Capítulo 15
1256palabras
2024-01-22 10:02
Como era de esperar, la seguridad incrementó aún más si cabe al día siguiente, y sus padres pusieron música a todo volumen durante varias ceremonias previas a la boda, manteniéndola ocupada con una cosa u otra. No le dieron ni un respiro de un par de minutos para ocuparse del tema de las maletas, y se maldijo a sí misma por no haberse quedado despierta la noche anterior y finiquitar el asunto entonces.
Se esperaba que todos tuvieran jet lag aún por el vuelo, pero se los encontró bailoteando alegremente a cada minuto del día y la noche allí, lo que cual la llevó a un estado de pura ansiedad acumulada cuando vio ponerse el sol. Quedaba catorce horas para la boca y ya era el momento de aplicar la alheña, pero ella todavía seguía sin zanjar lo de las maletas.
Después de dos horas más de danzas e intrincados diseños de alheña, llegó la hora de cenar, instante que ella aprovechó para escabullirse cual ninja, avanzando medio de puntillas hacia la parte más densa del jardín. Allí, junto a una fuente y un mirador, se puso junto a Damien en mitad de la umbría.

"Lo siento mucho... No me han dado margen para hacer lo de las maletas, ni tampoco he podido llamarte por esto...", le mostró las manos, teñidas con esmero. "Supongo que tendré que prescindir de las cosas que quería llevarme..."
"No pasa nada, ya compraremos algo en su momento. Si quieres, pásame luego por mensaje de texto una lista de las cosas que necesites y yo te las pongo en una maleta."
"Por favor, dime que todo va a salir bien... Mis padres están que se salen del entusiasmo, y a mí se me vienen unas ganas de llorar cada vez que les miro..."
"Si tienes dudas, siempre podemos ceñirnos al plan B con el tema del contrato."
"No, solo recurriré a eso si no hay más remedio... Ojalá pudieras ver a mi padres, Damien. Seguro que les habrías encantado."
"Tal vez el año que viene...", se rio él entre dientes, "Por cierto, estás preciosa. La ropa tradicional te queda maravillosamente bien. ¿Por qué no la usas más a menudo?", la aduló él, restregando finamente con los dedos su falda larga amarilla, que contrastaba perfectamente con su top corto bordado de color rosado.

"Esto era para Sangeet. De hecho, nos divertimos mucho, ya te pasaré fotos cuando me lo quite."
"Ya me imagino. Se oye la música desde la calle. ¿No les molesta a Rodrigo y su padre?"
"El padre está fuera de la ciudad ahora mismo, y a Rodrigo llevo sin verle desde que regresamos del aeropuerto." De repente se quedó en silencio al percibir un leve rumor proveniente del jardín.
"Viene alguien."

"Me voy. Adiós.", le dio Damien un rápido beso, antes de desaparecer en un instante.
La chica aguardó entre las sombras hasta que el ruido se calmara, y cuando no pudo oír nada más aparte del jolgorio de lontananza en el ala oeste, se sentó junto a la fuente, dominada por la culpa y la tristeza.
Ojalá casarse con Damien para no tener que engañarle ni a él ni a sus padres... Por más que el pobre estaba haciendo todo lo posible para ayudarla, ella no podía pensar en nada más que en Rodrigo, hasta el extremo de que hospedarse en su casa sin poder verle le estaba haciendo perder la razón.
"Soy una persona horrible...", susurró en voz baja, sollozando unos tristes instantes. Una vez logró desahogarse y sentirse menos mal, correteó como pudo hacia el interior, sintiendo la fría brisa cochar contra su cuerpo.
"¿Raelynn...?", escuchó una voz magnética y profunda llamarla, y se le formó un nudo en el estómago como reacción.
Ella dejo de correr al instante, y Rodrigo se le acercó lentamente. Todo pasó a un segundo planto al fijarse en el rostro del hombre y notar el sutil aroma de su prometido, así como su barba recién afeitada y el pelo humedecido sobre su cabeza.
"¿Qué pintas aquí sola? Te vas a congelar.", le dijo, al tiempo que le posaba la mano sobre la fría falda. "¿Cuánto tiempo llevas aquí afuera?"
"B-bueno... Qué más da, voy a entrar ya..."
"Espera.", la agarró por el brazo, con cuidado de no mancharse de la alheña. Después, le colocó el pulgar sobre el mentón para alzarle la cara y verla bien.
"¿Has estado llorando?"
"Eh..., ¿no?", le mintió directamente a los ojos, y cuando se instauró un prolongado e incómodo silencio, ella se vio obligada a hablar: "¿Y tú? ¿Adónde vas?"
Lucía un aspecto tremendamente atractivo, exudando elegancia natural gracias a su camisa negra de manga larga y un pantalón chino a cuadros de color carbón. La tentación de tocarle le estaba empezando a jugar malas pasadas mentales...
"Mi padrino va a celebrar una despedida de soltero esta noche".
"Anda, no me digas...", dejó la boca entreabierta, dominada por una nueva oleada de celos. "¿Vas a aprovechar para liberar tensión y tirarte a la primera que se te ponga a tiro?", no pudo evitar preguntarle ella.
"¿Y a ti qué te importa?", la miró él, súbitamente interesado.
"Nada, es simple curiosidad... Me pregunto si todos los chicos se ponen como locos por f*llar cuando se les sube el alcohol a la cabeza.", se aproximó ella a él, exigiendo una respuesta con la mirada.
"No, no es así, y yo tampoco caigo en esas cosas. Además, tengo novia, ¿recuerdas?"
"Correcto...", murmuró ella, reculando un paso.
"¿De dónde viene ese olor? No sabía que la alheña oliese tan horriblemente mal...", arrugó la nariz, asqueado.
"Qué tontería... Pues claro que no huele mal, a mí me encanta.", se acercó ambas palmas a la nariz, inhalando con placer.
"¡Qué asco! Parece mi*rda de toro, y da un tufo similar."
"¿Como te atreves a decir eso?", soltó ella, para acto seguido posarle el dedo índice sobre la punta de la nariz. "¡Mañana tendrás la napia naranja!", se burló la chica, antes de dar media vuelta y hacer además de salir por patas de allí. Él, no obstante, la cazó al vuelo, para luego acercársela al pecho por la espalda. La piel desnuda bajo su top corto entró en contacto con sus manos, desatando descargas de chispas por su columna vertebral.
El joven se limpió la nariz con el pelo de la otra, antes de soltarla. Ella, decepcionada por que no la hubiese abrazado más tiempo, se giró para encararle y ponerse de puntillas, arropándole el cuello con los brazos.
"Raelynn, la camisa no, por favor."
"Hueles tan bien...", masculló la joven, enterrando su cara en el hueco de su cuello para olisquear profundamente.
"Raelynn...", le apartó él los brazos con suavidad, antes de apartarse de ella. "Siento mucho lo del beso de la semana pasada y mis actos recientes... No es mi intención jugar con tus sentimientos, de verdad. Voy a ir con Amelia después de la fiesta, y no puedo llegando oliendo a ti, ni a esta... cosa.", le señaló las manos, para enseguida marcharse sin darle oportunidad a ella para que replicara de forma alguna.
'¡Mi*rda...! ¿Por qué me habré dejado llevar tanto?', se lamentó, augurando con pesimismo la idea de verle al día siguiente.
'He acabado comportándome como cualquier otra mujer con la que ha estado, lanzándome a sus brazos sin importarme que ya tenga novia...' S iya tenía sus dudas acerca de poder aguantar más para poder actuar acorde con el plan A, ahora sí que estaba segura de que no podría soportar más aquella situación.