Capítulo 20
1166palabras
2024-01-22 11:06
Raelynn vio un Nissan Rogue negro estacionado en la esquina de una calle silenciosa, y el auto estaba oculto tras hileras de cipreses y robles, para que no lo detectaran desde el recinto.
Sin embargo, ella no sabía cómo detener el carrito de golf, el cual ya estaba algo maltrecho en el costado debido al terreno tan accidentado, así que después de pasar junto al auto y no lograr detenerse, simplemente saltó del carrito y lo dejó rodar calle abajo.
"¡¡Oye!! Eso no es propiedad pública, lo alquilamos", dijo uno de los dos hombres, quien vestía una sudadera color verde bosque y una gorra negra, mientras corría detrás del carrito de golf.
En ese momento, Damien bajó del auto.
"¡Al fin! A estos tipos les tomó una eternidad colar ese carrito en la ensenada", dijo él, al tiempo que le daba un abrazo a Raelynn y se reía de su condición, pues le faltaba un zapato y tenía el vestido lleno de arena.
"Qué idiotas tan inútiles, y se dicen ser secuestradores", murmuró en voz baja, y luego preguntó en voz alta: "¿Quién los entrenó?".
"Nadie. Solo nos valemos de la experiencia que adquirimos cometiendo errores", dijo el segundo sujeto, mientras que el primero todavía corría detrás del carrito de golf.
"¿Están bromeando? ¡Ustedes son unos impostores! Al final yo tuve que hacer la mayor parte del trabajo, mientras que ustedes ni siquiera están listos para arrancar de inmediato. ¡¡Quiero que me devuelvan todo mi dinero!!".
"No somos impostores, solo somos el equipo de apoyo".
"Raelynn, no es el momento ni el lugar para discutir esto, así que sube al auto antes de que alguien nos vea", dijo Damien, abriendo la puerta trasera del auto y haciéndola entrar, mientras que ella todavía discutía con los sujetos.
Cuando el primer tipo volvió con el carrito, él y su compañero comenzaron a forcejear con el maletero para poder hacerlo calzar dentro, pero los autoproclamados secuestradores estaban teniendo problemas para lograrlo.
"Estos tipos tienen el cerebro del tamaño de un maní. ¿Cómo van a meter esa cosa en el auto?" Raelynn le susurró a Damien, al tiempo que ojeaba las llaves del auto.
"Bueno, lograron hacerlo cuando vinimos aquí. De hecho, eso fue lo que les llevó más tiempo".
"Dios mío. Este es el peor secuestro del siglo. Rodrigo ya sabe que hui. ¡M*erda, mira!", dijo la chica, bajando del auto y acercándose a un árbol para tener una mejor vista.
Allí, estaba Rodrigo con uno de sus zapatos en la mano y venía caminando en dirección a donde estaban, pues su velo de novia estaba tirado en la arena y delataba su posición. Entonces, ella se tocó el pelo y se preguntó cuándo se habría ido volando, porque había estado demasiado concentrada manejando el carrito como para darse cuenta en ese momento.
"¡Ustedes pueden irse al i*fierno! Pero nos atraparán si no nos vamos ahora mismo", exclamó Raelynn, y enseguida corrió hacia el asiento del conductor y encendió el motor, sin importarle que los tipos tuvieran el maletero abierto de par en par. Seguidamente, Damien se instaló en el asiento del copiloto junto a ella.
Tras girar la llave, el motor soltó un fuerte estruendo, el cual ahogó el sonido de todas las gaviotas y las olas del mar.
"¡Qué auto más estúpido!", exclamó ella.
Con el ruido, los secuestradores se dieron cuenta de lo que estaba pasando y gritaron, pidiéndole que se detuviera al tiempo que corrían para sentarse en la parte trasera del auto. Enseguida, Rodrigo y sus amigos notaron los gritos y el auto que aceleraba, pues estaban tan solo a unos metros de ellos, escondido detrás de los árboles.
Al minuto siguiente, Rodrigo ya estaba arriba de su BMW M6 junto a Alfredo y Easton, listos para conducir hasta la autopista Cabrillo, que era la única salida que tenía el callejón sin salida en el que estaba Raelynn. Mientras manejaba, intentó llamarla, pero fue redirigido inmediatamente al buzón de voz.
"¿Ya te bloqueó o qué?", bromeó Alfredo soltando una carcajada, ya que, aunque sabía que Rodrigo estaba furioso, no se pudo contener.
"Ella firmó un p*to contrato. No puedo creer que realmente haya planeado esto durante días. Debí haberlo sabido cuando le hablé del crucero y a ella pareció no importarle en lo más mínimo".
"Debiste haberte dado cuentas cuando no apareció en la cafetería y nos hizo esperar", dijo Easton.
"Me dio una explicación de m*erda para eso, pero igual quiso firmar los papeles más tarde".
"Documentos que ella ni siquiera leyó ni de los cuales tiene una copia", le recordó Easton.
"Quizás deba agregar más cláusulas al contrato para castigarla como se merece. Pero, en verdad, no tengo muchas ganas de tener que lidiar con esa loca a diario".
Easton y Alfredo se rieron en voz baja, y Rodrigo solo hizo una mueca de mal humor.
"¡¡¡M*erda!!! ¡Está justo detrás de nosotros!", dijo Raelynn asustada tras mirar el espejo retrovisor y ver al elegante BMW color azul medianoche.
Instintivamente, se deslizó en su asiento hacia abajo y volvió a mirar por el retrovisor.
"Sabes que no puede verte desde allá atrás. ¡Solo relájate y piérdelo de vista! Parece que viene solo; no veo los autos de sus guardaespaldas siguiéndolo", dijo Damien, mirando por uno de los espejos laterales.
Entonces, justo cuando Raelynn estaba a punto de cambiarse al carril izquierdo, Rodrigo apareció por su izquierda, así que ella se tapó la cara con la mano izquierda y continuó manejando, mientras que su cuasi esposo los miraba a ella y su amigo, enfurecido.
Easton, que iba sentado a su lado, bajó la ventanilla y les pidió que se detuvieran.
"¿Cuánto tiempo más vamos a seguir haciendo esto? Baja tu ventanilla", le dijo Damien a la chica.
"¡No lo pienso hacer! Hace demasiado frío afuera", respondió ella, pisando el acelerador.
"¿Deberíamos dispararles?", preguntó uno de los secuestradores.
"¡¡NO!!", respondieron Damien y Raelynn al unísono.
"Ustedes están despedidos, así que, por favor, no hagas nada más", les dijo Raelynn con firmeza, y se aseguró de que guardaran sus armas. De igual manera, estaba dispuesta a apostar mil dólares a que esas pistolas no funcionaban correctamente, pues estaba segura de que les explotarían en las manos o algo.
De pronto, su celular volvió a sonar, y esta vez sí contestó.
Sin embargo, había una especie de matiz espeluznante en la voz de Rodrigo, que casi le recordaba a Álvaro, por lo que pisó el acelerador a fondo.
"¡¿En serio vas a hacer esta m*erda?! Si quieres, podemos seguir todo el día hasta que tu auto se quede sin combustible, así que, ¿vas a detenerte o tendré que obligarte?".
"Para tu información, tu elegante auto se va a quedar sin combustible antes que el mío. ¿No sabrás por casualidad cuánto consume? ¿5 kilómetros por litro o algo así?".
"¡Cállate, Raelynn! En breve llegaremos a una salida, ¡¡Y te quiero fuera de la carretera, ahora!!".
Al escucharlo decir esto, ella se enfadó de sobremanera y cortó la llamada.