Capítulo 23
949palabras
2024-01-22 11:17
El padre de Raelynn se apresuró a abrir la puerta del auto para sacarla.
"¡Gracias a Dios estás a salvo!" Estaba a punto de darle un beso en la frente cuando su madre y sus tías casi se abalanzaron sobre él mientras sujetaba a su hija. La llenaron de preguntas mientras la aplastaban en medio de abrazos.
"Cuñado, ¿la salvaste como en las películas de Bollywood?" Rose envolvió el brazo de Rodrigo con el suyo y siguió hablando mientras entraban. "No creo que me moleste que me secuestren si prometes que vas a rescatarme. ¿Se besaron cuando la encontraste? ¿Dónde est...?" Dejó de hablar y se alejó de él cuando Raelynn la fulminó con la mirada.
"Debo ir al baño," dijo ella en tono suplicante y corrió al interior. Se aseguró de no regresar hasta que Rodrigo hubiera respondido todas las preguntas.
Lyla la siguió y esperó a que saliera del baño. Raelynn se quitó el vestido de novia y se dejó caer en la cama, recordando el desastre que habían sido esos secuestradores y el incidente del tiroteo.
"Solo quiero dormir. ¿Tengo que participar en la recepción y el baile nupcial? ¡Por Dios! También tendré que ir a ese crucero. Además, tendré que ver cómo Rodrigo y Amelia se besan todo el rato," pensó.
"No estoy lista para el resto del día..." Se quedó dormida, esperando que nadie la molestara y que Rodrigo se fuera al crucero sin ella.
Dos horas más tarde, cuando la fiesta casi había terminado y la mayoría de los invitados se habían ido, su mamá la despertó.
"Aún tienes muchas cosas que hacer, ¡despierta!"
Raelynn se entristeció al ver que su madre se había cambiado a un vestido más casual. "¿Ya se van?" Se levantó de la cama, ansiosa.
"Nos quedaremos en los Estados Unidos por un tiempo. Tu papá tiene una reunión en Virginia dentro de unos meses, te verá ahí."
Raelynn gimió descontenta y abrazó a su madre mientras aún estaba en la cama. "Todo es culpa de Rodrigo," pensó. Les había dicho de manera indirecta que se fueran cuando habló con ellos por teléfono la semana anterior.
"Cada vez que sientas miedo o suceda algo así, avísanos. Tu padre no pensó que las cosas saldrían tan mal cuando aceptó esta alianza."
"Entonces, ¿puedo dejar a Rodrigo y casarme de nuevo?" Se sentía como una tonta por haber firmado el contrato de un año con él.
"No, no puedes ni debes dejarlo por razones sin sentido. El matrimonio es cosa seria. Ven, levántate. Su crucero saldrá pronto, debes comer algo."
La chica miró el reloj en la pared y le dio mucha pereza ponerse ropa adecuada.
"¿Dónde está mi celular?," murmuró mientras se cepillaba el cabello con los dedos.
"Rodrigo quería que descansaras, pero te perdiste muchas cosas divertidas."
Se arrepentía de haber dormido tanto, pero no había comprado un vestido para la recepción porque estaba segura de que el plan de escape/secuestro funcionaría. Su mente comenzó a dar vueltas cuando se dio cuenta de todas las cosas que había dejado en Florida, pensando que mudarse a California no sería permanente.
"Mis hermosos muebles y mis preciosas plantitas," se quejó para sus adentros y se arrepintió de haber gastado tanto dinero en ellos. No quería dañarlos al moverlos de un lado a otro.
"Ah, en fin..." Se levantó para ducharse. Luego se puso ropa cómoda y salió para llevar a sus padres al aeropuerto.
Llevaba una sudadera con capucha de color rojo ladrillo con unos adornos que formaban la palabra "Bebe". Cerró la cremallera del bolso que llevaría al crucero y caminó hasta el auto después de almorzar muy tarde.
"¿Vas a usar eso en el viaje?" preguntó Rodrigo mientras la ayudaba con su bolso.
"Me cambiaré cuando estemos en el barco. Ahora tengo frío." Iban a conducir hasta el puerto del crucero, donde se encontrarían con Damien y los demás después de ir al aeropuerto.
Se encontraba perdida en sus pensamientos, sintiendo nostalgia. No estaba segura de qué hogar extrañaba más, si el de sus padres o el que ella misma había creado en Florida. Rodrigo ya la estaba evitando e imaginaba que las cosas empeorarían una vez que sus padres se fueran.
Su mamá le recogió el cabello y le dio unas palmaditas afectuosas. Su voz sonó llena de emoción cuando le dijo al hombre que cuidara bien de su hija. Rodrigo se sorprendió al darse cuenta del efecto que tuvo en él cuando lo llenó de calidez y cariño. Unos pequeños rastros de recuerdos con su madre se asomaron y se apoderaron de él.
"Sé amable con ella, y podrás ver a la persona más cálida y amable del mundo. Espero que no la hagas llorar." El papá de Raelynn le dio un abrazo.
Rodrigo no podía hacerle esa promesa.
Su pecho se contrajo cuando no logró alejar los recuerdos de su madre de su cabeza. Su padre había llevado a varias mujeres a casa, tratando de encontrarle otra madre. Rodrigo se había esforzado por llevarse bien con ellas, pero todas se sentían falsas para él. Después de intentarlo hasta que su hijo cumplió dieciséis años, Álvaro abandonó la idea de buscarle una nueva madre.
Ninguno de los dos pudo encontrar a alguien que reemplazara a la mujer que amaban tanto.
"Siempre la protegeré," fue todo lo que Rodrigo pudo decirle al papá de Raelynn, con su voz áspera y ronca.
Álvaro odiaba cómo su hijo a veces tenía una mirada lejana, fría y distante. Le traía de vuelta todos esos recuerdos dolorosos.
"Vamos." El hombre envolvió un brazo alrededor de Raelynn y otro sobre Rodrigo mientras la familia de la chica desaparecía detrás del control de seguridad.