peores que niños de guardería... Solucionad vuestro roce solos, que ya sois mayorcitos. ¡Hasta luego!'
Raelynn volvió a hacer oídos sordos a las llamadas de Rodrigo y se quedó dormida, preguntándose, eso sí, cuál sería esa otra excusa tras la que querría escudarse ahora. Decidió que ya le perdonaría pasada una semana o así, dependiendo de lo bien que se portara.
En un intento por evitar toparse con él y revivir la dolorosa humillación que había sufrido la velada anterior, amaneció mucho antes que Rodrigo y salió de la casa previa a la hora de gimnasio del joven, quien se sorprendió, luego ya, de encontrase la puerta de su dormitorio ya abierta tan temprano. A Lorenzo también le chocó ver que ella ya se iba a trabajar a aquellas horas.
Cuando Rodrigo se percató de que Raelynn se había marchado, llamó a Lorenzo.
"¿Tiene Raelynn un evento importante en el trabajo, o algo así? ¿A ti te ha dicho algo?"
"Hoy tiene una reunión con Scarpellini, de su empresa, a la una de la tarde. En principio, la reunión estaba prevista para ayer, pero me dijo que la llevara a casa en lugar de allí."
'¡Genial!', pensó Rodrigo para sí mismo después de colgar.
Luego se puso a revisar su agenda y llamó a Kaede para que dejara libre su agenda a la una de la tarde. Como se le avecinaba un día bastante ajetreado, decidió saltarse el gimnasio e ir a trabajar temprano también.
Fracasando sin remedio a la hora de ocultar la hinchazón y rojez de sus ojos entumecidos, Raelynn se quedó frita en su oficina hasta las nueve de la mañana, para luego despertarse cuando vio a la gente llegar lenta y perezosamente por la puerta. Vio entonces que había recibido una notificación de Kaede, copiando en los destinatarios a la ayudante de Scarpellini, en la que se mencionaba un cambio de sala para la reunión.
Tras un ligero almuerzo a las once y media, Raelynn hizo acopio de utensilios y ordenador portátil antes de irse en coche hasta hasta el lugar de la reunión con mucha antelación, de tal manera que no le retrasara el hecho de no encontrar aparcamiento de primeras.
Ya de pie junto al edificio de metal y vidrieras cuya cima se alzaba hasta el ardiente astro, respiró hondo, con la esperanza de que el nuevo lugar dispuesto para la reunión no se ubicara en la misma planta que el despacho de Rodrigo
Se maravilló ante la disposición interna de la construcción, y hasta tuvo tiempo de explorar uno de los baños con curioso detenimiento, al haber llegado tan pronto. Ya en la habitación que le había indicado Kaede por correo, se encontró a esta misma allí, quien estaba alterada a más no poder a causa del complicado y recientemente reorganizado horario de su jefe. A fin de cuentas, ya sería la tercera vez que le caería una soberana reprimenda por equivocarse en el orden y momento de los eventos pendientes, en caso de hacerlo de nuevo.
Raelynn tomó asiento en una de las sillas junto al escritorio de Kaede, y desde allí admiró las opulentas dimensiones de la suite. Al principio pensó que era demasiado espaciosa para ser la estancia de un vicepresidente, pero luego cayó en la cuenta de que todo el edificio era de portentoso tamaño en todas las dimensiones, con lo que Scarpellini y su ayudante debían de tener una holgura de despachos y unas vistas de la ciudad más que privilegiadas.
Se incorporó al rato para acercarse hasta el otro extremo, donde había otra persona sentada junto al escritorio, limándose las uñas y tarareando una melodía, que oteaba de cuando en cuando a través del gran ventanal de cristal. Su apariencia le recordaba vagamente a Amelia, con esas curvas perfectas y rostro seductor.
Cuando Raelynn vio que su título era el de 'secretaria', se preguntó en qué se ocuparía ella, dado que la ayudante ya hacía todo el trabajo.
Viendo la montaña de dulces y galletas que había cerca, escogió un par de cookies con pepitas de chocolate y sentó de nuevo en la misma silla de antes, ojeando con nervios el reloj mientras este marcaba que quedaban dos minutos para la una de la tarde.
"Va a tardar otros diez minutos más. Ahora mismo está en una reunión.", le informó Kaede, según entraba en la despensa. "¿Quieres algo de beber mientras? Perdona que no te haya ofrecido antes, pero es que ha sido un día desquiciante como pocos."
"No te preocupes, que ya estoy servida con las galletas de ahí. Gracias."
Kaede asintió distraídamente mientras respondía por escrito a un correo electrónico en su teléfono, y acto seguido regresó a su escritorio para retomar su labor. La puerta de la oficina se abrió entonces, dejando pasar a dos mujeres y tres hombres, entre los cuales se encontraba Rodrigo.