Capítulo 45
1071palabras
2024-02-22 00:02
Después de que el ama de llaves se fue, la abuela de Rodrigo se acercó a Raelynn, que se veía abatida, le levantó el mentón y dijo: "Eso se ve increíble. Es igual a como la mamá de Rodrigo solía prepararlo; sencillo pero de un color hermoso. Puedes intentarlo en otro momento sin agregarle las nueces, pero el esfuerzo es lo que cuenta, querida. Lo que es más, ahora sabes cómo preparar el postre que él más ama".
De pronto, los perros corrieron disparados al patio delantero. Allí, Rodrigo se arrodilló para acariciarlos y hablar con ellos, y cuando Raelynn escuchó su voz hermosa y jovial, se le cortó el aliento.
"¡Guarda eso!", le dijo de golpe a la cocinera nueva, apuntando al postre, y salió corriendo al encuentro de su esposo.
Cuando lo vio, necesitó cada gramo de autocontrol que había en su cuerpo para no tomarlo férreamente del cabello y besarlo con fuerza. Sin embargo, no parecía que él estuviera regresando del hospital, sino que parecía salido de la portada de una novela romántica popular. Una camisa color café acentuaba sus sensuales brazos y una tenue barba le daba ese aspecto perfecto y rudo que ella tanto amaba.
Cuando las miradas de ambos se cruzaron, las mejillas de ella se sonrojaron con una tonalidad hermosa, que dejó a Rodrigo sin aliento a causa de lo bella que su esposa se veía así. El cabello de ella caía en ondas oscuras, libremente sobre sus hombros, y llevaba un vestido color rosa bebé que realzaba su figura y su respiración entrecortada.
Rodrigo recorrió cada centímetro de ella con la mirada y sus ojos se iluminaron. Luego, dijo: "Parece que alguien me extrañó mucho". Entonces, caminó hacia ella y la tomó de las mejillas, pero cuando estaba a punto de besarla, apareció su abuela y se detuvo.
De inmediato, Raelynn regresó al interior de la mansión avergonzada, pero apenas se alejó lo suficiente, la abuela no desperdició ni un segundo y le contó a Rodrigo sobre el comportamiento del ama de llaves, y Rodrigo, al escuchar sobre los intentos de repostería de su esposa, no pudo evitar curvar sus labios en una sonrisa.
Adentro, Raelynn veía cómo la señora Marlow trasladaba todos los platos al comedor, pero ese arroz amarillo sobresalía como un doloroso espectáculo para sus ojos. Entonces, se preguntó si Rodrigo había llegado tan tarde a casa porque había ido a ver a Amelia primero. A pesar de lo mucho que Raelynn se había prometido a sí misma no ignorar a su esposo cuando se recuperara y regresara a casa, no podía controlar la amargura que sentía.
Mientras estaba parada detrás de una silla en el comedor, Rodrigo apareció a su espalda y le dio un abrazo.
"Raelynn...", susurró él suavemente al tiempo que besaba su cabello y descendía hasta dejarle un rastro de besos por todo un costado del cuello.
Ella quiso darse la vuelta y apoyar la cabeza en su pecho, pero no se atrevió a hacerlo.
En lugar de eso, dijo: "Es bueno verte de regreso, pero realmente no te extrañé tanto como supones. Comencé en mi nuevo trabajo, así que no tuve tiempo ni siquiera de ir a visitarte al hospital".
"¿Es eso cierto?", preguntó él, dejando escapar una risita gutural.
"¿Qué te parece tan gracioso?", preguntó ella, finalmente girándose para mirarlo con las cejas arqueadas.
"Nada. De todos modos, tampoco esperaba que vinieras a visitarme. Pero Amelia sí estuvo a mi lado, todo el día y toda la noche algunas veces incluso".
Raelynn arrugó incluso más el entrecejo al descubrir de que él la había estado confundiendo con Amelia todo este tiempo, y aunque jamás fuese a confesarlo, detestaba la idea de que su esposo la hubiese confundido con su amante.
Sin embargo, a Rodrigo le hizo mucha gracia ver su expresión de incomodidad, así que quiso burlarse de ella un poco más.
"Amelia es increíble; su mera presencia me hicieron querer recuperarme lo antes posible", dijo él, y extendiendo su mano para tomar la de Raelynn, y agregó: "A veces, ella sostenía mi mano entre las suyas de esta forma durante toda la noche, y cada vez que yo me despertaba pasado el efecto del sedante, sentir su tacto y ver su rostro dormido me tranquilizaban y me ayudaban a dormir de nuevo".
Tras escuchar esto, Raelynn le soltó la mano, se sentó en la silla totalmente furiosa, y dijo: "Lo más probable es que estabas alucinando. En fin, me muero de hambre".
Luego, hizo a un lado el arroz amarillo y cogió la pasta con camarones. Sin embargo, en vez de servirse un poco, usó su rabia y el tenedor para apuntarlo a la cara de Rodrigo y decir: "Pues ve y dile a tu Amelia lo increíble que es. ¿Pero no crees que es un poco demasiado contarle a tu esposa sobre tu amante?".
"¿Mi esposa?", replicó él, actuando desconcertado, y luego agregó: "Oh, oh... te refieres a ti... querrás decir, falsa esposa. No me confundas, porque mi verdadera esposa me habría preparado mi postre favorito".
Después de escuchar esa última gota que rebalsaba el vaso, Raelynn se levantó abruptamente y fue a buscar a la criada, pues Rodrigo les había dicho a todos los sirvientes, semanas atrás, que no los molestaran a la hora de comer, solo para evitar que alguien escuchara sus conversaciones. Por eso mismo, traer a la criada era la forma que Raelynn utilizaba para hacerlo callar, y especialmente para que no hablara de Amelia.
Más tranquila, la chica decidió ignorar a su esposo en todo momento y se concentró en devorar toda esa deliciosa comida. Cuando llegó la hora del postre y Rodrigo le ofreció una rebanada del bebinca más sofisticado que había preparado el chef de Álvaro, ella negó con la cabeza y dijo: "No como cosas tan asquerosas. Huevos y coco, ¡guácala!".
Su rostro sonrojado y sus expresiones faciales de enojo le parecían muy entretenidas a Rodrigo, y pensó por un momento si echársela al hombro y llevársela arriba hasta su habitación, pero se contuvo y solo dijo: "Bueno, tú te lo pierdes... Mmmmm, qué rico, aunque mi mamá solía hacerlo con un tono un poco más oscuro y más jugoso. Esto está cerca, pero no es el que me gusta exactamente".
"Disfruta tu postre. Buenas noches", espetó Raelynn secamente, y de inmediato se paró, subió las escaleras y cerró su habitación de un portazo.